Zapatismo
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EZLN, reserva moral y referente ético
Raúl Romero
La movilización realizada por las Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) el pasado 21 de diciembre de 2012, así como el breve
comunicado que lanzaron unas horas después y que viene firmado por el
Subcomandante Insurgente Marcos, atrajeron la atención de medios de comunicación
comerciales e independientes, nacionales e internacionales. En las redes
sociales el tráfico de información fue sumamente intenso: los debates,
especulaciones y mitos estuvieron a la orden del día. Como una acción mediática
de gran impacto la movilización fue exitosa. Sin embargo, quienes hemos venido
acompañando al EZLN desde tiempo atrás sabemos que este no era su principal
objetivo; pues sus mensajes, símbolos y acciones no buscan reflectores.
La movilización del pasado 21 de diciembre debe entenderse como una demostración
de fuerza: convocar a más de 40 mil indígenas en diferentes regiones del estado
de Chiapas es algo que pocas organizaciones pueden hacer. La coordinación y
disciplina de los miles de manifestantes es un hecho que todos y todas
alcanzamos a ver. En este sentido, los zapatistas han mostrado tanto a la clase
política como a la sociedad civil en general que siguen siendo un Ejército
sólido y bien organizado, que los supuestos de debilitamiento y división interna
no son más que rumores alimentados por intereses perversos.
Pero la fuerza del Ejército Zapatista no solamente se mide en el número de
combatientes y en la capacidad de movilización. Su fuerza es sobre todo ética y
moral, y eso también salió a relucir nuevamente. Frente a la crisis de
legitimidad del Estado mexicano y frente a la crisis de representatividad de los
partidos políticos, el EZLN como reserva moral y referente ético es un actor
político que cobra cada vez más fuerza, su discurso y actuar político siguen
estando vigentes. Un ejemplo de esto es la reivindicación que han hecho otros
movimientos sociales como lo son el #YoSoy132 y el Movimiento por la Paz con
Justicia y Dignidad, ambos actores sociales que cuestionan tajantemente a la
clase política y que en distintos momentos han expresado públicamente su
reconocimiento a los zapatistas.
Ahora bien, no es que los zapatistas se encontraran en silencio o inactivos. Si
uno revisa la página electrónica Enlace
Zapatista, sitio oficial del EZLN, se dará cuenta que durante todo el
año se han emitido cientos de denuncias en las que las Juntas de Buen Gobierno
evidencian la constante guerra de baja intensidad y guerra de contrainsurgencia
encabezada por gobiernos de diferentes niveles, partidos políticos y grupos
paramilitares. También encontrarán ahí mensajes de solidaridad de organizaciones
nacionales e internacionales, o convocatorias a movilizaciones por la libertad
de los presos políticos y otras actividades.
El trabajo en las comunidades, en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ)
y en los cinco Caracoles también es prueba de que el EZLN no ha parado en la
construcción y fortalecimiento del autogobierno de los pueblos indígenas. Se han
construido escuelas, hospitales y se ha formado a miles de promotores de
educación y salud que son los que se encargan de dar atención a los y las bases
de apoyo zapatistas. Mejor aún, el territorio zapatista está exento de cárteles
y de los problemas de inseguridad que afectan al resto del país.
El EZLN no ha cesado en ningún momento en la construcción de ese otro mundo
posible, sus lecciones y su modo diferente de hacer política han rebasado todas
las fronteras. Sin duda alguna me atrevería a señalar que los zapatistas han
construido la experiencia más avanzada en la lucha por la emancipación de la
humanidad. Hoy toca seguir caminando a su lado y seguir luchando para que la
resistencia llegue a todos los rincones del país, pero esa es tarea nuestra.