Del tenue cinismo de algunos a la brutalidad de Paul Wolfowith
Antonio Maira
Cádiz Rebelde
Los senadores y representantes en los EEUU, los parlamentarios del Reino Unido y también algunos grandes medios de comunicación, ponen ahora gestos de sorpresa y descubren –semanas después de finalizada la guerra- lo que ya era evidente hace muchos meses: la "posibilidad de haber sido engañados" por los gobiernos de sus países en relación con la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.
La simulación de creer y la simulación de dudar
Digo, claro está, "posibilidad de haber sido engañados" con conciencia plena de que todos esos políticos y profesionales de Falsimedia, manipuladores del "sentimiento público", participaron de la enorme simulación de creer, o de la también enorme simulación de dudar, cuando todos los datos señalaban hacia la evidencia indiscutible de que Irak carecía de armas nucleares, químicas o bacteriológicas. Las denuncias de Bush y de Blair fueron un montaje con una capacidad de engaño muy reducida. Los parlamentarios y periodistas "sorprendidos" ahora, aportaron entonces dosis masivas de la "credulidad necesaria" para respaldar la belicosidad de sus gobiernos y para generar patriotismo de misil y bombardeo masivo, en sus respectivas opiniones públicas.
La conducta criminal y latrocida que supuso el feroz ataque a Irak, en el que los valientes guerreros de "occidente" se ensañaron con un antagonista casi indefenso, y destruyeron a mansalva para que sus gobiernos entregaran las "ruinas sin dueño" a las multinacionales y generaran éstas gigantescos beneficios, tuvo muchos cómplices silenciosos que colaboraron al no ejercer resistencia alguna mientras las jugadas más importantes, políticas y militares, se llevaban a cabo.
La mentira que ahora denuncian –bien es cierto que sin rasgarse demasiado las vestiduras- funcionó con toda libertad y sin provocar escándalo alguno, durante meses, en Falsimedia, en todas las instituciones internacionales y en el Consejo de Seguridad de la ONU. Generó resoluciones tramposas, como la 1441, y trabajos de mera coartada –como el de los inspectores de la Unmovic- mientras un enorme ejército era trasladado a la zona y la marcha hacia la guerra se hacía totalmente irreversible, y durante alguna semana más hasta que la destrucción y la ocupación de un país se hubo completado.
Los ciclos de silencio y de protesta en el "consenso global"
En conjunto y dentro de las "democracias modelo" la cuestión del consenso global funciona de manera cíclica, con los tiempos de la "guerra mundial antiterrorista" y de la "contestación pacífica" desfasados para que cada cual pueda desempeñar su papel, desde la provocación inicial y la preparación material y propagandística de la guerra, hasta la protesta post mortem, sin mayores contratiempos.
Desde la conformidad -o la aceptación resignada- con el proceso general de la implantación del Imperio, los políticos y los intelectuales del "consenso democrático" tienen que simular la supervivencia de un orden mundial multinacional, con respeto de la soberanía de los pueblos y de los principios generales de la Carta de la ONU. Mientras los Estados Unidos preparan las crisis y montan las intervenciones militares que están consolidando su Imperio y destruyendo de paso todo el orden jurídico internacional, las instituciones internacionales, los gobiernos respetuosos de los derechos humanos y los intelectuales progresistas desaparecen y se convierten en aliados silenciosos. Resucitan más tarde para crear de nuevo una apariencia de democracia global.
El descubrimiento del engaño que precedió a la guerra de Irak se produce no sólo cuando la guerra ha terminado sino cuando ha pasado el tiempo suficiente para que el indigno Consejo de Seguridad de la ONU haya avalado la empresa colonial y garantizado el negocio, el G8 haya colocado las primeras piedras sobre las que los EEUU levantaran otras empresas imperiales nuevas, y la opinión pública haya olvidado, casi por completo, el abrumador entusiasmo guerrero de todos los representantes del pueblo, especialmente en los Estados Unidos.
El origen de la mala conciencia inservible que aparece ahora enlaza fundamentalmente con procesos de recaptación de la opinión pública disidente. También se trata seguramente de evaluacioes y cálculos preelectorales, a medio y a largo plazo, hechos para tantear posibles debilitamientos del adversario, que desde luego no intentan mover al "sentimiento público" hacia el castigo del crimen masivo que ha supuesto una guerra de ensañamiento militar y puro saqueo económico.
Mientras algunos, en el tiempo de la "contestación pacífica" se dan ahora ligeros golpes de pecho por el "engaño" de Irak, los otros, en el de la "guerra mundial antiterrorista", se toman un merecido descanso a la vez que empiezan a reanimar el miedo de la gente y a reorientando hacia nuevos objetivos.
Mientras esos políticos e intelectuales de cinismo liviano rompen pequeñas lanzas de caña a favor de una verdad ya intrascendente, el Imperio prepara nuevos enfrentamientos. Irán y Cuba parecen ser los nuevos objetivos. En principio los intentos de desestabilización intensa ya han comenzado.
Aznar, el aliado servil
En un grado superior de cinismo se sitúa Aznar, el aliado más servil de los Estados Unidos. El presidente del gobierno español, que no ha tenido inconveniente alguno en emplear en el Congreso, para justificar su apoyo activo a la guerra de saqueo y demolición de Irak, los fantásticos informes de Blair, negados incluso por la inteligencia británica, afirma ahora que la guerra se justificó, sin más, en la resolución 1441. A Aznar, entregado a la "razón de imperio" le importa poco la incoherencia, sabe que es políticamente intocable si se mantiene en una obediencia absoluta a Washington. Por eso, tanto él como Ana Palacio, su ministra de exteriores, han repetido, incluso cuando el desprecio de los políticos estadounidenses a la ONU o a la "vieja Europa" era más evidente, o cuando las mentiras eran más escándalosas, los argumentos y las afirmaciones de la administración Bush.
En los últimos días ante los desacreditadísimos informes de Blair y la evidencia pública de que no hay armas de destrucción masiva en Irak, Aznar ha recogido los "razonamientos" de Rumsfeld. Con la no aparición de las armas de destrucción masiva en Irak se demuestra –dice Aznar- otra cosa más que aumenta el nivel de criminalidad del régimen de Sadam Hussein y por lo tanto la justificación del bombardeo masivo, la destrucción y matanza de civiles, y la ocupación del país. Tal cosa es que el gobierno iraquí no sólo fabricó y almacenó las terroríficas armas con las que amenazaba gravemente la seguridad de los pueblos de occidente, sino que, además, las destruyó días antes de iniciarse la invasión.
Doble delito pues del dictador de Bagdad. Amenazar con armas de destrucción masiva –eso sí, tan silenciosamnete que sus amenazas sólo se oían a través de los Estados Unidos-, y destruirlas justo antes de empezar la guerra, sin duda para agraviar a sus tres acusadores más vociferantes –EEUU, RU y España- con el sambenito de los mentirosos.
La seguridad de Aznar es absoluta. No sólo en la gran impunidad que le protege de sus muy seguros delitos mayores como la complicidad y la colaboración en los "crímenes de guerra" y de "lesa humanidad" que se cometieron en Irak, sino también en la pequeña impunidad política de una democracia en fase de deprepitud que le permite mentir reiterada e ilimitadamente, sin coste alguno.
El mejor servicio contra Cuba
El próximo gran servicio de Aznar a los EEUU tiene que ver con Cuba. Para esa tarea indigna de colaboración con el Imperio en el reforzamiento de una agresión que Washington ha desarrollado durante más de cuarenta años y que piensa llevar hasta su fin ahora, Aznar cuenta con una baza ineludible: la débil, casi nula resistencia institucional y el apoyo previsible del primer partido de oposición, y con ello también la colaboración fundamental y unánime de Falsimedia.
La responsabilidad de los grupos y sectores sociales antiimperialistas y del movimiento antiglobalización es enorme. En primer lugar presionar para que no triunfen las fuertes tendencias de integración institucional y política de Izquierda Unida en el "consenso democrático" que en este tema van a definir –están definiendo ya, aceleradamente- los enemigos de Cuba. En segundo lugar, la posibilidad de ofrecer una resistencia que debilite el apoyo a los Estados Unidos depende del ajuste de la movilización de solidaridad con Cuba al "tiempo" que va a ir marcando el desarrollo de la estrategia del Imperio. Las primeras etapas de esta última han sido ya cubiertas. Tampoco creo que la Izquierda Unida de hoy sea capaz de impulsar una resistencia inmediata y sostenida que se adapte al tiempo de la crisis y no a los tiempos electorales.
Wolfowith o la abierta brutalidad del Imperio
Wolfowith, Vicesecretario de Defensa de los EEUU, consciente como Aznar de las enormes posibilidades de la manipulación del "sentimiento público" no tiene inconveniente alguno en decir, primero, que la afirmación de que Irak tenía armas de destrucción masiva fue una "excusa burocrática" con la que se resovía el problema de aumentar el apoyo a la guerra; segundo, que la razón real de la misma era que Irak flota en un mar de petróleo. ("La mayor diferencia entre Corea del Norte e Irak es que económicamente nosotros no teníamos otra opción en Irak. El país nada sobre un mar de petróleo."
No hay ningún desliz inoportuno en las declarciones de Wolfowith. El Vicesecretario de Defensa sabe que está señalando prácticas aceptables y derechos imperiales para sucesivas etapas en la conquista del mundo.
Al mismo tiempo que la ONU legitima la intervención militar de los EEUU y del RU en Irak, estableciendo el estatus legal de "potencias ocupantes" por un período de tiempo ilimitado, y autorizando la venta de petróleo y el expolio total del país, Wolfowith afirma que el motivo para la guerra fue inventado y que el objetivo de la misma fue la apropiación del petróleo. El resultado no deja lugar ningún lugar para la duda: la ONU ha reconocido el derecho de los EEUU a engañar a la comunidad internacional y el derecho a hacer la guerra sin necesidad de excusa legal alguna, sin otra razón que el deseo de apropiación de bienes ajenos.
La burla a la ONU, manipulada sin respeto alguno por los Estados Unidos, es una parte del reajuste de poderes de este comienzo del milenio.
Del cinismo tenue de los parlamentarios norteamericanos y británicos que acosan levemente a Bush y Blair, y de los miembros del Consejo de Seguridad que no apoyaron inicialmente la declaración de guerra, hasta la directa brutalidad fascista de Paul Wolfowith no hay, en la práctica, mucha diferencia. Son diversos grados del mismo cinismo. Se complementan entre si pese a las apariencias.