Medios y Tecnología
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Las redes alternativas y la guerra: una telaraña a la izquierda de dios
Rosa Miriam Elizalde
Más que de recursos técnicos, se trata de dotarnos de una cultura que no nos llegará por inspiración divina. Una cultura que puede convertir una simple computadora con un MODEM en una espina clavada en la garganta del poder
No es tan caótica como parece. No es tan democrática como dice el
marketing publicitario. No es tan impenetrable como afirman los luditas. No
es tan transparente como aseguran los entusiastas de la técnica. No es, y es. La
Internet se ha revelado como el instrumento de esta época, para hombres y
mujeres de nuestra circunstancia, tal y como lo fue el hacha petaloide en la
sociedad primitiva, el molino de viento en la Edad Media y la máquina de vapor,
en la era industrial. Aun cuando en su ámbito gravita el desamparado mundo que
nos ha tocado en suerte y sus terribles desigualdades, la realidad es que ya sin
ella no podremos replantearnos el futuro. Estemos donde estemos. Cualquiera que
sea el lado del cachumbambé que nos toque.
Si cada uno de nosotros busca en la memoria cuándo fue la primera vez que
escuchó hablar de la Internet y que puso por sí mismo una dirección en la barra
del explorador de una computadora, los más avezados descubrirán que no hace
mucho tiempo. Cuatro años; cinco, quizás. Eso no es nada, pero es muchísimo en
la Internet, que cuenta ya con 700 millones de usuarios ―crecen a un ritmo del
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