4 de agosto de 2003
Pragmatismo y acción política
Marcos Roitman Rosenmann
Si Peirce, Dewey, James o Mead vieran como se utiliza su concepción pragmática de la acción social seguramente la criticarían. En cualquier caso la filosofía pragmática contiene en sí la posibilidad real de justificar absolutamente todo. Entre ese todo están la corrupción, las leyes del punto final, la impunidad de tiranos o la arbitrariedad del poder. Para entender mejor esta lógica recurramos a William James y George Mead, dos de los fundadores del pragmatismo. James nos orienta sobre el significado de la acción pragmática al señalar que la misma: Ase aleja de abstracciones e insuficiencias, de soluciones verbales, de malas razones a priori, de principios inmutables, de sistemas cerrados y pretendidos >absolutos= y >orígenes=. Se vuelve algo concreto y adecuado hacia los hechos, hacia la acción y el poder. Eso significa el predominio del temperamento empirista y el abandono de la actitud racionalista@. Como método supone A la actitud de apartarse de las primeras cosas, principios, categorías, supuestas necesidades, y de mirar hacia las cosas últimas, frutos, consecuencias, hechos. Y punto final respecto del método pragmatista.@. Asimismo, George Mead apostilla en esta dirección : A Una persona que perdona pero que no olvida es un compañero desagradable; junto al perdón tiene que ir el olvido, la eliminación del recuerdo displacentero... Lo que constituye a una persona es el proceso de influir sobre otros en un acto social y luego adoptar la actitud de los otros que ha sido provocada por el estimulo, y por fin reaccionar a su turno frente a esa reacción@.
Con estas pautas de actuación es posible entender, en parte, el comportamiento de los gobiernos post-dictaduras en América latina, España y Portugal a la hora de interpretar las conductas de sus principales dirigentes políticos. Los acuerdos alcanzados entre los diferentes sectores que lideraron los procesos de cambio político coincidieron en olvidar y perdonar. Borrón y cuenta nueva. En aras del pragmatismo se firman y se legitiman actos de impunidad e injusticia irreparables. Sin una explicación ética-política todo se reduce a ser pragmáticos. En Chile por ejemplo, el ex-presidente Frei no recibió nunca a los representantes de la asociación de presos detenidos-desaparecidos a pesar de haberselo solicitado en múltiples oportunidades. Sólo cuando Pinochet fue detenido en Londres se Adignó@ a reconocer su existencia. En Uruguay fue en un referéndum como se decidió olvidar los actos de ignominia. Otro tanto ocurre en España. La fragilidad de memoria hace que el dictador Francisco Franco se transforme por arte de magia en el anterior jefe de Estado. Tampoco se deben recordar, es de mal gusto, los vínculos de algunos de los actuales dirigentes del Partido Popular con el mantenimiento y defensa de la dictadura franquista. Menos aún señalar que la actual monarquía tiene su principio de legitimidad derivado del orden dictatorial. Hay que perdonar y olvidar. De lo contrario nos convertimos en molestos sujetos a eliminar. En Italia la lucha de los fiscales y jueces ha sufrido serios reveses al solventar los partidos políticos tradicionales un pacto de no agresión por causas de corrupción.
El pragmatismo político elimina la ética como un principio desde el cual enjuiciar el sentido y comprender el valor moral-democrático de las actos y decisiones políticas adoptadas. Bajo el dominio del pragmatismo no hay necesidad de a priori asentados en la noción de bien común. Tampoco el uso de la palabra conlleva cumplir lo enunciado. La dignidad se pierde en aras de ejercitar un parloteo vano propio del discurso sofista. Se trata de ser flexibles en la valoración de nuestras acciones. En este sentido los actos de contrición de políticos corruptos se sirven acompañados del sentimiento de culpa. Cuando se produce la confesión, siempre como último recurso, liberan su cuerpo y alma de pecados. Se sienten otros. La culpa desaparece y con ello se inicia una nueva vida donde el pasado y la memoria no existen. Puede volver a ser diputado, secretario general de algún partido o ministro. Da igual. El tiempo cura las heridas y aplaca la memoria. Una vez confesado el pecado se asume la penitencia y se libera el espíritu. Mañana sera otro día. Nada nos dice que no se pueda recaer en el pecado. Se puede asesinar, cometer perjurio, realizar actos corruptos, robar, asestar malos tratos a la familia o violar. No importa, basta con declararme públicamente culpable con ello expío los delitos. Inhibo mi responsabilidad y reconozco ser débil de carácter. (Que le vamos a hacer, no pude evitarlo, dirá el violador ante el juez, ella me provoco, vestía provocadoramente, no me contuve por eso la violé!. En una sociedad machista y sexista tal vez este arrepentimiento lo exima de parte de culpa y sea un atenuante. Con ello reduce la pena. hay que ser pragmático. Esta afirmación se reproduce en todos los orden de la vida y así la aceptación colectiva de vicios de carácter donde la moral corrupta se considera algo inherente a la condición humana y al ejercicio del poder político. Los tópicos y refranes populares son un buen ejemplo. AEl poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente@. ANo me den, ponganme donde haya@. AEl poder siempre llama a los amigos, nunca a los mejores@.
La filosofía pragmática surge en Estados Unidos con el desarrollo del capitalismo industrial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX profundizando los valores del individualismo y el utilitarismo escoses y británico del siglo XVIII. Sus propuestas de vida son las mas adecuadas al establecimiento de un orden político construido sobre el principio capitalista del mercado donde la explotación y el deseo de acumular riquezas en forma de dinero y mercancías constituyen los pilares de dicho sistema de dominación. La creación de instituciones educativas donde extender el pensamiento utilitarista vinculará directamente la filosofía pragmática al nacimiento las universidades y escuelas privadas financiadas por las grandes fortunas de los nuevos empresarios norteamericanos. Las acciones de filantropía no eran tan filantrópicas, responden a intereses específicos para divulgar los principios de una sociedad fundada en el progreso industrial y empresarial. Rockefeller en Chicago; Hopkins, en Baltimore. Ambos mecenas crearon universidades y fundaciones donde se generó y evolucionó la filosofía pragmática. Wright Mills, sentencia: A No es impertinente ni mera coincidencia que también mencionemos cuales fueron los principales centros de los pragmatistas. James, Peirce y Mead fueron estudiantes de Harvard. James enseñó allí desde 1880 hasta su muerte, ocurrida en 1910. Peirce dictó cátedra en Johns Hopkins , y allí se recibió Dewey. Y fue en la organización chicagoense de Rockefeller donde Mead y Dewey elaboraron los elementos principales de sus respectivas variedades de pragmatismo.@
Hoy el pragmatismo se extiende bajo la egida del neoliberalismo, al tiempo que permite la justificación de las peores decisiones y actos políticos. Romper con esta visión pragmática de la vida supone asumir conscientemente la responsabilidad sobre nuestra praxis. De esta manera el futuro se abre a la construcción de proyectos democráticos. La pesadez de estar bajo la loza de un orden inamovible se diluye y con ello su principio de explicación.