La historia oscura de Juan Carlos Legascue, el agente de la SIDE de Paraná, implicado en el pago del soborno a Telleldín
El espía que quedó al descubierto
Por primera vez en los últimos años, un agente de la SIDE de Paraná se reconoció como tal en un juicio oral y público y quedó al descubierto. El espía en cuestión es el abogado Juan Carlos Legascue, ex juez federal en Misiones y ex miembro de la Justicia Federal de Paraná, quien presta funciones en el organismo de inteligencia del Estado desde principios de la última dictadura. Legascue declaró recientemente en la causa por el atentado a la AMIA, porque fue acusado de participar en un complot, por el cual se le pagó 400.000 dólares al acusado y actualmente detenido por el hecho, Carlos Telleldín, para que involucrara a la Policía Bonaerense. ANALISIS accedió a la declaración de Legascue, quien dijo ser un "inorgánico" de la SIDE, que hace sólo "trabajos especiales" y que estuvo en el organismo entre 1993 y 1999. No obstante, este semanario pudo determinar que participa activamente de los planes y seguimientos de la delegación Paraná. Sorprendió al revelar que hizo de intermediario entre iraníes y empresarios arroceros entrerrianos, para un importante negocio. Tiene un "grupo operativo" integrado por ex policías, servicios y ex carapintadas y hace "tareas especiales" en Centroamérica. "Me hicieron 9 pasaportes", declaró.
En los últimos tiempos siempre se lo vio en los bares céntricos de la capital entrerriana, tratando de pasar inadvertido. Sin embargo, su aspecto de hombre de los servicios tiempo completo nunca le permitió tal objetivo. Juan Carlos Legascue, agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), delegación Paraná, cumple tal rol desde hace más de 25 años, aunque nunca lo reconoce. Apenas recibido como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) de Santa Fe, en pleno inicio de la década del ’70, Legascue se incorporó al Juzgado de Instrucción a cargo de Silvano Santander (h) en la justicia provincial. Santander siempre fue un hombre comprometido con la defensa de los derechos humanos, al punto tal que, a pooc de producirse el golpe de Estado en la Argentina, fue cesanteado por el gobierno militar en Entre Ríos. Lo echaron el 20 de mayo de 1976, por tratar de defender a un reconocido médico psiquiatra de Paraná, Eduardo Barbagelata, a quien habían cesanteado.
Legascue -el mayor de tres hermanos, hijos de un suboficial de Ejército y luego visitador médico- no comulgaba demasiado con las ideas de Santander, ya que siempre apareció vinculado a la derecha peronista que, en Paraná, lideraba el fallecido Alberto Ottalagano. De hecho, su hermano, Jorge Legascue, también abogado, fue colaborador del fiscal de Estado, De Felipe, en el gobierno de Enrique Tomás Cresto (PJ).
Por gestiones del entonces vocal de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, doctor Alberto Acebal (los otros dos miembros eran Raúl Dupleich y José Francisco Llorens), quién al parecer fue colocado allí para bloquear el ascenso como camarista del juez Federal doctor Ernesto Pintos, se le ofreció el cargo de secretario a Juan Carlos Legascue. El abogado aceptó de inmediato, pero al poco tiempo renunció, luego de diversas situaciones tensas que aún hoy se recuerdan en la Justicia Federal.
No obstante, y por gestiones de un familiar que tenía en la Presidencia del Banco de Entre Ríos -nombrado por Cresto-, retornó al fuero federal, esta vez como defensor de Cámara. No le fue muy bien. Hay quienes sostienen que quedó involucrado en algunos hechos turbios que se investigaban -como un operativo realizado en Santa Fe- y cuando llegó el coronel Juan Carlos Trimarco al poder pasó a ser el primer cesanteado en la Justicia Federal de Paraná.
"En principio quedó como una víctima, porque lo sacaron dos días después del golpe de Estado", se indicó a ANALISIS. "Pero al poco tiempo nos dimos cuenta que todo había sido una maniobra para sacarlo de escena y llevarlo a otro lugar. Allí nos dimos cuenta que el hombre tenía un doble rol", se acotó. Sucede que Legascue se fue de Paraná y recaló en Posadas, donde fue designado juez Federal de dicha capital, en plena dictadura. El abogado no estuvo demasiados días. A los pocos meses le iniciaron un Jury de Enjuiciamiento por la supuesta "apropiación de dinero depositado en custodia por distintas causas y hasta de un barco que habría sido secuestrado a raíz de un juicio", recordó un experimentado periodista misionero consultado por este semanario. Legascue puso como abogado defensor al profesor de Derecho Penal de la UNL, Jaime Prats Cardona, pero el Jury no llegó a reunirse porque presentó su renuncia, para zafar de la complicada situación. Sus buenas relaciones con el poder militar no sólo se vieron en lo sucedido en Misiones, sino también en otro hecho: al poco tiempo logró el beneficio de la jubilación como ex magistrado.
El servicio paranaense
Legascue regresó a Paraná, pero desde esos tiempos de la dictadura no se le conocía ninguna actividad. "En pleno gobierno de Trimarco comenzó a trabajar en la SIDE", confesó una persona consultada. El organismo de Inteligencia dependía de la cúpula del Comando de la Segunda Brigada de Caballería Blindada del Ejército Argentino, con sede en avenida 25 de Mayo, donde actualmente sigue aún. Los espías de esa época fueron clave para detenciones ilegales y desapariciones forzadas de personas, tal como ocurrió en Paraná, Concepción del Uruguay o Gualeguaychú.
El nombre de Legascue nunca había aparecido públicamente. Este semanario lo halló en los medios nacionales el 23 de agosto, cuando se informó que un agente de la SIDE lo involucró al declarar en el juicio oral y público en la causa por al criminal atentado contra la sede de la AMIA, en julio de 1996. En poco más de cuatro horas netas de declaración, que se extendieron hasta poco más de las dos de la mañana, el agente de la SIDE