PAGINA GLORIOSA DEL ANTIFASCISMO
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En abril de 1943, al mismo tiempo que los alemanes revelaban al mundo la trágica noticia del asesinato de miles de oficiales polacos a manos de los soviéticos en el bosque de Katyn, se desarrollaba un drama no menos patético en Varsovia: la aniquilación del gueto judío. Uno de sus jefes fue Mordejai Anilevich, del Poalé Sion pero en general el recuerdo se olvida que la mayor parte de los lugartenientes pertenecieron al Bund socialista, laico y obrero.
Su historia no fue sino una parte de la vasta operación nazi dirigida al exterminio de la que denominaron 'judería europea'. Los campos de concentración en territorio polaco -Treblinka, Birkenau, Auschwitz, etc.- fueron escenario de parte de la Shoa.
En Polonia se produjeron otras muchas matanzas en los guetos de sus ciudades, pero el de Varsovia se ganó un tristemente destacado lugar por su capítulo final de resistencia desesperada, cuando la única perspectiva era la muerte.
Desde hacía siglos, la población judía de la capital polaca había vivido en su propio barrio, tradicionalmente denominado gueto. Pero en los siglos XIX y XX las familias enriquecidas empezaron a acomodarse por toda la ciudad, dejando que únicamente los más pobres viviesen en los suburbios del gueto. Poco después de la ocupación alemana de Polonia se puso en marcha una campaña de 'agrupación' de los judíos para facilitar su traslado definitivo a los campos de exterminio. En Varsovia, el lugar elegido para la concentración fue el antiguo gueto.
En una primera etapa se aisló el área con empalizadas y alambre de espino. Quedaba así cerrado un rectángulo de cuatro kilómetros de largo y dos y medio de ancho que, además del antiguo gueto medieval, comprendía las calles del barrio i Judía, compuesto por más de dos mil hombres.
El movimiento económico oficial venía dado por la entrada de los géneros alimenticios y por los procedentes de las fábricas. A esto se añadían los beneficios del mercado negro y del contrabando. Los grandes traficantes se servían de niños judíos que salían ocultamente del gueto, introduciéndose por huecos del muro o por las alcantarillas.
De las muchas epidemias que se provocaron entre los habitantes, la del tifus provocó cerca de 16.000 víctimas. Las enfermedades se debían sobre todo a la desnutrición. Los abastecimientos habían sido reducidos de tal modo que, según los cálculos de los médicos hebreos, la población del gueto fallecería por inanición en menos de cinco años.
El hambre llegó a hacerse insufrible. Un periódico clandestino hablaba en el verano de 1942 en estos términos: 'El cincuenta por ciento de la población se muere literalmente de hambre; el treinta por ciento padece el hambre de modo normal, y el quince por ciento no come lo suficiente'.roop. La batalla comenzó el día 19 y habría de durar cinco semanas.
Stroop contaba con dos mil hombres entre SS y 'panzergranaderos' que no escatimaron medios para reducir al mínimo sus bajas. Emplearon para ello artillería pesada, lanzallamas, explosivos, gases asfixiantes y perros policías.
Hasta el 16 de mayo no dejaron los judíos de combatir. Los nazis pusieron fin simbólico a la campaña dinamitando aquel mismo día la gran sinagoga judía. Los supervivientes fueron enviados al campo de exterminio de Treblinka. El gueto había quedado reducido a un montón de escombros.
Pero la lucha no había sido en vano; los resistentes demostraron que les podrían arrebatar todo, incluso la propia vida, pero no la dignidad. Esa lucha siempre y en todo lugar contra el opresor fue y sigue siendo el significado de aquella desesperada epopeya, un sacrificio que no puede medirse en vidas humanas.