Cinco papeleras y encima un TLC
Raúl Zibechi
Esta semana los uruguayos nos enteramos que ya son cinco las fábricas de
celulosa que se instalarían en el país. Peor aún, el presidente Tabaré Vázquez
dio luz verde al comienzo de las tratativas para firmar un TLC entre Uruguay y
Estados Unidos.
"El tren, algunas veces, pasa una sola vez", dijo Tabaré Vázquez el 9 de agosto
en una conferencia organizada por la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos y
el Congreso de las Americas, en la que participó el representante adjunto de
Comercio de los Estados Unidos, Everett Eissenstat. El presidente uruguayo se
mostró partidario de negociar con "pragmatismo", enfatizó que en materia de
negocios no es bueno actuar en base a "ideologías" y que está dispuesto a llegar
"tan lejos como sea posible" en sus relaciones con la potencia del norte. "En
materia de comercio con los Estados Unidos, Uruguay no parte de cero, hay un
camino recorrido y también un camino para recorrer. Estamos dispuestos a ello",
dijo Vázquez, aunque aseguró que también pretende mantener buenas relaciones con
el Mercosur.
Sentarse a negociar
Según todos los analistas, desde la derecha hasta la izquierda, desde los
sindicatos hasta los empresarios, Tabaré Vázquez envió una clara señal de que
pretende firmar un TLC con Estados Unidos, aunque se cuidó de hablar
explícitamente de libre comercio. Sabe que el gabinete está dividido, que buena
parte de la población se opone a un TLC y que su fuerza política, el Frente
Amplio, tiene una resolución expresa que rechaza ese tipo de acuerdos. De ahí
que se busque abordar la temática a través de otros nombres, como el ABC
(Acuerdo Bilateral de Comercio), cuando los negociadores estadounidenses acaban
de asegurar que la propuesta para Uruguay es un acuerdo idéntico al que acaba de
firmar Perú.
A apropósito, la economista Ariela Ruiz Caro en su libro Riesgos del TLC
Perú-Estados Unidos, recuerda que en el caso andino el Congreso fue ajeno a
las negociaciones y se limitó a ratificarlo; que la estrategia estadounidense
consiste en "dejar los temas sensibles como propiedad intelectual y el agrícola
para el final", como sucedió con México, Chile y Centroamérica; que el proceso
de negociaciones es "prolongado, extenuante y costoso" y que siempre está
marcado por los negociadores de Estados Unidos que proponen falsos blancos para
distraer la atención; que la superpotencia se caracteriza por "ausencia de
contrapropuestas a los planteamientos andinos en los temas más sensibles,
cambios de jefes en las mesas de negociaciones y ausencia de negociadores en
algunas de ellas, sin que mediaran aviso alguno".
Luis Guillermo Restrepo, miembro del grupo técnico colombiano que representó al
sector salud en la mesa de derechos de propiedad intelectual, concluyó en su
carta de renuncia que luego de 18 meses "nunca existió negociación y que para
poder firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos es necesario
abandonar la estrategia de 'negociación por intereses', traspasar las 'líneas
rojas' y aceptar unas disposiciones que eleven la protección a niveles similares
o superiores a los de los tratados firmados por ese país con Chile y los países
centroamericanos".
Así y todo, el presidente uruguayo está decidido a comenzar el proceso
negociador antes del mes de octubre, como lo demanda el Congreso estadounidense.
Quizá la jugada más importante que anunció Vázquez el 9 de agosto consiste en
sortear la oposición de su propia fuerza política. "Este tema no lo resuelve
sólo una fuerza política, este tema lo resolvemos entre todos los uruguayos",
dijo el presidente. En el fondo se trata de una amenaza: el TLC podría aprobarse
con los votos de la derecha y una parte de la izquierda, aunque Vázquez pretende
que la mayor parte de su partido se sume a un eventual acuerdo para evitar pagar
elevados costos políticos.
Y además, las papeleras
El claro guiño de Vázquez llega en un momento en el que se produce una fuerte
disputa entre el gobierno argentino y el FMI. El 7 de agosto la representante de
Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, declaró a la prensa que Washington
pretende excluir a Argentina, Brasil y Venezuela, entre otros once países, del
Sistema Generalizado de Preferencias que permite venderle a Washington más de
3.000 productos sin aranceles. La respuesta del presidente Néstor Kirchner no se
hizo esperar: "Nosotros ya no tenemos relaciones carnales con nadie. Somos un
país independiente", marcando de esa manera distancias con el período en que
Carlos Menem había establecido "relaciones carnales" con Estados Unidos con
resultados catastróficos para el país.
La misma semana el Banco Central de Argentina propuso a Paraguay y Uruguay
eliminar el dólar en sus intercambios comerciales, como ya decidieron hacerlo
Argentina y Brasil hace dos semanas. La iniciativa se encamina a conseguir una
moneda única para el Mercosur, lo que podría significar una seria consolidación
de la alianza comercial. Hasta el momento, y aunque Uruguay consideró la
propuesta como "interesante", el presidente del Banco Central oriental, Walter
Cancela, señaló que la medida "para Uruguay puede tener dificultades" porque "es
una economía muy dolarizada". En suma, la parte uruguaya recibió la propuesta
con cierto escepticismo.
Lo que sigue marchando viento en popa en Uruguay son las papeleras. La segunda
semana de agosto, una semana oscura por cierto, trascendió que ya son cinco las
papeleras que pueden instalarse en un pequeño país de 18 millones de hectáreas.
A los emprendimientos de la finlandesa Botnia y la española ENCE sobre el río
Uruguay, motivo de conflicto con Argentina, se sumó hace varios meses la
propuesta de la empresa sueco-finlandesa Stora Enso de instalar una planta en el
centro del país. Ahora trascendió que una empresa canadiense pretende instalar
otra más, pero el ministerio de Industria mantiene la iniciativa en "absoluta
reserva"; mientras, empresarios iraníes adelantaron que pueden instalar una
quinta planta en la laguna Merin, fronteriza con Brasil.
Un país que luego de la dictadura militar (1973-85) se destacó como paraíso
financiero, pagando un elevado costo económico y social al hundirse la industria
nacional, ahora puede convertirse en el paraíso de la industria papelera, una de
las más contaminantes que existen. Y, bajo un gobierno que se proclama
progresista, todo indica que comenzarán a darse los primeros pasos para la
negociación de un TLC con Estados Unidos sin la necesaria oposición de los
movimientos sociales: la marcha contra el TLC convocada el 9 de agosto contó
sólo con 500 manifestantes.