Brukman: la confección de un destino
por Laura Vales / Sebastian Hacher
Brukman, la confección de un destino...
Brukman: La confección de un destino
Por Laura Vales y Sebastian Hacher ((i))
En diciembre del 2001 Brukman era una empresa semi abandonada. Sus dueños pagaban vales de dos pesos semanales en lugar de sueldos, no pagaban impuestos ni los servicios de electricidad, gas ni agua. No hacian ningun tipo de mantenimiento y tenían deudas que duplicaban el valor de fábrica. La situación era tan calamitosa que cuando Marcelo Rojas, trabajador de la planta, enfermó, los empresarios no se hicieron cargo de su atención médica. Marcelo, de 28 años, murió y su familia sólo recibió la colecta que pudieron juntar sus compañeros.
Dos meses después, cuando los trabajadores se hicieron cargo de la planta, la fábrica se llenó de vida. La empresa que parecía terminada resultó tener mucho para dar: las obreras cobraron sus sueldos, pagaron los servicios, incluso aquellos que tenían deudas acumuladas, arreglaron las máquinas y hasta costearon el salario de una compañera enferma.
En abril del 2003, la fábrica cumplió un año y cuatro meses de funcionamiento con la incorporación de viejos trabajadores despedidos. Entonces llegó el desalojo. Detrás de la policía aparecieron los empresarios reclamando "su" propiedad para "dar trabajo".
Intentan legitimar su reclamo mostrando un costado "humanitario", aunque para hacerlo necesitan borrar la historia de sus propias acciones.
Esta nota muestra algunos aspectos de esa historia.
Es dificil adivinar cuantos años tiene Amalia. Las canas y las manos chiquitas y arrugadas parecen borrarse cuando se niega con una sonrisa a decir su edad. Sus compañeras arriesgan que "cincuenta y tantos" pero nadie sabe cuantos son en realidad. Lo que sí sabemos es que vino de Entre Rios cuando tenía 9 años y que viviendo en Buenos Aires, en interminables tardes sola en casa de su padre, aprendió a coser casi jugando. Rompiendo agujas, cuenta, aprendió el oficio que le permitió a los 15 años y a escondidas de su familia tener su primer trabajo en un taller de costura en San Miguel.
Desde 1995 Amalia trabaja en Brukman, y aunque no se acuerda bien las fechas, sabe que más o menos para 1997, cuando tuvo que ser operada, comenzaron los problemas. "Nos tenían todo el tiempo a vales, y ya ni sabiamos cuanto era el jornal, porque cuando pediamos la cuenta nos decían que nosotros le debiamos a ellos".
Cada seis o siete meses, le daban un recibo. "Nos decian que estabamos en blanco, pero los aportes no los hacían. Yo podía ir a la clínica porque por mi enfermedad hicieron un arreglo con el sindicato para que me pudiera atender".
Los últimos dos meses con la patronal fueron los más duros para ella; "nos daban 5 pesos los viernes, y todo el tiempo nos apuraban para que entreguemos 1000 trajes por semana para que ellos puedan cobrar un cheque que después nunca aparecía".
El 14 de Diciembre fue el último de esos viernes de vales; el jefe de personal les dijo que volvieran el miércoles, que ese día iban a pagar. Amalia ya había perdido un trabajo en otra fábrica, y ahora tenía miedo de que pasara lo mismo. El Martes 18, cuando volvió, se encontró con que no había nadie mas que sus compañeras; los patrones habían desaparecido.
Amalia no solo cose; también canta música de su Litoral y escribe canciones. La primera de las milongas que se le viene a la mente reza que "Al destino de mi persona/siempre lo sentí valiente/para cantar las verdades/no le tengo miedo a la gente/ No me gusta el acomodo/sí lo justo y merecido/ si con la verdad he cumplido/ lo justo es lo merecido".
Su música habla de ella: "siempre fui muy derecha" remarca todo el tiempo. Y que también es valiente lo demostró el Lunes 22 de Abril, cuando la encontramos entre los gases y las balas de goma de la represión policial. Mientras andaba por Av. Jujuy, una de esas balas le impactó en el brazo, y dice que se salvó porque "una compañera me subió a un colectivo y porque el guardapolvo celeste amortiguó el golpe". Así es Amalia.
La ocupación
"La lucha era muy triste",dice Macario Avello, un obrero boliviano de voz dulce.
"Nos quedamos la fábrica, esperando que vinieran a pagarnos y por miedo a que la cerraran, porque nos habían dado a todos vacaciones para el mes de enero y eso no había pasado nunca antes.También apagaron la caldera con la que se alimentan las planchas, había muchas señales de que la iban a cerrar".
Mancario tiene un amigo inseparable; Willi, un jujeño que como él llegó a Buenos Aires buscando un trabajo que le permita sobrevivir. Con él pasó los momentos mas duros del conflicto.
"No teníamos dinero y Jacobo no aparecía. Con Willi salíamos a pedir monedas a los conductores. De lo que juntábamos repartíamos para que algunas mujeres pudieran viajar a ver la familia y venir al otro día. 'Hoy hay 18 pesos, ¿quiénes van a volver a su casa?' , decíamos. Yo iba con tres pesos al supermercado, eso era lo que costaba el kilo de carne, y le planteaba al carnicero 'tengo tres presos, somos los trabajadores de Brukman, ¿nos podría dar un poco más?' Y él me daban dos kilos en lugar de uno".
En esos días en los que todavía no sabían bien qué hacer, buscaron en la guía telefónica a todos los Brukman para ubicar a Jacobo y llamaron, "pero no lo encontramos".
Comenzaba la ocupación de Brukman Confecciones.
Las máquinas
Cuando el 16 de marzo del 2002 el juez Enrique Velázquez allanó la planta por una denuncia de robo, se topó con una situación inesperada. La empresa acusaba a los trabajadores de estar "saqueando" la fábrica con la venta de sus bienes, pero los funcionarios que recorrieron el edificio piso por piso y contaron las máquinas para hacer un inventario encontraron que había más de las que esperaban hallar. La diferencia puso al descubierto que la empresa estaba ocultando su verdadero patrimonio con el objetivo de engañar a los acreedores. Como en los policiales clásicos, la verdad sobre el ladrón estaba a la vista de todo el mundo, sólo que los prejuicios impedían verla.
El listado de la maquinaria "no declarada" quedó escrito en el expediente:
"2 máquinas de pegar ganchos
1 máquina de despunte
3 máquinas numeradoras
5 máquinas de coser rectas
1 overlock", se lee en la foja 2823, entre un total de 22 items hasta entonces nunca notificados.
El juez incorporó el listado completo de las máquinas existentes a la causa judicial. Y aclaró que lo hacía porque así se lo habían pedido los "ocupantes del inmueble", quienes no tenían ningún interés en que una situación de "saqueo" -como imputaba falsamente el abogado de la empresa, Jaime Muszkat- pusiera peligro su fuente de trabajo.
La lista
Muszkat es el apoderado legal de los Brukman y también es el representante de los empleados que se oponen a la ocupación. En su rol de portavoz de la empresa, ha dado distintas versiones sobre el conflicto, cambiantes según la época y el interlocutor.
"Es de suma importancia aclarar que este grupo activista es representado por la legisladora Lía Mendez, quien pertenece al Partido Humanista. Gracias a este apoyo político dichos ocupantes tienen mayores posibilidades de expresarse por los medios de comunicación", acusaron en la Justicia en marzo del 2002. A la diputada la tildaron de "cómplice" en la "venta y el saqueo" del stock de Brukman. Luego Muszkat dio una segunda versión, no menos delirante: la de que las trabajadoras no producían sacos ni pantalones sino "banderas del Polo Obrero".
También muy insistentemente en los medios de comunicación en las últimas semanas, ha declarado que los trabajadores que avalan la política de la empresa son 80, y que es por ellos que se proponen reabrirla.
La patronal adjuntó en distintas denuncias a la causa dos listados con esos supuestos 80 trabajadores. Pero en realidad aparecen sólo 57 nombres y firman 22. Para alcanzar ese número, incluyeron a personas sin su onsentimiento y agregaron gente que había renunciado con anterioridad a la fábrica. Por lo menos cinco de los empleados de la nómina se habían ido tiempo antes de iniciado el conflicto. Y entre los pretendidos apoyos aparece una huelguista de Brukman, Marcela Guzmán. Ella era una de las trabajadoras que permanecían dentro del edificio, de guardia, la noche que la policía los desalojó.
Esa costumbre de quebrar
Los Brukman manejaban tres empresas: Brukman Construcciones, Brukman Hermanos (de electrodomésticos) y Brukman Confecciones. Las tres fueron declaradas en quiebra. Cuando esto ocurrió con la textil, le cambiaron el nombre por el de Cebex Argentina.
La planta estuvo clausurada en septiembre del 2000 y tuvo 18 pedidos de quiebra.
No es cierto que sus problemas hayan empezado con el corralito. Según los informes que reunió el equipo de abogados de las trabajadoras, la empresa tuvo reclamos por no pagarles la obra social desde el '99.
* A partir del mismo año emitió 218 cheques sin fondos por un total de 750 mil pesos.
* Debe $ 3 millones 800 mil.
* La AFIP-DGI le reclamó más de 400 mil pesos por no pagar impuestos.
* La Aseguradora de Riesgos de Trabajo le rescindió el contrato por falta de pago en septiembre del 2001
Ni el gobierno nacional ni el de la Ciudad de Buenos Aires se presentaron en el concurso de acreedores para poder cobrar lo que les corresponde. De esta manera le están regalando a los empresarios una cifra estimada en "más de un millón de pesos".
El abandono
Desde el 18 diciembre del 2001 hasta febrero la empresa no respondió llamados ni concurrió a las audiencias fijadas por el ministerio de Trabajo por el conflicto. Hubo tres reuniones en el ministerio, los días 18, 20 y 26 de diciembre, pero no se presentaron a ninguno.
El 27 de diciembre, la síndica Elina Fernández documentó la situación: "En el día de la fecha tomé conocimiento de la denuncia efectuada por el sindicato y los delegados de los empleados del virtual abandono de la administración de la Empresa por parte de sus órganos naturales de administración" señaló en el expediente fojas 2642. "Ante esa actitud de la empleadora, permanecen ocupando pacíficamente el establecimiento de avenida Jujuy 554 en el cuidado de los bienes muebles, maquinarias, instalaciones y bienes de cambio, habiendo solicitado la intervención del Ministerio de Trabajo con ausencia de la concursada a las tres audiencias celebradas".
La síndica agregó que tampoco a ella le contestaban los pedidos de informes.
La bolsa y la vida
El caso de Elvira Peralta es muy diferente al de Marcelo Rojas, el trabajador que murió sin la adecuada atención por parte de la empresa. Elvira tiene 68 años y sufre una enfermedad terminal que el verano pasado la obligó a abandonar fisicamente la lucha. Dijo a sus compañeros que no podría acompañarlos más, y ellos votaron en asamblea ayudarla; desde entonces, la fábrica bajo control obrero le paga puntualmente todo su sueldo. Incluso hoy, con la producción parada por el desalojo, Elvira sigue recibiendo su ayuda puntualmente.
En la resolución que ordenó el desalojo de la fábrica, los jueces Peró y Piombo dicen que "no se puede discutir la supremacía de la vida y la integridad física frente a los intereses económicos", algo que podrá pasar tranquilamente a la historia del derecho como la "doctrina Brukman".
Una doctrina que cuando los trabajadores confeccionaron en la calle ropa para los inundados de Santa Fé, volvieron a cuestionar en la acción.
La Producción
-Ni se te ocurra.
Matilde está tomada del brazo de tres de sus compañeras, y avanza despacio, haciendole frente a los policías que custodian la fábrica. Ni se te ocurra, repite, y mira a los ojos al que sabe va a ser su represor. Y la cacería se desata.
Es 21 de Abril, son las 17:30 y Matilde es una de las cuatro compañeras que cruzaron las vallas como acto simbólico de resistencia contra el desalojo. Una semana después, sentada en la carpa frente a la fábrica, nos cuenta que trabajando sin patrón "rompieron la monotomía del trabajo".
"Antes hacía solamente bolsillos, terminaba mi trabajo y me quedaba sentada en la máquina. De ahí no me movía en todo el día". Desde hace un año y cuatro meses comenzaron a aprender todos los secretos del oficio que les estaban vedados. "Como somos menos y no tenemos supervisor, empezamos a hacer otros trabajos".
Ahora cuando alguien no tiene nada que hacer, ayuda a su compañero y aprende a hacer otras partes de los trajes, ganando en experiencia y mejorando la producción.
Sergio es uno de los que más vio cambiar su oficio. Tiene 33 años y trabaja en Brukman desde 1995, siempre como planchador aunque sabía arreglar máquinas. Cuando los patrones se fueron él se hizo cargo con otro de sus compañeros del mantenimiento de la fábrica, una tarea que implicaba hacer andar máquinas que "no tenian mantenimiento desde hacía mucho tiempo, y que cuando las poníamos a funcionar se rompían todo el tiempo". Así se dio cuenta de que los antiguos dueños "arreglaban las cosas para que andaran por un día o dos, pero no les importaba cuidar nada, total ellos tenían plata".
Él enumera los arreglos con precisión: "Ascensores, caldera, soplador de mesa, el secador de las planchas, compresor de aire para las máquinas neumáticas, las plaquetas electrónicas". Lo que no sabía arreglar lo fue aprendiendo de a poco, reciclando piezas para ahorrar en repuestos y consultando con quien quisiese ayudar. "La gente de la facultad de ingeniería nos fue ayudando con los planos. Con ellos rediseñamos la fábrica; pusimos todas las máquinas en un solo piso, para ahorrar en energía y para estar todos juntos". Así también simplificaron el proceso de trabajo.
Matilde es una de las obreras que aprendió todo el proceso de producción y que reparte el trabajo en ese piso que se transformó en el corazón de la fábrica. En las marchas una bandera dice "tirando vallas, construyendo el futuro". Pero no es sólo el vallado físico el que tiran; también han tirado uno más profundo e invisible; uno que impedía ver, como ellas repiten ahora que "las fábricas sin patrones funcionan, sin obreros no".
Propuesta de las obreras de Brukman
Desde hace un año y medio venimos planteando la estatización bajo control obrero de la fábrica. Pero no somos intransigentes, como dice el gobierno. A mediados del año pasado presentamos una propuesta con los cuatro puntos que ponemos más abajo. Allí decíamos que estabamos abiertos a otras formas legales. Pero no estamos de acuerdo en aceptar un "microemprendimiento" destinado al fracaso como nos proponían los políticos de partidos tradicionales, donde terminaríamos cargando sobre nuestros hombros de trabajadores con enormes deudas y quebrantos y debíamos pagar de nuestro bolsillo las cargas de obra social y jubilación. Somos obreras y obreros calificados. No puede ser que los políticos pisoteen nuestra experiencia como trabajadores que puede ponerse al servicio de la comunidad argentina. En nuestro país hay 19 millones de pobres e indigentes y carencias de todo tipo. Nuestra fábrica puede ser parte de la solución y no un problema como lo consideran estos señores políticos que parecen vivir en otro plantes.
Por todo esto insistimos con nuestro reclamo:
Ø Fuera la Policía de Brukman.
Ø Restitución de la fábrica a las trabajadoras y trabajadores.
Ø Expropiación sin pago inmediata y definitiva de inmuebles, maquinarias y marca de Brukman Confecciones, para que los trabajadores continuemos con la producción bajo gestión obrera.
Ø Que el estado garantice los salarios como mínimo los de convenio colectivo de nuestro sector (mínimo legal)
Ø Que nos otorguen un subsidio no reintegrable por $ 150.000 como capital inicial de trabajo para ampliar y diversificar la producción e incorporar más trabajadores actualmente desocupados.
Ø Que el estado compre la producción en función de las necesidades de hospitales, escuelas y otras instituciones, así como de la población carenciada. Apóyenos. Firme el petitorio. Colabore el fondo de huelga.
fotos: rulo/sebastian ((i))
Laura Vales/ Sebastian Hacher lauravales@hotmail.com - sebastian@riseup.net
La lucha…
El jueves a la madrugada, inicio del feriado de Semana Santa, bajo una fina llovizna, se produjo un operativo policial para desalojar la fábrica Brukman, ocupada por sus trabajadores hace 16 meses.
La "justicia" patronal
Se trató de un operativo clandestino decretado por la "justicia". Ya en dos oportunidades anteriores, la fábrica había sido desalojada por la policía, pero frente a la reacción obrera y popular, el juez Velásquez volvió a permitir la reocupación obrera de la misma.
Dicho juez sacó en su momento un fallo donde - ante el vaciamiento patronal y la firme defensa de la fuente de trabajo por los trabajadores - consideraba "que no correspondía desalojarlos porque su vida estaba por encima de los intereses de propiedad que invocaban los Brukman" (Página/12, 24/4).
Pues bien: para llevar adelante el desalojo, la "justicia" le sacó el expediente al juez Velásquez y hasta cambió a éste de función (trasladándolo a un juzgado de menores), y pasó las actuaciones al fuero criminal y al juez Jorge Rimondi. Este último preparó un plan de guerra contra los trabajadores:
• el desalojo se debía realizar "bajo secreto de sumario", es decir en forma clandestina, sin derecho de defensa;
• con realización de previas "tareas de inteligencia", es decir de espionaje policial para ver el momento oportuno para la acción represiva.
A diferencia del anterior fallo de Velásquez, Rimondi dejó expresa constancia de que "no hay supremacía de la vida y la integridad física frente a los intereses económicos" (sic).
Fue un verdadero complot contra los trabajadores.
La reacción obrera y popular
La reacción de los trabajadores de Brukman, del movimiento piquetero y de numerosas organizaciones populares fue cercar el cerco policial.
A pesar de la lluvia, el viernes a la tarde había unos 4.000 compañeros rodeando la fábrica. Se comenzó una "vigilia obrera". El domingo, nuevamente se congregaron más de un millar de compañeros. Y el lunes se produjo la gran marcha piquetera: cerca de 10 mil compañeros frente a la fábrica. La policía tenía órdenes anticipadas de reprimir, a partir de las 17 horas. Había armado un plan con un verdadero ejército policial, carros hidrantes, de asalto, motociclistas establecidos en las calles adyacentes, guiados por helicópteros.
Se produjo una fuerte persecución policial que convirtió al barrio de San Cristóbal y adyacentes en un campo de batalla y resistencia, con corridas y gaseadas policiales. El resultado fue una cincuentena de compañeros heridos, atendidos en los hospitales de la zona y 130 detenidos en las comisarías. Las persecuciones policiales llegaron hasta el Hospital Garrahan, distante a 25 cuadras de Brukman. Se hizo una cacería especial de piqueteros. Los gendarmes tenían órdenes de buscar especialmente a los que llevaban gorritas y pecheras que evidenciaran su pertenencia a movimientos piqueteros. Es que fue de los piqueteros que surgió la resistencia más firme a la prepotencia policial.
La solidaridad se evidenció esa noche, cuando centenares de compañeros se congregaron frente a la Comisaría 8ª y otras de la zona, hasta que fueron liberados todos los compañeros detenidos.
La policía copó la barriada.
Al día siguiente, martes 22, se realizó una multitudinaria marcha de alrededor de 20 mil compañeros. El Bloque Piquetero, con grandes columnas de miles de compañeros, luego de concentrar frente a la valla de Belgrano y Jujuy, marchó hacia el Congreso para protestar contra la represión y reclamar el retiro del "gheto" policial.
El miércoles 23 ya estaba instalado un acampe en la nueva valla de Belgrano y Jujuy.
Los vecinos de San Cristóbal reclamaron de diversas formas el retiro policial de la zona. El colegio técnico de Independencia y Jujuy dejó de dictar clases y pidió que se fuera la policía de la zona; lo mismo sucedió con los padres de la escuela primaria Correa - a un centenar de metros de Brukman - y la primaria Paul Groussac, de Catamarca y Belgrano. Comerciantes y vecinos reclamantes, comenzaron a organizarse.
Esto llevó a que el jueves a la madrugada fuera levantado el cerco policial al barrio, aunque fue reemplazado por otro fuerte dispositivo policial sobre el frente de la fábrica.
Nuevamente, las delegaciones populares y manifestaciones se sucedieron frente a la "vigilia obrera" en solidaridad con la lucha por la recuperación de Brukman. Al cierre de esta nota se iba a realizar un gran festival de la Fuba (Federación de Estudiantes Universitarios) que se postergó para el miércoles 30, debido a una copiosa lluvia.
La necesidad de encarar la lucha por la expropiación
Los obreros de Brukman y todas las organizaciones militantes que apoyan su lucha coincidimos en la necesidad de un plan de lucha que logre echar a la policía, que la fábrica sea retomada por los trabajadores, expropiada y entregada a la gestión directa de sus trabajadores.
Ha pasado una semana, pero la patronal no ha logrado "normalizar" la situación. La fábrica sigue copada por la policía. La patronal ejerce un fuerte "lobby". La lucha por la expropiación es una lucha, política, de masas, de movilizaciones y ocupaciones.
Rafael Santos