El símbolo
Una recuperada, al paso
En la estratégica terminal de ómnibus de Rosario y frente al centro de convenciones donde se celebró el encuentro de empresas recuperadas, funciona Nubecoop, un local de comidas rápidas atendido por sus dueños: los trabajadores.
El bar no da abasto. "Espere un momentito", pide uno de los mozos mientras entrega un suculento sandwich de milanesa a un comensal que afila sus dientes. El proveedor de jamón espera con la libreta para levantar pedidos en la mano. El cajero parece un autómata, abriendo y cerrando la caja sin tomarse recreo. Es mediodía de viernes y no hay respiro para los trabajadores de Nubacoop, el local de comidas que recuperaron y autogestionan en medio de la terminal de ómnibus de Rosario. Es el primer local que uno se cruza cuando baja del micro y es también un símbolo en esta ciudad que albegó al Primer Encuentro Nacional de Incubadoras de Empresas.
En octubre del 2001, los dueños del ex bar Karter llegaron al local junto a un cerrajero y a un escribano. Les dijeron a sus nueve empleados que iban a hacer un inventario y que se fueran a sus casas. "Nos la vimos venir y tomamos el negocio", recuerda Walter Martínez, en un respiro en medio de la vorágine en el que cuenta la historia.
El bar Karter fue el primer empleo ded Martínez, que ahora tiene 33 años. Cuando lo tomaron, en octubre de 2001, llevaba 12 años trabajando allí. Y el mozo que sirvió el sandwich de milanesa ya había cumplido 30 años de labor, el doble que el cocinero. "Este es un lugar estratégico -explica -. Los dueños querían vender la llave porque cotiza muy bien. Pero a nosotros no nos querían pagar la indemnización. Si nos hubieran dado lo que nos correspondía, nos hubiéramos ido". Pero no se los pagaron.
Seis de los nueve trabajadores mantuvieron el bar tomado durante 14 meses (los otros tres empleados se fueron cuando consiguieron trabajo). Vivieron de la solidaridad de los choferes y maleteros, que los conocían desde hace años. "Pasamos acá Año Nuevo y Navidad, sin luz ni gas", se enorgullece. Los antiguos dueños denunciaron a los mozos y al cocinero por usurpación. No fueron los únicos, los otros locales de comidas de la estación también denunciaron a la gente de Bar Karter, que vendía sandwiches sin autorización para sostener a sus familias. Una y otra vez las autoridades clausuraron el local que técnicamente estaba cerrado. Y fueron los mismos trabajadores los que pidieron la quiebra de la firma por las indemnizaciones adeudadas.
Inspirados en la cooperativa de pastas rosarina Mil Hojas, también recuperada por sus obreros, los trabajdores de Kantor formaron la cooperativa Nubecoop y se propusieron autogestionar el bar. Las autoridades, finalmente, le concedieron autorización para explotarlo el 27 de diciembre de 2002. Empezar no fue fácil, los proveedores sólo aceptaban dejar la mercadería si cobraban cash. Pero un kiosquero de la estación, uno de los pocos que no demandó a los trabajdores en conflicto por la venta artesanal de sandwiches, les prestó el dinero necesario. "Desde entonces le pagamos alquiler a la municipalidad que es la propietaria del predio, el gas, todos los impuestos, los proveedores. No debemos un peso a nadie", asegura Martínez.
La recaudación mensual de Nubacoop, descontada los gastos, se reparte en forma pareja entre los trabajadores. "Nos llevamos mil pesos cada uno, mientras que antes cobrábamos 400", subraya Martínez que a la vez reconoce que la carga horaria del trabajo aumentó de 8 a 12 horas diarias. "Ahora tenemos más responsabilidades, pero menos presiones. Trabajar sin patrón es impagable", dice.
"Queremos invertir, remodelar el lugar y hasta evaluar si incorporamos gente. Pero para eso necesitamos saber que la Municipalidad nos va a renovar el contrato por tres años. Estamos esperando que asuma el nuevo intendente para ver que pasa", señala Martínez que debe interrumpir la entrevista porque al proveedor de jamón se le está acabando la paciencia.