La nueva: aguantadero policial en Ciudad Universitaria
Desde hace unos meses, por orden del Rectorado de la UBA, se está instalando un destacamento policial en Ciudad Universitaria, con la intención de controlar el ingreso al predio. Además, los habitantes de la Villa Gay ubicada en los alrededores son culpados por el "clima de inseguridad" que se vive. Cercar, controlar y erradicar: una historia de sentido común, impunidad y negocios.
Martín Echenbaum
ConoSur
Junio de 2003. Se cumple un año del asesinato de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en el Puente Pueyrredón, tras una cacería policial de algunos "locos" que representaron cabalmente la locura de la institución policial y la perversión y el cinismo de gran parte de la dirigencia política.
Durante ese mismo mes, del mismo año, hace poquito, un estudiante de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, cuando se iba de Ciudad Universitaria después de cursar, se encontró con un policía que custodiaba un viejo edificio abandonado. Ese edificio estaba siendo refaccionado. No, no era una nueva unidad académica, una cancha de fútbol o una biblioteca: "Estamos construyendo una comisaría, así que si escuchás un helicóptero no te asustes, estamos para ayudarte". Eso dijo el comisario.
Un grupo de estudiantes de la Facultad, preocupados por el tema, comenzó a investigar, cámara oculta en mano (o quién sabe dónde). Primero ingresaron al supuesto nuevo destacamento y uno de los albañiles les confirmó el dato. Después hablaron con el oficial a cargo, el Sargento 1° Gómez, de la comisaría 51, quién les aseguró que la orden de construir la dependencia frente al Pabellón I de Ciudad Universitaria fue dada por el Rector de la UBA, señor Jaim Etcheverry.
El Intendente de Ciudad Universitaria, Mario Boscoboinik, también encargado de la cuestión "seguridad", les declaró a los chicos que en las oficinas a construir "habrá policías, todos uniformados, con el objetivo de garantizar la seguridad". Según su argumentación, una de las claves para cumplir con su cometido sería cumplir con la necesidad de "erradicar la Villa Gay", ubicada en el predio de Ciudad Universitaria.
Entonces tenemos un doble plan: primero, cercar todos los accesos al predio de Ciudad y dejar una única entrada, vigilada por policías, que impedirán la entrada "a toda persona ajena al establecimiento". O sea, sin la libreta correspondiente, afuera. En segundo lugar, erradicar y desalojar a los habitantes de la Villa Gay, los supuestos "causantes" de la inseguridad que reina en el lugar. Hace pocos días, un sábado, alguien se acercó a la Villa y aseguró que se venía el desalojo. Una advertencia.
Con respecto a la seguridad, lo cierto es que los dos robos más importantes dentro de Ciudad ocurrieron desde que la policía está en el lugar. En general ya se sabe que por donde está la policía el olor a inseguridad se expande cual Riachuelo de María Julia.
Con respecto a la Villa, hay grandes intereses en la zona que actualmente ocupa. El terreno pertenece a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que además de haber parido a Kirchner le han cedido el espacio a los habitantes de la Villa. Para muchos sería un gran negocio tener el terreno libre para construir nuevos Sky Ranch (Fassi Lavalle dixit) que ganen plata a costa de evadir impuestos.
Uno de los mayores problemas, no ya privativo de este caso pero que sí incide, es la opinión de muchos, quizás habría que decir la mayoría, de los estudiantes. Del mismo modo que la opinión del vecino de la ciudad es "hay que cercar las plazas para hacerlas más limpias y seguras", aquí la voz que circula entre los estudiantes dice que, efectivamente, con más policías se garantiza más seguridad.
En la tapa de Clarín de este domingo último el flamante y ex ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Juan José Alvarez, asegura que va a "saturar las calles" de policías. Sabemos que toda saturación, por definición, implica molestia, dolor y, por que no, inseguridad. Y más si hablamos de la Policía. En el mismo diario, o en cualquiera, cada día se informa sobre nuevos delitos cometidos por estos sujetos que, amparados en la impunidad que otorgan amplios sectores políticos, judiciales y legislativos, delinquen a cuatro manos.
El viernes pasado la comisión estudiantil que se formó para investigar y denunciar estos hechos realizó un festival en Ciudad, frente al lugar donde se está construyendo el destacamento. Tocaron bandas, hubo una olla popular, teatro, radio abierta y, quizás lo más interesante, se empezó a charlar sobre contrapropuestas contra la inseguridad.
Es que lo que abunda y se propala muy fácil por aquí es, junto a la impunidad, el sentido común. El sentido común de mi abuela, del vecino, del estudiante, del periodista, del policía, de todos. Ese que repite la metáfora de la invasión, del aluvión zoológico. Acá se quiere separar a los pobres, y gays, de los estudiantes. Es que, capaz, además de pobres y gays son zurdos, negros y judíos. Entonces mejor tenerlos lejos. Seguro son ladrones. Y los policías, que en su mayoría son buenos, nos van a ayudar. Claro, el problema es ese. Y se soluciona sin que yo haga nada, ni mueva un dedo. A ver si me acerco a la Villa y me contagio, a ver si quiero aplicar acá afuera lo que aprendo acá adentro, que horror, por favor.
Un horror. En la radio se escucha a un periodista que está en el Puente Pueyrredón. Dice que hay un corte, que piqueteros recuerdan "la muerte" de dos compañeros, pero que lo único que logran es un "caos de tránsito". En la radio no habla ningún piquetero. El periodista dice que la "gente" está de mal humor. Malditos piqueteros: pretender interrumpir el libre tránsito del sentido común por las carreteras de nuestro país...