Zapatismo
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En torno a la otra campaña
Gilberto López y Rivas
La Jornada
La otra campaña se presenta como alternativa estratégica para la
re-constitución de la nación mexicana desde la perspectiva de los oprimidos y
explotados, y a partir de una práctica política que rompa con la cultura del
caudillismo y la delegación de poderes y saberes en una clase política
profesional. Sin embargo, de la asistencia a la reunión convocada por el EZLN
con las organizaciones no gubernamentales surgen las siguientes reflexiones con
base en una preocupación central: ¿la sociedad civil y política antisistémica
está preparada para llevar a cabo la otra campaña?
Lo efectivo no quita lo festivo. Es necesario reconsiderar si las
exposiciones autorreferenciales y sin límite de tiempo son la mejor forma de
llevar a cabo un diálogo, discusión o encuentro. No se trata de someter a nadie
(mucho menos a los jóvenes) al control de una disciplina carente de entusiasmo,
creatividad artística y formas diversas de comunicar ideas y propuestas. No
obstante, la propia experiencia zapatista durante el proceso que llevó a la
firma de los acuerdos de San Andrés muestra que mesas de trabajo temáticas,
con oradores acotados por la democracia del tiempo, resultaron no sólo
fructíferas en sus resultados, sino que fueron formadoras de un nuevo carácter
colectivo de debate que toma en cuenta a todos los participantes y no sólo al
que hace uso o abuso de la palabra.
Dejar de verse el ombligo. El gran reto que representa la otra campaña
es trascender lo propio, pensar en formas de articulación comunal, regional,
nacional, internacional, sectorial, en el ámbito del territorio como espacio de
luchas y resistencias, y en la profundidad de la acción política específica de
cada organización. No es suficiente dar a conocer con profusión lo que se hace,
sino también proponer qué hacer con similares o diversas organizaciones
para desarrollar o potenciar el trabajo en común.
Ni vanguardia ni populismo. En innumerables ocasiones el EZLN ha
declarado que no desea asumir un papel vanguardista en la lucha de liberación
del pueblo mexicano. Sin embargo, es un hecho objetivo que el neozapatismo es la
única organización nacional con la autoridad moral y política capaz de convocar
una tarea de la envergadura de la otra campaña. Esto trae
responsabilidades adicionales y por ello es muy importante cuidar cada uno de
los pasos e iniciativas que los mayas zapatistas llevan a cabo como el factor
aglutinador de este gran esfuerzo de reconstrucción nacional. El conjunto del
movimiento en su relación con el EZLN tiene que observar esta realidad sin caer
en el seguidismo o la incondicionalidad, pero reconociendo la singularidad del
compromiso y la generosidad del zapatismo, asumiendo los riesgos y las
responsabilidades que esto implica. Con mucha frecuencia se olvida que el EZLN y
sus comunidades de apoyo sufren de la permanente agresión del Estado, sus
fuerzas represivas y de inteligencia, así como de los cuerpos paramilitares a su
disposición.
Por la liberación nacional y por las autonomías indígenas. Una errónea
interpretación de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona podría ser que los
zapatistas con la otra campaña abandonan la lucha por los autogobiernos y
los procesos autonómicos de los pueblos indios. Precisamente porque el EZLN está
firmemente vinculado con la causa indígena es necesario dar el salto hacia una
resistencia anticapitalista, dado que las corporaciones neoliberales son
enemigas por antonomasia de las autonomías y pretenden adueñarse de los
territorios, recursos naturales y estratégicos de los indígenas. La
consolidación de las autonomías pasa por la transformación del país y la
sociedad, y por la conformación de una fuerza política nacional poderosa y capaz
de establecer las autonomías como parte esencial de una nueva
constitucionalidad. No son los zapatistas los "rebasados", sino quienes insisten
en reducirlos dentro de los límites del localismo, el ecologismo y el
indianismo. Los pueblos indios en sus comunidades, regiones, ciudades y espacios
de migración son actores activos de la cuestión social y nacional, protagonistas
contemporáneos de la resistencia anticapitalista por la democracia, la justicia
y el socialismo.
No es posible dividir lo ya dividido. Quienes consideran que la otra
campaña resta fuerza a la izquierda institucional y diminuye sus
posibilidades de triunfo electoral en 2006 no toman en cuenta que ha sido el
propio Partido de la Revolución Democrática el que ha causado a lo largo de
estos años la separación de este organismo político de la sociedad mexicana. Han
sido las traiciones, los oportunismos, la corrupción, el secuestro de sus
organismos de dirección por grupos de interés, su abandono de los principios
fundacionales lo que ha llevado descrédito y desintegración a las filas de sus
militantes y simpatizantes, muchos de los cuales han optado por la separación o
la renuncia. No son sus detractores los responsables de su escaso o nulo
posicionamiento en regiones enteras del país y de la pérdida de influencia en
otras; de la ausencia de trabajo político en los sectores obrero, campesino,
estudiantil y urbano-popular; del reclamo de los pueblos indios por su
incongruencia, falta de interés e instrumentalismo. Si alguien ha hecho daño a
la izquierda de este país han sido quienes han denigrado la política y el
ejercicio del buen gobierno.
Se hace camino al andar. El mayor reto de la otra campaña es
reconstituir la cultura y la práctica políticas con el propósito de estar a la
altura de las necesidades del momento histórico que se vive, en el que es
necesario definir un rumbo distinto para nuestra patria y establecer un
compromiso con base en la acción colectiva de largo aliento. Va mi adscripción
pública a la otra campaña.