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Argentina: La lucha continúa

2 de abril del 2003

Argentina: Menem marca el camino...

Daniel Campione
Rebelión

Menem despliega su desparpajo una vez más, a sabiendas de que la capacidad de indignación de los argentinos, está en apariencia baja. Su último hallazgo, recogido por las crónicas periodísticas es una propuesta de suprimir la Cámara de Senadores, que en realidad termina convirtiendo a la de Diputados en... un Senado. Toma así el desprestigio flagrante de una de las sedes notorias de la corrupción de la dirigencia política para dar nombre a su propuesta, mientras el contenido real remite exactamente a lo contrario. Truco que durante su gobierno se practicó hasta el hartazgo, como cuando Cavallo bautizó de 'solidaridad previsional' a una norma que instauraba el desamparo de los jubilados..
La reforma constitucional necesaria para concretar el cambio, consistiría principalmente en suprimir la Cámara de Senadores, al mismo tiempo que se reforma la Cámara de Diputados, liquidando la base poblacional como modo de fijar el número de representantes (lo que permite que Buenos Aires tenga alrededor de setenta diputados mientras las provincias menos pobladas tienen unos pocos, pero de todas maneras más que los que les corresponderían de aplicar un criterio aritmético estricto, al existir un número mínimo de diputados por provincia). Esto permitiría que todas las provincias tuvieran sólo cinco legisladores, independientemente de que tengan menos de un centenar de miles de electores o varios millones (como Buenos Aires). Poco más de un centenar de diputados conformarían el total del Poder Legislativo Nacional, conformado con un criterio idéntico al que hoy rige para la Cámara de Senadores: Representación igualitaria de todas las provincias..
Menen no está 'hablando pavadas' como una mirada superficial podría dictaminar. Por un lado, su propuesta apunta a neutralizar el voto popular, llevando al máximo distorsiones que ya existen (la sobrerrepresentación de las provincias pequeñas), al suprimir toda proyección en el número de legisladores del número total de votos obtenidos. Alguien que ganara una decena de provincias poco pobladas, al estilo de La Rioja, Catamarca, Jujuy, etc. tendría muchos más representantes que quien ganara Buenos Aires, Córdoba o la Capital, por ejemplo. Es decir, lo mismo que en el actual Senado, pero sin el contrapeso de otra cámara con número de legisladores proporcional a la población. Es decir que el poder de los políticos de las provincias del interior se maximiza, por una vía que permite acogerse también al costado reaccionario y neoliberal de la crítica 'antipolítica', que presenta la reducción del 'costo de la política' como el problema fundamental: El nuevo sistema legislativo, unicameral y poco numeroso, sería más barato, y a la vez más 'eficiente' al suprimir la posibilidad que diputados 'progres' o con distintos intereses traben las iniciativas caras a los señores de las provincias norteñas o a los dueños del gran capital (o a las apetencias coincidentes de ambos). Y además, un 'efecto colateral' interesante: El corto número total de legisladores, y la abrumadora sobrerrepresentación de varias provincias con electorados de comportamiento conservador, permitiría 'borrar' del mapa parlamentario a las corrientes de izquierda o más progresistas, generalmente con presencia electoral importante sólo en los distritos más poblados....
No está claro como esto se completa con la regionalización que también propone Menem, que podría suprimir provincias para concentrarlas en regiones. Pero la aparente contradicción podría llevarse a cabo sin tanta dificultad: que las regiones concentren funciones estatales, pero las provincias se mantengan como distrito electoral básico. Y de nuevo el 'costo de la política' supuestamente desciende..
Con un mapa institucional así, políticos del estilo de Menem, de práctica clientelista asentada en clases subalternas pobres y de bajo nivel de organización, podrían tener mayoría legislativa. Y sólo bastaría que alguien inventara luego una nueva reforma constitucional (que los dos tercios de esa cámara votarían con toda probabilidad) para que el presidente no sea electo por voto popular sino por los 'diputados' de las provincias, para que toda la conformación de los poderes nacionales quedara independizada del voto popular. De nuevo el fantasma de la 'liga de gobernadores': El consenso entre unos pocos jefes políticos provinciales, sería el que determinara quién ocupe la primera magistratura, con el enorme poder presidencial no sólo intacto, sino reforzado por la perspectiva segura de un parlamento del mismo color político: Decir que es una vuelta al 'orden' del roquismo sería acertado, sino fuera porque esta versión rediviva tiende a hacer mucho más invulnerable que entonces al entendimiento entre la figura presidencial y sus gobernadores aliados....
Cabe señalar que al mismo tiempo, la actual república federal viraría así a la forma de una virtual 'confederación', es decir una asociación de estados soberanos que delega decisiones conjuntas en una 'dieta confederal'. Con una diferencia fundamental: las verdaderas confederaciones no es gobernada por los ciudadanos de los distintos estados, sino por el gobierno de los estados miembros, pero el poder confederal no puede ejercer potestad directa sobre la población de sus estados integrantes. En cambio un régimen de este tipo injertado en el ordenamiento constitucional argentino, dejaría en pie la intervención federal a las provincias a iniciativa del gobierno central, la posibilidad de declarar 'estado de sitio' en todo el territorio nacional, la existencia de gendarmería y policía nacionales con facultad de reprimir en ámbitos provinciales, y demás mecanismos que permiten ejercer el poderío del estado nacional para silenciar o reprimir los reclamos populares Mas allá de las formas constitucionales, el proyecto Menem reproduce las prácticas políticas de la coalición del 'orden conservador', la 'Liga de Gobernadores' de fines del siglo XIX, que tomaba las decisiones bajo la égida de un ejecutivo nacional que podía intervenir las provincias, pero lo perfecciona al formalizarlo. De nuevo, Menem no está solo, apenas lleva al extremo planteos extendidos en el 'establishment'. ¿O acaso no es el conjunto de la dirigencia política nacional el que se complace en presentar el repudio global a la 'clase política' como un deporte porteño sin repercusión en el resto del territorio nacional, como una manifestación más del engreimiento y las 'manías ilustradas' de los 'ricos' y frívolos habitantes de la metrópoli.? El riojano, pragmático a ultranza y amigo de las apuestas extremas, como siempre, propone borrar de un plumazo la influencia política del electorado porteño y del resto de las grandes ciudades del país. En realidad, el candidato a presidente está verbalizando la necesidad de proveer alguna 'solución final', para el espíritu contestatario de los trabajadores ocupados y desocupados, estudiantes y otros grupos urbanos, que llegó a su culminación en los primeros meses de 2002, e inquietó al núcleo del poder bastante más que lo que confesaron públicamente. A través de su proyecto de reforma, Menem le da carnadura a esa 'solución', al menos en el plano político- electoral. Para ello, reproduce una táctica que ha utilizado hasta el cansancio: Colocarse en el supuesto lugar de la defensa de los desfavorecidos (en este caso los habitantes de las provincias periféricas), para hacer populares causas que sólo pueden favorecer a los sectores más conservadores y reaccionarios..
La parte político-militar de la misma estará a cargo de la 'saturación' del territorio con fuerzas de seguridad que también propone el de Anillaco últimamente, con excusas en la 'inseguridad' pero motivo real en el propósito de 'limpiar la calle' de piqueteros y otros manifestantes . La socioeconómica provendría de las últimas privatizaciones (el sistema bancario oficial a la cabeza), la profundización de la 'flexibilización' laboral, la vuelta al ajuste fiscal ortodoxo, y si es posible, la 'dolarización' o alguna variante cercana, todas políticas integrantes del arsenal programático del candidato al tercer mandato..
En las viejas películas de vampiros, nunca faltaba el cazador de vampiros que decía algo así como 'la fuerza de los vampiros radica en que mucha gente no cree en ellos'. Algo parecido podría decirse de la capacidad de daño de Carlos Menem. Muchos analistas aseguran con excesiva certeza que 'los grandes empresarios y EE.UU le soltaron la mano', sin tomarse el trabajo de demostrar que es así. Otros lo piensan como un anciano decadente que quema sus últimas cargas en la política sin saber ya demasiado lo que hace... Sus propuestas recientes suelen no merecer ni la respuesta indignada, porque parece pensarse que son sólo hijas del oportunismo electoral. Sin embargo, el ex presidente conserva intacta, sino agudizada, una de sus facultades: La de oler las orientaciones del gran capital y el poder mundial y caminar hacia ese lado. A la que últimamente le ha añadido la propensión a expresar a voz en cuello propósitos que otros comparten, pero aún no seatreven a hacer públicos. El hombre de Anillaco opera así de 'adelantado' del programa aun no explícito de la derecha, mientras se ponen en marcha las medidas económicas, políticas y culturales necesarias para tratar de hacerlo realmente viable..
Tal como la intervención norteamericana proclama la necesidad de 'rediseñar' Irak y todo el Medio Oriente , Menem está proponiendo una nueva etapa del 'rediseño' de Argentina que él encabezó en los primeros años 90'. Desdichados los que crean que están escuchando sólo el delirio de un dirigente en declive...