Socialisten Traducido para Rebelión por Juan A. Julián
Los empleados municipales suecos han ido a la huelga. En todo el país, ambulatorios, escuelas, plantas procesadoras de desechos y otros servicios públicos han cerrado. En los hospitales sólo se atienden los casos absolutamente impostergables. Se ha hecho evidente para todos que el estado del bienestar y la sociedad en su conjunto no pueden funcionar sin la participación de los trabajadores organizados en el Sindicato de Trabajadores Municipales.
Las reivindicaciones de este sindicato son muy modestas: un incremento salarial del 5.5% para todos y un salario mínimo equivalente en coronas suecas a 1.400 euros al mes (en la actualidad el salario mínimo está fijado en 1.300) Hay que tener en cuenta que los trabajadores industriales del sector privado tienen unos salarios mensuales que oscilan entre el equivalente a 1.600 y 2.100 euros.
Si se pretende comprender cabalmente la importancia de esta huelga es preciso echar un vistazo a la historia reciente del citado Sindicato de Trabajadores Municipales. En primer lugar, es el primer sindicato de Suecia, con 600.000 miembros (población total de Suecia: 8.5 millones), y éstos tienen una notable tradición izquierdista. Hace unos años resultó elegida presidente Lillemor Arvidsson, una líder muy popular del ala izquierda del sindicato, conocida por la franqueza con que expone públicamente sus ideas. Arvidsson no fundamentó su mandato en ninguna camarilla burocrática, sino en los afiliados de base. Más tarde, una maniobra de los burócratas del ala derecha expulsó a Arvidsson y colocó en su lugar una figura decorativa de esa tendencia, Ylva Thörn. Con este nombramiento, el ala derecha del sindicato consideraba que la lucha por el control del mismo estaba ganada.
Pasaron un par de años, la economía sueca empeoró y el Partido Socialdemócrata tuvo que recortar el gasto público. Los trabajadores municipales soportaron dichos recortes durante un tiempo, por cuanto sus líderes sindicales no aportaban ninguna alternativa. Así, Ylva Thörn y el resto de la burocracia sindical mantuvieron sus posiciones, aunque bajo la superficie crecía la presión de las bases.
Periódicamente, se registraban brotes de descontento en las filas del sindicato por las políticas privatizadoras que apoyaba la dirección. Estas presiones obligaron a la burocracia a retractarse en la cuestión de las privatizaciones. Era inevitable que en algún momento se produjese una explosión de lucha. Y efectivamente dicha explosión se produjo con una fuerza inesperada.
Suecia es un país pequeño, pero tiene sindicatos muy poderosos. El problema es que el movimiento sindical ha tenido un liderazgo burocrático colaboracionista, siempre dispuesto a alcanzar compromisos y retroceder. Lo que explica por qué no se han producido huelgas de importancia desde la década de 1980.
El Partido Socialdemócrata ha estado en el poder, con alguna breve interrupción, durante cincuenta años. El fuerte vínculo existente entre el partido y los sindicados es una de las razones que explican la escasa frecuencia de huelgas en Suecia en el pasado período. Es éste el caso también del Sindicato de Trabajadores Municipales, de probada lealtad al gobierno en todos estos años.
En 2002, el Partido Socialdemócrata ganó las elecciones con un 40% de los votos y consiguió formar gobierno con el apoyo parlamentario del Partido de la Izquierda (ex Partido Comunista) y los Verdes. El partido ganó las elecciones gracias a sus promesas de aumentar el gasto público en educación, atención a los niños, hospitales y, por último pero no menos importante, debido a su promesa de una subida salarial de los empleados municipales, cuyo nivel de remuneración era muy bajo. Por supuesto, cuando llegó el momento de cumplir estas promesas, la economía pasaba por un momento difícil y las promesas no se cumplieron.
No obstante, los trabajadores municipales decidieron que ya habían tenido demasiada paciencia. La burocracia que dirigía el sindicato se hallaba bajo una fuerte presión de la base, que le exigía acción. El último acuerdo con los empleadores no había traído consigo ningún incremento significativo de los salarios para la mayoría de los miembros. Los líderes derechistas del sindicato se encontraron acorralados: la única salida posible era exigir un incremento salarial que resultase satisfactorio para los miembros de la base.
Muchos de los municipios acumulan en la actualidad una deuda que les impide aceptar incluso las modestas demandas del Sindicato de Trabajadores Municipales. Contra su voluntad, los dirigentes del sindicato tuvieron que convocar una huelga, aunque con el pretexto de no enajenarse el favor del público, únicamente convocaron a algunos centenares de trabajadores en una primera fase. Sin embargo, este pretexto era insostenible.
Las encuestas muestran que más del 70% de la población sueca apoya la lucha de los trabajadores municipales. Este apoyo se basa en la opinión generalizada de que la lucha de los trabajadores municipales es justa y es positiva para el estado del bienestar. Los líderes sindicales esperaban ganar la huelga rápidamente y sin esfuerzo.
Para su desgracia, los consejos municipales no cedieron, argumentando que no tenían fondos. Esta situación obligó a los dirigentes a convocar la mayor huelga en un decenio. En estos momentos, más de 47.000 trabajadores municipales están en huelga. En Estocolmo, es imposible caminar por la calle más de cinco minutos sin encontrarse con un piquete. Esta acción esta llamada a tener un importante efecto en la conciencia de la clase trabajadora sueca en su conjunto. Aunque la mayor parte de la gente sufre las repercusiones de la huelga, las encuestas siguen mostrando un alto nivel de apoyo a la misma.
El lado negativo de esta lucha es que el número de esquiroles en la actual huelga ha sido el más alto desde 1940. Ello refleja los cambios actuales en las relaciones entre clases sociales: los jefes están presionando con más fuerza a los trabajadores; la lucha de clases en Suecia se ha enconado.
A pesar de lo cual, en sus aspectos principales la huelga es positiva. Tomemos como ejemplo el siguiente fragmento de un editorial del periódico Medlemstidningen (El periódico de los asociados), publicación elaborada por y para los miembros del Sindicato de Trabajadores Municipales de la región de Estocolmo, leído por más de 70.000 miembros del sindicato.
"Ahora que el conflicto ha estallado, recordemos qué es realmente el sindicato: somos todos nosotros, unidos. Con nuestra unión y la lucha por nuestros derechos nuestra fuerza es formidable. Llenamos los locales municipales de toda la región con nuestras reuniones y recordamos nuestra tradición de lucha. Así es como comenzó todo, así es como alcanzamos nuestras mayores victorias.
"Durante el conflicto se ponen al descubierto las verdaderas relaciones. Realmente somos nosotros, los trabajadores, quienes tenemos el poder. En la vida diaria permitimos, lamentablemente, que los jefes manden. Pero cuando vamos a la huelga y formamos piquetes, la palabra la tienen nuestros comités de huelga democráticamente elegidos. Nuestros líderes elegidos deciden qué tareas hay que paralizar y qué servicios mínimos proporcionar. Durante el conflicto demostramos que podemos tomar el poder y ser dueños de nuestra situación. En última instancia, se demuestra que tenemos la capacidad de gestionar nuestro puesto de trabajo… y la sociedad en su conjunto. No necesitamos jefes, burócratas, ni gobernantes. Podríamos hacer realidad el objetivo establecido en nuestros estatutos, el objetivo de un socialismo democrático. No es de extrañar que muchas personas se asusten y digan que la acción huelguística está "pasada de moda". O que la lucha colectiva está equivocada. La realidad es que esas personas desean que renunciemos a nuestra principal arma." (Lena Ericsson Höijer, directora del periódico Medlemstidningen)
Estas palabras muestran claramente que la situación que se está creando en el Sindicato de Trabajadores Municipales es de un alto nivel de militancia. Otros dos sindicatos han tomado medidas en solidaridad. Las asociaciones de jóvenes socialdemócratas han declarado su solidaridad con los trabajadores en huelga y han comenzado una colecta de dinero destinada al fondo de huelga. De un modo u otro, esta huelga está afectándonos a todos en Suecia.
La huelga de trabajadores municipales constituye un hito en la lucha de clases en Suecia. La conciencia de clase de todos los trabajadores suecos aumenta. La lucha se está intensificando y la clase trabajadora debe llevarla también al nivel político. Los trabajadores deberían batirse por que el Partido Socialdemócrata adopte un programa socialista genuino. La lucha por la recuperación del partido y por mejores condiciones de trabajo ha de permitir a la clase trabajadora entrever la posibilidad de un nuevo orden socialista de la sociedad.