Multitudinarias protestas y represión en Roma en inauguración de cumbre de la UE
La Haine Ante multitudinarias marchas de protesta de altermundistas se inauguró el sábado la conferencia intergubernamental de la Unión Europea, que negocia la elaboración de la primera Constitución del bloque comunitario, que a partir de mayo de 2004 aglutinará a 25 países.
De acuerdo con las estimaciones policiales, unas 70 mil personas llegaron de toda Italia para participar en las protestas, en tanto que los organizadores y fuentes independientes estimaron que 250 mil manifestantes desfilaron por las calles en distintos puntos con el lema de "por otra Europa, la de los pueblos y los ciudadanos".
Mientras el primer ministro italiano Silvio Berlusconi inauguraba la cumbre con la asistencia de los jefes de Estado y gobierno de la Unión Europea, a pesar de las multitudinarias marchas pacíficas que se desarrollaron hubo ocasiones en que la violencia utilizada por la policía para contener a los smanifestantes obligó a una serie de enfrentamientos entre activistas antiglobalización y la policía.
Los disturbios tuvieron lugar en las cercanías de la Basílica de San Pablo, donde grupos de jóvenes perseguidos por la policía atacaron bancos, almacenes y arrojaron piedras y botellas a la policía, que continuó arremetiendo contra los manifestantes con palos y gases lacrimógenos.
Al menos ocho manifestantes resultaron heridos y otros 40 fueron detenidos. La policía desplegó unos 10 mil uniformados para proteger la cumbre, con el apoyo de francotiradores y helicópteros.
Las protestas pacíficas, que se desarrollaron al mismo tiempo en el centro de la ciudad pero lejos de la reunión por las vallas de los agentes, tuvieron la participación de miles de adolescentes, estudiantes, desempleados, ecologistas, comunistas, sindicalistas y activistas sociales.
"Es una jornada de protesta pacífica. Hacemos un llamado a las fuerzas del orden para que no alimenten la tensión", pidieron el parlamentario Paolo Cento (verdes) y Giovanni Russo Spena (comunista). Los sindicalistas clamaron por que la nueva Constitución garantice la protección social característica de los países europeos.
Los líderes europeos se reunieron en un centro de congresos de la era fascista en el barrio Eur, construido por el dictador italiano Benito Mussolini, que estaba bajo fuertes medidas de seguridad y fue elegido justamente por ser de difícil acceso para los manifestantes.
Berlusconi se declaró "optimista" en estas negociaciones para la nueva Constitución que regirá a los 25 países de la Unión Europea, y calificó de "histórica" la reunión que elaborará la carta magna europea en los próximos dos meses y medio, hasta la cumbre del 13 de diciembre.
No obstante, las primeras divergencias quedaron de manifiesto ante las posiciones de España y Polonia, que junto con Italia y Portugual y el apoyo del papa Juan Pablo II reivindican en el preámbulo del tratado constitucional que debe haber una referencia a las raíces cristianas de la Unión Europea, como planteó el jefe de gobierno español, José María Aznar.