Zapatismo
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Ciudadanía y pueblos indígenas*
Magdalena Gómez
En las vísperas del "año electoral" resulta necesario el análisis del previsible
comportamiento ciudadano, sobre todo en lo relativo al abstencionismo de cuyos
"detractores" dependerá la orientación y resultado para Presidencia de la
República. Por ello habrá que considerar cuál puede ser el incentivo para que la
ciudadanía indígena acuda a las urnas. Si bien esta decisión es secreta e
individual, en última instancia sabemos que en el campo indígena suele
comentarse el asunto en el ámbito comunitario y que en general se define una
postura común y colectiva. La situación actual es que buena parte de las
organizaciones indígenas reivindican el conjunto de los derechos colectivos de
los pueblos y han jugado un papel importante en la lucha por la democracia en
sentido más amplio que la mera democracia representativa; están en espera del
cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, son cercanos al movimiento
zapatista, se agrupan en el Congreso Nacional Indígena y no postulan su
participación con las actuales normas y condiciones políticas. Sin embargo,
tampoco parece que piensen convertirse en promotores del abstencionismo.
Bien sabemos que el contenido de la ciudadanía no se limita al derecho a votar
en elecciones y que para alcanzar su integralidad requiere del componente de los
derechos sociales, económicos y culturales, lo que en nuestra Constitución se
traduce en derechos exclusivamente políticos. Y aun con este reduccionismo su
ejercicio entraña una relación conflictiva en permanente tensión con sectores de
interés, factores reales de poder que en la práctica cuestionan la supuesta
universalidad de su ejercicio. El caso indígena es representativo de la
distancia no sólo normativa, sino procedimental para acceder a la condición
ciudadana.
En nuestra región hasta ahora hemos puesto escaso énfasis en el análisis de la
ciudadanía en el contexto del reconocimiento a los derechos de los pueblos
indígenas, inmersos en la elaboración y debate de los fundamentos
constitucionales de los derechos colectivos. El enfoque de la ciudadanía nos
enfrenta de nuevo al debate sobre la armonización, contradicción o coexistencia
de derechos individuales y colectivos de estos pueblos, así como a la necesidad
de definir si la propuesta en esta materia será el planteamiento de condiciones
especiales que configuren lo que Kymlicka plantea como "ciudadanía
diferenciada", o bien si basta con el reconocimiento autonómico de los pueblos
para que sus integrantes ejerzan la ciudadanía en condiciones de igualdad con el
resto de los mexicanos.
Este ejercicio demanda la consideración de los cambios que se están produciendo,
tanto en los territorios tradicionales indígenas como en las comunidades de
migrantes. Esta ausencia de análisis sistemático sobre la ciudadanía en contexto
pluricultural también es reflejo de la parálisis que generó el estancamiento del
proceso de diálogo en Chiapas, además de la situación que viven los pueblos
indígenas, asediados por los condicionantes y presiones del programa Procede,
amenazados con las nuevas leyes privatizadoras en materia de recursos naturales
y enfrentados al vaciamiento de sus pueblos debido a la migración.
Es muy significativo recordar lo que planteó el comandante Zebedeo en el
Palacio Legislativo de San Lázaro, el 28 de marzo del 2001:
"Hermanos senadores, hermanas senadoras, hermanos diputados, hermanas diputadas:
"Ustedes llegaron a ocupar esas sillas no por fuerza propia. No se olviden que
fue gracias a la gente, repito, gracias a los jóvenes estudiantes, a las amas de
casa, a los campesinos, a los indígenas, a los obreros, a las obreras, a los
taxistas, a los choferes, a los comerciantes y ambulantes, a los artistas, a los
maestras y las maestras, a los doctores, a las doctoras, a los colonos, a los
mecánicos, a los ingenieros, a los licenciados y al pueblo de México en general.
"Esta clase trabajadora que forma nuestro México prestaron su tiempo, acudieron
en la sección que pertenecen, se formaron e hicieron cola para manchar sus
boletas marcando la equis. Ellos quisieron creer y para ello pedían ni más ni
menos que el reconocimiento de derechos."
Después del desenlace que tuvo la contrarreforma indígena en ese año,
difícilmente podemos esperar que este diálogo inédito en la historia de nuestro
país se repita. Lamentablemente hoy los pueblos indígenas están más distantes
que nunca del Estado, pues los tres poderes de la Unión les han cerrado la
puerta. De manera que Andrés Manuel López Obrador, de ser candidato oficial por
el PRD, y no obstante haber postulado el cumplimiento de los acuerdos de San
Andrés, deberá asumir que lo hace en un campo minado y que la recuperación de la
confianza requerirá la prueba de los hechos.
* Síntesis de la ponencia presentada en el coloquio Estado y Ciudadanía, en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 25 de agosto de 2005.