País Vasco
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Perseguir el independentismo vasco hasta la ignominia
Felipe I. Echenique March
El pasado 30 de julio, como a eso de las 6 de la tarde, nos enteramos de que
el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez,
estaba notificando a los seis ciudadanos vascos Félix Salustino García Rivera,
Asier Arronategi Dualde, (naturalizado mexicano), María Asunción Gorrotxategi
Vázquez, Juan Carlos Artola Díaz, José María Urkijo Borde y Ernesto Alberdi
Elejalde, que estaba de acuerdo con el punto de vista de José César Flores
Rodríguez, juez segundo de Distrito en Procesos Penales Federales en el Distrito
Federal, en el sentido de que eran extraditables al Reino de España.
Aquí expongo un punto de vista que se deriva de las anomalías y quebranto del
estado de Derecho que se ha cometido desde que la embajadora del reino de España
en México, Cristina Barrios Almanzor, solicitó peregrinamente a la Secretaría de
Relaciones Exteriores y a la Procuraduría General de la República, la
extradición de los seis ciudadanos vascos exiliados en nuestro país desde hace
mas de doce años en promedio; las subsecuentes aprehensiones de los mismos
mediante un operativo coordinado y eficaz en seis estados de la República que
ya se quisiera para aprehender a conocidos delincuentes mexicanos y su ilegal
privación de libertad por más de un año, sin que medie ninguna orden de
aprehensión en su contra.
Anomalías que han sido exhibidas ante los funcionarios correspondientes y la
opinión pública por la abogada Bárbara Zamora, sin que haya obtenido atención
alguna.
De este actuar de la Procuraduría general de la República, del juez segundo de
Distrito y de la burocracia mexicana encargada de las relaciones internacionales
se puede ratificar lo expuesto por muchos eminentes juristas en el sentido de
que, con dichas acciones sobre los seis ciudadanos vascos, el Gobierno de México
no sólo ha desechado el actuar apegado a derecho: comprobación fehaciente de las
imputaciones que se les hagan a los presuntos responsables de algún delito para
poder privarlos de su libertad acciones de suyo graves y punibles, sino que
también ha olvidado que las historias no se resuelven ni continúan por mejores
caminos si se impulsan con siniestras consignas.
Las historias de los pueblos y las naciones son complejos y contradictorios
movimientos sociales. Si se quiere intervenir en ellas por petición de partes,
debe hacerse no sólo apegados a derecho, sino también con conocimiento de las
complicadas y contradictorias realidades que las anudan y las hacen ser tales.
Actuar en contrario representa no nada más hacerlo oficiosamente, sino con
parcialidad indiscutible que muy probablemente esconda intereses inconfesables.
Lo actuado en este año por la PGR, por el juez segundo de Distrito y la
burocracia mexicana encargada de las relaciones internacionales, en el caso de
los presos vascos, además de mostrar el quebranto del estado de Derecho, exhibe
a todas luces su ciego acatamiento a la más burda, vulgar y siniestra consigna
lanzada por el Gobierno español contra todo tipo de independentista vasco;
porque los hay de lo que se puede llamar de derecha, centro e izquierda,
radicales y moderados, siendo tan diversos que no se puede hablar de una unidad
de acción, aunque sí del ideario común en todos ellos: el independentismo vasco.
Ideario al cual verdaderamente se le persigue y criminaliza por parte de las
autoridades centrales del reino de España a través del lanzamiento mundial de
consignas como «todo independentista vasco es o forma parte de la organización
clandestina político militar, conocida mundialmente por sus siglas como ETA.
Esa consigna no muestra, ni exhibe pruebas. Simplemente reproduce
irracionalmente el rencor acumulado para defenestrar al adversario. Esas
consignas sólo siembran la persecución y llevan a niveles insospechados el
terror, la confusión, el odio y la venganza. No importando si a quienes se les
imputa la consigna son o no miembros de dicha organización y hayan o no cometido
acciones que se consideren por las autoridades centrales españolas como
delictivas. La aplicación de esa consigna a cualquier individuo y aun a los
exiliados sirve para crear sujetos expiatorios, que muestren a todos los vascos
independentistas que el Estado español perseguirá aún en el extranjero y después
de muchos años a todo aquel que haya o mantenga enarbolado el ideario
independentista.
El odio, el rencor y la persecución del PP español hacia los independentistas
vascos quedó expresamente de manifiesto en un acto tan hórrido y lamentable como
los propios explosivos que hicieron volar vagones el 11 de marzo del presente
año en la terminal del tren de Atocha, cuando sin razones, ni pruebas el
Gobierno de Aznar inculpó a ETA y a todos los independentistas vascos de tan
lamentable atentado, por cierto aún no aclarado por el Gobierno español.
El conflicto, histórico y actual, entre los independentistas vascos y los
españolistas (aquellos que pugnan por la unidad de España a toda costa, sin
importarles historias) es secular, diverso, complejo y, en muchos casos, ajeno a
la posición y acciones de ETA.
Señalar a todo independentista vasco como parte de ETA es renunciar a la
comprensión de las historias. Es actuar bajo la más burda de las consignas, en
cuanto que todo independentista vasco es o forma parte de ETA. Con esta posición
no sólo se criminaliza a ETA, sino a todo ciudadano independentista vasco.
Esa ha sido la forma de actuar de los gobiernos españoles en el conflicto con
los independentistas vascos. Hasta hace unos años, los gobiernos mexicanos se
habían mantenido al margen de aquel conflicto e inclusive, por razones
histórico-humanitarias, otorgaron asilo político a ciudadanos vascos que eran
perseguidos políticamente en España por las acciones que allá desarrollaban y
que justamente les valieron para otorgarles el asilo político, que no sólo los
librará de la persecución sino inclusive, de su encarcelamiento y torturas a los
que serían sometidos.
Pero la administración «del cambio», la de Fox, también cambió los principios
históricos mantenidos por el Estado mexicano con todas las naciones del mundo y
los perseguidos políticamente en sus países. Ahora, la política de la
administración foxista y la del juez segundo de Distrito consiste en sumarse al
conflicto, colocándose del lado de una de las partes.
Con dicho posicionamiento, los funcionarios antes referidos asumen como propia
la consigna terrorista y sin escrúpulos del Gobierno español y diligentemente se
prestan, sin rubor, a la construcción de víctimas expiatorias que, en un
supuesto tan burdo como la consigna misma, les hace suponer que con la
aplicación de dicha consigna minarán de muerte no a los seis presos vascos, sino
a todos los vascos que luchan por su independencia y soberanía.
La consigna actualiza el pasado y condena cualquier tipo de futuro. Son esos
futuros de los ciudadanos vascos exilados en diversos países del mundo 700
presos políticos entre España, Francia y México, así como más de 2.000 exilados
a los que se persigue e intenta aniquilar para demostrar que no hay tregua, ni
distancia que venza ese odio contra quienes han luchado por la independencia del
pueblo vasco, aunque ya no estén inmersos en esa lucha.
El pasado de los seis presos vascos en México y su filiación al ideario
independentista nunca vinculado a actividades criminales o punibles dentro del
País Vasco o del reino de España porque no están exhibidos en la solicitud de
extradición los condena hacia el futuro.
Ellos han de ser perseguidos, criminalizados y encarcelados en donde se
encuentren. Para ello basta cual- quier imputación. como el «lavado de dinero
para ETA». Este simple señalamiento sin prueba alguna es suficiente para ser
aprehendidos y conculcadas sus garantías individuales.
Ese es el mensaje de la consigna española: ningún independentista vasco tendrá
descanso. Será perseguido y hostigado a donde vaya. No importa que en algunos
países, sean liberados por falta de pruebas. Por lo pronto, ya se la pasaron mal
y se han empobrecido moral y materialmente. El rencor no perdona a los
adversarios, ni a los idearios. Para quienes los portan, no hay descanso.
Para contrarrestar al ideario independentista vasco se construyó otro que está
lleno de rencor e irracionalidad al que, por desgracia, se han sumado los que se
han alzado con los poderes públicos de nuestra nación.
Sepan los vascos de aquí y de allá que muchos mexicanos condenamos y nos
oponemos, por todos los medios que están a nuestro alcance, a este tipo de
actitudes que le dan la espalda a una historia la doctrina estrada y a uno de
los derechos más sagrados de los hombres: el respeto al asilo político. -
* Felipe I. Echenique es investigador de la Dirección de Estudios Históricos,
del Instituto Nacional de Antropología de México