Haití no es Tíbet:
Las miserias del doble discurso
El doble rasero de las derechas del mundo no es ninguna novedad ni puede
sorprender. Más aún, esa doble moral forma parte de la cultura de las derechas.
Duele, sin embargo, que las izquierdas no tengan el valor de ser consecuentes
cuando la represión la llevan adelante tropas de países gobernados por partidos
de izquierda. En efecto, el grueso de las tropas de la MINUSTAH proviene de
países como Brasil (1.211 efectivos) que además comanda la misión, Uruguay
(1.147), Argentina (562) y Chile (502). Todos estos países están gobernados por
personas que se dicen de izquierda o progresistas.
Raúl Zibechi *
En las últimas semanas hemos podido ver cómo los grandes medios y los gobiernos
conservadores del mundo han lanzado una campaña contra los Juegos Olímpicos a
raíz de la represión del gobierono de China en Tíbet. En este tiempo hemos visto
también cómo las izquierdas latinoamericanas y los medios progresistas han
criticado con energía al gobierno de Alvaro Uribe por la acción militar de
Colombia contra un campamento de las FARC en suelo ecuatoriano.
En los últimos días la población de Haití salió a las calles para protestar
contra el escandaloso aumento de los precios de los alimentos, que se triplicó
desde noviembre, y contra la presencia de las tropas de la Misión de las
Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). La represión
ordenada por los mandos de la misión provocó hasta ahora cinco muertos y decenas
de heridos. Sin embargo, los que se rasgan las vestiduras por la represión en
Tíbet y buena parte de quienes critican con entera razón al gobierno de Uribe,
mantienen silencio ante los crímenes en Haití.
El doble rasero de las derechas del mundo no es ninguna novedad ni puede
sorprender. Más aún, esa doble moral forma parte de la cultura de las derechas.
Duele, sin embargo, que las izquierdas no tengan el valor de ser consecuentes
cuando la represión la llevan adelante tropas de países gobernados por partidos
de izquierda. En efecto, el grueso de las tropas de la MINUSTAH proviene de
países como Brasil (1.211 efectivos) que además comanda la misión, Uruguay
(1.147), Argentina (562) y Chile (502). Todos estos países están gobernados por
personas que se dicen de izquierda o progresistas.
Esta presencia militar "progresista" contrasta con las brigadas de salud que
Cuba mantiene en la isla. Comparado con los cuatro países del Cono Sur que
mantienen soldados a Haití, Cuba es un país pobre que sin embargo ha mostrado
que la ayuda humanitaria puede hacerse a favor de los pueblos sin recurrir a la
violencia. Según el presidente René Preval, los 400 médicos cubanos que están en
Cuba desde hace más de cinco años "han atendido 8 millones de casos, más de 100
mil operaciones quirúrgicas, de ellas 50 mil de alto riesgo". Y destaca además
la cooperación en agricultura, pesca y acuicultura y el apoyo de ingenieros
cubanos en la única planta haitiana que produce azúcar. Cuba recibió 600
becarios haitianos que estudian en la universidad de Santiago de Cuba.
Los médicos cubanos están dispersos en todo el país, incluso en las regiones más
remotas. En contraste, Haití tiene sólo dos mil médicos que en un 90% residen en
la capital, Puerto Príncipe. En las zonas atendidas por médicos cubanos la
mortalidad infantil cayó de 80 a 28 mil nacidos vivos y se estima que más de 100
mil vidas fueron salvadas por la ayuda cubana. Según Preval, "el tipo de ayuda
que necesitamos es como la de Cuba" al punto que asegura que para los haitianos
"después de Dios están los médicos cubanos".
¿Porqué Cuba puede enviar ayuda que salva vidas y Brasil y Uruguay, cuyos
presidentes se dicen de izquierda, envían balas y muerte? La respuesta está a la
vista: Cuba es un país solidario que combate el capitalismo mientras los países
del Cono Sur alientan las mismas políticas que están hambreando a los haitianos,
entre ellas la expansión de los agrocombustibles a costa de la soberanía
alimenticia. Como señala un comunicado de Serpaj América Latina, "Haití producía
hace 20 años el 95% del arroz que consumía; hoy importa a Estados Unidos el 80%
de ese producto".
Hasta el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, admitió la relación
entre el aumento del precio de los alimentos y la producción de agrocombustibles.
Ya lo había advertido Fidel Castro en 2007, luego de la visita de George W. Bush
a Brasil cuando acordó con el presidente Lula la expansión de los combustibles
en base a caña de azúcar y maíz.
Didier Dominque, dirigente de la asociación de sindicatos Batay Ouvriye, señala:
"Haití está siendo destruido por intención explícita de quienes construyen
paulatinamente un bolsón de mano de obra barata para sus propósitos
capitalistas. El estado de severa destrucción social habilita el argumento de la
ayuda de la comunidad internacional desde parámetros hegemónicos que solapan un
proyecto de explotación como son las zonas francas y su conjunto de
maquiladoras". Las izquierdas que gobiernan en Sudamérica forman parte de ese
proyecto hegemónico del capital.
Duele y lastima comprobar tanto silencio cómplice. Alegra el espíritu la
iniciativa del sociólogo peruano Aníbal Quijano y de la economista mexicana Ana
Esther Ceceña de promover un manifiesto para reclamar la salida de la mal
llamada misión de paz de Haití y una investigación independiente de los
asesinatos cometidos por la MINSUTAH que garantice castigo a los responsables.
Pero el castigo político que merecen nuestros gobernantes sólo podrá venir de la
presión de los movimientos sociales, para forzarlos a torcer el rumbo neoliberal
y romper de una vez con las políticas funcionales al imperio.
* Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios grupos sociales.