Internacional
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29 de abril del 2003
Ante los saqueos y las llamas
¿Lamentas ser estadounidense?
Annie C. Higgins
CounterPunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
El Cairo, Egipto. "¿Lamentas ser estadounidense?" me preguntaron. No puedo recordar quién me lo preguntó, ni siquiera si fue en Palestina o aquí en Egipto. Podría haber sido cualquiera, en cualquier parte, en todo momento. Ha habido una cadena ininterrumpida de razones para lamentarlo, desde el apoyo de mi país a los asesinatos en Palestina hasta -ahora que lo pienso- el apoyo de mi país al asesinato en Irak, y son sólo los casos obvios. Pero mi país no apoya realmente esos hechos condenables. Mi constitución, mi cultura comunitaria, mi convicción sobre la justicia de la libertad de palabra -esas cosas definen a mi país. No la promoción de la invasión y la ocupación de otra nación. Los que toman las decisiones y emprenden las acciones que nos avergüenzan a todos no pertenecen al pueblo estadounidense, no somos nosotros. Un comentarista local piensa que un golpe ha cambiado el gobierno de EE.UU., aunque no haya sido públicamente anunciado o reconocido. No especifica si ha tenido lugar en la Casa Blanca o en el Pentágono.
Lo que este presunto gobierno estadounidense, constituido por los militares, está haciendo a los prisioneros en la Bahía de Guantánamo no es diferente de lo que se están haciendo ellos mismos, atando sus propios brazos para no sentir, y atando sus piernas para no poder hacer pasos hacia ningún tipo de progreso. Los estadounidenses pueden no haber visto recientemente las imágenes de los prisioneros de Guantánamo, pero el resto del mundo las ha visto. La televisión española las mostró después de un clip en el que la administración Bush se queja de violaciones de la Convención de Ginebra por la transmisión de imágenes en Al Yazira.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
Bush está nombrando a un Ministro de Información en Irak perteneciente al aparentemente omnisciente grupo JINSA (Instituto Judío para los Asuntos de Seguridad Nacional) que piensa que dirige el mundo por control remoto. Otra pequeña sorpresa desde Irak, que los golpistas no consideraron, es que los iraquíes son muy expertos en la lectura entre líneas de las noticias que se les ofrecen. No aceptan automáticamente lo que les dicen las pantallas de televisión. Han desarrollado una saludable costumbre de dudar de la autoridad y de las proclamaciones de los medios. También saben de las violaciones de la ley de EE.UU.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
Una nota especial a mis conciudadanos y conciudadanas que han silenciado las voces que hablan de confrontar la violencia militar con la no-violencia. No quiero demostrar que se equivocan al silenciar las voces efectivas que llevan un poco de justicia al mundo mediante el compromiso constructivo. No quiero que pidan perdón públicamente o que se sientan avergonzados en su fuero interno. Sólo quiero que aprendan a amar hasta el más mínimo indicio de preocupación por su vecino, o que busquen ese hilo de luz, que lo sigan, que se deleiten en él, que lo reflejen al encontrarse en su camino, y que comprendan que no pueden ni impedir que brille ni encerrarlo en una caja y ocultarlo. ¿Quién es tu vecino? Espero que los míos incluirían a los samaritanos, aunque no soy experta en el tema. Pero, ¿y si tienes un vecino peligroso? ¿Qué pasa entonces? Es precisamente lo que dicen ahora millones de personas en el planeta. Y están hablando de ti.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
Después del saqueo de los museos de Bagdad, soñé durante dos noches del martilleo de una destrucción permanente. Desperté ansiando que las noticias formaran parte de mi sueño. La pérdida incalificable me enfermó tanto que soñé de vómitos de agua caliente de mi estómago vacío. ¿Es repelente leerlo? La ceniza y la desolación de las expresiones históricas y literarias son magnitudes más repugnantes.
Después de la pérdida por el saqueo y las llamas, Donny George del Ministerio Iraquí de Antigüedades dijo: "Es lo que querían los estadounidenses. Querían que Irak perdiera su historia". (R. Fisk, The Independent, 16 de abril de 2003). No, no lo queríamos. Yo no lo quería, y soy una de los estadounidenses.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
Un amigo sirio no se sorprende de que hayan tenido como objetivo los centros culturales: "La cultura de una nación es lo que une a su pueblo". ¿Qué es lo que une al pueblo de mi nación? ¿El deseo común de saquear la historia? No, no estamos juntos en esto. Al final de las dos horas de talk show "Third View" con el jefe del buró de El Cairo, A-Sharq al-Awsat, el embajador egipcio cita la visión de Gore Vidal de un EE.UU. que se ha dividido en estados desunidos. Sin cámara, me pregunta si pensé que sería posible. No tengo talento para hacer predicciones, sin embargo es evidente que hay considerables fisuras en las percepciones de la invasión. ¡Pero eso es democracia, después de todo, un enfoque pluralista de las visiones y los análisis! En el clímax de la misión de decapitación de EE.UU. y Gran Bretaña, entré a una pequeña pero densamente poblada calle lateral. Una mujer me reconoce e inicia una conversación. Otra mujer dice: "¿Estadounidense?". Cuando respondo que sí, pasa su dedo índice por su cuello, en señal de decapitación, y pronuncia una sola palabra: "Bush" mientras se sienta majestuosamente en un sofá dorado en la calle, entre cabras que cabecean. La primera mujer me distancia del estadounidense decapitable, diciendo: "¡Pero si ésta es una estadounidense buena! Estuvo en la manifestación con un gran letrero contra la guerra, y habló en su contra en la televisión". La señora en el sofá sonríe y me saluda, pero la imagen de su sentencia contra el Comandante en Jefe continúa presente en mi mente.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
Otra noche, un correo electrónico frenético de EE.UU. implora que tenga cuidado en las calles El Cairo, que están saturadas de sentimientos anti-estadounidenses. Lo dicen los informes alarmistas al otro lado del océano. La realidad es todo lo contrario. Me desconcierta la preocupación de mi amiga, y le respondo que me siento segura cuando voy a casa a las 3 o a las 4 de la mañana, y que me he hecho amiga de todos los barrenderos nocturnos. Recuerdo la estadística de que cuando los homicidios disminuyeron en un veinte por ciento en EE.UU., las noticias al respecto aumentaron en un seiscientos por ciento. Cuando voy a una cena tardía a mi restaurante preferido de spaghetti, mi ídolo local comienza con el mismo tema mientras me sirve mi porción de fideos humeantes en una fuente de plástico: "Usted habla árabe y es amistosa con nosotros, pero si otro estadounidense viniera por acá, la gente lo mataría". Me sorprende porque no había encontrado emociones semejantes. Me aseguró que así era.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
En camino a una vigilia en la Unión de Periodistas, un palacio espléndido e imponente suministrado por el Ministerio de Defensa, llega un mensaje telefónico al celular de un reportero de un importante periódico árabe: "Mubarak quiere esta guerra. Quiere enviar a sus hijos a combatir. Cuéntele a los demás". En la manifestación, un presentador de la televisión pide una declaración e insiste en que responda a la pregunta: "¿Piensa que Bush y Blair cometen crímenes de guerra?" "¿Lamentas ser estadounidense?" Mucha gente me ha dicho que fui valiente al portar un gran letrero que declaraba mi nacionalidad y mi posición: Estadounidense Contra la Guerra, en la principal y casi única manifestación en El Cairo (20 de marzo de 2003). "Se requiere valentía para expresarse así fuera de su propio país". Recibí noticias de que los organizadores de la manifestación en la Calle 63 de Chicago la anularon por "la dominante atmósfera de miedo y ansiedad en la comunidad árabe". "La gente también está preocupada por la posibilidad de sumarse a las filas de los desaparecidos que fueron capturados en redadas después del 11 de septiembre, que no han sido ni acusados y de los que no se ha sabido nada desde entonces".
"¿Lamentas ser estadounidense?"
En un barrio humilde pero animado, donde un hogar consiste de un cuarto que es apenas suficientemente grande para un pequeño pasillo entre dos camas, iniciamos un primer intercambio. La conversación se torna hacia el dinero, y un hombre de la familia dice que el dólar es mejor que la libra egipcia y otras monedas. "No", dice la joven madre de mi nuevo preferido, Fuad, de cuatro años. "¡El dólar!" exclama, con un movimiento descendiente de su mano. Predice los efectos de los presupuestos de guerra de manera más clara que muchos estadounidenses con piezas más grandes en casas más grandes.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
En otra escena familiar sobre la que sólo he leído hay una furgoneta llena de gente que trata de obedecer las órdenes del ejército de "Seguridad ante todo" impresas en panfletos lanzados en las calles de Bagdad. Pensaron que esos soldados, como el primer grupo que encontraron, los dejarían pasar por el punto de control en su apurado tránsito hacia la seguridad. Pero, una pesada descarga de disparos los dejó sujetando a sus dos hijitas en sus asientos, decapitadas. "Por favor tengan cuidado cuando disparan", ruega el capitán Chris Carter del 7º Regimiento, 3º de Infantería.
"¿Lamentas ser estadounidense?"
La cabeza de metal de Sadam es arrastrada por las calles y mostrada en todo el mundo después que los marines de EE.UU. derribaran su estatua. Ecos de Constantine -cuando le dijeron que la gente había cortado la cabeza de su estatua, tocó su propia cabeza, diciendo que no sentía nada. Pienso en la señora en el sofá dorado en la callejuela, con su dedo a través de la garganta y una palabra en los labios: "Bush".
"¿Lamentas ser estadounidense?"
24 de abril de 2003
Annie C. Higgins se especializa en estudios árabes e islámicos, y actualmente realiza investigaciones en Jenín, Palestina ocupada. Su correo es: higgins@counterpunch.org