NUEVAS TECNOLOGIAS VALORIZAN TERRENOS MARGINALES
La pelea es por la tierra
Por A.D.
Santiago del Estero es una de las provincias con mayor población campesina
del país. Según el documento central de la Mesa de Tierras de
Santiago, coordinada por el Obispado, en el campo vive aproximadamente el 40
por ciento de los santiagueños, unas 28.000 familias ubicadas en los
departamentos más pobres de la provincia. En esa dimensión situó
su diagnóstico la Comisión de la Secretaría de Derechos
Humanos.
Bajo el capítulo número 3, el preinforme de la Secretaría
de Derechos Humanos retoma la "Situación del campesinado" como
parte de los mecanismos de violación a los derechos humanos instalados
en territorio de los Juárez. Desde hace unos años, los campesinos
saben que las condiciones climáticas y tecnológicas mejoraron
la calidad de las tierras santiagueñas. Y saben, como dice el informe,
que "viven en espacios cuya renta potencial es importante". Este es
el núcleo del problema.
"Desde mediados de los ‘90 se viene produciendo una expansión de
la frontera agrícola –explican los técnicos de la Secretaría–
liderada por el cultivo de la soja transgénica y acompañada por
el maíz, el trigo y en menor medida el algodón." Ese proceso,
cuyos protagonistas principales son empresarios extranjeros o extraprovinciales,
sobre todo santafesinos y cordobeses, sucede en suelos cuyas mejores superficies
ahora rondan los 450 dólares por hectárea, precio comparable con
la Pampa Húmeda. La expansión y revalorización de la tierra
se monta, según los investigadores, sobre un proceso muy localizado de
"cambio climático" y de "ciclo húmedo" caracterizado
por un aumento de los niveles de humedad que hace a la agricultura más
viable. Pero esta situación es una consecuencia directa de una presión
altísima sobre los ecosistemas y, como consecuencia, sobre los habitantes.
Junto a la expansión de la frontera, indica el informe, "avanzan
los paquetes de químicos, como el glifosato, de gran impacto ambiental".
Tarde o temprano, este proceso acabará: la rentabilidad de las tierras
santiagueñas tiene un período corto y limitado, de unos cinco
años. El proceso de intensificación del cultivo con químicos
y desmonte de tierras debilita los suelos y baja el contenido de materia orgánica,
alentando irreversibles procesos de lavado y de desertificación. Los
empresarios tienen sólo el tiempo presente para extraer todos los recursos
posibles de esta nueva pampa fértil, con inversiones que son mucho más
rentables desde el comienzo de la devaluación.
Uno de los efectos de este proceso son las "violaciones a la Convención
Internacional de Lucha contra la Desertificación firmada por el país
en 1994 y ratificada en 1996", según el informe. Durante su estadía
en Santiago, la Comisión de Derechos Humanos registró numerosas
denuncias de desmontes ilegales, incumplimiento de la zonificación y
de las cortinas de viento y desmontes.