Zapatismo
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El sub comandante Marcos
Ramón Chao
www.radiochango.com
He de confesar que si yo tuviera bemoles (me refiero a los viriles, que
musicales me sobran), seguiría el ejemplo del sub comandante Marcos, el
agitador, díscolo, revolucionario o como quieran llamarlo, más envidiable que
conozco. El día en que irrumpió en la Historia el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, (EZLN) el 1 de enero de 1994, me encontraba yo en Santa
Marta de Colombia con el grupo Mano Negra y el tren de Hielo y fuego.
Inmediatamente festejamos la entrada de un "ejército" de varios miles de indios
mayas, en su mayoría desarmados y el rostro cubierto por pasamontañas, en cuatro
ciudades importantes del Estado de Chiapas. ¿ Cómo no suscribir la declaración
de Lacandona, por la cual los insurgentes se comprometían a luchar «por el
trabajo, la tierra , la alimentación, la salud, la educación, la independencia,
la libertad, la democracia, la justicia y la paz ». ¿Cómo no compartir estos
principios, enunciados además cuando entraba en vigor el ALENA, acuerdo de libre
intercambio alentado por los EE.UU y destinado a suprimir las fronteras entre
este país, México y Canadá, pero únicamente para las mercancías y no para las
personas?
Pasaron los años, unos tres o cuatro, y las relaciones entre el sub y yo se
fueron acercando. Por una parte, llegué a saber por Carmen Castillo y otros
documentalistas que iban a entrevistarlo, que se informaba de la actualidad
internacional por los programas de RFI. que yo dirigía. Llegamos a entablar una
amistad lejana y progresiva gracias a conocidos que viajaban de un continente al
otro, entre ellos Ignacio Ramonet y mi hijo Manu, quien pasó unos días con él en
la selva. Así me aproximaba cada vez más a este militante que se deslizaba desde
un marxismo-leninismo de sus inicios a un alter mundialismo pacífico en el que
estábamos nosotros. Terminó de convencerme el texto programático que envió en
1997 a Le monde diplomatique titulado "La cuarta guerra mundial ha comenzado";
es decir, la globalización financiera, y nos invita a resistir contra ella.
Al final de la guerra fría, el capitalismo inventó un horror militar: la bomba
de neutrones, que destruye la vida a la par que deja los edificios impecables.
Sin embargo, aún faltaba por descubrir una maravilla, decisiva en esta cuarta
guerra mundial: la bomba financiera, que además de arruinar a la nación impone
terror, miseria y muerte a sus habitantes.
El resultado de la explosión no es un montón de ruinas hirvientes, o miles de
cuerpos inertes, sino megapolis comerciales e hipermercados planetarios como los
que se han despertado en Francia en las últimas semanas.
Todo esto lo expone el sub en un castellano remozado y sorprendente que ha
atraído la atención del público y editores. Al final de la larga marcha desde la
selva Lacandona a la capital del México, nos reunió a cuatro o cinco personas en
su cuartel general. Estábamos Danielle Mitterrand, José Bové, el humorista
Wolinski, Bernard Cassen (fundador de ATTAC), no sé quién más y yo. Cada cual
fue dando su parecer sobre el zapatismo. Yo me quedé rezagado, pues nada tenía
que añadir a tantos análisis sesudos y elogiosos. ¿Y Ramón Chao que piensa?,
dijo él dirigiéndose a mí. "Pienso que tus comunicados son de una calidad
literaria excepcional". "Es el mejor elogio con que me podías premiar".
Acaba de salir en París una película titulada "El ejército desarmado" en la que
se relatan las penas, alegrías y anécdotas de este viaje, desde San Cristóbal de
las Casas hasta el Zócalo de Ciudad de México. Llegará a España, sin duda. No se
la pierdan.