Las leyes de punto final y obediencia debida constituyen un baldón en la conciencia moral argentina, un intento de borrar un pasado oprobioso para evitar enfrentamientos con los gorilas remanentes en el aparato militar. Su anulación fue un acto de gran valor político del Congreso y Kirchner ha dispuesto su autoridad en favor de tal medida. En Argentina se avanza por el camino de la dignidad nacional y la soberanía.
La dictadura de Juan Carlos Onganía instauró un modelo autoritario, clerical, corporativo y consagró el país al Sagrado Corazón. Solamente durante la tiranía de Jorge Videla las organizaciones de derechos humanos reportaron 25 mil desaparecidos, que es el eufemismo que designa a los asesinados por los militares. El general Galtieri sumió a la Argentina en la humillación de la derrota de las Malvinas y dejó un legado de centenares de muertos en combate. Menem sumió al país en la corrupción y el latrocinio más impúdico. Esos rufianes han hundido al país austral en su actual bancarrota económica.
En las tres primeras décadas de este siglo la moneda argentina era considerada la tercera más fuerte después de la libra y el dólar. En ese mismo período la Argentina pasó a ser el segundo exportador mundial de trigo: el área sembrada creció de 200 mil hectáreas, en 1872, a doce millones y medio al comienzo de la Primera Guerra Mundial. La red ferroviaria se multiplicó por cuatro y el crecimiento, en el período 1880-1914, propició que el número de industrias pasara de veinte mil a 950 mil y el número de obreros ascendió de 174 mil a 420 mil. En los años veinte el país disponía del mismo número de teléfonos per cápita que Estados Unidos. De 1870 a 1914 la población aumentó en un 400%. Los salarios e ingresos eran superiores a los de Suiza, Alemania, Francia, España e Italia. Todo esa inmensa riqueza fue engullida por la ineptitud, la corrupción y el autoritarismo de sus gobernantes.
Parece que la racha de los necios y los pérfidos no ha terminado. Kirchner se tiene que enfrentar al vicepresidente Daniel Scioli, quien está ejerciendo el papel de freno a las soluciones sociales y de base de operaciones de los oligarcas en descrédito. Mientras el Congreso discutía la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida, Scioli abandonó la presidencia del Senado alegando que "un país serio no anula leyes, las respeta". Mientras Kirchner recibió fríamente a Roger Noriega, procónsul enviado por Bush, Scioli festejó su presencia con alborozo.
Hay dos mil quinientos militares acusados de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar a quienes Scioli intenta proteger. Ya otro neofascista, el enano Aznar, se negó a refrendar la deportación de torturadores que solicitaba el juez Garzón. Otro choque se produjo cuando el vicepresidente anunció el aumento de tarifas de servicios públicos de propiedad privada y Kirchner se vio obligado a desmentirlo y de inmediato comenzó a destituir a los protegidos de Scioli que se han insertado en el aparato de gobierno.
Scioli alcanzó a ser nominado en la candidatura de Kirchner por pedido de Hilda Duhalde, esposa del ex presidente Eduardo Duhalde. Kirchner carente, entonces, de su propio aparato no tuvo más remedio que aceptar. Scioli se ocupó de las relaciones con empresarios durante la campaña. Tras la toma de posesión realizó una gira por Estados Unidos reuniéndose con los especuladores financieros de Wall Street. Durante una visita a Miami censuró a la revolución cubana.
Kirchner tiene los pantalones y la energía política suficientes para frenar la labor de zapa de su vicepresidente, que se ha equivocado de gobierno y de rumbo político. Scioli es evidentemente la quinta columna que la camarilla petrolera de la Casa Blanca tiene injertado en el intento de renovación nacional que impulsa Kirchner. Scioli es un lastre que le queda a la Argentina, el remanente de los Onganía, los Videla, los Galtieri, los Menem, los desvergonzados desfalcadores, los forajidos, los esbirros asesinos, operadores de la gran burguesía, que aún siguen medrando para rematar el derrumbe colosal de la otrora espléndida nación. gotli2002@yahoo.com