Tropiezos
Por Diego M. Vidal / La Fogata
Paso al frente.
Diciembre del 2001. Corralito, estallido social, revuelta popular, represión, resistencia, movilización, cacerolazos, asambleas barriales, bancos cerrados, dinero que se esfuma, un Presidente que es expulsado del gobierno por la repulsa de la gente y la dirigencia política que se desespera, como las cucarachas cuando uno enciende la luz de la cocina.
Un fin de año luctuoso en Argentina, casi nada que festejar en familia pero sí una euforia colectiva se palpaba en los barrios con el espíritu de haber recobrado el protagonismo.
Cinco presidentes en quince días, otro récord argentino.
El pueblo hizo saber de qué se trataba: el hartazgo.
Primer tropiezo.
El verano del 2002 se mantuvo más caliente que de costumbre, aún ardían los ojos por los gases de la policía y el llanto de los caídos en la brutal respuesta de un gobierno acorralado.
El ex gobernador y luego Senador, de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, es el mandatario provisional de un país convulso y en llamas. Derrotado en las presidenciales de 1999, frente a De La Rúa, debe enfrentar las presiones legítimas internas y las imperiales del exterior, encarnadas en el FMI.
El organismo financiero internacional que decide sobre las economías de los países dependientes, pide más y no vacila en enviar misiones exigiendo mayo ajuste e inequidad para defender sus intereses.
El gobierno aguanta lo que puede, pone parches y reparte aspirinas para curar el cáncer del neoliberalismo impuesto desde el golpe militar de 1976.
Logra apaciguar los reclamos de la gente, después de otra violenta represión en la que mueren dos jóvenes luchadores sociales.
Así, entre piquetes y huelgas, los políticos se recuperan, las masas retroceden, se dividen, las asambleas disminuyen en número o son boicoteadas desde adentro. Convocan a elecciones para Presidente y Vice, con la complicidad de los peronistas fracturados y los radicales escondidos. Una ley electoral amañada a la conveniencia de todos ellos, con segunda vuelta y pocas alternativas para construir la oposición.
Todo el mundo a probarse el traje presidencial.
La consigna de la calle: ¡Que se vayan todos!, fue reciclada: ¡Nos quedamos los de siempre!
Caída.
El 2003 muestra más y nuevas rebeliones. Trabajadores que intentan recuperar sus puestos perdidos con prácticas autogestionarias más o menos exitosas, deben enfrentar a una justicia venal que los desaloja a favor de sus ex patrones y, en la mayoría de los casos, a fuerza de disparos, golpes y detenciones.
La izquierda se fracciona por enésima vez en la historia argentina, el centro izquierda se corre a la derecha y el peronismo lleva tres candidatos.
El próximo domingo se vota. Las últimas encuestas muestran datos inquietantes e increíbles: Carlos Saúl Menem, el adalid del modelo neoliberal que propone más relaciones carnales con el Imperio y mayor regresión social, encabeza los sondeos... Aunque entre la terna de postulantes que concentran la principal intención de votos, no superan el 45%, el ex Presidente fuerza una segunda vuelta con su candidatura.
De mantenerse los resultados y, si la trágica desmemoria de la nación austral, el ballotage deba resolverse en un "todos contra Menem" o, en el peor de los escenarios futuros, el gran amigo de los Bush se impone como Jefe de Estado, Argentina tendrá el siniestro privilegio latinoamericano de ser la única piedra que tropieza tres veces con el mismo animal.