De Seattle al Pentágono: impacto y presencia del EZLN en EU
Jim Cason y David Brooks/corresponsales
Washington y Nueva York. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) hace casi 10 años generó ecos desde las granjas de Nebraska
a las calles de Seattle; del Pentágono a las filas de roqueros estadunidenses,
fue la primera respuesta desde el ombligo del imperio a la primera rebelión
armada contra el neoliberalismo (el llamado "consenso de Washington") en la
era pos guerra fría.
Pero lo que fue una respuesta sin precedente tanto a escala popular como de
la cúpula estadunidense, se ha desvanecido en años recientes, y hoy es difícil
calibrar la presencia del EZLN en la vida política estadunidense. Sin embargo,
el EZLN ha marcado cambios extraordinarios en este país, desde una nueva doctrina
de guerra en el Pentágono a su influencia sobre el movimiento altermundista
que estalló con Seattle.
Cabe recordar que el primer grupo social que respondió a la guerra contra el
EZLN en los primeros días de enero de 1994 no fue uno de solidaridad, ni de
derechos humanos, ni una agrupación especializada en la relación con México
y América Latina, sino la Unión de Granjeros de Nebraska. En una declaración
y mensaje enviado al gobierno mexicano, la asociación de granjeros familiares
señaló que se habían enterado de que el gobierno mexicano estaba matando y persiguiendo
a granjeros campesinos en Chiapas, y demandaba el cese de tal acción contra
sus contrapartes mexicanos.
Entre las actividades conmemorativas
se prepararon
obras de teatro y bailes regionales FOTO MARIA
MELENDREZ PARADA
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La razón de esto es que los granjeros
de Nebraska habían conocido a los cultivadores de café de Chiapas en una reunión
binacional de granjeros preocupados por los efectos de la integración económica
que se vislumbraba bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Pero en esos primeros días también se sumarían a la defensa del EZLN un
mosaico de agrupaciones de solidaridad, la Iglesia católica de Estados Unidos,
y grupos de derechos humanos regionales y nacionales. Una rebelión armada en una
esquina desconocida y remota del mundo provocó una respuesta cada día más amplia
en Estados Unidos. Una de las razones de esta casi instantánea respuesta fue la
Internet.
Cuando el EZLN aparece en la escena mundial provoca que los estrategas militares
estadunidenses elaboren una nueva doctrina militar, y en gran medida la evaluación
de este fenómeno resulta en el nuevo concepto de "guerra de redes" o netwar.
El think tank privado Rand, bajo contrato con el Pentágono, estudia el
fenómeno, y David Ronfeldt y su colega John Arquilla investigan cómo un pequeño
grupo logra tener una presencia global. Para ellos, esto representa un reto a
la convencional doctrina de seguridad nacional, ya que se trata de un fenómeno
que puede superar, o trascender, los límites nacionales, o sea, no se puede contener
y menos controlar dentro del territorio controlado por un Estado nacional.
Identifican que Chiapas, como Timor del Este, entre otros ejemplos, son conflictos
muy locales y alejados del centro del poder, pero se convierten casi instantáneamente
en asuntos de interés mundial. Esto es novedoso, ya que implica que no se pueden
controlar ni manejar dentro de los esquemas tradicionales de seguridad nacional.
Logran esto, dicen los analistas, mediante de una "red de redes", organismos e
instancias descentralizadas que no pueden ser controladas dentro de ninguna frontera
o localidad, y saltan así los instrumentos de control nacional. El instrumento
fundamental para este nuevo fenómeno es, según ellos, Internet.
Pero analistas militares estadunidenses también estuvieron entre los primeros
en examinar y evaluar el conflicto en Chiapas. El primer análisis general de la
primera etapa del conflicto fue elaborado por analistas del Colegio de Guerra
del Ejército de Estados Unidos. Su conclusión: la raíz del conflicto es una serie
de problemas socio-económicos que no han sido resueltos durante décadas y por
tanto no hay una solución militar -el conflicto sólo puede resolverse en el ámbito
político-. A la vez, la rebelión captura la atención del público estadunidense
en general -no sólo la izquierda. Meses después de la rebelión de enero, el programa
semanal de noticias de televisión más visto en Estados Unidos, 60 Minutes,
de la cadena CBS, logra entrevistar al subcomandante Marcos y transmite
tal vez la versión más positiva de un guerrillero en la historia de los medios
masivos de Estados Unidos -a un hombre enmascarado, armado y con pipa el corresponsal
Ed Bradley le pregunta si su lucha es equivalente a la de los estadunidenses en
su revolución por los derechos fundamentales de libertad y respeto, y Marcos,
en inglés, responde que sí. Así, un rebelde armado latinoamericano es presentado
a millones de televidentes como un héroe que lucha por lo mismo que dice la declaración
de la Independencia de Estados Unidos.
Otros medios masivos buscan la entrevista con los zapatistas. Vanity Fair,
una de las revistas comerciales de mayor venta ofrece otra entrevista con Marcos,
y varias más siguen el ejemplo. De pronto, una insurrección armada ya no es colocada
bajo el prisma de los "marxistas" o "comunistas" contra los defensores de la "libertad"
y la "democracia". Nace la primera rebelión pos guerra fría, y ni los medios
masivos ni la cúpula estadunidense sabe qué etiqueta aplicarles.
El gobierno estadunidense, en sus primeras declaraciones oficiales sobre el conflicto,
reitera lo que piensa es algo inocuo y de rutina: esperamos que el conflicto se
resuelva con respeto a los derechos humanos y pacíficamente. Para el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari esto seguramente no fue bien recibido, ya que marcó
algunos límites a sus opciones de cómo maniobrar y manejar esta crisis. Sus aliados
en Washington se habían visto obligados a hablar sobre lo que ocurría en las montañas
del sureste mexicano, y el conflicto ya había rebasado las fronteras nacionales
.
Durante los primeros meses y años, agrupaciones conformaron lo que llamarían un
nuevo movimiento de solidaridad con Chiapas y el EZLN. Varios de los integrantes
de este nuevo "movimiento" eran veteranos de los movimientos de solidaridad con
las insurgencias de Centroamérica y buscaron aplicar el mismo modelo a México,
muchos sin conocer la historia y las dinámicas políticas del país vecino, y otros
reduciendo a México a un pequeño país centroamericano. Primero buscaron desesperadamente
pruebas e indicios de la participación, o intervención, del gobierno de Estados
Unidos y, segundo, buscaban promover la misma óptica de cómo apoyar a las "víctimas"
de la represión.
Algunos de los asistentes
a los actos aún no nacían
aquel primero de enero de 1994 FOTO MARIA
MELENDREZ PARADA
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Durante los primeros años después de
la rebelión se constituyeron por lo menos cinco organizaciones o redes
de solidaridad, recuenta la investigadora Lynn Stephen, quien estudió esta evolución.
Entre éstos, la llamada Comisión Nacional por la Democracia en México se identificó
como la representante del EZLN en Estados Unidos, ya que en julio de 1994 su lideresa
Cecilia Rodríguez recibió la comisión del subcomandante Marcos como su
representante en este país. Otros grupos con redes nacionales incluyeron IFCO-Pastores
por la Paz, SIPAZ, Global Exchange y en 1998 se organizó el Red de Solidaridad
con México, conformado por decenas de agrupaciones preocupadas con la represión
y defensa del EZLN y sus bases, así como por influir para cambiar la política
estadunidense hacia México.
Una de las fuentes de difusión cibernética de la palabra zapatista fue la organización
Chiapas95, en Austin, Texas, clave para traducir y ofrecer acceso directo a los
comunicados y cuentos del EZLN en las redes estadunidenses.
"La rebelión zapatista de 1994 creó una apertura política sin precedente para
el trabajo de solidaridad y apoyo en Estados Unidos enfocado en la democratización,
los derechos humanos y los derechos indígenas en México", escribió Stephen. A
lo largo de estos 10 años, cientos, tal vez miles, de estadunidenses han visitado
Chiapas, han participado en esfuerzos de construcción de escuelas, de difusión
de información al mundo, de escudos humanos y monitores de derechos humanos,
y claro, como participantes en decenas de foros y reuniones. También aparecieron
comités de apoyo en decenas de ciudades por todo el país.
Pero no sería hasta 1999 cuando el impacto del EZLN sería registrado de otra manera,
no sólo como un objeto de apoyo y solidaridad con México, sino como esa rebelión
que en su esencia era también exactamente lo opuesto -una expresión de solidaridad
con el movimiento de resistencia de Estados Unidos y otras partes del mundo "avanzado".
John Sellers, director del Ruckus Society, uno de los estrategas y participantes
en el gran "carnaval de resistencia" en Seattle (momento crítico de la evolución
de lo que hoy se conoce como el movimiento global por la justicia, o altermundista)
comentó que Seattle tal vez no habría sido posible sin la rebelión del EZLN en
1994. Patrick Reinsborough, ecologista radical y también participante clave en
Seattle, y sus secuelas en Washington y más recientemente Miami, afirma que el
EZLN ha sido fundamental en la evolución del movimiento altermundista en
Estados Unidos. Casi todos los activistas clave de este movimiento trazan parte
de su evolución ideológica a partir del EZLN, entre otros actores mundiales.
Las mantas, camisetas y pancartas con las imágenes del zapatismo constatan su
presencia en las grandes movilizaciones de protesta social en los pasados 10 años
en Estados Unidos, y también las citas de las palabras de los comunicados y las
consignas como "todo para todos, nada para nosotros".
"Por fin recibimos el mensaje desde el sur", exclamó un activista en un mitin
contra el Fondo Monetario Internacional. "Y les queremos decir que ya entendimos,
y estamos actuando". La presencia zapatista también se registró en el circuito
cultural. Figuras del cine como Oliver Stone y Edward James Olmos visitaron Chiapas
y regresaron al coro de apoyo y solidaridad en este país. Músicos como Rage Against
the Machine y las Indigo Girls, junto con escritores, artistas plásticos y más,
se sumaron a este movimiento. La librería cibernética más importante del país,
amazon.com, registra 819 títulos de libros que de alguna manera tratan
al zapatismo, junto con 207 bajo "EZLN". Desde una edición bilingüe de La historia
de los colores del subcomandante Marcos, al volumen de escritos zapatistas
Nuestra arma es nuestra palabra (publicado por Seven Stories Press con
la colaboración de La Jornada), a los libros de John Womack, John Ross
y el Zapatista Reader, la colección de ensayos de varios reconocidos escritores,
fue coordinado por el famoso veterano del movimiento contra la guerra en Vietnam,
Tom Hayden.
Hayden, en entrevista con La Jornada, dijo: "los zapatistas tuvieron un
enorme impacto al lanzar o ciertamente al ampliar el movimiento estadunidense
contra el TLCAN y después contra la Organización Mundial de Comercio. Recuerdo
muchas mantas y camisetas en Seattle en 1999. También influyeron en el estilo
horizontal de no liderazgo de los movimientos de calle aquí". Sin embargo, hoy
la presencia del zapatismo en este país se ha desvanecido. No necesariamente ha
desaparecido, y es indudablemente un punto de referencia tanto para las cúpulas
como para movimientos progresistas, casi todos saben a qué se refiere uno cuando
dice "zapatista".
Pero ya no hay preguntas sobre Chiapas en los foros de los think tank en
Washington, ni entre representantes del gobierno estadunidense, ni mucha atención
en los medios masivos de comunicación, y hay menos tesis dedicadas al tema en
las universidades. De hecho, desde los primeros días del gobierno de Vicente Fox,
el tema ya no ocupaba los primeros rangos de la discusión bilateral. Cuando el
primer canciller de Fox llegó a su primera presentación oficial ante un foro de
académicos y políticos en Washington, no hubo una sola pregunta sobre Chiapas
y fue él quien a fin de cuentas tocó el tema.
La estrategia del nuevo gobierno mexicano para reducir el nivel de atención sobre
Chiapas en Estados Unidos y otros países funcionó, por conducto de los nuevos
representantes de ese gobierno bien conocidos en los circuitos académicos y políticos
estadunidenses que aquí gozaban de credibilidad e identificados como figuras de
la oposición democrática mexicana a lo largo de los 10 años pasados.
Otras razones que explican la reducción de la visibilidad del movimiento zapatista
en Estados Unidos incluyen: el 11 de septiembre cambió el enfoque nacional aquí
tanto para la cúpula como para los movimientos sociales; los interlocutores del
zapatismo en Estados Unidos no sólo no lograron mantener vigente esta presencia,
sino la marginaron al limitarlo a los circuitos tradicionales de la izquierda
y del movimiento de solidaridad, y para algunos, los propios zapatistas abandonaron
el juego trasnacional para enfocarse más en lo que ocurría en México y en sus
propias regiones (pocos entendieron o explicaron aquí la política adoptada por
el EZLN de guardar silencio como expresión de su movimiento en esta coyuntura).
No cabe duda que el 11 de septiembre dificultó todo intento de promover la imagen
de guerrilleros armados y encapuchados ante la sociedad estadunidense. A la vez,
la nueva "guerra contra el terrorismo" ofreció un nuevo pretexto para resucitar
algunos de los instrumentos de la guerra fría destinados a controlar el
debate nacional y renovar ataques contra todo grupo dedicado a la insurrección
armada. El clima y contexto cambiaron.
Por otro lado, durante los pasado cinco años, parte de a "izquierda" estadunidense
insistió en convertir al EZLN en otro movimiento armado antimperialista, y usó
el mismo lenguaje tradicional de la izquierda radical para presentarlo en Estados
Unidos. Esto resultó en que las imágenes y primeras impresiones del EZLN que
lograron ocupar un espacio mucho más amplio que el reducido universo de la izquierda,
de hecho un espacio "legítimo", fueran poco a poco reduciéndose a los ámbitos
tradicionales, y limitados, del mundo progresista estadunidense.
Mientras tanto, el propio EZLN, cuando decidió adoptar su política de silencio
en México, careció de traductores políticos aquí que pudieran ofrecer una interpretación
de esta decisión en Estados Unidos. Como consecuencia, el EZLN pareció abandonar
parte del espacio que había conquistado en este país. Aunque algunos entendieron
esta decisión, para muchos la explicación se redujo a que los zapatistas habían
optado por enfocar sus esfuerzos en asuntos más locales y en general dentro
del esquema político nacional y estatal mexicano.
Por otro lado, era evidente que no se puede mantener una presencia permanente
en el país más poderoso del mundo sin un enorme esfuerzo para incluir a más
actores sociales -algo que la "izquierda" no logró hacer plenamente (claro que
hubo todo tipo de iniciativas y esfuerzos, pero finalmente limitados a los circuitos
autoidentificados como de izquierda) a pesar de la simpatía para el EZLN en
amplios ámbitos sindicales, de grupos de justicia social, estudiantes, granjeros,
movimientos indígenas y los movimientos de derechos civiles de la comunidad
negra y latina.
"Si el impacto se ha desvanecido", comentó Tom Hayden a La Jornada, "es
porque los zapatistas parecen haberse enfocado en el frente del sur de México,
más que en los frentes nacionales e internacionales por ahora. Eso podría cambiar,
claro. También podemos decir que han servido a la función histórica de catalizar
un movimiento global de justicia en las calles y en los foros sociales, y en
América Latina han contribuido de varias maneras a una mayor resistencia de
los indígenas en todas partes".