Violencia y fariseísmo
Angel Guerra Cabrera
El pedestre espectáculo montado por la internacional de la desinformación tras los atentados a la sede de la ONU en Bagdag y a un ómnibus cargado de israelíes en Jerusalén resume ejemplarmente el fariseísmo maniqueo de la libertad capitalista de prensa. Cientos de millones de pantallas clonadas de CNN y Fox News han bombardeado sin cesar a los televidentes del mundo con las imágenes de la destrucción y el dolor ocasionados en los dos escenarios por el "terrorismo", palabra que junto a "condena" y "repudio de la "comunidad internacional" machacan hasta la saturación. Las pantallas destacan la estampa de galán -de bueno de la película- del brasileño Sergio Vieira de Mello, representante de la ONU en Irak, caballero sin mancha y sin tacha dedicado en cuerpo y alma a socorrer a los iraquíes, según los también clonados locutores y comentaristas.
La nauseabunda operación de propaganda intenta legitimar la guerra contra el "terrorismo" mostrándonos a los "terroristas" como seres intrínsecamente despreciables que por puro placer asesinan indefensos niños israelíes y simpáticos y filantrópicos funcionarios de Naciones Unidas. El objetivo es reducir la natural solidaridad humana con las víctimas de los atentados a un impulso meramente melodramático. Que el sentimiento no se trasforme en ejercicio del pensamiento crítico. Que nadie se pregunte por qué se produce y cuál es la causa de la carnicería. Se busca llevar al receptor del mensaje mediático a la conclusión fácil de que sus autores -obviamente árabes, musulmanes, colombianos si es el caso, o habitantes de cualquier "oscuro rincón del mundo"(Bush dixit)- lo menos que merecen es terminar sus días en una jaula de Guantánamo o borrados del mapa por el cohete de un helicóptero Apache. Impedirle razonar que la larga historia de las clases dominantes hasta hoy es una historia de terrorismo deliberado del Estado para mantener a los dominados en esa condición. Y que la historia de estos últimos ha sido la de buscar desde su condición subordinada y desposeída medios con que enfrentar, y eventualmente derrotar, la superioridad en cantidad y calidad de las armas de aquel. Se trata de meter bajo la alfombra de un escobazo la mentira y el terror de Estado descomunales con que se lleva a cabo la aventura de Irak por Bush, Blair, Aznar, Berlusconi y su abominable comparsa. Ocultar que ella ha elevado al paroxismo la violencia imperialista y la humillación de los agredidos, únicas causantes de respuestas tan crudas como las de Bagdag y Jerusalén.
Es la misma maquinaria de propaganda que celebró como actos en defensa de la democracia la fulminación de cientos de miles de japoneses en Hiroshima y Nagasaky o la de millones de vietnamitas. Otro tanto hace hoy respecto a los palestinos, afganos e iraquíes. Cuando más sus muertos son estadísticas. No tienen rostro. Sus niños reventados por las bombas o cosidos a balazos por la soldadesca no merecen ni un segundo al aire ni un centímetro de papel en los templos de la libertad de prensa.
Sergio Vieira de Mello no fue un genocida a lo Ariel Sharon ni presumía de izquierdista mientras se asociaba a la rapiña imperialista como el despreciable Blair. El brasileño era un dedicado funcionario de esa diplomacia neutral que sirve irremediablemente a los poderosos. Estuvo ligado al esfuerzo de las potencias que controlan la ONU para dar un viso de legalidad a las intervenciones de la OTAN en Bosnia y Kosovo. No es casual que fuera escogido para sustituir a Mary Robinson como Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos cuando Washington forzó la remoción de la irlandesa del cargo. Medios estadunidenses como el Washington Post aseguran que Vieira de Mello fue enviado a Bagdag debido a la presión estadunidense. Según el propio diario, "se convirtió en un aliado clave de los esfuerzos de la administración(de Bush) para ganarle una legitimación más amplia al Consejo de Gobierno iraquí designado por Estados Unidos..."
Por muchas razones las instalaciones de la ONU en Irak son un objetivo militar para la resistencia iraquí. Ese organismo calló cobardemente ante la ilegal e inmoral agresión contra ese país. Más tarde, convalidó su ocupación por Estados Unidos, sus compinches británicos, españoles, italianos, polacos y los gobiernos latinoamericanos de baja estofa que -como en Santo Domingo en 1965- se han prestado a servir de cipayos del Norte revuelto y brutal que los desprecia. La entidad supuestamente llamada a guardar la paz y la seguridad internacionales se conformó con el papel de distribuidora de asistencia humanitaria a una población hambreada principalmente por el bloqueo, que ella misma impuso, y la invasión que fue incapaz de detener. En pocas palabras, ante los ojos de los agraviados y altivos iraquíes la ONU es cómplice principal de una ocupación, que a lo que se ve, no están dispuestos a tolerar.
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