Zapatismo
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Primera parte: Un islote
Con la protección de la lluvia, Sombraluz camina en espiral, dibujando con sus
pasos un caracol. ¿Entra? ¿Sale? Saber. Parece que habla o escribe a quien no
está. Veamos...
Se acabó la fiesta. Se van los musiqueros, aunque todavía hay un poco de bulla.
Mañana el día será como es de por sí en este mes: el sol a ratos, como si se
asomara cada tanto, nomás para ver qué hacemos, y las nubes y la lluvia
tapándonos de improviso, como haciendo "bolita" sobre el mundo. Pero para que el
sol ascienda con su pijama de nubes todavía falta, y falta también para que
éstas expriman sus nostalgias y suspiros sobre las sombras y luces de abajo. Se
apaga la fiesta de a poquito, como relevándose, como si el ruido (el bla bla de
la música en el lodo) diera el "quién vive" y el silencio dijera, callando, "yo
soy". También de a poquito se encienden los grillos. Así que espera todavía,
deja tu cintura en mi brazo un momento más. Mira el desorden de estrellas
dispersas, el cielo lavándose el rostro moreno de sombra, la luna guiñando luz
entre las nubes. ¿Escuchas? Ya sólo el aserrín-aserrín de la noche, alguna gota
de lluvia llegando con evidente retraso a los techos de lámina, un perro
simulando el eco de su ladrido en la complicidad de otros. Ven, caminemos de
nuevo, hagamos de la mirada un testimonio. Enciende la mente, ve lo que se ve y
lo que no se ve. ¡Atención! Ya aparecen las primeras letras.
Se supone que debería aparecer una pantalla, algo de imagen y audio, y un
control remoto. Se supone, pero no... En lugar de la pantalla y el control
remoto aparece una cartulina donde se lee:
EL SISTEMA ZAPATISTA DE TELEVISIÓN INTERGALACTICA PRESENTA...
¡UN VIDEO MUUUUY ESPECIAAAAL!
Sombraluz cambia de cartulina por otra en la que se lee, ahora en letras
cursivas:
LA AUSENCIA DE AUDIO E IMAGEN EN ESTE VIDEO NO ES POR FALTA DE TECNOLOGIA,
SINO POR
LO QUE SE LLAMA "TECNOLOGIA
DE LA RESISTENCIA".
Mmh, así que un video sin imágenes ni audio... A partir de este momento, el
"video alternativo" será presentado en sucesivas cartulinas, con letras de
diferentes tipos, tamaños y colores. Acomódese usted, donde pueda y como pueda,
y lea...
Erase una vez que se era... un país llamado México
Probablemente las futuras generaciones de mexicanos ya no lo sabrán (gracias a
una criminal reforma en el sistema educativo secundario), pero la leyenda
cultural fundacional que da origen a la Nación Mexicana no tiene nada que ver
con el mestizaje. Tampoco se relaciona con la brutal conquista hispana, ni con
las guerras invasoras, abiertas o embozadas, de los distintos nombres de la
estupidez imperial a lo largo de la historia: Estados Unidos de Norteamérica,
Francia, Inglaterra, Alemania.
Mucho menos se asocia con el necio decreto (cada cambio gubernamental) del fin
de la historia en un nombre: Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna,
Maximiliano de Habsburgo, Carlos Salinas de Gortari (o la nominación que reciba
el "me llamo como me llamo pero me conocen como la culminación de los tiempos").
No, el referente histórico, cultural y simbólico de esta nación, tiene que ver
con lo indígena: sobre un islote, un águila devora a una serpiente y un nopal le
sirve de pedestal. Esta imagen será escudo, bandera, sinónimo, espejo colectivo,
y ancla cultural de los mexicanos desde el siglo XIX hasta este amanecer del
siglo XXI. Según la leyenda, los mexicas fundan Tenochtitlán en el lugar donde
encuentran esa señal. El dios Huitzilopochtli (también llamado "cielo azul" y
representado por un sol) habría derrotado a Copil. El corazón del vencido es
sembrado y se convierte en nopal. Los mexicas, procedentes de Aztlán ("El Lugar
de las Garzas"), serán conocidos entonces como "aztecas" y este nombre será, con
el paso del tiempo, sinónimo de "mexicanos".
Así que hoy, cuando el vigésimo primer siglo tartamudea sus primeros años, en
medio del caos, los símbolos nos recuerdan que México se funda sobre un islote.
Y, sobre un islote, como ha sido a lo largo de toda su historia como Nación, la
mexicana enfrenta ahora un nuevo intento de destrucción, ahora con la coartada
de la "modernidad". Y, como en toda guerra, el poderoso ataca primero los dos
objetivos principales: la verdad... y el calendario.
Un rápido repaso por las principales imágenes de la "vida nacional" presentadas
por los medios de comunicación (particularmente por la televisión) provoca una
sensación de caos, anacronía y sinrazón. El calendario vigente marca la mitad
del año de 2004, pero la programación a ratos parece estar a mitad del siglo XIX,
y a ratos a mitad del año 2006.
La diferencia entre izquierda y derecha está en que unos salen en video y
otros no
Algunos saldos del asunto Ahumada: no sólo se corroboraron las cualidades
histriónicas de dirigentes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), su
provincialismo haciendo fila para subirse al avión privado del corruptor de
mayores, su decadencia artesanal (priístas y panistas se burlaban de las ligas,
las bolsas -las de plástico y las del saco- y el portafolios, como si no
hubieran, dicen, las finanzas cibernéticas y las cuentas bancarias en las Islas
Caimán) y el método infalible de tapar un escándalo con otro mayor (el complot
-a todas luces cierto- como lavamanos mediático).
A Ahumada debemos también el exhibir a un gobierno, el federal, prefiriendo el
escándalo mediático en lugar de la vía jurídica; establecer la verdadera
estatura política (de enanos) del "dúo dinámico" (Creel y Derbez), y mostrar la
fragilidad del Estado mexicano al llevar a su gobierno a una crisis
internacional con el gobierno de Cuba.
Y lo más importante: el caso Ahumada fue sólo un botón de la larga muestra con
la que la clase política destruye el calendario: el 2006 será el año más largo
de la historia, empezó en enero del 2004. No fue el afán de justicia o la
búsqueda de la verdad lo que motivó la salida a la luz pública de los
tejemanejes de Carlos Ahumada, "videasta de vocación" (Monsiváis dixit).
El motivo fue golpear la imagen pública de López Obrador.
Porque si de corruptelas se trata, las exhibidas y ocultadas por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) no se quedarían atrás en el rating. En
el llamado Pemexgate abundan las pruebas jurídicas pero falta el video.
En la guerra sucia de Díaz Ordaz-Echeverría-López Portillo- De la
Madrid-Salinas de Gortari-Zedillo hay evidencias incriminatorias, pero la
justicia prescribió antes del horario triple A. En los fraudes electorales hay
certezas, pero no hay cupo en el banquillo de los acusados. En la corrupción
hecha gobierno hay seguridades legales, pero no se pueden emplear como eslogan
electoral.
Y el Partido Acción Nacional (PAN) disputa su lugar en la programación. Lo de
Vamos México, la Lotería Nacional y el desvío de fondos públicos a Provida,
fueron, nos aclaran presurosos, un problema de relaciones públicas y "mala
prensa".
Muy a su pesar, los tres principales partidos políticos de México se disputan el
protagonismo en el escándalo, con la misma enjundia con que antes se disputaban
los votos. Parece que nadie hace el favor de informarles, pero la crisis del
Estado mexicano es también, y sobre todo, la crisis de la clase política. Si el
periodo electoral del 2006 se adelantó al 2004 no es por urgencias nacionales,
es porque el verbo "madrugar" se conjuga no sólo en desmañanadas conferencias de
prensa.
La diferencia entre el pasado y el futuro está en que el primero ya fue al
confesionario
Si la lucha por el poder en veces nos pone años adelante, la derecha realmente
existente hace su tarea y nos ubica décadas y siglos atrás.
Campeona de la doble moral, la derecha pretende imponer a la sociedad mexicana
un sistema de valores basado en el sectarismo en lugar de la inclusión, en la
filosofía de telenovela en lugar del conocimiento científico, en la intolerancia
en lugar del respeto a lo diferente, en el racismo en lugar de los valores
humanos, en la limosna en lugar de la justicia, en el clóset en lugar de la
libertad manifiesta, en la hipocresía en lugar de la honestidad. En suma: la
Edad Media, pero con Internet y televisión de alta definición.
Si alguien piensa que la derecha sólo tiene como ámbito de quehacer el cultural,
y que ahí no ha hecho sino cosechar derrotas (cualquier evento o acto que sea
vetado por la derecha confesional tiene el éxito asegurado), o que sólo se
encuentra en el PAN y en las jerarquías retrógradas de la Iglesia católica, no
deja de ser ingenuo... e irresponsable.
De Los Legionarios de Cristo al Yunque, pasando por el Opus Dei y Provida, la
derecha no se conforma con conquistar "mentes y corazones". Conquista espacios
de poder, recluta y adiestra grupos paramilitares, y dirige (a veces con cinismo
y a veces de forma encubierta) sectores políticos, empresariales, mediáticos y
sociales.
En suma, la derecha crece, se reproduce y no muere.
Y no sólo. La derecha revive, con la complicidad de ese oportunista ilustrado
que es el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM (y
precandidato a la Presidencia de la República), Juan Ramón de la Fuente, los
grupos porriles universitarios.
En el reciente asesinato del joven estudiante de la UNAM, Noel Pavel González
González, la mano ensangrentada del grupo derechista Yunque sólo se esconde por
la complicidad de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (de
filiación perredista y supuestamente de izquierda), que, además de salir todos
los días en radio, televisión y periódicos, reparte "suicidios" como si fueran
boletines de prensa.
Junto a Pavel y su familia, esperan también Digna Ochoa y sus cercanos. Con
amargura enfrentan lo que muchos callan: la alquimia que presenta mentiras como
verdades jurídicas.
Viendo las acciones de los gobernantes, uno puede ver que si antes la lucha
entre los partidos era por "el centro", ahora se disputan la derecha sin recato
alguno.
Claro que, además de las tendencias a la corrupción y al autoritarismo, los
políticos comparten otra cosa: el culto a los medios.
La diferencia entre democracia y rating está en... en... en... ¿hay
diferencia?
Los cambios políticos en el México de finales del siglo XX e inicios del siglo
XXI se pueden apreciar en la relación entre gobierno y medios de comunicación.
Si en la época "dorada" del priísmo (la "pre modernidad", dicen algunos) el
entonces partido único gobernaba, además. A los medios la "modernidad" trajo
algunos cambios, y fue preciso gobernar CON los medios. En poco tiempo, la
importancia de la comunicación creció y el poder político pasó a ser gobernado
POR los medios. Y ahora, con la "post modernidad", los medios SON quienes
gobiernan, y los políticos son sólo el elenco que se sujeta no únicamente a las
reglas del espectáculo, sino también a los temas que les son marcados por la
televisión, la radio y la prensa escrita (en ese orden y en ese horario).
Una obviedad: la agenda nacional (qué es lo importante y lo urgente en la
Nación, cómo se debe exponer, cómo se debe resolver, con qué método, con cuál
jerarquía y en qué tiempo, en fin, la agenda de los principales problemas
nacionales) ya no se decide en los círculos exclusivos de la clase política (que
es donde se hacía), ni mucho menos abajo, en la población (que es donde no se ha
hecho y debería hacerse), sino en las direcciones de las grandes empresas de
comunicación.
Si antes la prensa televisada, radial y escrita se hallaba mayoritariamente
sujeta a los grilletes de un sistema político autoritario, ahora, por las luchas
sociales y por mérito propio del gremio periodístico, existe una libertad
relativa (atacada de tal forma que la de periodista debería ser calificada ya
como una profesión "de alto riesgo") para abordar temas que antes ni pensarlo, y
para hacerlo con creatividad, ingenio, espíritu crítico y profundidad (aunque no
es frecuente). Porque hay que saludar al periodismo comprometido (que lo hay)
que no duda en enfrentarse al poder al dar una noticia, hacer un reportaje o
elaborar una crónica.
Sin embargo, este periodismo comprometido, al elevar su importancia y su
autoridad moral, atrajo la mirada del poder. Con cortejos más o menos
sofisticados, los políticos buscaron cautivarlo. Pero, a diferencia de los
políticos, los periodistas no son tontos y pronto se dieron cuenta de que los
políticos no tenían ni idea de lo que pasaba en realidad. Hubo así quienes se
mantuvieron y se mantienen frente al poder, y otros que se pusieron y se ponen
en el poder. Son estos últimos los que se autoerigen en "voceros de la
sociedad".
La "opinión pública" es el disfraz con que algunos de los medios de comunicación
presentan sus criterios particulares y de grupo como si fueran de toda la
población. Paulatinamente, los noticieros y las "mesas de comentaristas" han ido
supliendo a la democracia (gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo),
incluyendo la electoral. Pronto los puestos de elección popular se decidirán por
llamadas del auditorio y no por votos (en lugar de la torta, el refresco y la
gorra o la camiseta del acarreo pre moderno, se imprimirá ¡40 veces! su boleto
para participar en la rifa de una visita guiada al circo de San Lázaro).
No se trata de un acto perverso, buen número de periodistas, columnistas
políticos y comentaristas son gente honesta, con visión crítica y preocupada de
veras por los problemas sociales. Por algo se ganan el respeto de televidentes,
radioescuchas y lectores. Pero los hay que ni periodistas son, y su visión es la
de un grupo pequeño, en situación privilegiada, y que ve el problema desde
fuera... y desde arriba.
En una situación donde el gobierno no gobierna, la importancia creciente del
periodista lo pone a caminar en la delgada línea que separa la ética del
cinismo. Frente al espejo cada quien sabe quién es quién.
El papel trascendente del periodismo ha sido "secuestrado" por los monopolios
mediáticos. El rating de los medios, conseguido por sus periodistas y no
por los anunciantes, es puesto al servicio del marketing político,
marcadamente en periodos electorales (y ahora todo el calendario es electoral,
hasta cuando no hay elecciones). Así, la imagen publicitaria suple a los
principios y programas políticos, se convierte en lo más relevante y, no pocas
veces, "jala" al partido político completo, el cual se "viste" con la ropa del
"más popular" (lo hizo el PAN con Fox, lo hace el PRD con López Obrador, y el
PRI... el PRI... bueno, ya encontrarán a alguno).
Resumiendo: La diferencia entre la "pre modernidad" y la "post modernidad" está
en que en la primera los políticos tenían quien les hacía los discursos, y en la
segunda tienen quien les hace los espots publicitarios.
Sin embargo, el abrazo de los medios y la clase política puede ser mortal...
para los medios. Embriagados por la interlocución privilegiada que tienen con el
poder político, los periodistas lo toman como destinatario único y olvidan su
quehacer social. No tardará el tiempo en que los noticieros sólo sean vistos,
escuchados o leídos por otros periodistas (lamento informarles que los políticos
no ven, ni leen ni escuchan las noticias, tienen un encargado o encargada que
les hace un resumen). Como los políticos prescinden de los gobernados, los
medios prescindirán del auditorio. Y unos y otros se felicitarán y, viéndose en
el espejo del otro, se dirán "¡Qué importantes somos!"
La diferencia entre un medio de comunicación progresista y uno fascista está
en cómo hablan de yo, mi, me, conmigo...
La Marcha contra la Delincuencia, llamada por muchos "histórica" (aunque sólo
retuvo unos días el honor, porque la renuncia de Durazo la mandó, como decimos
nosotros los periodistas, "a interiores"), provocó una especie de debate (en
realidad fue un intenso intercambio de calificativos) sobre el papel de los
medios de comunicación.
Después de amenazar con la insurrección popular por el a todas luces injusto,
arbitrario e ilegal proceso de desafuero en contra de López Obrador, el PRD y
sectores afines se llamaron a la indignación por la convocatoria a la llamada
"Marcha del Silencio". Y más cuando la movilización fue un éxito en lo que se
refiere a participación... de la clase acomodada. Tanto tiempo cortejando a ese
sector (Giuliani, los "segundos pisos", el Centro Histórico de la ciudad de
México, el auge urbanístico en Santa Fe, el "Houston" del occidente del DF) y
resulta que el muy ingrato se moviliza para protestar por la inseguridad.
La marcha se realiza y la derecha, siempre alerta para capitalizar lo que la
izquierda abandona, se monta en ella (infructuosamente, como se vio después).
Los medios de comunicación se suman. De hecho, la inmensa mayoría de los
asistentes acuden convocados por la televisión, la radio y la prensa escrita.
Hay medios que lo hacen porque entienden que es un tour de force contra
López Obrador y quieren "domarlo", y hay otros que lo hacen simplemente por
coherencia, y toman como destinatarios a los gobiernos federal, estatales y
municipales.
Buena parte de los asistentes pertenecía a los sectores pudientes de la sociedad
mexicana (las calles aledañas a Reforma y en el Centro Histórico llenas de autos
con choferes y guardaespaldas aburriéndose en la espera, decenas de autobuses de
escuelas particulares estacionados, restaurantes de lujo repletos antes, durante
y después de la marcha; como me dijo alguien: "era como un centro comercial,
pero a lo bestia"). Claro que también hubo esa tradición muy mexicana que se
llama acarreo y "pase de lista" (las grandes tiendas departamentales de los
centros comerciales "exhortaron" a sus empleados a que asistieran). Pero en
cuanto a demandas distó mucho de ser una movilización de derecha. No se
movilizaron en contra de expropiaciones a empresas privadas, o en contra de
impuestos a artículos de lujo, o en contra de leyes que obligaran a las empresas
a pagar salarios justos, o en contra del apoyo con petróleo al gobierno de Cuba,
o para tumbar a un gobierno "rojillo". Se manifestaron porque padecen la
criminalidad. No era precisamente el populacho, pero, ¿entonces qué?, ¿qué los
asalten, secuestren y que los maten por bonitos(as)?
Durante años el PRD le ha temido a las calles. Toda movilización que no fuera de
apoyo a su partido o a sus dirigentes era vista con recelo. La satanización del
movimiento estudiantil de la UNAM en 1999 (porque no lo dirigía), y años y años
desmantelando organizaciones sociales, y resulta que la calle la toman esos a
quienes tanto se ha tratado de halagar: los que tienen y pueden.
Por su lado, los medios fueron los primeros sorprendidos por el éxito de la
marcha. Televisa sólo atinó a hacer una mesa redonda con el tema "¿Y después de
la marcha qué?", y a pedirle a los tres cochinitos (Fernández de Cevallos,
Jackson y Ortega) que se comprometieran a hacer acuerdos para resolver el
problema de la inseguridad. ¡A estas alturas del partido esperar algo de esas
personas! Es como creer en ovnis...
No son pocas las veces que los medios han confrontado al Gobierno de la ciudad
de México. La difusión de los videos del caso Ahumada y los reportajes sobre el
tema de la inseguridad son algunos ejemplos. La "Marcha del Silencio" sirvió
para exacerbar los ánimos. De ahí a calificar a algunos medios, particularmente
a Televisa, como "la mano negra del fascismo", había sólo un paso... y se dio de
inmediato.
Sin embargo, una lectura atenta de algunos medios sirve para dimensionar:
Crónica, el periódico "preferido" de López Obrador, tiene cuando menos dos
sexenios insistiendo en lo que ahora demanda el PRI: que no se litigue en los
medios de comunicación sino en los tribunales. Reforma, otro diario muy
"apreciado" por AMLO, ha documentado la corrupción de todo el espectro político,
no sólo del PRD. El Universal mantiene una planta digna de reporteros y
comentaristas. La Jornada no abandona su compromiso popular (que ya va
para 20 años) y es el medio más consultado por la audiencia cibernética.
Televisa, en los días siguientes a la marcha, en sus noticieros siguió y abundó
en las denuncias de López Obrador en contra de las ventas de Banamex y Bancomer.
Semanas después, reporteros de Televisa investigaron la desviación de recursos,
destinados originalmente al combate contra el sida, a la organización derechista
Provida, y documentaron la práctica de abortos clandestinos en clínicas de esa
organización que, supuestamente, es antiaborto. Y hay más casos que espacio.
En otro extremo, Televisa hizo una cobertura chabacana y cursi de la boda de la
periodista Letizia con un miembro de la realeza hispana (perdón, no recuerdo el
nombre, tal vez en la letrina...), con medios que no dedicó a los atentados del
11 de marzo. O se hizo eco del cuento engañabobos de los ovnis supuestamente
avistados por la Fuerza Aérea Mexicana. Además, en uno de sus especiales
dedicado a los franeleros, encabezó esa moda peligrosa que es la
criminalización de la pobreza. Ahí se presentó a los franeleros, limpia
parabrisas y vendedores de crucero como si la mayoría o todos fueran
secuestradores y asaltantes. Claro que, como acuse de recibo, el señor Ebrard
(que, si no me equivoco, es jefe de la policía de la "Ciudad de la Esperanza")
dedica ahora sus esfuerzos a perseguir y penalizar la pobreza. Se pasa entonces
de combatir la delincuencia a combatir a los pobres... y otra vez para halagar a
un sector.
Así que parece que ni una cosa ni otra. Ni Televisa y otros medios electrónicos
e impresos son la avanzada del fascismo en México, como denuncia el PRD. Ni
tampoco Televisa y otros medios electrónicos e impresos son la "vanguardia de la
democratización" mediática y social, como se autodenominan locutores,
comentaristas y editorialistas. De la misma forma, el gobierno de López Obrador
se debate entre el apoyo a los que menos tienen, programas sociales e
iniciativas culturales elogiables, por un lado, y, por el otro, el autoritarismo
y la persecución a la pobreza con operativos policiacos cuyas imágenes
remiten a las de Irak ocupado por las tropas inglesas y norteamericanas.
No, unos y otros se están acomodando, definiéndose.
No sólo en machacar en que pobreza es sinónimo de delincuencia, es donde se
encuentran medios y políticos. Día a día se suceden escándalos políticos y
financieros que no tienen ninguna sanción penal, y todo se reduce a una condena
moral. Ya no se discute si algo estuvo mal hecho moralmente, sino si es ilegal o
no. El sistema jurídico mexicano, junto con todo el Estado, se haya inmerso en
un lago de podredumbre donde se avalan, con leyes y jueces, crímenes de lesa
humanidad. Desapariciones forzadas y represión (como las protagonizadas, entre
otros, por Echeverría), fraudes (como los de la Lotería Nacional), desvíos de
recursos (como los del PAN a Provida), robos disfrazados de acuerdos
legislativos (como el perpetrado contra los trabajadores del Seguro Social), y
lo que se acumule en la programación de hoy, todo se permite por el "imperio de
la ley", pero se cultiva, con irresponsabilidad, el rencor social.
Mientras todo esto ocurre, detrás de la agenda mediática se avanza en otra
agenda, la de la destrucción del Estado mexicano...
¿Una programación diferente?
Fuera de esta programación hay individuos, colectivos, grupos, pueblos que
entienden que detrás de esa supuesta "agenda nacional" está otra, la real, que
consiste, grosso modo, en la destrucción de México como Nación. Ellos y
ellas saben que el desmantelamiento frenético e implacable del Estado nacional,
conducido por una clase política falta de oficio y de vergüenza (y acompañada en
no pocos casos por algunos medios de comunicación y por el sistema jurídico en
pleno), llevará a un caos y a una pesadilla que ni en la programación estelar de
terror y suspenso podrían igualar.
Como si naufragara en el mar neoliberal, la Nación Mexicana se hunde cada vez
más, y se parece cada día menos a sí misma y más a nada. El país cuya historia
fundacional se remite a un islote en medio de una laguna, se ahoga en aguas que
no son suyas.
Pero hay mexicanos y mexicanas que resisten. No sin dificultades, con los
tropiezos y sinsabores que da el deber, van construyendo pequeños espacios,
islotes encima de los cuales se sueña, se lucha, se trabaja. Islotes donde,
mañana, México será México, tal vez un poco mejor, tal vez un poco más bueno,
pero México.
De uno de estos islotes de resistencia, no el mejor ni el único, de la autonomía
en las comunidades indígenas zapatistas habremos de hablar. Hablaremos de los
caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, de nuestras fallas, errores y de lo
alcanzado, sin más imagen que la mirada que acoja nuestra palabra, y sin más
audio que el que nos otorguen el oído y el corazón de quienes, sin estar acá,
son con nosotros.
(Continuará...)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, agosto del 2004, 20 y 10.
Celebra la Cocopa que Marcos haya roto el silencio
San Cristobal de las Casas, Chis., 19 de agosto. La Comisión de Concordia
y Pacificación (Cocopa) celebró que el subcomandante Marcos haya roto el
silencio que mantuvo durante largo tiempo, y consideró que de esta forma abre la
posibilidad de un "acercamiento" con la comandancia del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
El diputado panista Luis Andrés Esteva Melchor, presidente en turno de la Cocopa,
dijo que una vez que se difundan los comunicados de Marcos, los
integrantes del organismo legislativo los analizarán y buscarán contactos.
"Qué bueno que aparezcan estos mensajes de Marcos, porque nos hace sentir
que podemos tener mayor posibilidad de contactar" con la comandancia zapatista",
manifestó el legislador al ser entrevistado esta noche en el Centro de Derechos
Humanos Fray Bartolomé de las Casas, donde seis integrantes de la Cocopa se
reunieron con indígenas desplazados por el conflicto armado.
-¿Los comunicados del EZLN les dan la esperanza de contactar con la comandancia?
-se le preguntó.
-Sí, siempre será mejor que esté presente, aunque sea mediante mensajes de este
tipo, a que no diga nada.
Comentó que "el silencio del EZLN era ya muy prolongado", por lo que "de alguna
manera esto comienza a presentar un escenario distinto y ojalá pueda haber un
acercamiento". Insistió: "qué bueno que los haya (los comunicados), lo
celebramos".
Al preguntarle si la Cocopa ha tenido algún acercamiento con la comandancia del
EZLN, Esteva Melchor respondió: "Hasta ahora no ha habido contacto desde el
punto de vista formal, o sea, la interlocución que debe haber con la
comandancia, pero la buscaremos, sólo nos falta encontrar medios eficaces para
conseguirla, y que también exista el propósito del interlocutor de aceptarla".
ELIO HENRIQUEZ