Internacional
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6 de agosto del 2003
Editorial de Liberación
El enemigo invisible y la sombra de Vietnam
Liberación
Desde que Bush declaró que su guerra en Irak había concluído tras la caída de Bagdad y la ocupación total del país por las tropas de Estados Unidos y Gran Bretaña, las bajas estadounidenses llegan ya a la cincuentena, víctimas de una guerrilla invisible que ataca y huye.
Paul Wolfowitz, que funge como segundo de Donald Rumsfeld al frente del Pentágono, (pero que desde la época de Reagan es el verdadero ideólogo de la estrategia militar del golpe preventivo contra los países del "eje del mal"), se quejaba esta semana frente a la creciente ola de críticas domésticas sobre el riesgoso rumbo que ha ido tomando para Estados Unidos la posguerra iraquí: "Lo que necesitamos más que nada es contar con iraquíes que combatan con nosotros.", agregando con el proverbial menosprecio por sus aliados políticos: "Sería mucho mejor que haya iraquíes luchando y muriendo por su país, que seguir arriesgando a las tropas estadounidenses."
Para esa ciudadanía estadounidense que apoyó mayoritariamente a Bush creyendo en la mentira del presidente y de su gigantesco aparato de manipulación colectiva, de que detrás del ataque del 11-S estaba Sadam Hussein, y de que Irak podía en cualquier momento atacar a Estados Unidos con armas de destrucción masiva, las cosas hoy comienzan a preocuparle cuando sale a la luz pública el engaño de que han sido objeto.
Comprobando además de que la guerra no ha terminado, porque todos los días llegan al país ataúdes con los cuerpos de jóvenes soldados sacrificados en esa guerra que se dijo sería fácil. También muchos periodistas y analistas que en todo el mundo escribieron cientos de artículos haciendo el panegírico a la cruzada de Bush en Irak y a la facilidad de concreción de la misma, comienzan a advertir de que Washington siguen sin identificar al enemigo que les ataca, y que en búsqueda deseperada de Sadam las tropas estadounidenses están cometiendo asesinatos de civiles que acrecientan la rabia y el rechazo de la población iraquí contra el ocupante.
Todo indica que el creciente movimiento guerrillero, que parece no haberse desmoralizado con la masacre de los hijos de Sadam como esperaban Bush, Blair y los militares al frente de la cacería, no sólo estaría constituído por restos del partido baazista del antiguo régimen, sino fundamentalmente por pequeños contingentes pertenecientes a grupos islamistas de la Jihad Salafista mayoritariamente sunitas y tan ortodoxos como Bin Laden contra los infieles extranjeros.
Mientras que para el Pentágono el enemigo sería "los remanentes desesperados" del antiguo régimen, el crecimiento de grupos islamistas musulmanes sunitas (que estuvieron bajo control durante el gobierno de Sadam), serían los que emboscan todos los días en casi todo el país a las tropas ocupantes provocándoles bajas que no se esperaban y que hacen rabiar a sujetos como Wolfowitz.
Estos grupos que tampoco le tienen ningún cariño a Sadam Hussein, son los que tiempo atrás mediante un mensaje difundido por el canal de televisión Al-Arabiya le habían prometido a los ocupantes de que "sacudiremos el suelo bajo sus piesť. A lo que se suma que la otra importante etnia iraquí los chiítas, han estado exigiendo de que sus jefes lancen también la guerra santa contra el invasor norteamericano.
En ese cuadro nada alentador, los planes de Bush y de su fiel escudero Blair de una guerra fácil y rápida, comienzan a derretirse. Las armas de destrucción masiva no las han podido mostrar (porque no existen); a Sadam no lo han podido cazar; el gobierno títere aerotransportado no lo han podido aún instalar; y como cuando Vietnam no saben ha ciencia cierta cuando podrán irse dejando cumplida la faena.
El tiempo no corre en favor del ocupante, porque mientras los convoyes militares cada vez más tensos y asustados comienzan a ver enemigos por doquier causando matanzas cotidianas de civiles en todo el país, a los insurgentes que aún parecen actuar sin conexiones entre ellos, probablemente la ocupación cada vez más agresiva les impulsará a unirse.
En tanto que Bush y Blair tendrán mayores problemas que ahora para explicarles a estadounidenses y británicos, y al resto del mundo, porqué en Irak todos los días mueren cada vez más soldados propios, y no como desea Wolfowitz haya "iraquíes luchando y muriendo" por el invasor.