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Argentina: La lucha continúa

Movidas: la libertad de los presos del subte

por flor / florazul@go.com
Indymedia.org


testimonio:

"Fuimos entonces a buscar trabajo. Y estaba Roncati, el comisario. ¿Se acuerdan de Roncatti?. ¡Y tenían palos!. Eso dijo Roncati, a la televisión, y además intimidaban a la gente que quería pagar su tarjeta de subte.

Fueron como las botellas con meo que mostró aquella vez en Brukman, Roncatti, con sus hombres de negro, de palos, de cascos, de chalecos, bajando por la escalera en formación militar, golpeando el piso para hacer ruido.

Porque somos delincuentes en el país de los Roncati, en el
país de los Roggio.

Pedimos trabajo de verdad, uno que se sienta en la carne y en el hueso, que alimente con comida consistente, como la de cualquier cristiano.

Entonces pedimos eso y somos delicuentes, porque para que nos escuchen nos hacemos ver, y cuando nos hacemos ver le molesta, porque le tocamos el bolsillo a Roggio y eso es el por delito que uno pueda cometer en este país de Roncatti.

Pero nosotros estamos, por más que los medios se vayan a las 9 de la noche a dormir, por más que no liberen a los compañeros hasta tarde nosotros nos quedamos.

Sí, nos quedamos a esperarlos, a hacer presión para que los larguen porque son compañeros nuestros y el que cae en la lucha merece por lo menos manos que lo levanten, y entonces no importa la hora, el frío ni nada.

Corren los mates y las horas, los ojos se van cerrando de a poquito y las columnas se convierten en grupos sentados contra las persianas que duermen. La madrugada es un lugar secreto donde las siglas se borran, donde yo soy mas igual al otro que nunca mientras esperamos a los presos.

Son las 3:25 y dicen que los van a largar, y entonces nos paramos, y en ese estar parados no se va sólo el frio y el sueño, sino que la espera se vuelve voz y cantamos y hacemos ruido y ponemos nerviosos a los policias.

Porque a ellos no nos gusta escucharnos, y a nuestros compañeros sí, y sólo el que conoce un calabozo gris sabe lo que se siente cuando alguien desde afuera grita por vos.

Y entonces estamos ahí, y reimos también un poco (porque la lucha es por la felicidad y eso nos hace felices de a ratos), y nos dicen que faltan unos papeles y entonces gritamos mas fuerte y seguimos esperando.

Y de a ratos se nos caen los párpados, y alguien canta una canción -sí, una canción de amor- y siguen corriendo los mates y las charlas y las horas.

La ciudad de despereza, llega el primer tren, dos vagabundos cambian su dormitorio de plaza antes del amanecer y nosotros seguimos ahí. Es la dignidad la que no duerme.

Cuando el día es murmullo, colectivo que pasa, bocina de tren, rugir de colectivo, los compañeros van saliendo, de a uno y cansados, pero con la sonrisa de estar de vuelta, de ya pasó, de abrazo con el que espera.

Nos perdemos en colectivos eternos, cansados de tanto día y tanta espera. Pero valió la pena, porque los compañeros están bien y entonces la lucha sigue y se reafirma en cada abrazo. "