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Argentina: La lucha continúa

20 de mayo del 2003

Monseñor De Nevares "pedía pista" un 19 de mayo del ‘95
Hace ocho años partía Don Jaime, la otra iglesia argentina

Elio Brat

Neuquén.- Como obispo, llegó a la Patagonia cuando tenía 44 años. No era la primera vez que venía al Sur. Como buen salesiano, había trabajado en el área docente en Viedma y también se había acercado bastante cuando trabajó en lo que para esos tiempos era la puerta del sur argentino: la ciudad de Bahía Blanca. Pero la jerarquía eclesiástica lo había elegido para inaugurar un nuevo obispado, el de Neuquén, en agosto del '61.

Y ese joven abogado, de una familia acomodada del barrio porteño de Retiro, se iba a transformar, con el correr del tiempo y las situaciones, en uno de los personajes más revolucionarios de la historia social de la Patagonia. Porque Jaime Francisco De Nevares fue, para su tiempo y en la iglesia que le tocó participar, un verdadero revolucionario.

No en vano traía en su cuerpo y en su mente la experiencia de haber trabajado con la gente de los conventillos del bajo en Buenos Aires. Y también con los pibes y las pibas de las villas junto a un gran amigo suyo, luego asesinado por las fuerzas fascistas de nuestro país: el padre Mugica.

Y a muy poco tiempo de haber llegado, la mayoría de los apenas 14.500 habitantes que tenía en ese momento la ciudad de Neuquén comenzó a reconocer a ese hombre y lo que es mucho más importante, comenzó a quererlo. A su paso, no se lo saludaba con el "señor obispo" de tantos otros lugares o el remanido y tan temido "monseñor". No. Los neuquinos y neuquinas comenzaban a llamarlo cariñosamente como "el monse". Y poco después se ganaría el don del cariño de la gente, recibiendo el título que lo acompañó desde entonces hasta su muerte: la gente lo reconocería para siempre como "Don Jaime".

El bautismo de lucha de Don Jaime -no dicho por nosotros sino reconocido infinidad de veces por el propio De Nevares- fue la lucha de los obreros de El Chocón, en octubre del '69 y enero del '70. Allí no dudó en enfrentarse al gobierno del recalcitrante cursillista ultracatólico Juan Carlos Onganía, asesino de los trabajadores y estudiantes cordobeses de mayo del '69.

Tampoco dudó en enfrentarse al vicario castrense Victorio Bonamín, quien desde la misma iglesia a la que perteneció siempre Don Jaime, en la propia Tucumán de los años 1975 y 1976, previos al golpe del general Rafael Videla y compañía, dijo públicamente y sin ningún empacho que "el Ejército (argentino) está expiando la impureza de nuestro país. ¿No querrá Cristo que algún día las Fuerzas Armadas estén más allá de su función?".

Pues De Nevares estuvo siempre en las antípodas de personajes nefastos como Bonamín. O Monseñor Antonio Plaza de La Plata. O el cura párroco Cristian Von Wernich. O Monseñor Tortolo en Paraná, Entre Ríos, como para citar algunos ejemplos (todos ellos, menos Von Wernich que sigue ejerciendo en el pueblo bonaerense de 9 de Julio, están fallecidos). Don Jaime estuvo y está cerca de la memoria de curas del pueblo como fueron Enrique "Pelado" Angelelli, el ya nombrado Padre Mugica y los hoy vivos Esteban Hesayne, Antonio Puigajné y Joaquín Piña, entre otros.

Por último quiero traer un comentario que me hizo en vida quien fuera el compañero inseparable de trabajo desde que vino a Neuquén: el recientemente fallecido Padre Juan San Sebastián. Como yo no estuve ese viernes 19 de mayo del '95 -el día que Don Jaime pidió "pista" a su Tata Dios-, tres días después fui a la Catedral para rendirle un homenaje personal que ya miles de neuquinos y neuquinas le habían hecho pocas horas antes. Al no encontrar ninguna capilla ardiente ni lugar especial por separado en la nave principal adonde estaba el cuerpo de Don Jaime, me acerqué al Padre Juan que en ese momento estaba allí atendiendo a la gente. Le pregunté dónde estaba ubicado Don Jaime, a lo que Juan me contestó "a la izquierda. Siempre a la izquierda". Nos reímos un poco, nos abrazamos y nos separamos.

Ocho años después, cada vez que entro a la Catedral para "ver" a Don Jaime, siempre me acuerdo de eso. Un hombre que formó parte de "la otra iglesia". Un buen hombre, por sobre todas las cosas. Y los neuquinos tenemos que sentirnos orgullosos de haberlo "vivido" con nosotros.

"Vivito y coleando" como le gustaba decir siempre a Don Jaime.




"No quiero asistir a los funerales de la República"

"Manifiesto mi decisión de abandonar definitivamente esta Convención Constituyente. En cumplimiento del mandato con el que fue honrado por la mayoría del electorado de mi provincia Neuquén. Pero no debo dejar de expresar sin embargo mi alarma ante la desmesurada extensión de los poderes presidenciales, que hacen muy tenue la ya tenue división de poderes.

Por eso digo, señor Presidente y señores convencionales, parafraseando a un personaje argentino que mucho admiro, no quiero asistir a los funerales de la República.

Alguien dijo que la historia será implacable al juzgar aciertos y errores. Yo agregaría cuánto más implacable será con quienes han realizado una verdadera subversión en el orden constitucional.

Yo no quiero, no querría caer bajo ese juicio implacable de mi Patria, aún más que de la historia.

Y finalmente creo que debo una explicación a muchos que me han planteado porqué entonces presenté la candidatura, acepté el cargo y juré al tomar posesión. Y el porque es que conservé siempre, esperando contra esperanza, hasta este momento que la Convención - dejando de lado el pacto (de Olivos) impopular y la ley inconstitucional- resolviera que cada proyecto del artículo segundo fuera discutido y votado en particular. Pero esto ya es evidente que no sucederá.

Y por eso, señor Presidente y señores y señoras convencionales, mientras conservo en mi espíritu una afectuosa disposición hacia todos y a cada uno -aún aquellos que discrepan que son muchos, me doy cuenta, también fuera de la Asamblea- yo en este momento presento formalmente mi renuncia y me retiro de la Convención.

Eso es todo, señor Presidente".

Discurso del convencional constituyente por la provincia de Neuquén Jaime Francisco De Nevares, al momento de renunciar a su banca en la Asamblea Constituyente de Santa Fe en 1994.-