La vieja Europa
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21 de octubre de 2003
¡Sálvese quien pueda!
Luis Alsó Pérez
Rebelión
"Debe quedar claro que esta victoria (Cancun) fué posible por la coyuntura
de una debilidad geopolítica estadounidense y la fuerza del movimiento de
Porto Alegre. Efectivamente la OMC esta muerta".
Inmanuel Wallerstein
El artículo ¿Quien salvó a Amina Lawal? De Octavio Hernández ("Rebelión" 10 de Octubre 2.003) es un ejemplo asaz ilustrativo del dislate en que puede caer una persona inteligente y de izquierdas obnubilada por el fanatismo nacionalero. Es el caso de O.Hernández, canario como yo, al que me une una cordial relación pese a nuestros choques dialécticos (este es el segundo).
Como no quiero entrar ahora en debates de fondo sobre globalización y nacionalismo, temas sobre los que ya he publicado extensos trabajos en "Rebelión", voy a limitarme a hacer algunos someros comentarios sobre su artículo, remitiendo en cualquier caso a aquellos para cuestiones de fondo
-O. Hernández parece confundir el movimiento antiglobalización (hoy se dice alterglobalizador) con una coordinadora de ONGs. La iniciativa de enviar e-mails a favor de Amina Lawal no partió de dicho movimiento.
-Igualmente equipara usuarios de Internet con antiglobalizadores. Muchos de los que enviaron e-mails a favor de Amina, no tenían relación alguna con el movimiento antiglobalización
-El movimiento antiglobalización no inventa Internet. Una cosa es que aproveche Internet y otra es que reduzca a él su ámbito de actividad, aunque resulta inconcebible cuestionar a estas alturas su utilidad como arma de lucha.
-La afirmación de Hernández de que el movimiento antiglobalización desprecia la soberanía de los pueblos no se sostiene. Ese movimiento, como es sabido, nace en Chiapas de la mano del zapatismo, precisamente para reivindicar la autodeterminación de la población indígena local. El calificativo "antiglobalización" hace alusión, justamente, a la defensa de la soberanía de los estados frente a un neoliberalismo globalizador que trata de usurparla.
-La interdependencia en la Aldea Globlal no es una opción, sino una simple constatación. No verla sólo puede explicarse por la miopía de los que no ven más allá de su aldea local. En nombre de esa interdependencia, el movimiento antiglobalización no postula suprimir la soberanía de los estados, sino compartirla (voluntariamente) en beneficio de todos. La globalización neoliberal, por el contrario, lo que busca es secuestrarla en beneficio de unos pocos. Aceptamos, pues, una globalización que entendemos irreversible en su fondo, pero no en su forma.
-Al igual que otros críticos de la antiglobalización, Hernández esgrime una falsa contradicción entre la acción internacional y la local, pues ambas se complementan y potencian recíprocamente.
-Resulta insólito cuestionar a estas alturas la ejecutoria del movimiento antiglobalización cuando ha conseguido las movilizaciones internacionales mas grandes de la historia moderna, desde los millones de personas que se echaron a la calle el pasado 15 de Febrero contra la guerra de Irak, hasta las cumbres de Seattle y Cancún, en las que frustró los planes del Imperio de ponerles la soga al cuello a los países subdesarrollados (mientras tanto, los nacionalistas se dedicaban a mirarse el ombligo). Si hoy la OMC -junto con el FMI y el BM uno de los principales instrumentos de subyugación del Imperio- está muerta es, como afirma I.Wallerstein, gracias a dicho movimiento.
-Los alterglobalizadores no desvalorizan al Estado; se limitan a constatar su insuficiencia como marco de lucha frente a un Imperio globalizado. Es lo que hizo el subcomandante Marcos cuando, sobrepasando el ámbito mexicano, universalizó -a través de Internet y de encuentros internacionales- la lucha del pueblo chiapaneco y atrajo sobre él la mirada y la colaboración del resto del mundo. Gracias a ello hoy el zapatismo esta vivo y es un referente para la izquierda y para la resistencia antimperialista mundiales.
-Repite los argumentos de Petras acerca de la supremacía del Estado sobre las multinacionales, cometiendo el mismo error de entender el Estado como un ente neutro con autonomía propia y cayendo en una falsa dicotomía Estado-poderes fácticos, pues el Estado es siempre el Estado de los poderes fácticos; es decir, un Estado de clase (los enfrentamientos entre multinacionales solo son forcejeos para instrumentarlo).
-Consecuentemente, sostiene que los estados son los únicos marcos válidos de lucha y añade que cuando ésta triunfa se fortalece la solidaridad internacional, ¿pero para qué sirve ésta entonces?.
-Afirmar que la invasión-ocupación de Irak por EEUU "ha sido también un acto de soberanía de EEUU" es algo tan disparatado que sólo podría entenderse si Hernández se alineara con la doctrina de la "guerra preventiva" de Bush (espero que no sea el caso).
-Poner a Latinoamérica como ejemplo de lucha desde el exclusivo marco del Estado no puede ser mas desafortunado. Los llamamientos a la resistencia contra el ALCA (y al fortalecimiento de MERCOSUR), al impago de la deuda externa o al bolivarismo son ejemplos claros de lucha internacionalista. Si hay alguien que reitere la necesidad de unidad de acción latinoamericana para enfrentar al imperialisno del Norte ese es Fidel Castro; y lo mismo cabe decir del subcomandante Marcos o de Hugo Chávez.
-Cuando de verdad Hernández "pierde los papeles" es cuando afirma que la atribución de los atentados del 11 de septiembre a los servicios secretos occidentales obedece a teorías conspirativas tendentes a robarle el -al parecer glorioso- protagonismo de esos hechos a los islamistas. Si hay alguien que haya insistido en culpar de ellos a los islamistas es el gobierno de Bush (en coincidencia con Hernández). Parece incluso ignorar que las dudas se acumulan: una comisión investigadora del propio Congreso acaba concluir que, de no existir una "inexplicable descoordinación" entre el FBI y la CIA, los atentados podrían haberse evitado. Así pues, despues de defender -en otra parte de su artículo- a los islamistas de la demonización occidental, Hernández acaba por apoyarla.
-Culpa al movimiento antiglobalización de alinearse objetivamente con el imperialismo al despreciar la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos. Como ya hemos dicho, eso no es cierto; es el fanatismo ultranacionalista el que confluye con el imperialismo al insistir en la fragmentación de los estados en base a características étnicas o culturales, como dice Susan George en Informe Lugano. La táctica de trocearlos de ese modo obedece al propósito de debilitarlos para colonizarlos mejor, y es tan característica del imperialismo que, despues de hacerlo con la Federación Yugoslava, lo está haciendo ahora con Irak, propiciando su división política y territorial entre kurdos, sunitas y chiitas. Seguro que Hernández suscribe dicha táctica en nombre de ese derecho de autodeterminación "a la carta" que se inventan los independentistas.
-Los alterglobalizadores nos sentimos -a la par que ciudadanos de un Estado- ciudadanos del mundo porque entendemos que hoy, ante el acoso del neoliberalismo globalizador, ningún Estado puede salvarse por sí solo. Por ello consideramos fundamental la solidaridad internacionalista. En cambio, tanto en el caso de la resistencia antimperialista como en el de Amina Lawal, el grito de solidaridad de Octavio Hernandez -como el de tantos otros ultranacionalistas - se reduce al de "¡sálvese quien pueda!".