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Argentina: La lucha continúa

¿"Cambio" o cambio?

Las expectativas acerca de lo que puede depararle al depauperado país austral el nuevo gobierno son ante todo de los argentinos, entre los cuales unos se muestran escépticos y otros sinceramente esperanzados

Heriberto Rosabal, enviado especial
Juventud Rebelde

BUENOS AIRES.— La bienvenida a esta capital de casi cuatro millones de habitantes nos la dieron un cielo completamente gris, una lluvia gruesa que a poco de nuestra llegada empezó a caer y la bendición, para quien se duele del calor sofocante de La Habana, de una temperatura ambiente inferior a los 20 grados.
El invierno, que aquí transcurre en los meses del verano en Cuba, anuncia su llegada con las aguas. Un anuncio a veces drástico, como ha sucedido esta vez en la provincia de Santa Fe, donde inundaciones han provocado graves daños durante los últimos días.
Buenos Aires, como toda capital, es cosmopolita e intranquila, e igual que cualquier gran urbe de este mundo global pudiera compararse con un bosque en el que si bien hay árboles de verdad, además de concreto, cristales y automóviles abundan las vallas y los carteles de todas dimensiones y colores que tratan de meterle por los ojos a la diminuta gente mercaderías de cualquier género: desde ropas de marca hasta rentas de cuartos con alguna que otra consigna simpática como esta: "Abadjhian, un apellido difícil de pronunciar y ofertas fáciles de aceptar".
Parejamente, lo mismo en lo alto de un edificio que en los portapasquines oficiales de las avenidas y en modestos muros que delimitan alguna propiedad, pueden verse todavía jirones de la reciente campaña electoral para decidir el Presidente número 53 de la República Argentina.
"Vote por Kirchner", "Kirchner presidente", "Argentina unida: Kirchner y Scioli" (vicepresidente), "Menem al gobierno, Bush al poder", incitan o denuncian los reclamos de campaña aún después de concluida esta, mientras la mano y los anhelos de la pobre gente esperanzada en tiempos mejores para el país se adivina en toscos letreros al estilo de este: "Producción y trabajo. Kirchner presidente".
EXPECTATIVAS
El ascenso a la presidencia del abogado Néstor Carlos Kirchner, de 53 años de edad, ex gobernador de la provincia de Santa Cruz y triunfador por el Partido Justicialista (peronista), ha generado la expectativa propia de los cambios de mandato.
Una expectativa que entre los argentinos va de la indiferencia y el escepticismo, en unos casos, hasta la sincera esperanza en otros. Todo ello en medio de un panorama nacional signado por una situación económica y social que pudiera resumirse, para no abundar en estadísticas trágicas, en el 57,4 por ciento de la población viviendo hoy por debajo de la línea de pobreza (20 por ciento de los cuales en la indigencia).
La indiferencia y el escepticismo se comprenden tras la depauperación extrema de Argentina por cuenta de la política neoliberal iniciada por Carlos Saúl Menem, bajo cuyo mandato fueron privatizados casi todos los bienes y recursos nacionales y la nación se hizo económica y políticamente dependiente de las decisiones del Fondo Monetario Internacional.
La esperanza, mientras tanto, se fundamenta justamente en lo que algunos califican de muerte política definitiva de Menem, quien decidió, después de un escarceo publicitario para crear dudas y suspenso y dejar a su oponente con un número menor de votos, no presentarse a una segunda vuelta de elecciones que sabía perdida. Y también, en las promesas de Kirchner durante su campaña.
El nuevo presidente ha señalado entre las prioridades de su futura gestión trabajar por la recuperación económica del país con acciones tales como la postergación del pago de la deuda externa con los acreedores privados y organismos multilaterales de crédito; la puesta en práctica de un ambicioso plan de obras públicas e infraestructura (caminos y redes ferroviarias, viviendas y prevención de inundaciones) para sostener la reactivación, con la inversión de unos 10 000 millones de dólares que habría que conseguir; el establecimiento de una política cambiaria que permita promover las exportaciones y lograr una eficiente sustitución de importaciones, y la generación de empleos con una parte de los costos laborales subsidiados por el Estado.
Suficientes, esas propuestas, para que un periódico como el The New York Times —en el que muchos tratan de adivinar la posición de los círculos de poder de Estados Unidos ante el acontecer en su traspatio latinoamericano— haya titulado de esta manera uno de sus editoriales: "La Argentina se inclina a la izquierda".
A renglón seguido de esa afirmación el Times significa las advertencias de Kirchner de que "no seré presa de las corporaciones", sus ataques contra "grupos y sectores de poder económico que se han beneficiado de privilegios inaceptables durante el decenio pasado", y el hecho de que "las empresas estadounidenses tienen mucho en juego en cualquier recuperación aquí", pues "en años recientes han abastecido consistentemente una quinta parte de las importaciones argentinas, que descendieron a 8 900 millones de dólares en 2002, de 20 300 millones de dólares que fueron en 2001, como resultado del colapso económico del año pasado".
"Además —añade— bancos, accionistas y fondos de pensiones estadounidenses se encuentran entre los mayores acreedores que controlan la deuda pública, sobre la cual Argentina se declaró insolvente en diciembre de 2001."
ANHELOS ARGENTINOS
A cada paso que da uno aquí en Buenos Aires sale a relucir de un modo u otro en los diálogos con la gente la precaria situación de vida de una gran mayoría.
Vicente, por ejemplo, un inmigrante italiano que lleva 45 años en este país y tiene un pequeño negocio de venta de comida en la avenida 9 de Julio, es de los escépticos convencidos de que "todos son unos corruptos, todos, los políticos, los sindicatos".
Los precios de los alimentos que adquiere para vender elaborados "han subido mucho, igual que los impuestos, y yo no puedo aumentar los precios porque la gente no tiene dinero; una situación muy distinta a la de unos años atrás, cuando ingresaba unos mil pesos diarios como promedio, que ahora son apenas 500".
Muchas empresas que radicaban en la zona cerraron o se mudaron a lugares de la ciudad con el alquiler de los inmuebles más barato, y "eso ha disminuido mucho la clientela".
Trabajo, es la primera demanda de los más entre los bonaerenses, a pesar de que el mandato del saliente presidente Duhalde detuvo el crecimiento del desempleo y logró una mínima estabilidad y repunte de la economía.
Trabajo, es la respuesta del 47,1 por ciento de más de 21 000 usuarios de Internet que hasta el pasado 19 de mayo habían respondido a una encuesta de la edición digital del diario Clarín acerca de las prioridades que debería tener el nuevo gobierno.
Trabajo, es el reclamo más común entre personas consultadas al azar por este reportero en una céntrica calle del capitalino Barrio Once, de quienes cito sus opiniones en cuanto a una posible mejoría de la situación en Argentina con el ascenso de Kirchner a la presidencia:
"¿La risa no sale en la cámara, no? Trabajo, nada más que trabajo espero del nuevo gobierno, no otra cosa, porque tengo tres chicos en el colegio, pago 360 pesos de alquiler, luz, gas, teléfono…, ¿qué querés que haga? Quiero trabajo" (vendedora de menudencias).
"Las cosas van a seguir igual, igual" (transeúnte, masculino).
"Creo que sí, esperemos que mejoren las cosas. Espero que nos dé trabajo y más que todo seguridad. Soy padre de familia, tengo tres hijos en la escuela y aunque solo les pago el colectivo (transporte) los ingresos no me alcanzan para todo; trabajo solo medio tiempo" (transeúnte).
"Espero que sí, que empecemos a mejorar. Creo que hay más seriedad en la gente elegida, gente más prudente, más entendida, y creo también que ya sería la última oportunidad que tenemos de levantar este país" (hombre, edad avanzada).
"La gente necesita trabajo, para que se pueda mover la economía" (transeúnte, hombre de mediana edad).
Gladys Jarazo, activista anti-ALCA de la organización Diálogo 2000 que reparte volantes entre el público cercano al continuo movimiento en círculo de las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, afirma sobre lo mismo en una conversación más reposada con este reportero:
"Estamos esperando, puede ser que haya un cambio pero personalmente creo que es más de lo mismo y tendremos que, desde nuestras organizaciones, hacer presión para que haya cambios y además no se firme el ALCA en Argentina. Los problemas principales que tenemos hoy son el hambre, el desempleo, las privatizaciones; la salud está muy mal, la educación. Diez años atrás éramos ejemplo del mundo en educación y hoy estamos en un nivel inferior al de muchos otros países de América Latina."
Evidencia muy cercana de esas últimas afirmaciones es la presencia de niños pequeños, una mujer con un bebé en brazos, un hombre con sus dos hijos, que interrumpen por minutos para pedirnos "unas moneditas para comer; ande señor, unas moneditas, que usted sí tiene, mire como va vestido", mientras las madres y abuelas marchan por sus hijos y nietos desaparecidos, los turistas filman escenas en la Plaza y en los alrededores de la cercana Casa Rosada (sede del Gobierno) comienza a notarse ambiente de acontecimiento oficial por venir.
Hablando también de la posibilidad del cambio que la mayoría de los argentinos desea les depare el ascenso de Kirchner al poder, el reconocido economista Alfredo Eric Calcagno, reflexiona que "el reto fundamental para el nuevo gobierno es pasar del modelo de renta y especulación a un modelo de producción".
"En estos momentos —dice el especialista— estamos bajo la incertidumbre. No sabemos si lo que se va a cumplir son los propósitos muy buenos enunciados por el presidente Kirchner, quien dijo que va a dejar de ser el gerente de las corporaciones y que no va a aceptar las imposiciones del FMI, o si se va a cumplir el acuerdo con el FMI. Hacer lo primero es totalmente viable, las condiciones para una reactivación del país están absolutamente dadas; se ha retrocedido tanto que una recuperación no requeriría inversiones nuevas, basta con hacer funcionar lo que ya tenemos. El problema es que los dueños del país en este momento son los bancos, las empresas privatizadas y las que extraen recursos naturales —sobre todo petróleo— y el Fondo Monetario, y esos dueños no quieren que esto suceda, por lo que va a venir una lucha tremenda con esos grupos si el presidente mantiene sus propósitos."
Argentina, pues, luego de un gobierno que tomó las riendas y logró cierto equilibrio tras la conmoción social que hizo renunciar a otro anterior, tiene desde este domingo la oportunidad de cambiar para mejor su destino, en medio de muchas expectativas, las primeras entre todas, las de sus nacionales y las de quienes Calcagno llama con razón los "verdaderos dueños" de este país, beneficiarios en grande del estado de cosas actual, quienes seguro están muy interesados en que las proyecciones pre electorales del flamante presidente no se consumen, o cuando peor, se mediaticen.