Zapatismo
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Magdalena Gómez
La Jornada
A cuatro años de la contrarreforma indígena de 2001 encontramos que no sólo
tuvimos razón en nuestra crítica, sino que nos quedamos cortos en cuanto a sus
alcances. El acceso al uso y disfrute de recursos naturales fue el tema central
del rechazo; sin embargo, lejos de quedar estática una reforma sin legitimidad
encontramos ahora que se ha caminado en su fortalecimiento por una suerte de
"esquizofrenia jurídica", pues se ha legislado sobre la materia y no sobre el
sujeto de derecho al cual se le ha convertido en frase hueca y sin sentido que
sirve para justificar que se "toma en cuenta" a los pueblos indígenas y cerrar
la pinza ya no sólo contra la autonomía de los pueblos, sino contra su
existencia misma al sentar las bases para que sean privados de los territorios
de que aún disfrutan. Se trata de "hacer como que se les reconoce y como que se
les respeta".
Es el caso de Ley de Biodiversidad de Organis-mos Genéticamente Modificados que
en materia indígena declara dentro de los principios en su artículo 9º que "El
Estado Mexicano cooperará en la esfera del intercambio de información e
investigación sobre los efectos socioeconómicos de los OGM, especialmente en las
comunidades indígenas y locales". O en la ley minera que los coloca en situación
de "preferencia" frente a las personas físicas siempre y cuando cumpla los
requisitos para que le otorguen una concesión de explotación; mas la generosidad
no queda ahí, pues también tienen el "derecho" de mejorar la oferta económica.
En las nuevas leyes se mete a todos "los sujetos" en la misma canasta con la
esperanza de que opten por dividirse y no reivindicar al pueblo, al fin que da
lo mismo presentarse como ejido, comunidad agraria, pueblo o comunidad indígena,
pues las leyes los mencionan en el mismo plano para gozar de "preferencias" en
las concesiones y contratos que están a la orden del día.
Asistimos al reforzamiento de la privatización mediante leyes centradas en la
biodiversidad y se perfila paulatinamente la desaparición del espacio propio del
derecho público para dejar todo el espacio jurídico sujeto a las leyes del
mercado. Lo que se observa es la continuidad con la también contrarreforma del
artículo 27 constitucional.
No deja lugar a dudas al respecto la declaración que hiciera el presidente
Vicente Fox al finalizar la Cumbre de Monterrey: "debemos aceptar la restricción
de la soberanía de nuestros estados sobre ciertos bienes de provecho para la
humanidad como los bosques y la biodiversidad" (marzo de 2002).
Por otra parte, el Senado ha remitido a la Cámara de Diputados un proyecto de
ley sobre consulta en la que nuevamente observamos la resistencia al
reconocimiento de los pueblos indígenas y la abierta violación al respeto a sus
formas propias de organización social y política. Basta detenernos en la
definición que se encuentra en el artículo 2: "Para los efectos de la presente
ley se entenderá por consulta al procedimiento en el que se establece un diálogo
intercultural con los pueblos y comunidades indígenas con el propósito de darles
a conocer iniciativas legislativas que les competen directamente, a través de la
que manifiestan su opinión y formulan propuestas respecto de las mismas, por
métodos de entrevistas técnicamente apropiados". Pero no se queda ahí y más
adelante oficializan los foros en suplantación de las formas propias indígenas.
Lejos quedan los criterios de la OIT relativos a que las consultas deben buscar
un acuerdo.
En otras leyes, como la de vida silvestre o la de desarrollo rural sustentable,
hacen intervenir a la Comisión Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas
en suplencia de los derechos de los pueblos indígenas que ya vemos tienen su
autonomía de papel.
Queda así un andamiaje jurídico que hace principalmente de la Secretaría de
Medio Ambiente la administradora general del remate de recursos estratégicos.
Ciertamente preocupa que ante la opinión pública -insistimos y lo hacen los
sindicatos en la no privatización del petróleo y la electricidad- está oculta
esta cara de la privatización: la de recursos genéticos, la del camino para
patentar los recursos de los territorios indígenas.
En este escenario los migrantes indígenas han salido de sus pueblos ante la
crisis en sus medios tradicionales de subsistencia, dejando en ellos sus
símbolos, su cosmovisión, su identidad y sus familias, a las que envían recursos
que hoy forman parte de los signos de "vitalidad" de la economía nacional. ¿Cuál
puede ser el incentivo para volver si ya ni el maíz está seguro, pues es
sustituido por transgénicos o por plantaciones que fueron "contratadas" a las
comunidades bajo el pago de "servicios ambientales"? Estos son los saldos de los
"festejos" que hace 13 años hicieran los estados sobre el llamado quinto
Centenario.