El
asesino de Trelew
Capitán de Corbeta
Luis Emilio Sosa
La Fogata
Sosa, el capitán de corbeta. Sosa, el que se
comprometió -en presencia de un juez y frente a testigos- a trasladar a los
evadidos nuevamente al penal de Rawson, Sosa, el que les garantizó que no los
recluiría en la Base Aeronaval Almirante Zar. Sosa, el que se mostró
ofendidísimo cuando los presos políticos le manifestaron que su negativa a
quedar detenidos en una base de la Marina obedecía a experiencias personales de
torturas y vejámenes por parte de personal de esa fuerza. Sosa, el mismo que se
asombró porque alguien pudiera temerle. Sosa, el mismo que traicionó su palabra
de ¿honor? y apenas los diecinueve jóvenes se entregaron, después de deponer sus
armas, los subió a un colectivo para hacer exactamente lo opuesto a aquello que
había pactado. Sosa, el que se sintió dueño y señor de hacer su voluntad y que
los depositó, seguramente con regocijo, en la Base Aeronaval donde consumaría su
masacre.
El asesino de Trelew
Capitán de Corbeta Luis Emilio Sosa
Quién es este Sosa ¿Dónde está? Sosa? ¿Dónde
lo escondieron? El capitán de corbeta Luis Emilio Sosa recibió adiestramiento en
Fort Gulick, Panamá.
¿Lo adiestraron para qué? Para ser un idóneo en la "lucha antiguerrillera".
Aprendió bien.
Cuando mata, mata.
Ahora, para mentir hace falta un poquito de inteligencia, y de eso no
pudieron inyectarle en Fort Gulick.
En la revista Marcha, del 8 de setiembre de
1972, en la nota titulada Trelew.. la obra de los marines, Martín Virasoro
refiere, con bronca contenida pero explícita, la insólita versión suministrada
por el capitán de corbeta de que los evadidos habían muerto en un intento de
fuga en un relato totalmente inverosímil, al que Virasoro describe como "cuento
infantil el relato del militar que asevera que "el guerrillero Pujadas, mediante
un golpe de karate lo arrojó al suelo (a Sosa) y le quitó el arma, no obstante
lo cual él, Sosa, logró zafarse y dio la orden de reprimir suena raro
definitivamente". Y continúa: "Diecinueve a cero es una cifra concluyente para
estimar que Sosa es una especie de Batman, si no fuese porque corresponde
simplemente denominarlo con el nombre correcto: criminal, asesino, psicópata.
Pujadas y el resto del grupo, incluida la mujer de Santucho, grávida de ocho
meses, sabían perfectamente que no tenía sentido alguno pretender huir, como lo
asevera la versión oficial. Ni estando completamente locos podrían tener la
esperanza de que, dada la voz de alarma, pudiesen hacer nada, aun con una
metralleta, contra los dos mil hombres de la guarnición, contra los tanques,
los carriers, las tanquetas. Y menos todavía en la inhóspita zona a la que
debían ingresar, supuesto de que hubiesen logrado salir de la Base. Por eso
soportaron todas las provocaciones, escupitajos incluidos del capitán Sosa El
cronista de Marcha saca la conclusión más coherente: "Sosa la pensó bien, No
debía haber soldados conscriptos. Sólo oficiales y suboficiales de los más
fieles, los más gorilas. Por eso eligió la hora que eligió. Nada de testigos
que, al volver a ser civiles al terminar la conscripción, no puedan con su
conciencia y refieran la verdad. De todos modos la imaginación gorila es corta
para todo lo que no sea represión y violencia.
De ahí que, alrededor de las 4 de esa madrugada, cuando Lanusse fue despertado
telefónicamente por el general Betti, quien le refirió la primera versión (la de
Sosa), estalló en los más gruesos improperios del repertorio de la caballería y
los coronó con preguntas tales como: ¿Ni siquiera cinco heridos, general?;
¿cómo, tampoco uno solo entre los nuestros con heridas ¿Qué le vamos a decir al
país ahora?-.
Aunque a las Fuerzas Armadas nunca les importó dar explicaciones
creíbles, la de Sosa era tan pueril que hasta a los más recalcitrantes
representantes de la dictadura los dejaba sin respuestas. Cuando el
contralmirante Hermes Quijada concluyó de brindarle a la prensa otra versión
oficial (parecida, pero diferente), un periodista le preguntó si Sosa estaba
herido. La respuesta de Quijada -que como se recordará tuvo su bautismo como
aviador naval ametrallando a los civiles en la Plaza de Mayo el 16 de junio de
1955- sonó tan absurda como la versión: "No puedo contestar. Es secreto de
sumario". La nota de Virasoro concluye con una gráfica sentencia: "El capitán de
corbeta Sosa no es un torturador, no le gusta eso. Prefirió el nombre de
asesino".
Y a Sosa, el fusilador, no se lo volvió a ver por los alrededores de Trelew. Ni
por ningunos otros alrededores. Se tejieron muchas versiones: que la Marina lo
guardaba" para protegerlo era una de ellas. Otra decía que lo "guardaba" para
utilizarlo en situaciones similares, que era un "duro" entrenado para "misiones
especiales" (léase asesinar a víctimas indefensas). Lo cierto es que no se supo
nada de él.
Pero el Boletín Oficial de la República Argentina, que registra a diario los
textos de decretos, leyes y resoluciones del Gobierno, publicó en junio del 73
el último decreto firmado por Lanusse a sólo veinticinco días de entregar el
poder: el 30 de abril de 1973 la dictadura lanussista parió el decreto 3.495
cuyo el texto completo dice: VISTO, lo informado por el señor comandante en jefe
de la Armada y lo propuesto por el Ministerio de Defensa y CONSIDERANDO: que es
muy conveniente para la Armada Argentina que un oficial jefe realice el curso de
infantería para Infantería de Marina, en los Estados Unidos de América; que por
la naturaleza de la comisión, la misma no puede ser cumplida por integrantes de
nuestra representación diplomática, debiendo estar integrada por personal
seleccionado, teniendo en cuenta la necesidad de una continuidad de la
experiencia que se obtenga y su futura actividad dentro del servicio; que la
fecha de iniciación de la presente comisión está prevista a partir del 15 de
mayo de 1973, con una duración de trescientos sesenta y seis (366) días,
incluyendo los tiempos de traslados.«que tal providencia se halla incluida en el
programa de viajes al exterior - Armada Argentina- año 1973, a elevarse
oportunamente al Poder Ejecutivo; Por ello, el Presidente de la Nación Argentina
decreta: Artículo 1º - Nómbrase para prestar servicios en la Agregaduría Naval a
la Embajada de la República Argentina en los Estados Unidos de América y Canadá
en "misión transitoria" y por el término de trescientos sesenta y seis (366)
días, al señor capitán de corbeta de Infantería de Marina don Luis Emilio Sosa,
a fin de que realice el curso de infantería para Infantería de Marina.
Artículo 2º - El citado oficial jefe, percibirá en compensación de todo gasto,
hasta un máximo diario de cuarenta dólares estadounidenses (u$s 40).
Artículo Y - Los gastos que demanda la presente comisión deberán ser imputados a
la partida del ejercicio 1973 que se indica: 2. 10; 52; 0.379; 1; 1233; 228; 01;
2.10; 52; 01; 0.379-1 1; 12; 1223; 2371, 13.
Artículo 40 - En las oportunidades que lo solicite el Comando en Jefe de la
Armada, se procederá a girar los importes correspondientes a los haberes
mensuales respectivos Artículo 5º - Por el Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto, se extenderá el pasaporte correspondiente.
Artículo 6º - Comuníquese, publíquese dése a la Dirección Nacional de Registro
Oficial, al Tribunal de Cuentas de la Nació y a la Contaduría General de la
Nación. anótese ,, archívese en el Ministerio de Defensa. Comando en Jefe de la
Armada.
Dirección General del Personal Naval. Agustín LANUSSE, Carlos G.N. CODA, Eduardo
E, AGUIRRE OBARRIO, Eduardo F. MCLOUGLILIN.
La revista Marcha, que en su edición del 30 de junio del 73 lo publicó íntegro,
con el título de El último decreto de Lanusse hizo los siguientes comentarios: "Lanusse
era Comandante en Jefe del Ejército; Coda, su colega en la Armada nacional;
Agarre Obarrio, ministro de Defensa nacional; y McLouglilin, ministro de
Relaciones Exteriores y Culto. El capitán Sosa era segundo jefe de la base
aeronaval Almirante Zar, de Trelew, Chubut, la madrugada del 22 de agosto de
1972, cuando fueron fusilados a mansalva, sin juicio previo y sin aviso,
dieciséis presos políticos, salvándose milagrosamente otros tres aunque con
graves heridas. El valiente y pundonoroso marino, que ya había recibido
instrucción "antiguerrillera" en bases de Estados Unidos con antelación a su
hazaña del 22 de agosto, fue el oficial jefe que dirijio la matanza. Cumplido su
patriótico deber, descansará de sus fatigas occidentales y cristianas en otra
base yanqui, lejos de las miradas acusadoras de sus compatriotas y camaradas de
oficio. El reposo del guerrero".
La pregunta que cabe es sobre qué antecedentes se lo consideró a Sosa "personal
seleccionado" y, en todo caso, seleccionado para qué. Lo que es obvio, a la luz
de los años de plomo que se vivirían en la Argentina, es para qué las Fuerzas
Armadas sentían como imprescindible la necesidad de una continuidad (de la
experiencia que se obtenga y su futura actividad dentro del servicio. En
particular de los Sosa que repetirían una y otra vez, treinta mil veces, su
accionar de machos bravíos.
Como para ratificar que Sosa aún continuaba en su período de reinstrucción
antiguerrillera en una base yanqui, un escrito presentado en 1974 por el doctor
Jorge Carlos Ibarborde -en respuesta a uno de los juicios entablados contra la
Armada por la masacre de Trelew - daba cuenta de que el fusilador y sus
cómplices "no podrian concurrir a declarar en las audiencias señaladas, por
cuanto ,se encuentran en el extranjero" y, genti1mente, indicaba los domicilios
de los homicidas para que, la parte que los propuso adopte las medidas que
considere Capitán de Corbeta D. Luis Emilio Sosa. Agregaduría Naval Argentina S
1, 6 Corcoran St. N W. Washington D.C. - EE.UU.", el mismo domicilio consignaba
para su brazo derecho y coejecutor en la Masacre de Trelew el Teniente de
Fragata D. Roberto Guillermo Bravo".
Luego durante años, su paradero fue uno de los secretos guardados con más por la
Armada. Según la revista Hechos y Noticias, del 19 de agosto de 1984 "durante la
guerra de las Malvinas se sostenía que el fusilador estaba anclado en Puerto
Belgrano. Un año más tarde, aparecía como agregado militar en la Embajada
argentina en Honduras. Y ¡oh sorpresa!, con el advenimiento del gobierno
democrático una foto de la agencia oficial Télam (de] 21 de junio último -
1984-) revela que el capitán de navío Luis Emilio Sosa está aquí, No usa más
distintivo de Infantería de Marina ni de paracaidista militar; utiliza el del
Crucero General Belgrano. Los muertos de Sosa eran detenidos políticos y estaban
indefenso ni siquiera sospechaban que él tenía una guerra personal contra ellos,
contra su juventud y sus utopías- los masacrados de Trelew, inermes, no sabían
de su sed sangre, no conocían su vampirismo.