Aplastante victoria del NO en el referéndum por el euro en Suecia: 56,1% en contra y 41,8% a favor
El 14-S sueco
Cándido
Liberación Suecia tuvo el pasado domingo 14, su "11-S" pero a diferencia de éste, incruento, en forma de un pronunciamiento político de la ciudadanía, marcado por la congoja de un crimen sin atenuantes en la persona de una figura política apreciada y respetada dentro y fuera de su país. Se trata de un hecho político histórico ya que también aquí "nada volverá a ser como antes". Los tres pilares fundamentales del sistema, la elite económico financiera, el poder político, que incluye el control de los organismos de seguridad, y los medios de comunicación, recibieron una aplastante derrota en el referéndum que debía decidir sobre el cambio de la corona por el euro. La unión de esos tres poderes, en la nueva etapa de la sociedad informática, ha demostrado tener un poder casi insuperable.
Curiosamente han sido los suecos, un pueblo al que se le ha enseñado, y por qué no, adoctrinado, en la creencia acrítica en dichos poderes, quienes han sorprendido a Europa con un rechazo tajante. El poder financiero invirtió sumas superiores a los mil millones de coronas, el gobierno, dividido él mismo sobre el tema, utilizó los mecanismos del poder para persuadir a los ciudadanos y los medios de comunicación, pertenecientes en su gran mayoría al poder financiero, se emplearon a fondo, muchas veces aviesamente, en la utilización de su poder de convicción, por la causa del SI. Esto fue así incluso en los medios que no son privados como los canales estatales de televisión a cuya financiación contribuye cada ciudadano con 2.709 coronas por año, para ser informado objetivamente y no desinformado. Debe entenderse bien que esta alteración de los cometidos para los que fueron creados en un sistema democrático, al que invocan en cada momento, constituye una agresión a la inteligencia y a la integridad de los ciudadanos, tan hiriente como cualquier agresión a los derechos individuales. Puede entenderse, aunque no justificarse que los propietarios privados de medios de comunicación los utilicen para defender sus intereses. Debe reconocerse también que en Suecia esos medios privados, independientemente de su línea editorial, suelen dar cabida a opiniones contrarias, lo que es plausible.
El 14-S sueco es un fenómeno tan nuevo, sorprendente y complejo que sus consecuencias no pueden ser analizadas exhaustivamente en el marco de un artículo periodístico. A medida que pasen los días y se vaya expresando la respuesta de los distintos protagonistas, se irá enriqueciendo el análisis. Puede formularse algunas tentativas. Es difícil que los empresarios acepten democráticamente el pronunciamiento popular adverso, es dudoso que el gobierno, pese a sus promesas también lo haga, los medios no privados deben tomar nota y rectificar. Hay una opinión pública que ha madurado rápidamente al amparo de la globalización neoliberal y sus consecuencias. Un dato relevante de los resultados es que los jóvenes, especialmente las mujeres, votaron masivamente contra el sistema.
Debe entenderse que el punto en debate, euro o corona, fue apenas un aspecto, seguramente no relevante, en la actitud del pueblo sueco. Más bien fue un detonante de una ira interna generalizada. Consecuencia, entre otras causas, de la brecha social y económica profunda que se ha abierto en una sociedad tradicionalmente armónica. No es casual que en las comunas ricas, donde no existe prácticamente marginación ni alto nivel de paro, el voto fue para el SI por aplastante mayoría. Han sido los beneficiarios del modelo vigente. El resultado del referéndum fue en ese sentido, una demostración clara de "lucha de clases", una expresión que no es grata al debate político sueco, pero que no puede ignorarse porque existe. Los empresas siempre quejosas de los impuestos han hecho enormes ganancias y los ingresos de sus directores aumentaron un 90% en los últimos cinco años mientras los de los trabajadores lo hicieron en un 15%. Cientos de miles no tuvieron siquiera el 15% sino el subsidio por haber sido despedidos. Los ciudadanos no quieren el "paraíso" sino un reparto más equitativo de los "sacrificios". Los ciudadanos no votaron "contra" Europa sino por una Europa de los ciudadanos y no de elites. Asimilar el pronunciamiento popular y rectificar parece la vía más sensata. De lo contrario esperan tiempos todavía más difíciles.