Zapatismo
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El levantamiento del EZLN me dio segundo aire izquierdista cuando Salinas nos aplastaba
Pedro Echeverría V.
La Fogata
1. Cuando estalló el movimiento armado en Chiapas aquel 1 de enero de 1994 y
confirmé la noticia, brinqué feliz de alegría por mi intenso coraje reprimido.
Fue una maravillosa sorpresa ese levantamiento del EZLN zapatista porque no
esperaba nada parecido dentro del festín salinista. La Presidencia de Salinas
–después de la firma del TLC y la selección del candidato Colosio- nos estaba
haciendo trizas a quienes estábamos en la calle apoyando protestas y buscando
las mejores ideas de izquierda radical que nos permitieran avanzar. Aunque vivía
en Yucatán –donde es muy limitada la participación política por el dominio del
catolicismo- seguía siendo el "viajero mochilero" de muchas décadas a la ciudad
de México, Monterrey, Guadalajara, Oaxaca, así como a otros países.
2. Desde ese primer día prendieron –por claros y justos- los planteamientos y
consignas del EZLN contra el gobierno opresor. Se escogió perfectamente el
lugar, el día y la hora del estallido en que los altos políticos festejaban
borrachos en Los Pinos el fin de año. Dos o tres amigos míos estaban de manera
casual en San Cristóbal de vacaciones pasando la noche y también se
sorprendieron. El manifiesto que después publicó la prensa era muy claro: la
lucha era contra el gobierno opresor, por la reivindicación de los derechos y la
cultura indígena, la batalla contra todos los males ocasionados por el
capitalismo. ¿Quién podría estar contra esos planteamientos que no fuera del
gobierno del PRI, de los seguidores de la derecha panista o de los señoritos de
izquierda que estaban "contra toda violencia y los paliacates?
3. Recuerdo que fue domingo, a las 8 de la mañana del 1 de enero, cuando recibí
la noticia del levantamiento del EZLN. Estaba en el campamento de protesta de
Severino Salazar –frente al Palacio de Gobierno- cuando nos enteramos.
Inmediatamente dije que viajaría ese día a Chiapas para conocer directamente la
situación. Localicé al director de la facultad de arquitectura y le solicité por
escrito un permiso (sin pago) por 15 días y emprendí por ADO viaje a
Villahermosa y de aquí a Tuxtla, porque por vía Ocosingo no había paso "dado que
allí estaba el levantamiento". En Tuxtla me encontré con otros tres periodistas
jóvenes del DF que buscaban trasladarse a San Cristóbal; este objetivo lo
logramos a las 11 de la mañana y a las 12 ya estaban cateándonos decenas de
soldados que bloqueaban la carretera.
4. Iban unas 10 personas en el vehículo de las cuales sólo sonreíamos muy
emocionados y platicadores los cuatro dedicados al mismo oficio. Al llegar a San
Cristóbal yo encontré un hotel del "más bajo precio" e inmediatamente me
trasladé al centro de la ciudad. A una cuadra, frente al hotel Mazariegos,
decenas de periodistas mexicanos y extranjeros nos reunimos para exigir la
apertura de una oficina de prensa que a las 24 horas se abrió en ese hotel con
unas 10 máquinas de escribir, servicio de Fax y de teléfonos. Se convirtió en el
centro de actividades. Yo escribía de cinco a seis artículos semanales para el
Diario de Yucatán y dos artículos para el semanario La Revista, mismos medios
que me publicaron notas en mi estancia en San Cristóbal. Los indígenas llenaban
el mercado público y lo "coletos" (aterrados) no salían de sus casas.
5. La realidad es que fuera de San Cristóbal, Sinancantán y dos o tres
poblaciones más a las que acudíamos, estuvimos bloqueados por los soldados que
acordonaban la región; ellos tenían la orden de sólo dar acceso a periodistas de
Televisa y quizá a algún noticiero extranjero. Pudimos entrevistar a Madrazo
Cuellar de derechos humanos, al obispo Samuel Ruiz, a un norteamericano
confundido con Marcos y a todos los que llegaban a la oficina de prensa. Yo
después de una semana en la región viajé a Mérida y comencé a colocar un cartel
semanal anarco-zapatista en la plaza principal, mismo que mantuve –cambiándolo
por semana o quincena- 18 años, a pesar del disgusto y boicot de autoridades,
hasta que la gobernadora Ortega ordenó secuestrarlo.
6. El cartel que informaba del levantamiento era rodeado por decenas de personas
y turistas que lo copiaban y le tomaban fotos, pero también lo copiaban policías
para entregar a su gobierno. Una vez confundí con policía a un periodista que
–sin saberlo- semana tras semana publicaba en el diario "Tribuna" el texto
completo llamándome "el eterno inconforme". Un amigo coleccionó estas
publicaciones y luego me sorprendió entregándome una veintena de ellas. Tanto a
mi amigo el periodista Darío, como al diario "Tribuna", les guardo por ello un
agradecimiento. El cartel fue destruido y retirado por órdenes de la gobernadora
Ortega en 2012; realizamos un mitin de protesta frente a Palacio y coloqué otro
cartel provisional. Así asesinaron mi iniciativa que muchas veces observé que
era solamente para curiosos. ¿Sirvió para algo más?
7. Mañana cumple 20 años de su levantamiento el EZLN. A mi me parecen muchísimos
porque tontamente esperaba otros estallidos guerrilleros al mes o al año.
Marcos, su indiscutible creador y líder, sabe que sólo se pueden festejar los
avances logrados: como aquella maravillosa caravana de 2002 que realizamos que
movilizó a millones de personas en toda la ruta; y que de derrotas no se debe
hablar porque estamos curtidos por una poderosa burguesía e imperialismo que se
las saben de todas, todas. La realidad es que –después de 53 años de estar en lo
mismo mental y físicamente- no conozco la paciencia tan querida, inteligente y
privilegiada para otros. No olvido aquella frase de los sesenta de Fidel Castro:
"No se puede esperar sentado el paso del cadáver del imperialismo". Coño, aunque
sea activando, tampoco los hemos debilitado.