Hace unos días asistí a la presentación pública de un nuevo diario de ámbito provincial en un hotel de lujo. El acto de inauguración contó con tres intervenciones: la del presidente y principal accionista de la empresa, la del presidente de la comunidad autónoma y la del alcalde de la capital de la provincia. Como presentadora de todos ellos, una de las periodistas del nuevo diario, mujer, rubia, joven y atractiva. Nadie citó su nombre en ningún momento, su función era meramente ornamental. El periódico, como todos, se subtitula como "Diario Independiente" en su cabecera.
Esta escenificación representa claramente cuál es el modelo informativo dominante. La única periodista que participa en la presentación lo hace en virtud de su características estéticas, como ya he dicho anteriormente, joven, rubia y atractiva. Ninguna aparición del director, ni redactor jefe, ni ningún otro profesional. Presentaron los verdaderos poderes que existen detrás de un medio de comunicación: los dueños del capital accionista y los poderes políticos gobernantes. Quizás faltaron los anunciantes, aunque supongo que estarían representados por el principal accionista que, a buen seguro, lo será también de las empresas anunciadas.
La única periodista que participó en el acto cumplió la misma función que tienen destinada los profesionales en el medio. Darle formato y soporte a las intervenciones/opciones/intereses de los poderosos. Lo hizo presentándolos durante el acto de inauguración y lo hará cada día cuando los periodistas preparen los contenidos del diario. Eso sí, todos los ponentes coincidieron en el carácter imparcial, independiente y participativo del nuevo periódico.
La vieja Europa
