Zapatismo
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Decenas de miles irrumpen en el z�calo
Paz con justicia y dignidad exige M�xico en las calles
"Estamos hasta la madre de la escalada de violencia, de las pol�ticas del mal gobierno, de buscar educaci�n, de que no haya empleo, de las pol�ticas unilaterales del presidente, de la apat�a de la sociedad civil, de que crean que nos pueden enga�ar�"
Marcela Salas Cassani
Desinform�monos
M�xico, D.F. Armados con flores, globos, banderas, mantas y un silencio sepulcral, s�mbolo de duelo y en�rgica protesta por la cr�tica situaci�n que atraviesa el pa�s, decenas de miles de mexicanos marcharon desde el edificio de rector�a en Ciudad Universitaria hasta el z�calo capitalino para exigir el fin de la violencia que ha provocado "la absurda guerra de Felipe Calder�n".
Ni�os, mujeres, j�venes y diversas organizaciones respondieron al llamado del poeta y periodista Javier Sicilia y se sumaron a la demanda de "No m�s sangre", entre ellas, colectivos de La Otra Campa�a, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, Cactus de Oaxaca, la asociaci�n H.I.J.O.S.; el Movimiento Migrante Mesoamericano y representantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) � Polic�a Comunitaria de la Monta�a y Costa Chica de Guerrero, quienes por primera vez en 15 a�os de existencia marcharon portando su uniforme fuera de su territorio.
En el discurso central, y en una clara alusi�n a la multitudinaria manifestaci�n del Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional (EZLN), que se uni� a su llamado este 7 de mayo en San Crist�bal de las Casas, Sicilia se�al�: "esta casa donde habita el horror, no es la de los hombres y mujeres de las monta�as del sur �de esos pueblos mayas que engarzan su palabra a la naci�n� y de tantos otros que nos han recordado la dignidad, pero s� lo es".
A su paso por las vialidades sobre las que caminaron hasta la Plaza de la Constituci�n, los integrantes del contingente, muchos de ellos familiares de las v�ctimas de la incontrolable ola de violencia, recibieron m�ltiples muestras de apoyo, desde agua, fruta y sonidos de cl�xones, hasta palabras de aliento y solidaridad por haber perdido a un hijo, a una amiga, a un padre, a una hermana, seres humanos todos con rostro e historia a quienes el gobierno se empe�a en llamar simple y llanamente "p�rdidas colaterales".
Luis, uno de los tantos miles de j�venes en la marcha, estudiante de Ciencias Pol�ticas en la Universidad Nacional Aut�noma de M�xico, manifest� que "estamos hasta la madre de la escalada de violencia, de las pol�ticas del mal gobierno, de buscar educaci�n, de que no haya empleo, de las pol�ticas unilaterales del presidente, de la apat�a de la sociedad civil, de que nos traten como pendejos, que crean que nos pueden enga�ar�"
Luego de caminar rodeada de carteles con consignas como �Ya basta! �No m�s muertos! �Estamos hasta la madre! �Viva la vida, muera la muerte! �Por la paz! �Por una vida digna!, y en medio de aplausos, gritos de �No est�n solos! y el ancestral sonido del caracol azteca, la marcha, que ten�a previsto su arribo a la plaza principal a las dos de la tarde, demor� su arribo por la gran cantidad de personas que se fueron sumando en el camino. Finalmente se abri� paso hasta el z�calo poco despu�s de las cuatro de la tarde.
Enfundado en su uniforme que lo acredita como integrante de la Polic�a Comunitaria de Guerrero, experiencia aut�noma que ha logrado abatir desde abajo, sin el gobierno, los �ndices de delincuencia en la Costa Chica y Monta�a de Guerrero, Pablo Guzm�n Hern�ndez explic� que la presencia de la CRAC en esta movilizaci�n se debe a que "queremos solidarizarnos con Sicilia, porque pensamos que la sociedad civil, el pueblo de M�xico, debe de intervenir y tomar en sus manos el rumbo del pa�s. Las cosas se est�n desbordando y es necesario que los pueblos, barrios y colonias asuman una responsabilidad m�s protag�nica".
Colmada de punta a punta, la plaza principal de la Ciudad de M�xico alberg� a decenas de miles de personas de diversos estados de la rep�blica mexicana, cuyas demandas fueron un�nimes: poner fin a la militarizaci�n del pa�s, detener la guerra que nadie pidi� y que tantas vidas ha cobrado, recuperar la paz.
Al tiempo que Olga Reyes y Patricia Duarte, de Chihuahua y Hermosillo respectivamente, convocaban a un pacto nacional para acabar, entre otras cosas, con la impunidad que impera en el pa�s, la multitud congregada en el z�calo alz� la voz al un�sono en un reclamo compartido: �Fuera Calder�n!
Al dirigirse a los presentes, Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado en marzo junto con otros j�venes, asever�: "Si hemos caminado y hemos llegado as�, en silencio, es porque nuestro dolor es tan grande y tan profundo, y el horror del que proviene tan inmenso, que ya no tienen palabras con qu� decirse (�) pero este dolor no lo convertiremos en odio ni en m�s violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad; a�n creemos que es posible que la naci�n vuelva a renacer y a salir de sus ruinas, vamos a mostrarles a los se�ores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos de defender la vida de todos los hijos y las hijas de este pa�s".
El convocante de la marcha, quien durante su discurso exigi� la renuncia del Secretario de Seguridad P�blica Genaro Garc�a Luna, se pregunt� "�por qu� hemos permitido a Calder�n sacar al ej�rcito a las calles? y �cu�ndo y d�nde perdimos nuestra dignidad".
El z�calo enmudeci� despu�s del pronunciamiento de Javier Sicilia, pues el poeta pidi� cinco minutos de silencio "en memoria de nuestros muertos, de la sociedad cercada por la delincuencia y un Estado omiso, y como una se�al de la unidad y de la dignidad de nuestros corazones que llama a todos a refundar la Naci�n".
Para finalizar el acto, el poeta David Huerta dio lectura a su poema "Contra muros", pero, inexplicablemente, las campanas de la Catedral empezaron a repiquetear enloquecidamente, provocando la confusi�n y posterior enojo de los manifestantes, quienes, mirando hacia el campanario empezaron a gritar espont�neamente: "�Pederastas, pederastas!"
Las campanadas pudieron opacar la voz de David, pero no las demandas del contingente que el jueves pasado parti� de la ciudad de Cuernavaca y que esta ma�ana arranc� desde Ciudad Universitaria con destino al z�calo capitalino. Una caminata de siete horas a la que se unieron decenas de miles de personas, cuyas exigencias tampoco podr�n silenciar las campanas "porque estamos hasta la madre de tanta sangre, de tanta injusticia y de tanta impunidad".
Adri�n, un malabarista que se gana la vida en la ciudad de M�xico, resumi� el sentir general: "Estamos hasta la madre de la corrupci�n que viene de tantos a�os y de este sistema neoliberal que ha sido importado de otros lugares. Estamos marchando para se�alar la ilegalidad y la corrupci�n y para decir que sabemos lo que est� pasando en el pa�s". Y "porque vale la pena", se�al� Valentina, de HIJOS.