La República de Georgia está enclavada en pleno Cáucaso. Este país que, hasta hace doce años pertenecía a la ex Unión Soviética, cuenta aproximadamente con 5 millones de habitantes y una superficie equivalente a la mitad de la provincia de Santa Fe, en Argentina. Limita al norte con la Federación Rusa y al sur con Irán y Turquía. Para más datos, Georgia es la República que vio nacer a José Stalin, quien gobernó durante casi treinta años a la ex URSS.
Hablamos de Georgia porque el pasado domingo acaba de caer el gobierno encabezado por Edward Shevardnadze, un presidente proestadounidense que ejerció el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de la ex Unión Soviética hasta su caída. Se destacó por su obsecuencia hacia los Estados Unidos -mientras desempeñaba sus funciones en el Kremlin- durante la primera guerra del Golfo, época en que convalidó las primeras violaciones de Washington a la Carta de las Naciones Unidas.
Una gestión plagada de actos de corrupción, encontró su punto final a causa del fraude practicado durante las elecciones parlamentarias del 2 de noviembre pasado. Los partidos de la oposición, tanto o más derechistas que el presidente, se lanzaron a la calle a cuestionar los resultados y con ello al propio presidente de la República.
Como ha ocurrido tantas veces en esta parte del planeta, los Estados Unidos apoyaron la gestión de este ex gobernante durante la realización de las tareas sucias, que incluyeron privatizaciones, saqueo a la propiedad social, evasión impositiva por parte de las nuevas clases dirigentes y actos de corrupción de todo tipo. Este proceso de reconversión capitalista, bajo las pautas neoliberales, dio como resultado la destrucción de la economía de una de las repúblicas más prósperas de la ex URSS, proveedora de vinos y de productos agrícolas a toda la antigua Unión Soviética.
Hoy Georgia se halla sumida en una profunda crisis, con una deuda externa de 1.700 millones de dólares, con una caída -desde 1991- del 40 en los ingresos de su población trabajadora y un 52 por ciento de la población por debajo del umbral de la pobreza.
En mayo de 2002 llegan a Tbilisi, su capital, 200 "instructores" estadounidenses con el fin de equipar y adiestrar al Ejército georgiano. Esta presencia militar norteamericana provoca el enojo de Rusia, que considera a Georgia dentro de su esfera de influencia.
Un año después, comienza la construcción del oleoducto que parte de Bakú, la capital de la vecina Azerbaiyán, recorre el territorio de Georgia, para terminar en el puerto turco de Ceyhan. Este proyecto denominado BTC, que integra el llamado Consorcio de Oleoductos, se firmó en Londres y su principal promotor es la empresa British Petroleum y el estudio jurídico Baker & Botts, cuyo abogado director es James Baker, ex secretario de Estado durante la administración Bush padre y portavoz de la campaña electoral de Bush hijo, en el año 2000 durante el polémico recuento de votos en el estado de La Florida, que acabaría regalándole la Presidencia al actual inquilino de la Casa Blanca. Favor con favor se paga.
Georgia no es poseedor de petróleo en su subsuelo, pero se halla en la ruta del petróleo entre el mar Caspio y el Mediterráneo, una forma directa de llegar a occidente sin tener que pasar por Rusia o por Irán, con los riesgos geopolíticos que ello encierra, especialmente para los Estados Unidos.
Como se verá, el recientemente derrocado Shevardnadze cumplió con todas las exigencias de la Casa Blanca, pero ahora la corrupción de su gestión lo arrastró irremisiblemente. Como ocurrió con muchos gobernantes latinoamericanos, una vez cumplida la tarea sucia el amigo del norte les suelta la mano y que Dios los ayude.
Lo acontecido este fin de semana era inevitable, la gente salió a las calles a protestar por el fraude y también por la insostenible situación económica. El resultado fue la toma del Parlamento y las ulteriores negociaciones entre el embajador estadounidense en Georgia y el -todavía presidente- Shevardnadze, quien se negaba a renunciar. El embajador contribuyó a convencerlo que debía hacerlo y, finalmente, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, terminó de decidirlo, aunque el funcionario ruso y su gobierno no ven con buenos ojos a los nuevos habitantes de la casa de gobierno de Tbilisi.
La Casa Blanca recibió con satisfacción la renuncia de Shevardnadze y la llegada al gobierno provisional de la presidenta del Parlamento, Nino Burjanadze, una abogada de 40 años, integrante de una generación de jóvenes pro-occidentales, quien se comprometió ayer a convocar a elecciones generales dentro de los próximos 45 días. La actual presidenta se entrevistará mañana miércoles con un representante del Fondo Monetario Internacional a quien le solicitará ayuda financiera para salir de la crisis. Una historia harto conocida para los que vivimos de este lado del mundo.
En agosto pasado, el Fondo Monetario Internacional congeló la ayuda a Georgia, luego de que el Parlamento fracasara en adoptar medidas para reducir el déficit. Y en setiembre, el principal país "donante", Estados Unidos, también invocó problemas de corrupción para explicar por qué reducía su ayuda al país. Este aporte totalizó 1.300 millones de dólares en los últimos diez años. La ayuda, como hemos comprobado con las cifras de pobreza y de caída del ingreso de la mayoría de la población, no ha sido muy beneficiosa que digamos, pero no se puede negar que fue muy importante para lubricar la construcción del oleoducto, absolutamente estratégico para los intereses de las empresas petroleras estadounidenses y británicas.
Es muy probable que en las próximas elecciones triunfen los yuppies georgianos que ahora timonean la transición. Todo indicaría que el candidato de la oposición Shevardnadze será Mijail Saakachvili. En tal caso, la política económica será la misma, su pueblo seguirá hundiéndose en la pobreza y Georgia seguirá siendo una pieza estratégica en el ajedrez político-petrolero de la región.
Aunque hay algunos observadores que piensan que la dependencia de Georgia con Rusia desde el punto de vista energético; sus problemas fronterizos no resueltos con el socio ex soviético; la proximidad del conflicto chechenio, para solo mencionar algunos factores importantes, seguramente mantendrán en vilo a este país, al que la experta norteamericana en asuntos georgianos, Zeyno Baran, caracterizó como "estratégicamente importante, porque es allí donde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), representada por Turquía, se encuentra (geográficamente) con Rusia".
Nota emitida en el programa radial "Desde la Gente", de LT8 Radio Rosario, República Argentina, el martes 25/11/03. Publicada en el sitio www.hipotesisrosario.com.ar