Zapatismo
|
Chiapas, 15 años después
Josep María Antentas y Esther Vivas
público
Este 1 de enero se cumplen 15 años del alzamiento zapatista en Chiapas, que
coincidió con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre
Estados Unidos, Canadá y México. La irrupción del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) desbarató de un plumazo las pretensiones del Gobierno
corrupto y neoliberal de Carlos Salinas de Gortari de presentar la puesta en
marcha de dicho acuerdo como el avance definitivo de México hacia la modernidad.
De hecho, galvanizó la oposición a un Tratado que había suscitado ya durante su
proceso de negociación considerables campañas de rechazo y una innovadora e
interesante dinámica de coordinación transfronteriza entre movimientos,
sindicatos y organizaciones de los tres países concernidos.
El alzamiento marcó simbólicamente el inicio de una etapa de rechazo al nuevo
orden internacional proclamado por Bush padre en 1991. Esta reorganización del
mundo surgió como consecuencia, entre otros factores, de los efectos producidos
por la caída del Muro de Berlín en 1989, la primera guerra del Golfo en 1991 y
el comienzo de la desintegración de la URSS que tendría lugar a finales del
mismo año.
Los zapatistas fueron los primeros en codificar un discurso general de crítica a
este nuevo orden mundial al cuestionar con su lucha particular los principios
generales del mismo y defender los valores de "la humanidad e ir contra el
neoliberalismo". En palabras del mismo subcomandante: "Marcos es gay en San
Francisco, negro en Suráfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro,
anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San
Cristóbal, chavo banda en Neza, judío en la Alemania nazi, ombudsman en la
Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría…".
La revuelta zapatista combinaba de forma peculiar lo nuevo y lo viejo, la
defensa de los derechos indígenas con el uso de las nuevas tecnologías y una
hábil política de comunicación. Además, se dotó de un lenguaje y de un
planteamiento estratégico innovador, aunque con límites y contradicciones en un
momento de crisis y desconcierto de la izquierda.
Otro de los hechos que convirtieron a los zapatistas en pioneros en articular la
incipiente resistencia internacional contra el nuevo orden mundial fue la
convocatoria del I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el
Neoliberalismo en la Selva Lacandona en 1996. Dieron un impulso decisivo a lo
que luego se llamaría el nuevo "internacionalismo de las resistencias" y que
tendría su mejor expresión en la abrupta entrada en escena del movimiento
antiglobalización a partir de las protestas de Seattle durante la cumbre de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) en noviembre de 1999.
Ya en el nuevo siglo, la visibilidad específica del zapatismo ha perdido fuerza
precisamente por el ascenso de la corriente antiglobalizadora. Estos
movimientos, que alcanzaron su máximo esplendor en el periodo 1999-2003,
consiguieron desplegar una estela de manifestaciones durante las cumbres
oficiales en todo el mundo. También fueron los protagonistas de la irrupción en
el Foro Social Mundial a partir del año 2001, el movimiento contra la guerra en
2003, y el auge de la resistencia al neoliberalismo en América Latina –iniciado
simbólicamente con la "guerra del agua" en Cochabamba (Bolivia) en abril de
2000– y la consolidación de Gobiernos progresistas en Venezuela, Bolivia,
Ecuador y ahora Paraguay.
El zapatismo ha tenido importantes momentos de visibilidad y centralidad
política gracias a sus principales iniciativas, como la Caravana a la Ciudad de
México en febrero y marzo de 2001, que culminó con la multitudinaria llegada de
Marcos al Zócalo, y la Otra Campaña en 2005 y 2006. De hecho, ha seguido siendo
uno de los componentes de referencia de los movimientos de resistencia al
capitalismo global.
El mundo actual es bastante distinto del de hace 15 años. El nuevo orden mundial
anunciado por Bush padre se tambalea. Si entonces los Estados Unidos se
presentaban como la única superpotencia indiscutible, hoy aparecen como una
potencia en declive que lucha por mantener su hegemonía mundial. Si el
neoliberalismo, codificado en el llamado Consenso de Washington, se postulaba
como la única política posible y se encontraba en su momento de mayor apogeo
histórico, hoy sufre un fuerte descrédito y cuestionamiento. Y si el capitalismo
salía victorioso de la Guerra Fría, mostrándose como un sistema económico sin
rival, y prometía prosperidad para todo el mundo, hoy se hace más evidente que
nunca su carácter destructivo. No sólo es incapaz de satisfacer las necesidades
básicas de la mayoría de la humanidad, sino que amenaza a la propia
supervivencia de la especie debido a la crisis ecológica global que ha
provocado.
Desde el alzamiento zapatista, las políticas neoliberales se han profundizado,
acelerado y generalizado, pero las propias contradicciones que estas han causado
han engendrado crecientes y múltiples resistencias, aunque todavía sin la fuerza
suficiente para derrotarlas y provocar un cambio de paradigma.
"Ya Basta" fue el grito que mostraba la ira y la indignación de los zapatistas
insurrectos. "Ya Basta" es lo que han sentido, pensado y expresado los millones
de personas que en estos 15 años se han rebelado contra el actual orden mundial
y que, con sus acciones, han enterrado la tesis del Fin de la Historia
–proclamada poco antes del alzamiento zapatista por Francis Fukuyama– abrazada
por los entonces muy confiados ideólogos neoliberales. Muy a pesar de algunos,
la historia no terminó y el resultado de la partida aún está por determinar.
Josep María Antentas es Profesor de Sociología de la Universidad
Autónoma de Barcelona
Esther Vivas es Miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos
Sociales (CEMS)