No a las Águilas invasoras
Por Hugo Alberto de Pedro y Jorge Fernando Daffra
La historia de toda nuestra América Latina encuentra -desde la mirada
puesta hacia la autodeterminación de sus pueblos- la constante intromisión
de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) en sus asuntos internos,
muy extenso sería detallar cada uno de los casos en que nuestros diferentes
gobiernos y revoluciones han visto caer sus esperanzas en las manos de dictaduras
militares propiciadas y apoyadas irrestrictamente por ese país imperial
y ahora convertido en el mayor terrorista invasor mundial.
En momentos que desde diversos rincones del sur continental están creciendo
las ideas y los movimientos populares que van trabajando para lograr una integración
regional que tiene características inéditas y auguriosas se presenta
nuevamente la necesidad, no sabemos para quién y para qué fines,
de realizar un operativo militar conjunto de una magnitud jamás vista
entre el 27 de octubre y el 10 de noviembre de 2003 comandada por EE.UU. y la
participación de tropas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay
y Uruguay.
Conocemos que EE.UU. no ha querido allanarse al Tratado de Roma firmado en el
año 1998 que estableció el Tribunal Penal Internacional, y dentro
de esa posición ha presionado a la República Argentina para que
otorgue "inmunidad diplomática" a sus tropas que ingresen a
nuestro país. Sabemos de la intención de los EE.UU. de realizar
patrullajes sobre nuestra Mesopotamia dentro de la hipótesis de que el
área fronteriza con Brasil y Paraguay, la Triple Frontera, es un sitio
donde tiene asiento el "eje del mal" y que desgraciadamente ha tenido
en su intención el apoyo de nuestras mismísimas cancillerías.
Éste operativo se ha postergado en dos oportunidades en lo que va del
presente año por haber iniciado el Imperio su invasión a Irak
-en primer término- y la falta de autorización por parte de nuestro
país para el ingreso de las tropas, como también el rechazo de
las legislaturas de otros países invitados a participar en nuestro propio
suelo sobre la participación de sus militares.
Argentina tiene aviadores caídos en la Guerra de las Islas Malvinas Argentinas
producto de la asistencia logística y armamentística que los EE.UU.
dieron a los militares de Gran Bretaña en el año 1982. Esos conciudadanos
no participarán en éstos ejercicios. Esto lo saben los legisladores
y el gobierno Nacional, a menos que no quieran recordar las palabras de agradecimiento
hecho públicas por Margaret Thatcher hacia su socio imperial norteamericano.
Para no referirnos solamente a nuestro país recordemos la invasión
a Cuba aquel abril de 1961 en Playa Girón, el 11 de setiembre de 1973
-bajo el paraguas del operativo "Unitas"- las naves de guerra norteamericanas
apoyaron a la aviación chilena en su ataque al Palacio de La Moneda y
derrocamiento del gobierno constitucional del mártir de la libertad y
de las causas nacionales y populares el socialista Salvador Allende; como también
los ataques aéreos sobre poblaciones civiles densamente pobladas seguidos
de la invasión en diciembre de 1989 a la República de Panamá,
país éste que tuvo en su tierra asentada la triste y terrorista
Escuela de las Américas lindante a las bases que conformaban el Comando
Sur de EE.UU. Escuela, triste nombre, no formadora de dirigentes democráticos
y republicanos sino de militares genocidas latinoamericanos que aplicaron la
norteamericana Doctrina de la Seguridad Nacional.
En la provincia de Mendoza se pretende colocar, en el ámbito del "Ejercicio
Águila III", la "base leal" -base del eje del bien- mientras
que en la de San Luís la "base insurgente" -base del eje del
mal- para realizar las prácticas sobre un posible conflicto interno en
suelo amerindio. Esto en nuestro ibérico lenguaje significa, por ahora
claro está, Colombia, Cuba y Venezuela.
Cómo si la historia nos quisiera jugar una mala pasada la base mendocina
será en "El Plumerillo" que fue sitio donde el General José
de San Martín en el año 1816 reunió a las tropas que contribuyeron
a las luchas por la liberación e independencia de nuestra América.
Los instructores y militares estadounidenses pretenden llegar a nuestro cielo,
como lo han realizado en nuestros mares en los operativos "Unitas",
en nuestras tierras en los "Cabañas" o en nuestros ríos
en los "Fluviales", con el maloliente olor de pólvora y muerte
que traen de sus intervenciones en Yugoslavia, Afganistán e Irak. En
ésta última en una determinante demostración de su falta
de respeto a las decisiones de las Naciones Unidas y en un claro ejemplo de
avasallamiento de la soberanía de los pueblos del mundo. Una invasión
colonialista, en la cual ha quedado demostrada las mentiras que personajes como
Bush, Blair y Aznar dijeron a sus pueblos para justificar la guerra por el dominio
energético y económico del Medio Oriente.
Tampoco vamos a ser tan inocentes pensando que a partir del "Águila
III" el poder imperial podrá conocer a nuestros territorios, ya
que ellos cuentan con los medios tecnológicos y militares que les permiten
tener bajo control operacional y militar a cada metro cuadrado de todo nuestro
planeta, pero no por ello le vamos a abrir nuestras puertas.
Nuestra posición radica en que éstas tropas mercenarias de los
intereses económicos, financieros y políticos del Imperio nos
causan el mayor de los repudios porque conocemos su impronta de participar en
operaciones contrainsurgentes.
Sabemos que cada paso dado por el Imperio tiene una connotación que va
más allá de los motivos explicitados, sus estructuras decisorias
responden a los "Halcones" y a la "CIA"; al Fondo Monetario
Internacional, Banco Mundial y Reserva Federal; a la droga y el tráfico
de armas legal e ilegal. En éstos momentos hasta han logrado que la misma
opinión pública estadounidense se le de vuelta y que cientos de
millones de latinoamericanos los aborrezcan, como miles de millones también
lo hacen por doquier en el orbe. La oposición que existe al ALCA es otra
de sus preocupaciones que se convertirán en ocupaciones en la medida
que se aleje la posibilidad del reforzamiento de su modelo neoliberal hegemónico.
Estos son algunos de los motivos por los cuales nos oponemos al "Águila
III" y a cualquier otro intento de acciones militares en nuestro territorio
de tropas foráneas. Nuestra oposición, condena y movilización
para impedirlo tiene origen en principios constitucionales, morales, éticos,
nacionales, jurídicos, humanistas; y fundamentalmente latinoamericanistas.
Mantengamos la memoria siempre activa.
Disfrutamos solamente ver las águilas que vuelan nuestros cielos en libertad.
Basta de águilas de metal, pólvora y muerte.
21 de setiembre de 2003