Como es sabido el pasaje al euro de muchas de las reservas monetarias del Medio Oriente fue la alarma final que empujó a Estados Unidos a su aventura actual. No es para menos, si la OPEP o sus principales países se volcaran a la moneda europea, la diversificación de reservas sería imparable a nivel mundial con consecuencias gravísimas para el imperio. La devaluación del dólar llegaría a grados nunca vistos - entre el 20 y el 40% calculan los especialistas- empujando a la cesación de pagos de Estados Unidos y disparando su inflación. Asimismo, se verían obligados a pagar el petróleo en euros y no en petrodólares, o sea, tendrían que pagar el petróleo realmente, pues gracias a la hegemonía de su moneda Estados Unidos recibe el combustible casi gratis. En otro orden, con la entrada de los países del este europeo a la UE en el 2004 el bloque del viejo continente pasaría a producir el mismo PBI que Estados Unidos, tendría un mercado el doble de grande y consumiría cerca del 60% del petróleo que exporta la OPEP, pagando en euros, obviamente.
El control de Irak le permite a Estados Unidos el dominio de las segundas reservas petroleras, eliminar al primer gobierno árabe que pasó todas sus reservas monetarias al euro e imponer de nuevo el dólar como moneda para comercializar su petróleo, ahora que están liberados.
¿Qué tiene que ver Siria con todo esto? Como vieja colonia francesa, Siria mantiene y protege sus vínculos con Europa de forma especial. No es casual la estructura de su comercio exterior: el 66.2% de sus transacciones internacionales son con la Unión Europea, el 17% con la región árabe y sólo el 3% con Estados Unidos. España, como caso aparte, tiene el 4.5% del comercio total de Siria con la UE. Las inversiones transnacionales en el país son lideradas por los europeos, donde Alemania se lleva la mejor parte con un 83%, seguido por Francia con un 7%. Su principal rubro de exportaciones, dirigido principalmente hacia Europa, es el petróleo crudo que representa el 80.4% del total, 3.160 millones de euros por año. No llamaría la atención, entonces, que Siria diversifique sus reservas monetarias y realice la mayor parte de su comercio internacional en euros, algo inadmisible para la Casa Blanca.
Dada esta situación, el gobierno de Damasco priorizó sus vínculos europeos, con el objetivo de destrancar su histórico enfrentamiento con Israel por los Altos del Golán. La alianza norteamericano israelí empujó a Siria hacia la Unión Europea y ésta tuvo respuestas muy positivas y claras. Así, el 28 de noviembre de 1991 la UE decidió por unanimidad levantar el embargo de armas impuesto en 1986. El 29 de octubre de 1997 crearon una zona de libre comercio -"de duración ilimitada"- con el fin de reforzar la cooperación económica y financiera y estrechar las relaciones basadas en el respeto a los derechos humanos y en la democracia.
Con la asunción de Bashar el Assad los vínculos con la UE se afirmaron. El presidente sirio viajó varias veces a Europa, se entrevistó con Aznar, con Schoereder y recibió la visita de Tony Blair en Damasco. Una clara señal del acercamiento a Siria fue el expreso apoyo del Consejo Europeo a las resoluciones de la cumbre árabe de Beirut de marzo de 2002. La cumbre resolvió cesar cualquier lazo con Israel hasta que aplique las resoluciones internacionales, los términos de la Conferencia de Madrid (1991) y se retire de todos los territorios árabes ocupados después del 4 de junio de 1967, en clara referencia a los Altos del Golán y a Cisjordania y Gaza. Destacaban que la paz no se conseguirá si no es justa y global, conforme a las resoluciones 242, 338 y 425 del Consejo de Seguridad y del principio de intercambio de paz por territorio. Condenaron el terrorismo internacional pero dejaron en claro la diferencia entre terrorismo y derecho legítimo de los pueblos a resistir la ocupación extranjera. El Consejo Europeo, presidido en ese momento por Aznar, emitió un comunicado el 30 de marzo en el que defendía la declaración de la Liga Árabe de Beirut "como la base sobre la que buscar la salida a la crisis", además de exigir la retirada del ejército israelí de la zona palestina de Ramala.
Europa busca en el Cercano Oriente una salida negociada, sus intereses así lo exigen, y Siria conociendo la intención europea busca mantener ese apoyo, que operaría a su vez de freno a las intenciones de expansión norteamericanas. El juego puede ser positivo, pues los lazos sirios con España y Gran Bretaña podrían desequilibrar la alianza de los invasores de Irak. Madrid y Londres han señalado de forma explícita que no están de acuerdo en emprender una nueva aventura militar y menos aun contra uno de sus socios más destacados en el área.
Estados Unidos, naturalmente, sabe esto. Pero la necesidad de imponer su hegemonía en la región, sumada a la intención de neutralizar la expansión europea, hacen que el Pentágono no se detenga a evaluar acerca de la posibilidad de quedar aislado o de generar conflictos con sus cómplices. Quebrar a Siria es golpear a Europa y la Casa Blanca no se va a detener por las protestas de sus aliados circunstanciales.
Ahora bien, de ser así, el escenario internacional puede presentarse más problemático para Washington. Si la intervención en Siria se hiciera real, la UE no puede permitir lo que sería un ataque directo a su estrategia y a sus intereses. ¿Abandonarán a su amigo regional por mantener el buen vínculo con Estados Unidos? Si no es así, entonces el enfrentamiento entre la UE y EEUU puede entrar en una fase, por lo menos, más problemática que la actual.
Sospechamos que la campaña contra Siria comenzó. De las acusaciones de la última semana pasaron a los hechos. El 15 de abril se anunció el cierre del oleoducto entre Irak y Siria que proveía a esta última de 180 mil barriles de petróleo diarios a un precio de 14 dólares por unidad. La diferencia con el precio internacional le permitía al gobierno de Bashar el Assad obtener ganancias superiores a los 1000 millones de euros. Esta "cerrada de canilla" es un golpe directo a la economía del país. Las exportaciones de crudo se estancarían, con pérdidas por más de 1500 millones de euros y de paso, afectaría el comercio petrolero de la UE. El crecimiento de Siria caería a la mitad, hasta el 2% y la desocupación podría trepar hasta el 25%. El impacto será tremendo, especialmente teniendo en cuenta las dificultades sirias para conseguir divisas, con el agregado de la velada amenaza de suspensión de préstamos por parte del FMI. En conclusión, empezó un nuevo bloqueo económico de Estados Unidos, pero algo distinto y quizá más breve que el que mantuvo contra Irak desde 1991. El resultado final y sus consecuencias ¿serán las mismas?