Argentina-Uruguay: La Guerra del Papel
La escalada de cortes de los puentes internacionales entre Argentina y
Uruguay, protagonizada por el movimiento ambientalista argentino en protesta por
la instalación de dos grandes fábricas de celulosa, muestra los límites sociales
del modelo neoliberal y ha hecho entrar en crisis la alianza regional entre
gobiernos que, en principio, tienen las mismas orientaciones ideológicas y
políticas.
Raúl Zibechi
"Mientras tengamos gente para rotar, seguiremos cortando los puentes", dijo uno
de los miembros de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú a mediados de enero. En
esa fecha los permanentes cortes de los tres puentes que unen Argentina y
Uruguay –algunos de ellos hasta por más de 24 horas- habían conseguido disminuir
el flujo de turistas y mercaderías, pero sobre todo instalaron un clima de
"guerra" entre los gobiernos de Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner. Los cortes
buscan presionar sobre la temporada de turismo uruguaya, para frenar la
construcción de las plantas que comenzarán a producir a mediados de este año. El
tupamaro José Mujica, ministro de Ganadería uruguayo, denunció lo que considera
un "sabotaje de la temporada turística", mostrando que los cortes de los puentes
internacionales–una forma de acción novedosa para el movimiento social--es capaz
de erosionar la economía uruguaya muy dependiente del turismo argentino de los
meses de enero y febrero.
El 17 de enero el conflicto se intensificó cuando una decena de activistas de
Greenpeace ocuparon "el muelle que la corporación finlandesa Botnia construye
ilegalmente sobre el río Uruguay", e instalaron un campamento para detener la
construcción de la planta 1. Los ambientalistas consideran, con razón, que la
construcción de las plantas es ilegal ya que no fue consultado el organismo
binacional que administra el cauce del río Uruguay. Para el gobierno de Vázquez
se había llegado al climax en una situación que consideró insoportable, al darse
la convergencia de los cortes permanentes al tránsito internacional y la
denuncia de una organización tan importante como Greenpeace, cuyas acciones
tienen repercusión a escala mundial.
Movimiento social
La Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú (la ciudad argentina más cercana
a las plantas de la finlandesa Botnia y la española Ence) es una organización
que agrupa ambientalistas, grupos sociales, de comerciantes y sectores
productivos rurales y urbanos. Tiene un importante apoyo social en toda la
provincia de Entre Ríos (limítrofe con Uruguay): un recorrido por la ciudad
permite constatar que gran cantidad de comercios y coches lucen carteles de
rechazo a las fábricas de celulosa. Una periodista del semanario Brecha de
Uruguay asegura que casi todas las personas con las que pudo conversar en las
calles de Gualeguaychú, habían participado en alguna de las actividades
convocadas por la Asamblea: marchas, actos, el "abrazo" al puente y hasta los
cortes que son la medida más polémica y arriesgada.
A lo largo del año 2005 se produjeron ocasionales cortes de ruta sobre el puente
San Martín, que une las ciudades de Fray Bentos (Uruguay) y Puerto Unzué
(Argentina), el más cercano a las plantas de celulosa y el más transitado de los
tres que atraviesan el río Uruguay. Pero al iniciarse la temporada turística, a
mediados de diciembre, la Asamblea decidió declarar un boicot al turismo hacia
Uruguay: no sólo incrementó la cantidad de cortes y su duración sino que los
extendió a los tres puentes de forma simultánea, con lo que la comunicación
terrestre entre ambos países se interrumpió en numerosas ocasiones. Uno de cada
tres pasajeros que viajan entre Argentina y Uruguay lo hace a través del puente
San Martín, y más del 40% lo hacen por tierra a través de alguno de los tres
puentes. Lo cierto es que este año el tránsito de personas cayó un 15% en
diciembre, pero por el puente San Martín la caída alcanzó un 32%. Se espera que
los datos de enero registren descensos aún mayores.
Estos datos revelan la intensidad de los cortes y el brusco descenso que
experimenta tanto el tránsito de personas como de mercaderías, lo que habla del
éxito del movimiento ambientalista (apoyado por el gobierno provincial de Entre
Ríos) así como de las dificultades que atraviesan las relaciones entre los dos
países.
La Asamblea de Gualeguaychú cuenta con una lista de dos mil vecinos dispuestos a
participar en piquetes de entre 300 y 350 personas que se considera la cantidad
necesaria para cortar los puentes. Las informaciones recogidas y difundidas
ampliamente por la Asamblea ilustran el daño ambiental que provocarán las
plantas, que producirán 1,5 millones de toneladas anuales de celulosa que serán
exportadas al primer mundo. Argentina cuenta con diez fábricas de celulosa que
producen la mitad de lo que producirán las dos plantas de Fray Bentos, lo que da
una idea de la magnitud de la contaminación que sufrirá el río. Juan Carlos
Villalonga, de Greenpeace, anticipa "la destrucción de los ecosistemas del río
Uruguay, mortandad de peces y contaminación de alto impacto en las comunidades
locales" 2.
Uno de los argumentos más sólidos que esgrimen los ambientalistas, más allá de
los áridos estudios de impacto ambiental que muy pocos leen y comprenden, es la
experiencia de la ciudad gallega de Pontevedra, donde funciona una fábrica de
Ence, la misma empresa que se instalará en Fray Bentos. Miguel Angel Fernández,
alcalde de Pontevedra, es una de las personas más entrevistadas por la prensa
argentina. Siempre repite lo mismo: "Contaminación del agua, lluvia ácida,
enfermedades, pérdida de puestos de trabajo y olor a huevo podrido que envuelve
permanentemente la zona" 3. La ciudad gallega consiguió la aprobación de una ley
por la que Ence deberá retirarase en 2018, al comprobarse los daños ambientales
y sociales. "Una vez que se instala algo así es muy difícil de quitar. No los
echas ni en 30, 40 o 50 años, porque es una inversión impresionante", advierte
Fernández.
Estos sólidos argumentos han calado hondo entre los entrerrianos, que ahora
extienden la protesta a la capital, Buenos Aires, donde este mes comenzaron a
realizar movilizaciones que siempre buscan colapsar el tránsito entre los dos
países. Sin embargo, también prevén que es una forma de frenar la instalación de
más y más plantas de celulosa en la región. En Uruguay ya se decidió la
instalación de una tercera planta, de la sueca Stora Enso que opera también en
Brasil. Según el director nacional forestal de Uruguay, Andrés Berterreche,
"seguramente habrá más de tres", ya que la estadounidense Weyerheuser se propone
instalar cinco plantas (no todas de celulosa pero todas vinculadas a la
forestación) y hay otros emprendimientos que las autoridades mantienen en
secreto 4. Se cree que un pequeño país como Uruguay puede albergar en los
próximos años hasta siete enormes plantas de celulosa.
En Brasil, el negocio forestal y de celulosa está también en plena expansión.
Aracruz, la mayor productora mundial de celulosa a partir de eucaliptos, tiene
ya varias plantas y aspira a abrir una nueva en el estado limítrofe con Uruguay,
Rio Grande do Sul, en la que invertirá 1.200 millones de dólares. La empresa
viene acumulando grandes beneficios en Brasil y sólo en 2005 declaró ganancias
por 485 mil dólares, un 9% más que en 2004 5. Por esa razón, los ambientalistas
sostienen la urgencia de frenar las dos fábricas de Fray Bentos. "Lo que vemos a
futuro es una expansión de esta actividad en ambos países, por lo que reclamamos
un plan de producción limpia que impida la transferencia de tecnología sucia y
contaminante hacia los países en desarrollo", señala Greenpeace.
Crisis política
La intensidad del movimiento contra las papeleras está creando una verdadera
tormenta en las relaciones entre Argentina y Uruguay que pone en peligro al
Mercosur. El gobierno uruguayo acusa al argentino de no reprimir los cortes de
puentes porque violan los tratados binacionales y provocan daños económicos que
califican como "irreparables". Pero el gobierno de Kirchner confirmó que no va a
impedir los cortes mientras sean pacíficos y que optará por el diálogo con los
ambientalistas, aunque dada la fuerza del movimiento la represión tendría un
elevado costo político.
En realidad la construcción de las papeleras registra un rosario de
irregularidades. Uruguay no planteó el tema ante las autoridades binacionales
que regulan el cauce del río Uruguay (CARU) 6, por lo que los ambientalistas
hablan de "ilegalidad" de las plantas. Pero Argentina tampoco defendió sus
derechos con la firmeza necesaria, por lo que ambos países fueron dando largas
al problema y dejando pasar el tiempo sin tomar iniciativas, hasta que los
ambientalistas fueron desbordando a ambos gobiernos. Nadie imaginaba que el
movimiento social de Entre Ríos (Argentina), pero sobre todo el de Gualeguaychú,
llegara a tener la potencia que viene demostrando en los últimos tiempos. Los
gobernantes uruguayos, en particular, hicieron una pésima lectura de la realidad
social: pensaron que las movilizaciones eran obra del gobernador de Entre Ríos,
Jorge Busti, que buscaba la reelección en octubre de 2005, y que pasadas las
elecciones todo volvería a la normalidad. Cuando bajaron de las nubes, ya era
demasiado tarde.
Lo peor es el clima de insultos hacia los argentinos que se extiende en Uruguay
por parte de los principales dirigentes políticos. El ministro José Mujica y su
compañero el senador Eleuterio Fernández, se han destacado por agravios serios a
los ambientalistas. Se está generando un clima de "unidad nacional" que
trasciende a todos los partidos y familias ideológicas, con la excusa de la
"defensa de los intereses nacionales". Todos los gobernantes uruguayos aseguran
que "no hay ningún riesgo ambiental", y el ministro de Medio Ambiente, Mariano
Arana, llegó a asegurar que las papeleras devuelven al río el agua más limpia
que cuando la recogen. Una actitud que tendrá costos políticos altos cuando
comiencen a sentirse los primeros síntomas de contaminación de las papeleras.
Pero el Mercosur también se ve afectado por la crisis entre los gobiernos de
Kirchner y Vázquez, cuyas relaciones personales son cada vez peores. Este
decidió no acudir a la asunción del mando de Evo Morales en Bolivia, el 22 de
enero, ocasión en la que se encontrarán los presidentes de la región. Cada vez
son más las voces que se preguntan para qué sirve el Mercosur si es incapaz de
abordar los problemas entre sus miembros, como es el caso de la "guerra del
papel".
En el fondo, el movimiento social cuestiona el modelo de globalización actual,
en particular lo que Andrés Barreda denomina "los procesos de conformación de
las fábricas mundiales, todas ellas organizadas a la manera de un gran autómata
planetario" 7. En efecto, la fiebre de instalación de fábricas de celulosa en
países del sur, forma parte de un plan global diseñado por ese "autómata
planetario" que supone la creación de una "red de transporte física que es la
red intermodal". De este modo, las papeleras y la contaminación ambiental son
apenas la parte más visible y detestable de un modelo que está rediseñando todo
el continente en base a la creación de "corredores terrestres intermodales" que
unen los océanos Pacífico y Atlántico. La articulación de todos los transportes
entre sí, es también parte de la formación de "un autómata a escala global",
siguiendo a Barreda, en el que se integran las "fábricas globales" como pequeños
nodos de una gigantesca red que abarca todo el planeta.
Si este es el panorama que nos domina, los cortes de rutas y puentes de los
ambientalistas tal vez sean una de las pocas opciones para frenar a ese
autómata, realmente monstruoso, que está consumiendo los recursos del planeta y
convirtiendo nuestras vidas en verdaderas pesadillas.
Notas
1. Comunicado de Greenpeace Uruguay, 17 de enero de 2006.
2. Idem.
3. "Papeleras uruguayas. Las protestas llegan a Buenos Aires", www.lavaca.org.
4. En www.brecha.com.uy.
5. Diario Zero Hora, 13 de enero de 2005.
6. Comisión Administradora del Río Uruguay, entidad binacional que administra el
río por considerarse un recurso compartido entre ambos países.
7. Andrés Barreda en www.alainet.org.
* Raúl Zibechi es colaborador mensual con el IRC Programa de las Américas.