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Zapatismo

Siete piezas sueltas del rompecabezas mundial

(El neoliberalismo como rompecabezas: la in�til unidad mundial que fragmenta y destruye naciones.)

1. Pieza 1: La concentraci�n de la riqueza y la distribuci�n de la pobreza

2. Pieza 2: La globalizaci�n de la explotaci�n

3. Pieza 3: Migraci�n, la pesadilla errante

4. Pieza 4: Mundializaci�n financiera y globalizaci�n de la corrupci�n y el crimen

5. Pieza 5: �La leg�tima violencia de un poder ileg�timo?

6. Pieza 6: La Megapol�tica y los enanos

7. Pieza 7: Las bolsas de resistencia

"La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado, es la provincia de la vida y de la muerte, el camino que lleva a la supervivencia o a la aniquilaci�n. Es indispensable estudiarla a fondo".

El Arte de la Guerra. Sun Tzu.

La globalizaci�n moderna, el neoliberalismo como sistema mundial, debe entenderse como una nueva guerra de conquista de territorios.

El fin de la III Guerra Mundial o "Guerra Fr�a" no significa que el mundo haya superado la bipolaridad y se encuentre estable bajo la hegemon�a del triunfador. Al terminar esta guerra hubo, sin lugar a dudas, un vencido (el campo socialista), pero es dif�cil decir qui�n fue el vencedor. �Europa Occidental? �Estados Unidos? �Jap�n? �Todos ellos? El caso es que la derrota del "imperio del mal" (Reagan y Thatcher dixit) signific� la apertura de nuevos mercados sin nuevo due�o. Correspond�a, por tanto, luchar para tomar posesi�n de ellos, conquistarlos.

No s�lo eso, el fin de la "Guerra Fr�a" trajo consigo un nuevo marco de relaciones internacionales en el que la lucha nueva por esos nuevos mercados y territorios produjo una nueva guerra mundial, la IV. Esto oblig�, como en todas las guerras, a una redefinici�n de los Estados Nacionales. Y m�s all� de la redefinici�n de los Estados Nacionales, el orden mundial volvi� a las viejas �pocas de las conquistas de Am�rica, Africa y Ocean�a. Extra�a modernidad esta que avanza hacia atr�s, el atardecer del siglo XX tiene m�s semejanzas con sus brutales centurias antecesoras que con el pl�cido y racional futuro de algunas novelas de ciencia-ficci�n. En el mundo de la Posguerra Fr�a vastos territorios, riquezas y, sobre todo, fuerza de trabajo calificada, esperaban un nuevo amo�

Pero uno es el puesto de due�o del mundo, y varios son los aspirantes a serlo. Y para lograrlo se desata otra guerra, pero ahora entre aquellos que se autodenominaron el "imperio del bien".

Si la III Guerra Mundial fue entre el capitalismo y el socialismo (liderados por los Estados Unidos y la URSS respectivamente), con escenarios alternos y diferentes grados de intensidad; la IV Guerra Mundial se realiza ahora entre los grandes centros financieros, con escenarios totales y con una intensidad aguda y constante.

Desde el fin de la II Guerra Mundial hasta 1992, se han librado 149 guerras en todo el mundo. El resultado, 23 millones de muertos, no deja dudas de la intensidad de esta III Guerra Mundial. (datos de UNICEF).

Desde las catacumbas del espionaje internacional hasta el espacio sideral de la llamada Iniciativa de Defensa Estrat�gica (la "Guerra de las Galaxias" del cowboy Ronald Reagan); desde las arenas de Playa Gir�n, en Cuba, hasta el Delta del Mekong, en Vietnam; desde la desenfrenada carrera armamentista nuclear hasta los salvajes golpes de Estado en la dolorosa Am�rica Latina; desde las ominosas maniobras de los ej�rcitos de la Organizaci�n del Tratado del Atl�ntico Norte hasta los agentes de la CIA en la Bolivia del asesinato del Che Guevara; la mal llamada "Guerra Fr�a" alcanz� altas temperaturas que, a pesar del continuo cambio de escenario y el incesante sube-y-baja de la crisis nuclear (o precisamente por esto), acabaron por fundir al campo socialista como sistema mundial, y lo diluyeron como alternativa social.

La III Guerra Mundial mostr� las bondades de la "guerra total" (en todas partes y en todas las formas) para el triunfador: el capitalismo. Pero el escenario de posguerra qued� perfilado, de hecho, como un nuevo teatro de operaciones mundial: grandes extensiones de "tierra de nadie" (por el desfonde pol�tico, econ�mico y social de Europa del Este y de la URSS), potencias en expansi�n (Estados Unidos, Europa Occidental y el Jap�n), crisis econ�mica mundial, y una nueva revoluci�n tecnol�gica: la inform�tica. "De la misma forma que la revoluci�n industrial hab�a permitido el remplazo del m�sculo por la m�quina, la actual revoluci�n inform�tica apunta al remplazo del cerebro (al menos de un n�mero cada vez m�s importante de sus funciones) por la computadora. Esta "cerebralizaci�n general" de los medios de producci�n (lo mismo en la industria que en los servicios) es acelerada por la explosi�n de nuevas investigaciones en las telecomunicaciones y por la proliferaci�n de los cybermundos." (Ignacio Ramonet. "La plan�t� des d�sordres" en "G�opolitique du Chaos." Mani�re de Voir 3. Le Monde Diplomatique (LMD). Abril de 1997.)

El rey supremo del capital, el financiero, empez� entonces a desarrollar su estrategia guerrera sobre el nuevo mundo y sobre lo que quedaba en pie del viejo. De la mano de la revoluci�n tecnol�gica que pon�a al mundo entero, por medio de una computadora, en sus escritorios y a su arbitrio, los mercados financieros impusieron sus leyes y preceptos a todo el planeta. La "mundializaci�n" de la nueva guerra no es m�s que la mundializaci�n de las l�gicas de los mercados financieros. De rectores de la econom�a, los Estados Nacionales (y sus gobernantes) pasaron a ser regidos, m�s bien teledirigidos, por el fundamento del poder financiero: el libre cambio comercial. Y no s�lo eso, la l�gica del mercado aprovech� la "porosidad" que, en todo el espectro social del mundo, provoc� el desarrollo de las telecomunicaciones, y penetr� y se apropi� todos los aspectos de la actividad social. �Por fin una guerra mundial totalmente total!

Una de las primeras bajas de esta nueva guerra es el mercado nacional. Como una bala disparada dentro de un cuarto blindado, la guerra iniciada por el neoliberalismo rebota de uno a otro lado y hiere a quien la dispar�. Una de las bases fundamentales del poder del Estado capitalista moderno, el mercado nacional, es liquidado por el ca�onazo de la nueva era de la econom�a financiera global. El capitalismo internacional cobra algunas de sus v�ctimas caducando los capitalismos nacionales y adelgazando, hasta la inanici�n, los poderes p�blicos. El golpe ha sido tan brutal y definitivo que los Estados nacionales no disponen de la fuerza necesaria para oponerse a la acci�n de los mercados internacionales que transgrede los intereses de ciudadanos y gobiernos.

El cuidado y ordenado escaparate que se supon�a heredaba el fin de la "Guerra Fr�a", el "nuevo orden mundial", pronto se ve hecho a�icos por la explosi�n neoliberal. El capitalismo mundial sacrifica sin misericordia alguna a quien le dio futuro y proyecto hist�rico: el capitalismo nacional. Empresas y Estados se derrumban en minutos, pero no por las tormentas de las revoluciones proletarias, sino por los embates de los huracanes financieros. El hijo (el neoliberalismo) devora al padre (el capitalismo nacional), y de paso destruye todas las falacias discursivas de la ideolog�a capitalista: en el nuevo orden mundial no hay ni democracia, ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad.

En el escenario mundial producto del fin de la "Guerra Fr�a" s�lo se percibe un nuevo campo de batalla y en �ste, como en todo campo de batalla, reina el caos.

A finales de la "Guerra Fr�a", el capitalismo crea un nuevo horror b�lico: la bomba de neutrones. La "virtud" de esta arma es que s�lo destruye la vida y respeta las construcciones. Ya se pod�an destruir ciudades enteras (es decir, sus habitantes) sin que fuera necesario reconstruirlas (y pagar por ello). La industria armamentista se felicit� a s� misma, la "irracionalidad" de las bombas nucleares era suplantada por la nueva "racionalidad" de la bomba de neutrones. Pero una nueva "maravilla" b�lica ser� descubierta a la par del nacimiento de la IV Guerra Mundial: la bomba financiera.

Porque la nueva bomba neoliberal, a diferencia de su antecesora at�mica en Hiroshima y Nagasaki, no s�lo destruye la polis (la Naci�n en este caso) e impone la muerte, el terror y la miseria a quienes la habitan; o, a diferencia de la bomba de neutrones, no s�lo destruye "selectivamente". La neoliberal, adem�s, reorganiza y reordena lo que ataca y lo rehace como una pieza dentro del rompecabezas de la globalizaci�n econ�mica. Despu�s de su efecto destructor, el resultado no es un mont�n de ruinas humeantes, o decenas de miles de vidas inertes, sino una barriada que se suma a alguna de las meg�polis comerciales del nuevo hipermercado mundial y una fuerza de trabajo reacomodada en el nuevo mercado de trabajo mundial.

La Uni�n Europea, una de las meg�polis producto del neoliberalismo, es un resultado de la presente IV Guerra Mundial. Aqu�, la globalizaci�n econ�mica logr� borrar las fronteras entre Estados rivales, enemigos entre s� desde hace mucho tiempo, y los oblig� a converger y plantearse la uni�n pol�tica. De los Estados Nacionales a la federaci�n europea, el camino economicista de la guerra neoliberal en el llamado "viejo continente" estar� lleno de destrucci�n y de ruinas, una de ellas ser� la civilizaci�n europea.

Las meg�polis se reproducen en todo el planeta. Las zonas comerciales integradas son el terreno donde se erigen. As� ocurre en Am�rica del Norte, donde el Tratado de Libre Comercio para Am�rica del Norte ("NAFTA" por sus siglas en ingl�s) entre Canad�, los Estados Unidos y M�xico no es m�s que el preludio del cumplimiento de una vieja aspiraci�n de conquista estadounidense: "Am�rica para los americanos". En Am�rica del Sur se camina en igual sentido con el Mercosur entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En Africa del Norte, con la Uni�n del Maghreb �rabe (UMA) entre Marruecos, Algeria, Tunez, Libia y Mauritania; en Africa del Sur, en el Cercano Oriente, en el Mar Negro, en Asia Pac�fico, etc., en todo el planeta explotan las bombas financieras y se reconquistan territorios.

�Las meg�polis sustituyen a las naciones? No, o no s�lo. Tambi�n las incluyen y les reasignan funciones, l�mites y posibilidades. Pa�ses enteros se convierten en departamentos de la megaempresa neoliberal. El neoliberalismo opera as� la DESTRUCCI�N / DESPOBLAMIENTO por un lado, y la RECONSTRUCCI�N / REORDENAMIENTO por el otro, de regiones y de naciones para abrir nuevos mercados y modernizar los existentes.

Si las bombas nucleares ten�an un car�cter disuasivo, intimidatorio y coercitivo en la III Guerra Mundial, en la IV conflagraci�n mundial no ocurre lo mismo con las hiperbombas financieras. Estas armas sirven para atacar territorios (Estados Nacionales) destruyendo las bases materiales de su soberan�a nacional (obst�culo �tico, jur�dico, pol�tico, cultural e hist�rico contra la globalizaci�n econ�mica) y produciendo un despoblamientocualitativo en sus territorios. Este despoblamiento consiste en prescindir de todos aquellos que son in�tiles para la nueva econom�a de mercado (por ejemplo los ind�genas).

Pero, adem�s, los centros financieros operan, simult�neamente, una reconstrucci�n de los Estados Nacionales y los reordenan seg�n la nueva l�gica del mercado mundial (los modelos econ�micos desarrollados se imponen sobre relaciones sociales d�biles o inexistentes).

La IV Guerra Mundial en el terreno rural, por ejemplo, presenta este efecto. La modernizaci�n rural, que exigen los mercados financieros, trata de incrementar la productividad agr�cola, pero lo que consigue es destruir las relaciones sociales y econ�micas tradicionales. Resultado: �xodo masivo del campo a las ciudades. S�, como en una guerra. Mientras tanto, en las zonas urbanas se satura el mercado de trabajo y la distribuci�n desigual del ingreso es la "justicia" que espera a quienes buscan mejores condiciones de vida.

De ejemplos que ilustran esta estrategia est� lleno el mundo ind�gena: Ian Chambers, director de la Oficina para Centroam�rica de la OIT (de las Naciones Unidas), declar� que la poblaci�n ind�gena mundial, calculada en 300 millones, vive en zonas que tienen el 60% de los recursos naturales del planeta. As� que "no sorprenden los m�ltiples conflictos por el uso y destino de sus tierras alrededor de los intereses de gobiernos y empresas.(�) La explotaci�n de recursos naturales (petr�leo y miner�a) y el turismo son las principales industrias que amenazan los territorios ind�genas en Am�rica" (entrevista de Martha Garc�a en "La Jornada". 28 de mayo de 1997). Detr�s de los proyectos de inversi�n vienen la poluci�n, la prostituci�n y las drogas. Es decir, se complementan destrucci�n / despoblamiento y reconstrucci�n / reordenamiento de la zona.

En esta nueva guerra mundial, la pol�tica moderna como organizadora del Estado Nacional no existe m�s. Ahora la pol�tica es s�lo un organizador econ�mico y los pol�ticos son modernos administradores de empresas. Los nuevos due�os del mundo no son gobierno, no necesitan serlo. Los gobiernos "nacionales" se encargan de administrar los negocios en las diferentes regiones del mundo.

Este es el "nuevo orden mundial", la unificaci�n del mundo entero en un solo mercado. Las naciones son tiendas de departamentos con gerentes a manera de gobiernos, y las nuevas alianzas regionales, econ�micas y pol�ticas, se acercan m�s al modelo de un moderno "mall" comercial que a una federaci�n pol�tica. La "unificaci�n" que produce el neoliberalismo es econ�mica, es la unificaci�n de mercados para facilitar la circulaci�n de dinero y mercanc�as. En el gigantesco hipermercado mundial circulan libremente las mercanc�as, no las personas.

Como toda iniciativa empresarial (y de guerra), esta globalizaci�n econ�mica va acompa�ada de un modelo general de pensamiento. Sin embargo, entre tantas cosas nuevas, el modelo ideol�gico que acompa�a al neoliberalismo en su conquista del planeta tiene mucho de viejo y mohoso. El "american way of life" que acompa�� a las tropas norteamericanas en la Europa de la II Guerra Mundial, en el Vietnam de los 60�s, y, m�s recientemente, en la Guerra del Golfo P�rsico, ahora va de la mano (o m�s bien de las computadoras) de los mercados financieros.

No se trata s�lo de una destrucci�n material de las bases materiales de los Estados Nacionales, tambi�n (y de manera tan importante como poco estudiada) se trata de una destrucci�n hist�rica y cultural. El digno pasado ind�gena de los pa�ses del continente americano, la brillante civilizaci�n europea, la sabia historia de las naciones asi�ticas, y la poderosa y rica antig�edad del �frica y Ocean�a, todas las culturas y las historias que forjaron naciones son atacadas por el modo de vida norteamericano. El neoliberalismo impone as� una guerra total: la destrucci�n de naciones y grupos de naciones para homologarlas con el modelo capitalista norteamericano.

Una guerra pues, una guerra mundial, la IV. La peor y m�s cruel. La que el neoliberalismo libra en todas partes y por todos los medios en contra de la humanidad.

Pero, como en toda guerra, hay combates, hay vencedores y vencidos, y hay pedazos rotos de esa realidad destruida. Para intentar armar el absurdo rompecabezas del mundo neoliberal hacen falta muchas piezas. Algunas se pueden encontrar entre las ruinas que esta guerra mundial ha dejado ya sobre la superficie planetaria. Cuando menos 7 de esas piezas pueden reconstruirse y alentar la esperanza de que este conflicto mundial no termine con el rival m�s d�bil: la humanidad.

 

7 piezas para dibujar, colorear, recortar, y para tratar de armar, junto a otras, el rompecabezas mundial.

La una es la doble acumulaci�n, de riqueza y de pobreza, en los dos polos de la sociedad mundial. La otra es la explotaci�n total de la totalidad del mundo. La tercera es la pesadilla de una parte errante de la humanidad. La cuarta es la nauseabunda relaci�n entre crimen y Poder. La quinta es la violencia del Estado. La sexta es el misterio de la megapol�tica. La s�ptima es la multiforme bolsa de resistencia de la humanidad contra el neoliberalismo.

PIEZA 1: La concentraci�n de la riqueza y la distribuci�n de la pobreza.

La figura 1 se construye dibujando un signo monetario.

En la historia de la humanidad, distintos modelos sociales se han disputado el enarbolar el absurdo como distintivo de orden mundial. Seguramente el neoliberalismo tendr� un lugar privilegiado a la hora de los premios, porque su "reparto" de la riqueza social no hace m�s que distribuir un doble absurdo de acumulaci�n: la acumulaci�n de riquezas en manos de unos cuantos, y la acumulaci�n de pobreza en millones de seres humanos.

En el mundo actual, la injusticia y la desigualdad son los signos distintivos. El planeta Tierra, tercero del sistema planetario solar, tiene 5 mil millones de seres humanos. En �l, s�lo 500 millones de personas viven con comodidades mientras 4 mil 500 millones padecen pobreza y tratan de sobrevivir.

Un doble absurdo es el balance entre ricos y pobres: los ricos son pocos y los pobres son muchos. La diferencia cuantitativa es criminal, pero el balance entre los extremos se consigue con la riqueza: los ricos suplen su minor�a num�rica con miles de millones de d�lares.

La fortuna de las 358 personas m�s ricas del mundo (miles de millones de d�lares) es superior al ingreso anual del 45% de los habitantes m�s pobres, algo as� como 2 mil 600 millones de personas.

Las leontinas de oro de los relojes financieros se convierten en una pesada cadena para millones de seres. Mientras que la "� cifra de negocios de la General Motors es m�s elevada que el Producto Nacional Bruto (PNB) de Dinamarca, la de la Ford es m�s importante que el PNB de Africa del Sur, y la de la Toyota sobrepasa al PNB de Noruega." (Ignacio Ramonet, en LMD I/1997 #15), para todos los trabajadores los salarios reales han ca�do, adem�s de que deben sortear los cortes de personal en las empresas, el cierre de f�bricas y la reubicaci�n de sus centros laborales. En las llamadas "econom�as capitalistas avanzadas" el n�mero de desempleados llega ya a los 41 millones de trabajadores.

En forma paulatina, la concentraci�n de la riqueza en pocas manos y la distribuci�n de la pobreza en muchas, va delineando el signo de la sociedad mundial moderna: el fr�gil equilibrio de absurdas desigualdades.

La decadencia del sistema econ�mico neoliberal es un esc�ndalo: "La deuda mundial (comprendiendo las de las empresas, los gobiernos y las administraciones) ha sobrepasado los 33,100 miles de millones de d�lares, es decir, 130% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, y crece a una tasa del 6% al 8% por a�o, m�s de 4 veces el crecimiento del PIB mundial" (Fr�d�ric F. Clairmont. "Ces deux cents soci�t�s qui controlent le monde", en LMD. IV/1997).

El progreso de las grandes transnacionales no implica el avance de las Naciones desarrolladas. Al contrario, mientras m�s ganan los gigantes financieros, m�s se agudiza la pobreza en los llamados "pa�ses ricos".

La diferencia a eliminar entre ricos y pobres es brutal y no parece haber ninguna tendencia por ese rumbo, antes al contrario. Lejos de atenuarse, ya no digamos de eliminarse, la desigualdad social se acent�a, sobre todo en las naciones capitalistas desarrolladas: En los Estados Unidos, el 1% de los norteamericanos m�s ricos ha obtenido el 61,6% del conjunto de la riqueza nacional del pa�s entre 1983 y 1989. El 80% de los norteamericanos m�s pobres no se han repartido m�s que el 1,2%. En la Gran Breta�a el n�mero de los sin techo se ha duplicado; el n�mero de ni�os que viven s�lo de la ayuda social ha pasado del 7% en 1979 al 26% en 1994; el n�mero de brit�nicos que vive en la pobreza (definida como menos de la mitad del salario m�nimo) ha pasado de 5 millones a 13,700,000; el 10% de los m�s pobres han perdido el 13 % de su poder adquisitivo, mientras que l0% de los m�s ricos han ganado el 65% y desde hace cinco a�os se ha doblado el n�mero de millonarios (datos de LMD. IV/97).

A inicios de la d�cada de los 90�s "� unas 37,000 firmas transnacionales encerraban, con sus 170,000 filiales, la econom�a internacional en sus tent�culos. Sin embargo, el centro del poder se sit�a en el c�rculo m�s restringido de las 200 primeras: desde los inicios de los a�os 80, ellas han tenido una expansi�n ininterrumpida por v�a de las fusiones y las compras "de rescate" de empresas. De este modo, la parte del capital transnacional en el PIB mundial ha pasado de 17% a mitad de los a�os 60 a 24% en 1982 y a m�s del 30% en 1995. Las 200 primeras son conglomerados cuyas actividades planetarias cubren sin distinci�n los sectores primario, secundario y terciario: grandes explotaciones agr�colas, producci�n manufacturera, servicios financieros, comercio, etc. Geogr�ficamente ellas se reparten entre 10 pa�ses: Jap�n (62), Estados Unidos (53), Alemania (23), Francia (19), Reino Unido (11), Suiza (8), Corea del Sur (6), Italia (5) y Pa�ses Bajos (4)"(Fr�d�ric F. Clairmont. Op.Cit.).

Los "Doscientos Primeros" del Mundo.

Pa�s

N�mero de

Empresas

Negocios

Ganancias

(MMD)

% de

Negocios

Mundiales

%

Ganancias

Mundiales

Jap�n

62

3,196

46

40.7%

18.3%

EU

53

1,198

98

25.4%

39.2%

Alemania

23

786

24.5

10.0%

9.8%

Francia

19

572

16

7.3%

6.3%

Reino Unido

11

275

20

3.5%

8.0%

Suiza

8

244

9.7

3.1%

3.9%

Corea Sur

6

183

3.5

2.3%

1.4%

Italia

5

171

6

2.2%

2.5%

Reino Unido/Pa�ses Bajos

2

159

9

2.0%

3.7%

Pa�ses Bajos

4

118

5

1.5%

2.0%

Venezuela

1

26

3

0.3%

1.2%

Suecia

1

24

1.3

0.3%

0.5%

B�lgica/Pa�ses Bajos

1

22

0.8

0.3%

0.3%

M�xico

1

22

1.5

0.3%

0.6%

China

1

19

0.8

0.2%

0.3%

Brasil

1

18

4.3

0.2%

1.7%

Canad�

1

17

0.5

0.2%

0.2%

Totales

200

7,850

251

100%

100%

PIB Mundial

 

25,223

 

31.20%

 

(Fr�d�ric F. Clairmont. Op.Cit.)�/

 

Aqu� tiene usted el s�mbolo del poder econ�mico. Ahora p�ntese de color verde d�lar. Del olor nauseabundo no se preocupe, el aroma a esti�rcol, lodo y sangre le viene de nacimiento�

PIEZA 2: La globalizaci�n de la explotaci�n.

La figura 2 se construye dibujando un tri�ngulo.

Una de las falacias neoliberales consiste en decir que el crecimiento econ�mico de las empresas trae aparejados un mejor reparto de la riqueza y un crecimiento del empleo. Pero no es as�. De la misma forma en que el crecimiento del poder pol�tico de un rey no trae como consecuencia un crecimiento del poder pol�tico de los s�bditos (antes al contrario), el absolutismo del capital financiero no mejora la distribuci�n de la riqueza ni provoca mayor trabajo para la sociedad. Pobreza, desempleo y precariedad del trabajo son sus consecuencias estructurales. En los a�os de las d�cadas de 1960 y 1970, la poblaci�n considerada pobre (con menos de un d�lar diario de ingreso para resolver sus necesidades elementales, seg�n el Banco Mundial) era de unos 200 millones de personas. Para el inicio de la d�cada de los 90�s sumaba ya 2,000 millones de seres humanos. Adem�s, el "� montante de las 200 empresas m�s importantes del planeta representa m�s de un cuarto de la actividad econ�mica mundial; y sin embargo, esas 200 firmas emplean s�lo a 18,8 millones de asalariados, o sea, menos del 0,75 % de la mano de obra del planeta" (Ignacio Ramonet en LMD. Enero 1997 #15). M�s seres humanos pobres y m�s empobrecidos, menos personas ricas y m�s enriquecidas, �stas son las lecciones del trazo de la pieza 1 del rompecabezas neoliberal. Para lograr este absurdo, el sistema capitalista mundial "moderniza" la producci�n, la circulaci�n y el consumo de las mercanc�as. La nueva revoluci�n tecnol�gica (la inform�tica) y la nueva revoluci�n pol�tica (las meg�polis emergentes sobre las ruinas de los Estados Nacionales) producen una nueva "revoluci�n" social. Esta "revoluci�n" social no consiste m�s que en un reacomodo, un reordenamiento de las fuerzas sociales, principalmente de la fuerza de trabajo. La Poblaci�n Econ�micamente Activa (PEA) mundial pas� de 1,376 millones en 1960, a 2,374 millones de trabajadores en 1990. M�s seres humanos con capacidad de trabajo, es decir, de generar riquezas. Pero el "nuevo orden mundial" no s�lo acomoda a esta nueva fuerza de trabajo en espacios geogr�ficos y productivos, adem�s, reordena su lugar (o su no-lugar, como en el caso de desempleados y subempleados) en el plan globalizador de la econom�a. La Poblaci�n Mundial Empleada por Actividad (PMEA) se modific� sustancialmente en los �ltimos 20 a�os. La PMEA en el sector agr�cola y pesquero pas� del 22% en 1970, al 12% en 1990; en la manufactura del 25% en 1970, al 22% en 1990; mientras que en el sector terciario (comercio, transporte, banca y servicios) creci� del 42% en 1970, al 56% en 1990. En el caso de los pa�ses subdesarrollados, el sector terciario creci� del 40% en 1970, a 57% en 1990; mientras que su poblaci�n empleada en el sector agr�cola y pesquero cay� del 30% en 1970, al 15% en 1990. (Datos de "Mercado Mundial de Fuerza de Trabajo en el Capitalismo Contempor�neo". Ochoa Chi, Juanita del Pilar. UNAM. Econom�a. M�xico, 1997). Esto significa que cada vez m�s trabajadores son canalizados hacia las actividades necesarias para incrementar la productividad o para acelerarla realizaci�n de mercanc�as. El sistema neoliberal opera as� como un megapatr�n, concibiendo al mercado mundial como una empresa unitaria, administrada con criterios "modernizadores". Pero la "modernidad" neoliberal parece m�s cercana al bestial nacimiento del capitalismo como sistema mundial, que a la "racionalidad" ut�pica. La "moderna" producci�n capitalista sigue basada en el trabajo de ni�os, mujeres y trabajadores inmigrantes. De los 1,148 millones de ni�os en el mundo, por lo menos 100 millones viven literalmente en la calle y 200 millones trabajan, y se prev� que ser�n 400 millones para el a�o 2000. Se dice, adem�s, que 146 millones de ni�os asi�ticos laboran en la producci�n de autopartes, jugueter�a, ropa, comida, herrer�a y qu�mica. Pero esta explotaci�n del trabajo infantil no s�lo se da en los pa�ses subdesarrollados, 40% de los ni�os ingleses y 20% de los ni�os franceses trabajan para completar el gasto familiar o para sobrevivir. Tambi�n en la "industria" del placer hay lugar para los infantes. La ONU calcula que, cada a�o, un mill�n de ni�os entra al comercio sexual (datos en Ochoa Chi, J. Op.Cit.). La bestia neoliberal invade el todo social mundial homogeneizando hasta las pautas de alimentaci�n. "En t�rminos globales si bien observamos que hay particularidades en el consumo alimenticio de cada regi�n, (y a su interior), no por ello deja de ser evidente el proceso de homogeneizaci�n que se est� imponiendo, incluso sobre las diferencias fisiol�gico � culturales de las diversas zonas." ("Mercado mundial de medios de subsistencia. 1960-1990″. Ocampo Figueroa, Nashelly, y Flores Mondrag�n, Gonzalo. UNAM. Econom�a. 1994.) Esta bestia le impone a la humanidad una pesada carga. El desempleo y la precariedad de millones de trabajadores en todo el mundo es una aguda realidad que no tiene visos ni siquiera de atenuarse. El desempleo en los pa�ses de la Organizaci�n para la Cooperaci�n y del Desarrollo Econ�mico (OCDE) pas� del 3,8% en 1966, al 6,3% en 1990. Tan s�lo en Europa pas� del 2,2% en 1966, al 6,4% en 1990. La imposici�n de las leyes del mercado en todo el mundo, el mercado globalizado, no ha hecho sino destruir las peque�as y medianas empresas. Al desaparecer los mercados locales y regionales, los peque�os y medianos productores se ven a s� mismos sin protecciones y sin posibilidad alguna de competir contra los gigantes transnacionales. Resultado: quiebre masivo de empresas. Consecuencia: millones de trabajadores al desempleo. El absurdo neoliberal reiterado: el crecimiento de la producci�n no genera empleo, al contrario, lo destruye. La Organizaci�n de las Naciones Unidas (ONU) nombra a esta etapa como "crecimiento sin empleo". Pero la pesadilla no termina ah�. Adem�s de la amenaza del desempleo, los trabajadores deben enfrentar condiciones precarias de ocupaci�n. Mayor inestabilidad del empleo, prolongaci�n de las jornadas de trabajo y desventaja salarial, son consecuencias de la globalizaci�n en general y de la "terciarizaci�n" de la econom�a (el crecimiento del sector "servicios") en particular. "En los pa�ses dominados, la mano de obra sufre una precariedad multiforme: extremada movilidad, empleos sin contrato, salarios irregulares y generalmente inferiores al m�nimo vital y reg�menes de jubilaci�n h�ticos, actividades independientes no declaradas, con ingresos aleatorios, es decir, servidumbre o realizaci�n de un trabajo forzoso por parte de sectores, supuestamente protegidos, como los ni�os" (Alain Morice. "Los trabajadores extranjeros, avanzadilla de la precariedad". LMD. Enero 97). Las consecuencias de todo esto se traducen en un verdadero desfonde social globalizado. El reordenamiento de los procesos de producci�n y circulaci�n de mercanc�as y el reacomodo de las fuerzas productivas, producen un excedente peculiar: seres humanos que sobran, que no son necesarios para el "nuevo orden mundial", que no producen, que no consumen, que no son sujetos de cr�dito, en suma, que son desechables. Cada d�a, los grandes centros financieros imponen sus leyes a naciones y a grupos de naciones en todo el mundo. Reordenan y reacomodan a sus habitantes. Y, al terminar la operaci�n, se encuentran con que "sobran" personas. "Se dispara, por tanto, el volumen de poblaci�n excedente, que no s�lo est� sometida al azote de la pobreza m�s aguda, sino que no cuenta para nada, que est� desestructurada y atomizada, y cuya �nica finalidad es deambular por las calles sin rumbo fijo, sin vivienda ni trabajo, sin familia ni relaciones sociales -al menos m�nimamente estables -, con la �nica compa��a de sus cartones o bolsas de pl�stico" (Fern�ndez Dur�n, Ram�n. "Contra la Europa del capital y la globalizaci�n econ�mica". Talasa. Madrid, 1996). La globalizaci�n econ�mica "� hizo necesaria una disminuci�n de los salarios reales a nivel internacional, que junto con la disminuci�n del gasto social (salud, educaci�n, vivienda y alimentaci�n) y una pol�tica antisindical, vinieron a constituir la parte fundamental de las nuevas pol�ticas neoliberales de reactivaci�n capitalista" (Ocampo F. y Flores M. Op. Cit.).

Aqu� tiene usted la representaci�n de la pir�mide de explotaci�n mundial.

Pieza 3: Migraci�n, la pesadilla errante.

La figura 3 se construye dibujando un c�rculo.

Hablamos antes de la existencia de nuevos territorios, al final de la III Guerra Mundial, que esperaban ser conquistados (los antiguos pa�ses socialistas), y de otros que deb�an ser reconquistados por el "nuevo orden mundial". Para lograrlo, los centros financieros llevan adelante una triple estrategia criminal y brutal: proliferan las "guerras regionales" y los "conflictos internos", los capitales siguen rutas de acumulaci�n at�pica, y se movilizan grandes masas de trabajadores.

El resultado de esta guerra mundial de conquista es una gran rueda de millones de migrantes en todo el mundo. "Extranjeros" en el mundo "sin fronteras" que prometieron los vencedores de la III Guerra Mundial, millones de personas padecen la persecuci�n xen�foba, la precarizaci�n laboral, la p�rdida de identidad cultural, la represi�n polic�aca, el hambre, la c�rcel y la muerte

"Del R�o Grande americano al espacio Schengen "europeo", se confirma una doble tendencia contradictoria: por un lado las fronteras se cierran oficialmente a las migraciones de trabajo, por otro, ramas enteras de la econom�a oscilan entre la inestabilidad y la flexibilidad, que son los medios m�s seguros para atraer la mano de obra extranjera" (Alain Morice. Op.Cit.).

Con nombres distintos, bajo una diferenciaci�n jur�dica, compartiendo una igualdad miserable, los migrantes o refugiados o desplazados de todo el mundo son "extranjeros" tolerados o rechazados. La pesadilla de la migraci�n, cualquiera que sea la causa que la provoque, sigue rodando y creciendo sobre la superficie planetaria. El n�mero de personas que estar�an en el �mbito de competencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) ha crecido desproporcionadamente algo m�s de 2 millones en 1975, a m�s de 27 millones en 1995.

Destruidas las fronteras nacionales (para las mercanc�as), el mercado globalizado organiza la econom�a mundial: la investigaci�n y el dise�o de bienes y servicios, as� como su circulaci�n y consumo, son pensados en t�rminos intercontinentales. Para cada parte del proceso capitalista, el "nuevo orden mundial" organiza el flujo de fuerza de trabajo, especializada y no, hacia donde lo necesita. Lejos de sujetarse a la "libre concurrencia" tan cacareada por el neoliberalismo, los mercados de empleo est�n cada vez m�s determinados por los flujos migratorios. Trat�ndose de trabajadores especializados, aunque poco en comparaci�n con la migraci�n mundial, este "traspaso de cerebros" representa mucho en t�rminos de poder econ�mico y de conocimientos. Pero, sea de fuerza de trabajo calificada, sea de simple mano de obra, la pol�tica migratoria del neoliberalismo est� m�s orientada a desestabilizar el mercado mundial de trabajo que a frenar la inmigraci�n.

La IV Guerra Mundial, con su proceso de destrucci�n / despoblamiento y reconstrucci�n / reordenamiento, provoca el desplazamiento de millones de personas. Su destino ser� el seguir errantes, con su pesadilla a cuestas, y ofrecer a los trabajadores con empleo en las distintas naciones una amenaza a su estabilidad laboral, un enemigo para suplir la imagen del patr�n, y un pretexto para darle sentido a la sinraz�n racista que el neoliberalismo promueve.

�ste es el s�mbolo de la pesadilla errante de la migraci�n mundial, una rueda de terror que gira por todo el mundo.

Pieza 4: Mundializaci�n financiera y globalizaci�n de la corrupci�n y el crimen.

La figura 4 se construye dibujando un rect�ngulo.

Los medios masivos de comunicaci�n nos regalan una imagen de los dirigentes de la delincuencia mundial: hombres y mujeres vulgares, vestidos estrafalariamente, viviendo en mansiones rid�culas o tras los barrotes de una c�rcel. Pero esa imagen oculta m�s de lo que muestra: ni los verdaderos jefes de las mafias modernas, ni su organizaci�n, ni sus influencias reales en los terrenos econ�micos y pol�ticos son divulgados p�blicamente.

Su usted piensa que el mundo de la delincuencia es sin�nimo de ultratumba y oscuridad, est� equivocado. Durante el per�odo de la llamada "Guerra Fr�a", el crimen organizado fue adquiriendo una imagen m�s respetable y no s�lo empez� a funcionar como cualquier empresa moderna, tambi�n fue penetrando profundamente en los sistemas pol�ticos y econ�micos de los Estados nacionales. Con el inicio de la IV Guerra Mundial, la implantaci�n del "nuevo orden mundial", y su consiguiente apertura de mercados, privatizaciones, la desregulaci�n del comercio y las finanzas internacionales, el crimen organizado "globaliz�" sus actividades.

"Seg�n la ONU, los ingresos mundiales anuales de las organizaciones criminales transnacionales (OCT) son del orden de 1000 miles de millones de d�lares, un monto equivalente al PNB combinado de pa�ses de ingreso d�bil (seg�n la categorizaci�n de la banca mundial) y de sus 3 mil millones de habitantes. Esta estimaci�n toma en cuenta tanto el producto del tr�fico de droga, las ventas il�citas de armas, el contrabando de materiales nucleares, etc., y las ganancias de las actividades controladas por las mafias (prostituci�n, juego, mercado negro de divisas�).

En cambio, no mide la importancia de las inversiones continuamente realizadas por las organizaciones criminales dentro de la esfera de control de negocios leg�timos, ni tampoco la dominaci�n que ellas ejercen sobre los medios de producci�n dentro de numerosos sectores de la econom�a legal" (Michel Chossudovsky, "La Corruption mondialis�e" en "G�opolitique du Chaos". Op. Cit.).

Las organizaciones criminales de los 5 continentes han hecho suyo el "esp�ritu de cooperaci�n mundial" y, asociadas, participan en la conquista y reordenamiento de los nuevos mercados. Pero no s�lo en actividades criminales, tambi�n participan en negocios legales. El crimen organizado invierte en negocios leg�timos no s�lo para "blanquear" el dinero sucio, tambi�n para hacerse de capital para sus actividades ilegales. Las empresas preferidas para esto son las inmobiliarias de lujo, la industria del ocio, los medios de comunicaci�n, la industria, la agricultura, los servicios p�blicos y� �la banca!

�Al� Bab� y los 40 banqueros? No, algo peor. El dinero sucio del crimen organizado es utilizado por los bancos comerciales para sus actividades: pr�stamos, inversiones en los mercados financieros, compra de bonos de deuda externa, compra y venta de oro y divisas. "En muchos pa�ses, las organizaciones criminales se han convertido en los acreedores del Estados y ejercen, por su acci�n sobre los mercados, una influencia sobre la pol�tica macroecon�mica de los gobiernos. Sobre las bolsas de valores, ellas invierten igualmente en los mercados especulativos de productos derivados y de materias primas" (M. Chossudovsky, Op. Cit.).

Por si fuera poco, el crimen organizado cuenta con los llamados para�sos fiscales. En todo el mundo hay, cuando menos, 55 para�sos fiscales (uno de ellos, en las Islas Caim�n, tiene el quinto lugar mundial como centro bancario y tiene m�s bancos y sociedades registradas que habitantes). Las Bahamas, las islas V�rgenes brit�nicas, las Bermudas, San Martin, Vanuatu, las islas Cook, la isla Mauricio, Luxemburgo, Suiza, las islas Anglo-Normandas, Dubl�n, M�naco, Gibraltar, Malta, son buenos lugares para que el crimen organizado se relacione con las grandes firmas financieras del mundo.

Adem�s de "blanqueo" de dinero sucio, los para�sos fiscales son usados para evadir impuestos, de aqu� que sean un punto de contacto entre gobernantes, empresarios y capos del crimen organizado. La alta tecnolog�a, aplicada a las finanzas, permite la circulaci�n r�pida del dinero y la desaparici�n de ganancias ilegales. "Los negocios legales e ilegales est�n cada vez m�s imbricados, introducen un cambio fundamental en las estructuras del capitalismo de la posguerra. Las mafias invierten en negocios legales e, inversamente, ellas canalizan recursos financieros hacia la econom�a criminal, a trav�s del control de bancos o de empresas comerciales implicadas en el blanqueo de dinero sucio o que tiene relaciones con las organizaciones criminales. Los bancos pretenden que las transacciones son efectuadas de buena fe y que sus dirigentes ignoran el origen de los fondos depositados. La consigna de no preguntar nada, el secreto bancario y el anonimato de las transacciones, todo est� garantizando los intereses del crimen organizado, protegen a la instituci�n bancaria de investigaciones p�blicas y de inculpaciones. No solamente los grandes bancos aceptan blanquear dinero, en vista de sus pesadas comisiones, sino que tambi�n concesionan cr�ditos a tasas de inter�s elevadas a las mafias, en detrimento de las inversiones productivas industriales o agr�colas" (M. Chossudovsky, Op. Cit.).

La crisis de la deuda mundial, en los 80�s, provoc� que el precio de las materias primas se fuera para abajo. Esto hizo que los pa�ses subdesarrollados vieran reducidos dr�sticamente sus ingresos. Las medidas econ�micas dictadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, supuestamente para "recuperar" la econom�a de estos pa�ses, s�lo agudizaron las crisis de los negocios legales. En consecuencia, la econom�a ilegal se ha desarrollado para llenar el vac�o dejado por la ca�da de los mercados nacionales.

De acuerdo con un informe de las Naciones Unidas, "la intrusi�n de los sindicatos del crimen a sido facilitada por los programas de ajuste estructural que los pa�ses endeudados han sido obligados a aceptar para tener acceso a los pr�stamos del Fondo Monetario Internacional" (United Nations. "La Globalization du crime" New York, 1995).

As� que aqu� tiene usted el espejo rectangular donde legalidad e ilegalidad intercambian reflejos.

�De qu� lado del espejo est� el criminal? �De cu�l el que lo persigue?

Pieza 5: �La leg�tima violencia de un poder ileg�timo?

La figura 5 se construye dibujando un pent�gono.

El Estado, en el neoliberalismo, tiende a contraerse al "m�nimo indispensable". El llamado "Estado Benefactor" no s�lo se convierte en obsoleto, se desprende de todo lo que lo constitu�a en tal y se queda desnudo.

En el cabaret de la globalizaci�n, tenemos el "show" del Estado sobre una "table dance" que se despoja de todo hasta quedar con su prenda m�nima indispensable: la fuerza represiva. Destruida su base material, anuladas sus posibilidades de soberan�a e independencia, desdibujadas sus clases pol�ticas, los Estados Nacionales se convierten, m�s o menos r�pido, en un mero aparato de "seguridad" de las megaempresas que el neoliberalismo va erigiendo en el desarrollo de esta IV Guerra Mundial.

En lugar de que la inversi�n p�blica la orienten al gasto social, los Estados Nacionales prefieren mejorar su equipo, armamento y preparaci�n para cumplir con eficacia la labor que la pol�tica dej� de cumplir hace a�os: el control de la sociedad.

Los "profesionales de la violencia leg�tima" se llaman a s� mismos los aparatos represivos de los Estados Modernos. Pero, �qu� hacer si la violencia est� ya bajo las leyes del mercado? �D�nde est� la violencia leg�tima y d�nde la ileg�tima? �Qu� monopolio de la violencia pueden pretender los maltrechos Estados nacionales si el libre juego de la oferta y la demanda desaf�a ese monopolio? �No demostr� la pieza 4 que el crimen organizado, los gobiernos y los centros financieros est�n m�s que bien relacionados? �No es palpable que el crimen organizado cuenta con verdaderos ej�rcitos sin m�s frontera que el poder de fuego del rival? As� que el "monopolio de la violencia" no pertenece ya a los Estados Nacionales. El mercado moderno lo puso a venta�

Viene a cuento esto porque, debajo de la pol�mica entre violencia leg�tima e ileg�tima, tambi�n est� la disputa (falsa, pienso) entre violencia "racional" e "irracional".

Cierto sector de la intelectualidad mundial (insisto en que su quehacer es m�s complejo que el simple ser "de derecha o de izquierda", "progubernamental o de oposici�n", "etc�tera bueno o etc�tera malo") pretende que la violencia se puede ejercer de modo "racional", administrar de forma selectiva, (hay quien, incluso, adelanta algo as� como la "mercadotecnia de la violencia"), y aplicar con habilidad "de cirujano" en contra de los males de la sociedad. Algo as� inspir� la pasada etapa armamentista en la Uni�n Americana: armas "quir�rgicas", precisas, y operaciones militares como bistur� del "nuevo orden mundial". As� nacieron las "smart bombs" (que, seg�n me platic� un reportero que cubri� "Desert Storm", no son tan "inteligentes" y batallan para distinguir entre un hospital y un dep�sito de misiles, en la duda, las "smart bombs" no se abstienen, destruyen). En fin, el Golfo P�rsico, como dec�an los compa�eros de los pueblos zapatistas, est� m�s all� de la capital estatal de Chiapas (aunque la situaci�n de los kurdos tenga semejanzas espeluznantes con los ind�genas de un pa�s que se precia de ser "democr�tico" y "libre"), as� que no insistamos en "aquella" guerra cuando tenemos la "nuestra".

Bien, la pugna entre violencia "racional" e "irracional" abre una v�a de discusi�n interesante y, lamentablemente, no es in�til en los tiempos actuales. Pod�amos tomar, por ejemplo, qu� se entiende por "racional". Si se responde que es la "raz�n del Estado" (suponiendo que eso existiera y, sobre todo, que se le pudiera reconocer alguna raz�n al actual Estado neoliberal), entonces cabe preguntarse si esa "raz�n de Estado" se corresponde a la "raz�n de la sociedad" (siempre suponiendo que la sociedad de hoy retiene algo de racionalidad) y, m�s todav�a, si la violencia "racional" del Estado es "racional" tambi�n a la sociedad. Aqu� no hay mucho que discurrir (como no sea ociosamente), la "raz�n de Estado" en la modernidad no es otra que "la raz�n de los mercados financieros".

Pero, �c�mo administra su "violencia racional" el Estado moderno? Y, ojo a la historia, �cu�nto tiempo dura esa "racionalidad"? �El tiempo que va desde una a otra elecci�n o golpe de Estado (seg�n el caso)? �Cu�ntas violencias de Estado, que fueron aplaudidas como "racionales" en su tiempo, son ahora "irracionales"?

Lady Margaret Thatcher, de "grata" memoria para el pueblo brit�nico, se tom� la molestia de prologar el libro "The Next War", de Caspar Weinberg and Peter Schweizer. (Regnery Publisihng, Inc. Washington, D.C. 1996).

En este texto, la se�ora Thatcher, adelanta algunas reflexiones sobre las 3 similitudes entre el mundo de la Guerra Fr�a y el de la Pos Guerra Fr�a: La primera de ellas es que el "mundo libre" nunca carecer� de agresores potenciales. La segunda es la necesidad de una superioridad militar de los "Estados democr�ticos" sobre los posibles agresores. La tercera similitud es que tal superioridad militar debe ser, sobre todo, tecnol�gica.

Para terminar su pr�logo, la llamada "dama de hierro" define la "racionalidad violenta" de los Estados modernos al se�alar: "Una guerra puede ocurrir de muchas maneras diferentes. Pero la peor usualmente pasa porque un poder cree que puede alcanzar sus objetivos sin una guerra o al menos con una guerra limitada que puede ser ganada r�pidamente � y, en consecuencia, fallan los c�lculos".

Para los se�ores Weinberg y Schweizer los escenarios de las "Guerras Futuras" son: Corea del Norte y China (abril 6 de 1998), Ir�n (abril 4 de 1999), M�xico (marzo 7 del 2003), Rusia (febrero 7 del 2006), y el Jap�n (agosto 19 de 2007). No hay, pues, duda de qui�nes ser�an los posibles agresores: asi�ticos, �rabes, latinos y europeos. �Casi la totalidad del mundo es considerado "posible agresor" de la "democracia" moderna!

L�gico (cuando menos en la l�gica liberal): en la modernidad, el poder (es decir, el poder financiero) sabe que s�lo puede "alcanzar sus objetivos" con una guerra, y no con una "guerra limitada que puede ser ganada r�pidamente", sino con una guerra totalmente total, mundial en todos los sentidos. Y, si le creemos a la nueva secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, cuando dice: "Uno de los objetivos prioritarios de nuestro gobierno es el de asegurar que los intereses econ�micos de los Estados Unidos puedan extenderse a escala planetaria" ("The Wall Street Journal". 21/I/1997), entonces debemos entender que todo el mundo (y quiero decir "todo todo") es el teatro de operaciones de esta guerra.

Es de entender, entonces, que si la disputa por el "monopolio de la violencia" no se da de acuerdo a las leyes del mercado, sino que es desafiado desde abajo, el poder mundial "descubra" en ese reto a un "posible agresor". Este es uno de los desaf�os (de los menos estudiados y m�s "condenados", entre los muchos que representa) lanzado por los ind�genas en armas y en rebeld�a del Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional (EZLN) en contra del neoliberalismo y por la humanidad�

�ste es el s�mbolo del Poder militar norteamericano, el pent�gono. La nueva "polic�a mundial" pretende que los ej�rcito y polic�as "nacionales" s�lo sean el "cuerpo de seguridad" que garantice el "orden y el progreso" en las meg�polis neoliberales.

Pieza 6: La Megapol�tica y los enanos.

La figura 6 se construye dibujando un garabato.

Antes dijimos que los Estados Nacionales son atacados por los centros financieros y "obligados" a disolverse dentro de las meg�polis. Pero el neoliberalismo no s�lo opera su guerra "uniendo" naciones y regiones. Su estrategia de DESTRUCCI�N / DESPOBLAMIENTO y RECONSTRUCCI�N / REORDENAMIENTO produce una o varias fracturas en los Estados Nacionales.

Esta es la paradoja de la IV Guerra Mundial: hecha para eliminar fronteras y "unir" naciones, lo que va dejando tras de s� es una multiplicaci�n de las fronteras y una pulverizaci�n de las naciones que perecen en sus garras. M�s all� de los pretextos, ideolog�as o banderas, la actual din�mica MUNDIAL de quiebre de la unidad de los Estados Nacionales responde a una pol�tica, igualmente mundial, que sabe que puede ejercer mejor su poder, y crear las condiciones �ptimas para su reproducci�n, sobre las ruinas de los Estados Nacionales.

Si alguien tuviera alguna duda sobre este caracterizar al proceso de globalizaci�n como una guerra mundial, deber�a desecharla al hacer cuentas de los conflictos que provocaron y han sido provocados por los colapsos de algunos Estados Nacionales. Checoslovaquia, Yugoslavia, la URSS, son muestras de la profundidad de estas crisis que dejan hechos a�icos no s�lo los fundamentos pol�ticos y econ�micos de los Estados Nacionales, tambi�n las estructuras sociales. Slovenia, Croacia y Bosnia, adem�s de la presente guerra dentro de la federaci�n Rusa con Chechenia de escenario, no marcan s�lo el destino de la tr�gica ca�da del campo socialista en los fat�dicos brazos del "mundo libre", en todo el mundo este proceso de fragmentaci�n nacional se repite en escala e intensidad variables. Hay tendencias separatistas en el Estado Espa�ol (Pa�s Vasco, Catalu�a y Galicia), en Italia (Padua), en B�lgica (Flandes), en Francia (C�rcega), en el Reino Unido (Escocia y el Pa�s de Gales), y en Canad� (Qu�bec). Y hay m�s ejemplos en el resto del mundo.

Ya nos referimos al proceso de construcci�n de las meg�polis, ahora hablamos de la fragmentaci�n de pa�ses. Ambos procesos se dan sobre la destrucci�n de los Estados Nacionales. �Se trata de dos procesos paralelos, independientes? �Dos facetas del proceso de globalizaci�n? �Son s�ntomas de una megacrisis a�n por estallar? �Meros hechos aislados?

Pensamos que se trata de una contradicci�n inherente al proceso de globalizaci�n, una de las esencias del modelo neoliberal. La eliminaci�n de fronteras comerciales, la universalidad de las telecomunicaciones, las superautopistas de la inform�tica, la omnipresencia de los centros financieros, los acuerdos internacionales de unidad econ�mica, en fin, el proceso de globalizaci�n en su conjunto produce, al liquidar los Estados Nacionales, una pulverizaci�n de los mercados internos. �stos no desaparecen o se diluyen en los mercados internacionales, sino que consolidan su fragmentaci�n y se multiplican.

Sonar� contradictorio, pero la globalizaci�n produce un mundo fragmentado, lleno de pedazos aislados unos de otros (y no pocas veces enfrentados entre s�). Un mundo lleno de compartimentos estancos, comunicados apenas por fr�giles puentes econ�micos (en todo caso tan constantes como la veleta de viento que es el capital financiero). Un mundo de espejos rotos reflejando la in�til unidad mundial del rompecabezas neoliberal.

Pero el neoliberalismo no s�lo fragmenta el mundo que supone unir, tambi�n produce el centro pol�tico-econ�mico que dirige esta guerra. Y si, como se�alamos antes, los centros financieros imponen su ley (la del mercado) a naciones y a grupos de naciones, entonces deber�amos redefinir los l�mites y alcances de la pol�tica, es decir, del quehacer pol�tico. Conviene entonces hablar de la megapol�tica, en �sta ser�a donde se decidir�a el "orden mundial".

Y cuando decimos "megapol�tica" no nos referimos al n�mero de quienes en ella se mueven. Son pocos, muy pocos, los que se encuentran en esta "megaesfera". La megapol�tica globaliza las pol�ticas nacionales, es decir, las sujeta a una direcci�n que tiene intereses mundiales (que por lo regular son contradictorios a los intereses nacionales) y cuya l�gica es la del mercado, es decir, la de la ganancia econ�mica.

Con este criterio economicista (y criminal) se decide sobre guerras, cr�ditos, compra y venta de mercanc�as, reconocimientos diplom�ticos, bloqueos comerciales, apoyos pol�ticos, leyes de migraci�n, golpes de Estado, represiones, elecciones, unidades pol�ticas internacionales, rupturas pol�ticas intranacionales, inversiones, es decir, la supervivencia de naciones enteras.

El poder mundial de los centros financieros es tan grande, que pueden prescindir de la preocupaci�n por el signo pol�tico de quien detente el poder en una naci�n, si es que se garantiza que el programa econ�mico (es decir, la parte que corresponde al megaprograma econ�mico mundial) no se altere. Las disciplinas financieras se imponen a los distintos colores del espectro pol�tico mundial en cuanto se llega al gobierno de una naci�n.

El gran poder mundial puede tolerar un gobierno de izquierda en cualquier parte del mundo, siempre y cuando ese gobierno no tome medidas que vayan en contra de las disposiciones de los centros financieros mundiales. Pero de ninguna manera tolerar� que una alternativa de organizaci�n econ�mica, pol�tica y social se consolide. Para la megapol�tica, las pol�ticas nacionales son hechas por enanos que deben plegarse a los dictados del gigante financiero. As� ser�, hasta que los enanos se rebelen�

Aqu� tiene usted la figura que representa la "megapol�tica". Comprender� usted que es in�til tratar de encontrarle una racionalidad y que, desenredando la madeja, nada quedar� claro.

Pieza 7: Las bolsas de resistencia.

La figura 7 se construye dibujando una bolsa.

"Para empezar, te ruego no confundir la Resistencia con la oposici�n pol�tica. La oposici�n no se opone al poder sino a un gobierno, y su forma lograda y completa es la de un partido de oposici�n; mientras que la resistencia, por definici�n (ahora s�), no puede ser un partido: no est� hecha para gobernar a su vez, sino para� resistir."

Tom�s Segovia. "Alegatorio". M�xico, 1996.

La aparente infalibilidad de la globalizaci�n choca con la terca desobediencia de la realidad. Al mismo tiempo que el neoliberalismo lleva adelante su guerra mundial, en todo el planeta se van formando grupos de inconformes, n�cleos de rebeldes. El imperio de las bolsas financieras enfrenta la rebeld�a de las bolsas de resistencia.

S�, bolsas. De todos los tama�os, de diferentes colores, de las formas m�s variadas. Su �nica semejanza es su resistirse al "nuevo orden mundial" y al crimen contra la humanidad que conlleva la guerra neoliberal.

Al tratar de imponer su modelo econ�mico, pol�tico, social y cultural, el neoliberalismo pretende subyugar a millones de seres, y deshacerse de todos aquellos que no tienen lugar en su nuevo reparto del mundo. Pero resulta que estos "prescindibles" se rebelan y resisten contra el poder que quiere eliminarlos. Mujeres, ni�os, ancianos, j�venes, ind�genas, ecologistas, homosexuales, lesbianas, seropositivos, trabajadores y todos aquellos y aquellas que no s�lo "sobran", sino que tambi�n "molestan" al orden y el progreso mundiales, se rebelan, se organizan y luchan. Sabi�ndose iguales y diferentes, los excluidos de la "modernidad" empiezan a tejer las resistencias en contra del proceso de destrucci�n / despoblamiento y reconstrucci�n / reordenamiento que lleva adelante, como guerra mundial, el neoliberalismo.

En M�xico, por poner un ejemplo, el llamado "Programa de desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec" pretende construir un moderno centro internacional de distribuci�n y ensamble de mercanc�as. La zona de desarrollo abarca un complejo industrial en el que se refina la tercera parte del crudo mexicano y se elabora el 88% de los productos petroqu�micos. Las v�as de tr�nsito interoce�nico consistir�n en carreteras, una ruta fluvial aprovechando el tendido natural de la zona (r�o Coatzacoalcos) y, como eje articulador, la l�nea del ferrocarril trans�stmico (a cargo de 5 empresas, 4 de EU y 1 de Canad�). El proyecto ser�a zona ensambladora bajo el r�gimen de maquiladoras. Dos millones de pobladores del lugar pasar�an a ser estibadores, controladores de paso o maquiladores. (Ana Esther Cece�a. "El Istmo de Tehuantepec: frontera de la soberan�a nacional". "La Jornada del Campo" 28 de mayo 1997.) Tambi�n en el sureste mexicano, en la selva Lacandona, se echa a andar el "Programa de Desarrollo Regional Sustentable para la Selva Lacandona". Su objetivo real es poner a disposici�n del capital las tierras ind�genas que, adem�s de ser ricas en dignidad e historia, tambi�n lo son en petr�leo y uranio.

El resultado previsible de estos proyectos ser�, entre otros, la fragmentaci�n de M�xico (separando al sureste del resto del pa�s). Adem�s, y ya que de guerras hablamos, los proyectos tienen implicaciones contrainsurgentes. Forma parte de una pinza para liquidar la rebeld�a antineoliberal que explot� en 1994. En medio quedan los ind�genas rebeldes del Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional (EZLN).

(Ya en el tema de ind�genas rebeldes conviene un par�ntesis: los zapatistas piensan que, en M�xico (ojo: en M�xico) la recuperaci�n y defensa de la soberan�a nacional es parte de una revoluci�n antineoliberal. Parad�jicamente, el EZLN es acusado de pretender la fragmentaci�n de la naci�n mexicana. La realidad es que los �nicos que han hablado de separatismo son los empresarios del estado de Tabasco (rico en petr�leo) y los diputados federales chiapanecos que pertenecen al PRI. Los zapatistas piensan que es necesaria la defensa del Estado Nacional frente a la globalizaci�n, y que los intentos de partir a M�xico en pedazos vienen del grupo gobernante y no de las justas demandas de autonom�a para los pueblos indios. El EZLN, y lo mejor del movimiento ind�gena nacional, no quieren que los pueblos indios se separen de M�xico, sino ser reconocidos como parte del pa�s con sus especificidades. No s�lo eso, quieren un M�xico con democracia, libertad y justicia. Las paradojas siguen, porque mientras el EZLN lucha por la defensa de la soberan�a nacional, el Ej�rcito Federal Mexicano lucha contra esa defensa y defiende a un gobierno que ha destruido ya las bases materiales de la soberan�a nacional y ha entregado el pa�s, no s�lo al gran capital extranjero, tambi�n al narcotr�fico).

Pero no s�lo en las monta�as del sureste mexicano se resiste y se lucha contra el neoliberalismo. En otras partes de M�xico, en la Am�rica Latina, en los Estados Unidos y el Canad�, en la Europa del Tratado de Masstrich, en el �frica, en el Asia, y en Ocean�a, las bolsas de resistencia se multiplican. Cada una de ellas tiene su propia historia, sus diferencias, sus igualdades, sus demandas, sus luchas, sus logros. Si la humanidad tiene todav�a esperanzas de supervivencia, de ser mejor, esas esperanzas est�n en las bolsas que forman los excluidos, los sobrantes, los desechables.

 

�ste es un modelo de bolsa de resistencia, pero no haga mucho caso de �l. Hay tantos modelos como resistencias y como mundos hay en el mundo. As� que dibuje el modelo que m�s le guste. En esto de las bolsas, como en las resistencias, la diversidad es riqueza.

Hay, a no dudarlo, m�s piezas del rompecabezas neoliberal. Por ejemplo: los medios de comunicaci�n, la cultura, la poluci�n, las pandemias. Aqu� s�lo hemos querido mostrarle el trazo de 7 de ellas.

Estas 7 bastan para que usted, despu�s de dibujarlas, colorearlas y recortarlas, se d� cuenta que es imposible armarlas juntas. Y �ste es el problema del mundo que la globalizaci�n ha pretendido rearmar: las piezas no encajan.

Por esto, y por otras razones que no vienen al espacio de este texto, es necesario hacer un mundo nuevo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos�

Desde las monta�as del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

Ej�rcito Zapatista de Liberaci�n Nacional. M�xico, Junio de 1997.

P.D. QUE CUENTA SUE�OS QUE EL AMOR ANIDA.- Reposa la mar a mi lado. Comparte desde hace tiempo angustias, incertidumbres y no pocos sue�os, pero ahora duerme conmigo la caliente noche de la selva. Yo miro su trigo agitado en el sue�o y me maravillo de nuevo al encontrarla a ella como es ley: tibia, fresca y a mi lado. La asfixia me saca del lecho y toma mi mano y la pluma para traer al Viejo Antonio hoy, como hace a�os�

He pedido al Viejo Antonio que me acompa�e en una exploraci�n r�o abajo. No llevamos m�s que un poco de pozol para comer. Durante horas seguimos el caprichoso cauce y el hambre y el calor aprietan. Toda la tarde la pasamos tras una piara de jabal�es. Casi anochece cuando le damos alcance, pero un enorme censo (puerco de monte) se desprende del grupo y nos ataca. Yo saco a relucir todos mis conocimientos militares, dejo tirada mi arma y me trepo al �rbol m�s cercano. El Viejo Antonio queda inerme ante el ataque, pero en lugar de correr, se pone tras una mara�a de bejucos. El gigantesco jabal� arremete de frente y con toda su fuerza, pero queda atrapado entre las lianas y las espinas. Antes de que pueda librarse, el Viejo Antonio levanta su vieja chimba y, de un tiro en la cabeza, resuelve la cena de ese d�a.

Ya en la madrugada, cuando he terminado de limpiar mi moderno fusil autom�tico (un M-16, calibre 5.56 mm, con selector de cadencia y alcance efectivo de 460 metros, adem�s de mira telesc�pica, bipie y cargador de "drum" con 90 tiros), escribo en mi diario de campa�a y, omitiendo todo lo sucedido, s�lo anoto: "Topamos puerco y A. mat� una pieza. Altura 350 msnm. No llovi�".

Mientras esperamos que se cueza la carne, le cuento al Viejo Antonio que la parte que me toca servir� para las fiestas que se preparan en el campamento. "�Fiestas?", me pregunta mientras atiza el fuego. "S�", le digo, "No importa el mes, siempre hay algo que celebrar.". Despu�s sigo con lo que yo supuse era una brillante disertaci�n sobre el calendario hist�rico y las celebraciones zapatistas. En silencio escucha el Viejo Antonio y, suponiendo que no le interesa, me acomodo para dormir.

Entre sue�os mir� al Viejo Antonio tomar mi cuaderno y escribir algo. En la ma�ana, repartimos la carne despu�s del desayuno y cada uno toma su camino. Ya en nuestro campamento, reporto al mando y le muestro la bit�cora para que sepa lo ocurrido. "Esta no es tu letra", me dice mientras me muestra la hoja del cuaderno. Ah�, al final de lo que yo anot� ese d�a, el Viejo Antonio hab�a escrito con letras grandes:

"Si no puedes tener la raz�n y la fuerza, escoge siempre la raz�n y deja que el enemigo tenga la fuerza. En muchos combates puede la fuerza obtener la victoria, pero en la lucha toda s�lo la raz�n vence. El poderoso nunca podr� sacar raz�n de su fuerza, pero nosotros siempre podremos obtener fuerza de la raz�n".

Y m�s abajo, con letra muy peque�a: "Felices fiestas". Ni para qu� decirlo, se me quit� el hambre. Las fiestas, como siempre, estuvieron bien alegres. "La del mo�o colorado" estaba todav�a, felizmente, muy lejos del "hit parade" de los zapatistas�

Fuente:www.lafogata.org   

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