Zapatismo
|
Marcos deja las armas, no la guerra
Álvaro Delgado
Proceso
No extraña la descalificación automática de quienes repugnan desde todos los
sectores, particularmente desde la extrema derecha, al subcomandante Marcos por
los recientes comunicados mediante los cuales se introdujo otra vez en el debate
nacional, pero es lamentable que la izquierda partidista anteponga el enojo al
análisis sólo por el símil entre Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas.
Y es la izquierda, que irreflexivamente y aun antes del combate ya se ve en la
Presidencia de la República, la que debe estar preocupada por las señales de
Marcos, no tanto por la comparación entre esos dos personajes, sino porque el
guerrillero deja ver lo que, se prevé, será un movimiento político en medio de
una lucha electoral descompuesta.
En efecto, el mensaje de Marcos parece complejo, pero en realidad es muy
sencillo: en los comunicados hay dos posiciones rotundas, una de las cuales es
inamovible --pintar su raya ante todas las fuerzas políticas tradicionales,
entre ellas la que ha articulado López Obrador--, y la otra está en proceso de
legitimación entre quienes, desde hace un cuarto de siglo, optaron por la vía
armada.
Esta última es clave: Marcos ha tomado la decisión de incorporarse a la lucha
política para articular un movimiento de mexicanos que rechazan la putrefacta
política actual y que, estando dispersos, implican para la sociedad un riesgo
inclusive mayor que la propia guerrilla y su capacidad bélica circunscrita a una
región geográfica de Chiapas: la desesperanza.
Suele olvidarse que México padece una extendida pobreza superior a la mitad de
su población y que, tanto en las zonas rurales como urbanas, la cancelación de
oportunidades ha creado un fermento que, de no contrarrestarse, hará explosión
con consecuencias adversas para todos.
De hecho, ese proceso está en marcha con cientos, miles de mexicanos envenenados
por las drogas y enganchados por las bandas criminales, pero también la
impotencia de muchos para lograr una transformación verdadera a través de la
confrontación violenta, que no es admisible porque implica el derramamiento de
sangre a manos de los cuerpos represivos.
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) de
los zapatistas, según el comunicado de Marcos, fechado el 20 de junio, anuncia
que ha hecho una evaluación de la situación nacional, que obviamente corresponde
al primero de los tres recientes comunicados --el que se hizo famoso por el
símil AMLO-Salinas--, y que ha tomado la decisión de hacer una propuesta que es
importante no perder de vista:
Marcos informa que ha propuesto a sus bases de apoyo un "nuevo paso" en la lucha
que, públicamente, inició el 1 de enero de 1994. "Un paso --advierte-- que
implica, entre otras cosas, arriesgarse a perder lo mucho o poco que se ha
logrado, y que se agudicen la persecución y el hostigamiento contra las
comunidades zapatistas."
Justo al escribir estas líneas, el mediodía de este jueves, se hizo público el
cuarto comunicado de Marcos, en el que es todavía más claro respecto de la nueva
decisión. Aclara, a quienes no habían entendido, que no habrá ofensivas bélicas,
sino la ratificación del mensaje de los comunicados anteriores: una convocatoria
para darle forma a un movimiento estrictamente político.
Si las fuerzas políticas tradicionales, incluida la que encabeza López Obrador,
se han corrido al "centro", como escribió, el movimiento que sugiere Marcos
deberá ser de izquierda, que incluye no sólo al zapatismo indígena, sino a
sectores que no tienen cabida en ninguna de ellas y están dispersas en todo el
territorio nacional.
Por eso menciona a jóvenes, obreros, campesinos, maestros, homosexuales,
lesbianas, transexuales, transgenéricos y "cada quien su modo", a intelectuales,
científicos, artistas, entre otros sectores que quieran participar en "otra
cosa", se entiende que las estructuras tradicionales. Y así lo dice:
"…Quienes encuentren en su corazón un eco, así sea pequeño, de nuestra nueva
palabra y se sientan llamados por el camino, el paso, el ritmo, la compañía y el
destino que hayamos elegido, tal vez decidan renovar su apoyo (o participar
directamente)… sabiendo que será ‘otra cosa’. Así, sin engaños, sin dobleces,
sin hipocresías, sin mentiras."
La razón para la nueva estrategia es muy clara: "No podemos permanecer pasivos,
contemplando nada más cómo una banda de rufianes despoja a nuestra patria de
todo lo que la hacía ser y ser a todos: la dignidad."
En la "hora sexta", en junio, lo previsible es que Marcos dé a conocer una nueva
Declaración de la Selva Lacandona, mediante la cual anuncie la decisión, ya
legitimada en la consulta, de dejar las armas, pero no la guerra de las ideas,
que será justamente el elemento articulador de este movimiento de izquierda
contrapuesto a todas las fuerzas políticas de "centro".
Y en este sentido, era fundamental el deslinde de Marcos y los mandos del EZLN
respecto López Obrador, quien tendrá un acicate más en su empeño por llegar a la
Presidencia. Y no porque los guerrilleros busquen formar un partido político
para obtener candidaturas y cargos, sino para evitar que, en efecto, "una banda
de rufianes" continúe en la impunidad.
Por eso Marcos juega con la despedida, que para unos sí será, y aclara: "Aunque
para otros será lo que es en realidad, es decir, una promesa… Porque ya se
alcanza a ver lo que falta…".
Así, Marcos y el EZLN, y lo que se busca crear, encontrarán un contexto muy
distinto al de 1994 y aun al de 2001, cuando salieron de su territorio hacia la
Ciudad de México para hablar desde la tribuna del Congreso, pero lo menos
recomendable es no tomar en serio esta decisión, se esté de acuerdo o no con
ella y sus promotores.
Marcos dará muchas noticias…