Chiapas la resistencia
Caracol V
Roberto Barrios
Gloria Muñoz Ramírez
Fotos José Núñez /La Jornada
En pleno caracoldos pandillas de nueve saraguatos pelean el territorio.
El espectáculo atrae a los miembros de la junta de buen gobierno Nueva semilla
que va a producir, a los campamentistas de paz procedentes de Argentina, Barcelona
y Francia, al equipo de indígenas encargado de un proyecto de comunicación autónoma
y a un grupo de estadunidenses constructores de secundarias zapatistas.
En medio de la aún exuberante selva y muy cerca de las hermosas cascadas anheladas
por inversionistas nacionales y extranjeros, los saraguatos bajan por agua a estas
tierras asoladas por el grupo paramilitar más sangriento de todo el territorio
zapatista: Paz y Justicia.
El espacio destinado al caracol, localizado aproximadamente a una hora
de Palenque, está en construcción permanente. Ya casi está lista la oficina de
Internet, desde donde enviarán directamente su palabra y recibirán la del mundo
entero; y está recién terminada la oficina de la junta de buen gobierno, levantada
con cemento y bloc, y decorada con enormes y coloridos murales zapatistas.
El caracol Que habla para todos, de la zona norte del estado, está integrado
por seis municipios autónomos constituidos, más otros tres que están a punto de
ser declarados. La naturaleza es generosa en estas regiones, "y por eso hay
que defenderla", afirma Pedro, miembro de la junta de buen gobierno, luego
de explicar que la autonomía de los pueblos empieza por el cuidado de la tierra.
Y precisamente para cuidar los recursos naturales, los zapatistas llevan a cabo
un plan de mejoramiento del suelo, que consiste, entre otras cosas, en eliminar
poco a poco la quema de acahuales, utilizar abonos orgánicos y dejar de usar insecticidas
para las plagas, con el fin de recuperar la fertilidad de las tierras. "Todo
esto no es fácil, cuesta trabajo, porque de por sí el gobierno les entrega a los
priístas fertilizantes, herbicidas e insecticidas y así se sigue maltratando la
tierra, aunque los compas ya se dieron cuenta que se puede desarrollar la siembra
sin bajar la calidad de las parcelas", explica la autoridad autónoma.
A partir de las campañas de mejoramiento ambiental, cada vez son más los zapatistas
que utilizan bioinsecticidas, pues, dicen, "no se trata de eliminar las plagas,
sino de ahuyentarlas". Asimismo, emplean el árnica, que sirve como insecticida
y fertilizante al mismo tiempo, hacen compostas de abonos orgánicos y, por supuesto,
rechazan el uso de semillas transgénicas.
A los niños nunca se les pone cero
El manejo de la agroecología no es nuevo en estos pueblos, como tampoco lo es
el sistema de educación autónoma que inició hace cinco años, "cuando se empezó
a pensar en la necesidad de que los pueblos tomen la educación en sus manos. Esto
ya lo hacían compañeros de la zona de La Realidad, por lo que nosotros decidimos
hacer también este trabajo".
Empezaron así los cursos de promotores de educación bajo el programa autónomo
Semillita del sol. Han pasado ya cinco años del inicio y se han formado cuatro
generaciones de promotores. La semilla se extendió y en estos momentos participan
en estos programas comunidades de Huitiupan, Sabanilla y Tila.
Con la educación autónoma, explica otro integrante de la junta, "se les abrió
a los padres de familia zapatistas una alternativa diferente a la del gobierno.
Muchos nos critican, dicen que no hacemos bien el trabajo, pero el caso es que
ahora tenemos 352 promotores de educación que dan clases en 159 escuelas en resistencia,
de las cuales son totalmente nuevas 37. En ellas se forman cerca de 4 mil niños
y niñas zapatistas".
En las escuelas oficiales las clases se imparten sólo en español. En ellas, reclaman
los zapatistas, "se enseña a los niños a dejar de ser indígenas, mientras
en nuestras escuelas se trata de fomentar nuestra identidad". Es por eso
que en la zona norte las clases se dan en español, zoque, tzeltal y chol, "y
además se habla de nuestra lucha y los niños van desarrollando sus ideas".
Aquí, explican, "a los que no saben no se les pone cero, sino que el grupo
no avanza hasta que todos vayan parejo, a nadie se reprueba". Asimismo, a
fin de cursos los promotores indígenas organizan una serie de actividades que
son presenciadas por los padres de familia, quienes valoran el aprendizaje de
sus hijos sin otorgarles ninguna calificación.
El proceso educativo en esta región se hace cada vez más independiente. La primera
y segunda generaciones de promotores fueron capacitadas por auxiliares de la sociedad
civil, mientras que la tercera y la cuarta generación fueron formadas por los
miembros de los primeros egresados, ya sin los acompañantes externos. En este
terreno cada vez se prescinde más del apoyo "de afuera", aunque cada
que enfrentan un problema solicitan asesorías para la elaboración de materiales
didácticos. La alimentación de los promotores durante los cursos, por otra parte,
ya no depende de un proyecto, sino de los propios pueblos.
En estos momentos funcionan dos centros de capacitación de promotores, uno en
Roberto Barrios y otro en Ak'abal Na. Las materias que se imparten en las primarias
son: matemáticas, lenguas, historia, vida y medio ambiente e integración, en donde
se relaciona todo lo aprendido con las demandas zapatistas.
La historia que aprenden los niños autónomos no es la de los libros de texto oficiales,
sino la de sus propios pueblos y su propia lucha. Los promotores y los niños han
preparado las historias de cada una de sus comunidades que, mediante una línea
del tiempo, se sigue en las escuelas en resistencia. "Los niños van a consultar
a los viejitos de los pueblos y junto con ellos van armando su propio material
didáctico", comenta uno de los promotores.
El reto en educación es ahora relacionar todos los proyectos. De esta manera,
se busca que en las escuelas se impartan también clases de salud y de agroecología.
En el municipio autónomo Benito Juárez, por ejemplo, los niños empiezan a sembrar
cuidando la tierra, y ahí también aprenden cuestiones de higiene y prevención
de enfermedades. Asimismo, los promotores de educación preparan excursiones con
los niños a la montaña y a los ríos, donde, en directo, los involucran en el cuidado
al medio ambiente.
Las autoridades autónomas afirman orgullosas que ya trabajan un proyecto de secundaria
(el edificio está listo detrás de la oficina de la junta de buen gobierno), donde
se impartirán las mismas materias que en el nivel de la primaria, agregando una
de cultura. En realidad, no es propiamente una secundaria sino, como su interminable
nombre lo indica, un Centro cultural de educación tecnológica autónoma zapatista.
La idea de este centro, explican los encargados, es que se adapte a la realidad
indígena, pues "no se trata de estudiar para dejar de ser indígenas, sino
para ser indígenas con más ideas". Lo que sigue, dicen, "será cumplir
un día el sueño de tener nuestra universidad zapatista. Antes, todo esto que tenemos
también era un sueño, y mira, ya lo cumplimos".
Los seis municipios autónomos de esta zona son: El Trabajo, Ak'abal Na, Benito
Juárez, Francisco Villa, La Paz y Vicente Guerrero, y existen tres regiones más
que operan como municipios autónomos, aunque no hayan sido declarados formalmente;
además de una serie de comunidades que aún no están organizadas por medio de un
consejo autónomo. Entre toda la zona reportaron un ingreso anual de un millón
600 mil pesos y un egreso aproximado de un millón de pesos. Muy poco, teniendo
en cuenta el extenso territorio y la suma de carencias, pero nada despreciable
si se considera que todo es aprovechado en colectivo.
En el apoyo a esta región, La Garriga, una pequeña y próspera ciudad de Barcelona,
ha sido decisiva. Está hermanada con el municipio El Trabajo desde hace años y
actualmente labora, junto a las autoridades del gobierno autónomo, en otros municipios
de la zona, en proyectos de educación, salud y agroecología.
La salud... falta mucho
Uno de los rubros con mayor rezago en estos pueblos es la salud. Apenas, reconocen,
"estamos organizando este servicio en todos los municipios y regiones, ya
que la salud es una urgencia en las comunidades en resistencia. Todo lo estamos
organizando desde los mismos pueblos con el fin de contar con un sistema propio
de salud comunitaria y autónoma".
Desde hace un año, cuando se inauguraron los caracoles y entraron en funciones
las juntas de buen gobierno, "los centros de salud del gobierno incrementaron
el hostigamiento hacia nuestras bases, a quienes les hacían muchas preguntas y
no les daban buena atención. Por eso nuestra gente tenía hasta miedo de atenderse
en las clínicas oficiales", afirman los responsables del gobierno autónomo,
quienes, junto a los pueblos, elaboran un plan de prevención de enfermedades.
Destaca en la zona norte el trabajo de un pequeño grupo de mujeres fisioterapeutas
procedentes de Cataluña, quienes en un cuartito acondicionado para el caso, ofrecen
masajes terapéuticos que, sin la necesidad de medicamentos, auxilian en algunas
enfermedades. El intercambio cultural que se presenta durante los masajes es asombroso,
pues ni los hombres ni las mujeres indígenas de los pueblos están acostumbrados
a que los "toquen" con fines terapéuticos, mucho menos se atreven a
desnudarse totalmente. Estas jóvenes y entusiastas profesionistas van de pueblo
en pueblo masajeando y capacitando para que, cuando ellas partan, otras u otros
puedan hacer lo mismo.
Hasta hace unos meses el trabajo de salud "iba muy disparejo" en los
pueblos. Cada municipio trabajaba sus necesidades por separado y había unos que
no tenían nada, ni casas de salud ni promotores. Hoy ya cuentan con una clínica
en cada uno de los seis municipios declarados y cursos de promotores para atender
a la totalidad de comunidades. Se trabaja, al igual que en los otros cuatro
caracoles del territorio zapatista, en cursos de herbolaria y alopatía.
Las clínicas autónomas, como en la mayor parte de los centros de atención comunitarios,
no cuentan con doctores ni enfermeras. Son atendidas por promotores de salud de
los pueblos, quienes también llevan a cabo las campañas de vacunación y medicina
preventiva. El municipio autónomo El Trabajo es el único que actualmente cuenta
con un doctor en la clínica localizada precisamente en Roberto Barrios. Se trata
de un pasante de medicina que se encuentra haciendo su servicio social.
Las enfermedades parasitarias y respiratorias, las infecciones de la piel y la
calentura, son algunas de las enfermedades que atienden actualmente un total de
35 promotores de salud en El Trabajo y 41 en Benito Juárez; mientras que en el
municipio autónomo Francisco Villa se trabaja un proyecto de herbolaria, y en
el resto se realiza un diagnóstico para conocer la situación sanitaria.
Mientras tanto, se trabajan campañas de limpieza de letrinas, mantenimiento de
animales fuera de las casas, higiene personal y comunitaria. "Todo esto cuesta
trabajo, pero los compas ya lo están haciendo", afirma el responsable de
salud.
Videastas autónomos
Moy, un joven zapatista de la región, forma parte de un sistema de medios de comunicación
autónomo que incluye, además de una estación de radio regional, la elaboración
de videos que recrean su propia historia, rescatan sus fiestas y tradiciones y
registran las violaciones a sus derechos humanos. Producto de este trabajo es
el video La guerra del miedo: Paz y Justicia, imágenes que narran la violencia
del grupo paramilitar responsable de matanzas y otros crímenes en la zona norte.
Rosaura es locutora de la única estación de radio municipal operada por bases
de apoyo (Radio Insurgente es manejada por insurgentes y no por personas de los
pueblos). Se trata de una estación local que en un principio recibió el nombre
de Radio Resistente y que es escuchada en un perímetro corto, mientras estudian
dónde colocar la emisora para conseguir mayor alcance.
Cuentos para niños, campañas de salud, entrevistas con las mujeres de las cooperativas
y noticias locales es lo que se puede escuchar cuando funciona la emisora operada
por un grupo de hombres y mujeres jóvenes de los pueblos.
Las mujeres de la zona norte
Frente a la entrada principal al caracol se encuentra el campamento de
paz en el que decenas de hombres y mujeres de distintas nacionalidades acompañan
a la continuamente asediada comunidad de Roberto Barrios. A un lado del campamento
destaca una construcción multicolor en la que un grupo de mujeres también multicolores
bordan blusas y esperanzas.
La primera cooperativa nació como producto indirecto del hostigamiento paramilitar.
Resulta que por periodos indeterminados los hombres tenían que dejar de trabajar
para hacer guardia en el caracol (entonces Aguascalientes) y, con
esto, el dinero empezó a escasear en las familias. Las mujeres entonces se organizaron
y empezaron un proyecto que les ha permitido, hasta el día de hoy, "sacar
adelante a sus familias".
Con los años, el trabajo en cooperativas se incrementó sustancialmente y ahora
se llevan a cabo distintos proyectos colectivos encabezados por mujeres, tales
como crianza de cerdos y de pollos, panadería, tiendas de abarrotes, cooperativas
de artesanías, corte y confección y hortalizas. El municipio Benito Juárez es
el que más ha impulsado los colectivos, con 33 mujeres responsables de su organización.
El trabajo no cesa. La junta de buen gobierno reconoce que falta mucho para equilibrar
el trabajo entre hombres y mujeres; que en materia de salud están lejos de sus
metas; que no todos los pueblos aplican las normas de agroecología, a pesar de
contar con 54 promotores capacitados; que la secundaria aún no funciona; que los
paramilitares de Paz y Justicia siguen operando; que la Comisión Federal de Electricidad
les corta la luz; que no hay recursos... "Nos falta mucho y a ratos parece
que más que al principio, pero estamos contentos mientras tengamos vida. Nada
es igual que antes", finalizan Pedro, Soledad, Leonel, Concepción, Walter,
Sofía, Rodolfo y Enrique, el equipo completo de la junta de buen gobierno.