Primeras lecciones de la pelea por recuperar Brukman
En la madrugada del viernes 18 de abril fueron desalojados los trabajadores de Brukman. Desde ese momento se viene dando la pelea por recuperar la planta de manos de la policía y el Estado. Esta lucha ha tenido momentos cambiantes y en ella se expresan, de manera concentrada y circunscripta a la vanguardia, las orientaciones tácticas y estratégicas de las diversas corrientes. Sacar las primeras lecciones es imprescindible para llevar a cabo una firme y sostenida batalla política por la recuperación de la planta. Llamamos a la reflexión y al debate –que sin duda será duro, pero debe ser fraternal y sin mezquindades– para poder recuperar "Brukman de los trabajadores".
Por Roberto Sáenz
Brukman era una Pyme típica. Jacobo Brukman hizo lo que hicieron miles de patrones durante los 90: descargar la crisis sobre sus trabajadores, despidos, no pago de los sueldos ni las cargas sociales, superexplotar a los trabajadores, etc. A fines del 2001 estaba prácticamente abandonada por sus dueños. El 18 de diciembre, y en el contexto del argentinazo, la textil fue ocupada por sus trabajadores.
A pesar de ser una empresa pequeña, por su ubicación en el centro de la Capital y por el valor simbólico de tener los trabajadores los medios de producción en sus manos, ocupa un lugar muy destacado en el seno de las experiencias de la vanguardia. Esto se ha podido apreciar en todos estos días, no sólo en el apoyo dado por esta misma vanguardia, sino también en la creciente atención que le han dado los medios masivos de comunicación.
Desde un primer momento la ocupación se planteó –correctamente– desde la perspectiva política de la "estatización bajo control de los trabajadores", como camino alternativo a la mayoría de estas experiencias de recuperación de fábricas abandonadas por sus dueños, que se han orientado hacia la formación de cooperativas. (1)
A Brukman, como a todas las experiencias de vanguardia, se le planteó el problema de sus relaciones con el resto de la clase trabajadora con trabajo, con los movimientos de trabajadores desocupados, con el resto de la vanguardia, con las capas medias, con los estudiantes, etc. En este sentido, desde el principio la orientación fue hacia el nucleamiento exclusivo con otras experiencias de fábricas recuperadas (especialmente Zanón), buscando al mismo tiempo, tender un puente hacia las asambleas populares. Explícitamente se tendió a contraponer estas experiencias con las de los trabajadores desocupados y se intentó organizarlas expresamente de manera separada de ellas. Esto es, una permanente orientación de aislamiento respecto de las otras experiencias y con elementos "vanguardistas" con relación al conjunto de los trabajadores.
Esta orientación (impuesta sobre todo por una pequeña corriente de la vanguardia, el PTS) fue en los hechos aislando a la fábrica y contraponiéndola al resto de la clase trabajadora y sus movimientos. Se tendió a armar un "corralito" alrededor de las experiencias de las ocupaciones de fábrica separado del resto de las experiencias de trabajadores desocupados y de otras experiencias clasistas como la de los mineros del Río Turbio o los docentes de la Unter.
Esta orientación aislacionista, en el marco de un cambio desfavorable de la coyuntura política como el actual, facilitó la recuperación de la planta por parte de la policía y el Estado.
Del viernes 18 al lunes 21
Partimos que estamos en una coyuntura desfavorable para los trabajadores, marcado por un "impasse" en la lucha de grandes sectores de los trabajadores, sumado al hecho de que la justicia y el Estado eligieron el feriado de Semana Santa para descargar su artero ataque, tomando por sorpresa a los trabajadores de la textil.
En este contexto comenzó la pelea por recuperar la planta, objetivo que correctamente se fijaron los trabajadores de Brukman. Recalcamos lo correcto de este objetivo porque algunas corrientes (PO y el MTL) plantearon en un principio que el eje debía ser una marcha a la legislatura para exigir la ley de expropiación y no ordenar todo alrededor del objetivo de recuperar la planta.
Pero a este objetivo se lo fue socavando. Es que en el fin de semana se reprodujeron a escala ampliada los mismos elementos de una orientación ultimatista, estudiantilista y divisionista que viene desarrollando la conducción política de esta experiencia, el PTS.
Durante todo el fin de semana, esta corriente, en vez de trabajar para unir a las expresiones de vanguardia de los trabajadores y exigirle a las conducciones (traidoras) de los sindicatos medidas de lucha, es decir, aplicar una política de la más amplia unidad de acción por la recuperación efectiva de la planta, lo que hizo fue lo contrario. Se trabajó para dividir, se antepusieron permanentemente los intereses de una pequeña corriente política para hacerlas valer sobre el resto de las corrientes y movimientos, e incluso sobre los propios trabajadores de Brukman.
Se conformó un frente único "por arriba" de personalidades de la cultura, de los derechos humanos, intelectuales, algunos diputados de izquierda, etc. También se tuvo una política para atraerse a las asambleas populares y a sectores de la clase media de la capital. Pero esto se hizo no como parte de una estrategia de unidad de clase mayor, sino, por el contrario, como parte de una orientación de dividir la pelea por la recuperación de Brukman, haciendo valer este arco superestructural contra el resto de los movimientos (sobre todo, los de los trabajadores desocupados) y dejando los ocupados una vez más en manos de la burocracia, al no exigir medidas de lucha, de manera consistente, seria y creíble a las direcciones burocráticas. Como mínimo se debía pelear por arrancarle a la CTA nacional (o al menos, de la Capital) un paro general, para forzar al gobierno a una negociación política.
La expresión más burda de esta orientación divisionista y ultimatista fue el hecho de que se dedicaron a chiflar, interrumpir, y atacar las intervenciones de representantes de diversas corrientes y movimientos. Claro que existen diferencias entre las diversas corrientes, pero a la hora de una lucha unitaria, como la que demanda la recuperación de la empresa, la polémica entre corrientes debe estar subordinada a ese objetivo y/o hacerse en relación estricta al objetivo del triunfo en la lucha y no al revés.
Parte del ultimatismo con el que se dirigieron hacia las distintas organizaciones se expresó en desconocer a sus dirigentes, con lo que se desconoce de hecho a los movimientos de trabajadores que están detrás. Y no sólo se los desconoce, sino que en el caso de los movimientos de trabajadores desocupados, en una actitud con marcados rasgos antiobreros y antipopulares, se los desprecia. Por ejemplo, se oyeron expresiones despectivas como "traigan a la gente", "dónde están, que no están presentes", "claro, sólo se movilizan por las migajas de los planes", etc.
A esto se sumó la orientación poco de clase de hacer creer a los trabajadores de la planta que la empresa se podía recuperar con unos pocos estudiantes, mientras se socavaba la posibilidad de recuperar la empresa realmente. Se pretende la pose que el viernes, bajo la lluvia y con no más de 1500 personas, se podría haber recuperado la planta. Cosa completamente ridícula, y mentirosa. Esto se repitió a lo largo de todo el día sábado. El domingo se convocó a recuperar la empresa a las tres de la tarde (ver solicitadas en Página 12), lo que no pasó de ser una bravuconada estudiantil y mediática.
La jornada del lunes 21
Todo esto sólo tuvo un resultado muy concreto: socavar la masividad de la movilización para el día lunes 21, la única instancia real para "pechar" por recuperar la planta, jugándose consecuentemente a lograr una movilización de 10.000 a 15.000 trabajadores y sectores populares y forzar una negociación política.
El lunes fue la improvisación total. Así como el PTS socavó la posibilidad de una acción masiva, también impidió toda mínima preparación seria de lo que se iba a hacer. Aquí la orientación ultimatista y sectaria tuvo su contracara oportunista y legalista: creer que con sólo empujar las vallas la policía se iba a retirar, y listo... la fábrica se recuperaba.
De todas formas correctamente se "pechó" con 4000 a 5000 compañeros.
Lamentablemente, la orientación que impuso el PTS impidió la posibilidad de una movilización de masas que fuerce al gobierno a la negociación política. De esta manera se dificultó que en esta primer instancia la empresa fuera recuperada.
La pelea sigue abierta
Sin embargo, la represión del día lunes tuvo un resultado contradictorio: el martes 22 por la noche se logró realizar una movilización política importante de la vanguardia en torno a Brukman y la lucha por la fábrica tomó dimensión nacional en los medios de comunicación. Lo que la orientación impuesta el fin de semana no pudo hacer, lo hizo la represión: unificar de hecho las fuerzas por la recuperación de la empresa. Desde entonces, los compañeros de Brukman han instalado una carpa en la esquina de la fábrica, y el primero de mayo se puso otro jalón importante como forma de sostener la batalla política por la recuperación.
La pelea por recuperar "Brukman de los Trabajadores" es parte de una serie de peleas por defender lo conquistado, como la campaña por la libertad de Pepino Fernández y los otros compañeros de Mosconi, el caso de la pelea por el reconocimiento definitivo de los delegados de Ecocarne, la pelea contra la burocracia de ATE en Turbio, etc. Peleas que se deben tomar todas en su conjunto, y no sólo el caso de Brukman.
Notas:
1- La negativa a aceptar el encuadramiento legal de "cooperativa" tendió a dejar a Brukman más expuesta, desde el punto de vista legal. Sin conocer exactamente la causa, creemos que se podría haber mantenido la perspectiva política correcta de la "estatización" (aunque nosotros preferimos hablar de expropiación), y al mismo tiempo no descuidar la necesidad de un encuadramiento legal, aun siendo este transitorio. Por ejemplo, esto podría haber impedido el fallo de segunda instancia a favor de Jacobo Brukman por la recuperación de "sus bienes".