"La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio" CICERÓN
Editorial Cádiz Rebelde A punto de comenzar nuestro quinto año consecutivo en la Red, entendemos que nuestra razón de existir sigue vigente. Los motivos que en la ya lejana primavera del cabalístico año 2.000 nos llevó a los miembros de la Asociación Pensamiento Libre a fundar Cádiz Rebelde, permanecen –agravados, si cabe-, como inherentes al Sistema que son.
Los Derechos Humanos, tanto los individuales como los colectivos, siguen siendo violados a placer por los Estados capitalistas, incluido este reino borbónico que nos ha tocado padecer. Estados que, más allá de la abstracción conceptual del represivo término, tienen filiaciones concretas. Así, los presidentes Bush y Berlusconi o los jefes de Gobierno Blair y Aznar –sin olvidar, claro, a sus coronados superiores-, son algunos ejemplos de lo que decimos.
Verbigracia, en este país de las maravillas, inmersos ya en la larga precampaña electoral, el Partido Fascista al cargo del Ejecutivo esgrime su mayoría absoluta contra cualquiera que le cuestione mínimamente su arrogancia. Desprovisto en los últimos meses de la coartada etarra, el PP vuelve a monopolizar la violencia atacando con uñas y dientes a los legítimos representantes de la mayoría de los pueblos catalán y vasco.
Ibarretxe y Carod Rovira –y, por extensión, las formaciones políticas en las que militan- son presentados ante la opinión pública como horripilantes gargantúas; como dos peligrosos monstruos insaciables, ávidos de competencias políticas y económicas ajenas; como insolidarios y egoístas, dispuestos, en su afán secesionista, a empobrecer a sus vecinos de las otras españas.
Contra ellos, todo por la patria. Todo vale y todo se utiliza para extinguir de la faz celtibérica a quienes no pasan por el aro constitucional. Los temibles poderes, unidos en mancomunado esfuerzo digno de mejor causa, como cuatro jinetes del apocalíptico orden establecido, desempeñan sus roles sincronizadamente. Opinión dirigida, ley impuesta, detención preventiva y condena purificadora. En la imperial vorágine, hasta el PSOE e IU resultan sospechosos. Nadie recuerda ya la probada sumisión de los socialdemócratas. Roma no gratifica a los traidores y de tales es demostrar tibieza en cuestiones de Estado.
Por si todo era poco, gracias a la captura de un Saddam que, al menos, permaneció junto a los suyos, Aznar se apunta al rebufo del triunfalismo yanqui y se presenta ante una opinión pública idiotizada metido en el papel de Capitán Trueno, el héroe de la lucha contra el mal, cargado de razón, que siempre supo lo que hacía. Mal político y peor diplomático, desprestigiado ante sus homólogos europeos por su reptil servilismo al Uncle Sam, en el mejor estilo del primer franquismo, ha de contentarse con el baño de masas domésticas en el pleno sentido de la palabra.
No faltarán virtuosos violinistas que pongan música amable a esta danza macabra. Un luctuoso y siniestro baile de muertos en el que la pareja estelar son la verdad y la dignidad asesinadas.