Carlos Navarro Lara, el guerrillero 'Luis'
Bolivia: Un testimonio sobre Teoponte, la guerrilla de los poetas inmolados
Wilson García Mérida
Datos & Análisis
Fueron 60 combatientes que siguieron la ruta marcada por el Che y tomaron el
"puente hacia Dios" (Teoponte) para inmolarse en nombre de la utopía. Una
pulsión poética los movía, como consta en un testimonio que dejó escrito Carlos
Navarro Lara, alias "Luis".
Al comenzar septiembre de 1970, dos meses después de la incursión guerrillera en
Teoponte, la columna del ELN (Ejército de Liberación Nacional, fundada por el
Che en Ñancahuazú tras la defección del PCB estalinista) se dividió en dos
grupos y esa separación (simil a la del Che y Joaquín en abril del 67) fue
determinante para la derrota en ciernes.
El vate Carlos "Chino" Navarro Lara, lasallista iconoclasta que se unió a esta
guerrilla como un acto de fe libertaria, se encontraba con el grupo que orillaba
el río Chimate, en la zona de El Porvenir, donde había sido capturado junto con
Emilio Quiroga Bonadona ("Napo") y el colombiano Fabián Barga ("Chuma").
Todos ellos estaban preparados para morir. Carlos Navarro le pide a su amigo
"Ramiro" (Jorge Bayro, enlace urbano de la guerrilla en Cochabamba) un favor que
se hizo póstumo: "Avisa a mis padres que me encuentro combatiendo y dales
fuerzas. Que mi cariño a ellos y a mi hermano llegue por tu intermedio". Ese
amor fraterno del guerrillero se expresó en su alias de guerra: Luis, el nombre
de su carnal.
Trágico optimismo
Carlos Navarro, el guerrillero "Luis", escribió la carta de despedida a Bayro el
17 de julio de 1970, en vísperas del viaje sin retorno a las montañas de
Teoponte (latinismo que significa "el puente de Dios") donde el ELN destacó un
contingente de 67 combatientes (de los cuales 60 murieron y sólo siete
sobrevivieron) para continuar la guerra de guerrillas iniciada en Ñancahuazú.
"Querido Ramiro" —dice la carta de Navarro— "faltan pocas horas para que se haga
realidad el momento que tanto nosotros como el continente hemos esperado por
mucho tiempo. Han pasado tantas cosas que creo nuestros ojos se han vuelto más
perspicaces y ahora vemos que el momento de nuestro alzamiento es el mejor. Todo
está bien. Las condiciones son insuperables".
La campaña de Teoponte se inició en la madrugada del 18 de julio de 1970, cuando
los combatientes, encubiertos bajo la forma de voluntarios de un programa de
alfabetización, se embarcaron en vehículos contratados por la UMSA para realizar
la supuesta campaña alfabetizadora en el norte rural de La Paz.
En su carta de despedida, el guerrillero "Luis" rebosaba de optimismo y
decisión: "Hoy más que nunca siento la plenitud de la vida, plenitud nutrida por
el compromiso revolucionario que he adquirido. Hoy más que nunca la seguridad de
estar haciendo lo mejor viene a acariciar mi espíritu, hoy más que nunca
comprendo y acepto la posibilidad de una vida corta de servicio a los demás, que
una larga existencia parásita y sin sentido".
Aquellas pulsiones sentipensantes eran comunes entre todos los combatientes de
Teoponte que dejaron escritas sus impresiones del momento:
Jorge Ruiz Paz ("Omar") había anotado en su diario: "Mientras haya hambre y
miseria, los revolucionarios no tenemos derecho a la felicidad".
Enrique Farfán Mealla ("Adrián") escribió: "Nos ha tocado una época de grandes
acontecimientos y siento la obligación y la necesidad de no huir a mi
responsabilidad. Lo contrario sería mi fracaso como hombre".
Néstor Paz Zamora ("Francisco"): "Quisiera que mi capacidad de amar crezca cada
vez más a la par que mi capacidad guerrillera… es la única manera de mejorar
cualitativa y cuantitativamente el impulso revolucionario".
Y Benjo Cruz ("Casiano"), ya en Teoponte, escribió la presentación de un disco
del ELN con estas palabras: "Adquiero este oficio de guerrillero para justificar
todo mi canto, para tener coherencia entre lo que digo y lo que hago; no hacerlo
habría sido la misma cobardía de aquellos que se quedan pregonando y teorizando
sobre la revolución".
Abandonos y ultimátums
El proyecto guerrillero de Teoponte había sido originalmente concebido como una
continuidad orgánica de Ñancahuazú; en él debieron participar —además de los
nuevos elementos internacionales provenientes de Chile, Perú, Argentina,
Colombia e incluso Estados Unidos— también los expertos del ejército cubano;
pero no fue así en el caso de éstos últimos.
Recientes investigaciones develan que las relaciones del ELN boliviano con el
gobierno de Cuba no eran de carácter político y ni siquiera militar; eran lazos
más bien subordinados a los aparatos de seguridad de La Habana. Esa dependencia
casi policíaca habría distorsionado la estrategia política de la guerrilla y
determinó que Inti Peredo, heredero nato del liderazgo guevarista, fuese
abandonado por los militares cubanos que (siempre bien informados) veían en
Teoponte un compromiso incómodo e incluso inviable, a tal punto que Inti se vio
forzado a lanzar dos ultimátums exigiendo que los combatientes que se entrenaban
en Cuba sean licenciados para volver a luchar en Bolivia.
Según un documento inédito del ELN, cuyo acceso debemos a una gentileza de Luis
Mérida Coimbra, la gente de Inti Peredo en Cuba, e incluso algunos oficiales
cubanos que intentaban sumarse a Teoponte, habían sido arrestados y confinados
en las afueras de La Habana para trabajar en la zafra mientras se intentaba
desactivar el plan boliviano.
En esas circunstancias, Inti Peredo tuvo que precipitar los preparativos de
Teoponte, casi solitario, con apoyo de jóvenes inexpertos, y en ese afán cometió
algunos errores logísticos que condujeron a su asesinato por parte de las
fuerzas represivas del gobierno de Ovando, el 9 de septiembre de 1969.
A la muerte de Inti asumió la jefatura del ELN su hermano Osvaldo, el "Chato"
Peredo, a quien se le endilgan acciones inapropiadas en la campaña y sobre todo
un ejercicio autoritario y estalinista del mando guerrillero, a lo cual se
atribuye una crisis interna que debilitó la guerrilla. "Chato" Peredo es hoy uno
de los pocos sobrevivientes de Teoponte.
Los 67 hombres que entraron a Teoponte bajo el mando del "Chato" Peredo fueron
prácticamente masacrados por el ejército boliviano. La matanza comenzó con la
captura de ocho combatientes que se hallaban en pleno repliegue; iban de retorno
a La Paz, desarmados, cuando fueron detenidos y fusilados a pesar de su
rendición. La columna restante fue diezmándose a medida que se aislaba
geográficamente y perdía capacidad operativa. Muchos de ellos aún están
desaparecidos, fueron enterrados en tumbas clandestinas.
Para memoria y gloria de aquellos héroes trágicos quedan testimonios de su puño
y letra, escritos en vísperas del martirologio, como aquella carta de despedida
firmada por Carlos Navarro Lara, el guerrillero Luis.