VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Volver al Listado Documentos de James Petras

El movimiento de los sin tierra
El proceso gana impulso
Por James Petras

En los últimos 30 años, los gobiernos brasileños -tanto militares como civiles-. han proclamado la necesidad de la "reforma agraria", pero se han resistido a la implementación de una política efectiva en ese sentido. El Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), que es la oficina gubernamental a cargo de la distribución de la tierra, ha seguido una política de asentamiento de familias sin tierra en campos de fronteras distantes, generalmente lejanos de los mercados, y en tierras yermas, infestadas de malaria. En sus 30 años de existencia, el INCRA ha instalado menos del 7% de las familias rurales sin tierra, 331.276 de los 4 millones de familias sin tierra existentes, y la mayoría de los asentamientos fueron iniciados por ocupaciones organizadas por el MST (el movimiento de los trabajadores sin tierra), que fueron luego legalizadas por el INCRA.
La mayoría de los recursos agrícolas, tanto federales como estatales, están destinados a promover los grandes negocios agrícolas y a subsidiar a los agricultores orientados a la exportación. La promoción y financiación de los grandes agroexportadores ha sido denominada "modernización agrícola" tanto por los militares como por el actual régimen de Cardoso. La "modernización" agrícola ha sido un componente clave de la estrategia neoliberal del régimen de Cardoso y condujo tanto al masivo desplazamiento de pequeños productores y trabajadores rurales del interior del país como al aumento creciente de la influencia del MST. Como resultado, el interior del país fue el sector más duramente golpeado de la economía y el centro de la oposición al régimen.
La reestructuración de la economía que llevó adelante Cardoso sólo se ha enfrentado con una oposición esporádica e inefectiva de los sindicatos urbanos (como la CUT) y de la oposición parlamentaria (Partido de los Trabajadores, Partido Comunista de Brasil, etc.) Por otro lado, en el interior del país tenían lugar grandes confrontaciones. Las luchas en gran escala han sido una realidad constante. La ofensiva política de Cardoso, caracterizada por la privatización masiva de lucrativas minas, telecomunicaciones, energía (y otras industrias clave), su desregulación de los mercados financieros, la liberalización del comercio y los flujos de capital, ha erosionado seriamente la base económica de los sectores populares y nacionalistas, compuestos por quienes producen para el mercado local y por los trabajadores industriales. La ofensiva urbana de Cardoso se apoya en una coalición de banqueros e industriales extranjeros y grandes empresarios agrícolas, terratenientes e intereses financieros e industriales. La conducción del MST percibió tempranamente las consecuencias negativas que tendrían las transformaciones previstas por Cardoso -en gran escala y a largo plazo- para los trabajadores rurales y urbanos, pequeños agricultores y productores orientados al mercado local.
La respuesta del MST a la ofensiva de Cardoso fue lanzar su propia ofensiva en el interior del país a principios de 1995. El MST organizó una campaña de ocupaciones de tierra en forma escalonada, que involucró a un número creciente de familias a lo largo de toda la administración de Cardoso.
La respuesta del régimen de Cardoso a la ofensiva del MST fue cambiando en las diferentes etapas. Al principio, la administración trató de ignorar al Movimiento minimizando su significado y etiquetándolo como "anacronismo histórico". Luego de una histórica movilización de 100.000 personas en Brasilia convocada por el MST en 1996, Cardoso cambió de táctica, abriendo negociaciones y tratando de cooptar al Movimiento a través del ofrecimiento de una cuota de asentamientos, a cambio de la desmovilización del Movimiento. Desmovilizando al MST, Cardoso esperaba conseguir ventajas para su estrategia política de crear un sector de alta tecnología agrícola para exportación, basado en complejos agroindustriales a gran escala, ligando a los terratenientes locales con el exterior, en especial con los exportadores agroindustriales norteamericanos.
El MST entró en negociaciones pero insistió en que bajo ninguna condición acordaría frenar las ocupaciones de tierras improductivas, ya que la mayoría de los casi 4 millones de familias de trabajadores sin tierras continuaría con sus necesidad mínimas sin cubrir, debido a las limitadas cuotas fijadas por el régimen de Cardoso. La ofensiva del MST tuvo un gran impulso en 1996, cuando se registró un gran número de ocupaciones de tierra. La estrategia de ocupación de tierras del Movimiento combinó tácticas legales y constitucionales con acciones extra parlamentarias y con un estilo de coalición política muy abarcativo, que aunó a organizaciones eclesiásticas, grupos de derechos humanos, sindicatos urbanos, partidos parlamentarios, grupos cívicos locales, y representantes municipales. El MST confiaba en las cláusulas constitucionales que promovían que el Estado expropiara tierras sin cultivar y las redistribuyera entre los trabajadores rurales, y financiara los nuevos asentamientos rurales. Dentro de este marco legal constitucional, el MST podía construir amplias coaliciones de apoyo a sus pacíficas y bien organizadas ocupaciones de tierras. Con apoyo mayoritario en la opinión pública de San Pablo, Río de Janeiro y otras importantes ciudades, el MST podía neutralizar la represión del gobierno central. Sin embargo, a nivel local y estatal, los gobernadores, funcionarios locales y terratenientes aliados de Cardoso organizaron violentas represiones y procesos judiciales para aplastar el creciente atractivo del MST. Los terratenientes organizados en la UDR (Unión Democrático Ruralista) lanzaron aprovechando su influencia entre los gobernadores estatales y los funcionarios locales, una violenta contraofensiva de derecha, con el apoyo político y de propaganda del régimen de Cardoso. Esto culminó en abril de 1996, con la infame Masacre de Eldorado de Carajas (en el Estado de Para), donde la Policía Militar dirigida por el gobernador del Estado, masacró a 19 trabajadores sin tierra, para reprimir una marcha pacífica. En total, durante los primeros cuatro años del régimen de Cardoso fueron asesinados 163 trabajadores rurales.
La masacre de Eldorado, que tuvo como propósito intimidar al Movimiento, consiguió el efecto contrario: la opinión pública se volcó masivamente a favor del Movimiento de Trabajadores sin Tierra y el MST respondió lanzando una nueva ola de ocupaciones de tierra a través del país. El régimen de Cardoso, forzado a la defensiva y políticamente aislado, intentó sacar ventaja de las nuevas ocupaciones de tierras declarándose favorable a las mismas. Sin embargo esta estratagema falló, y se duplicó el número de familias asentadas. Mientras el gobierno tenía éxito en vender sectores estratégicos de la economía, desregulaba los mercados financieros y rebajaba las tarifas comerciales, el interior se agitaba cada vez más. La rebaja en las tarifas aduaneras significaba importaciones de comida barata; el desmantelamiento de subsidios estatales, el apoyo crediticio y la asistencia técnica debilitaba a los pequeños productores locales. En los primeros cuatro años del régimen de Cardoso, más de 400.000 pequeños productores terminaron en la bancarrota y fueron expulsados de la tierra o convertidos en trabajadores sin tierra o en empleados de las grandes empresas agroindustriales de exportación, que son el núcleo de la llamada "estrategia exportadora de modernización agrícola" de Cardoso.
En 1996, los pequeños agricultores siguiendo el ejemplo del MST, comenzaron a movilizarse y organizarse, en particular en el sur de Brasil. En 1997 surgió una nueva organización, el Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA). El MPA comenzó a imitar las tácticas de acción directa del MST, bloqueando rutas, ocupando oficinas gubernamentales, y participando en grandes demostraciones en las capitales estatales. En agosto de 1999 hubo una manifestación en Brasilia en la que participaron más de 15.000 pequeños, medianos y grandes productores fuertemente endeudados, demandando el perdón del 40 al 60% de sus deudas. Cardoso ofreció perdonarles del 10 al 20% de las dudas -en especial la de los grandes productores. Bajo presión, el régimen de Cardoso combinó concesiones al MPA -facilitando el crédito y ofreciéndoles un perdón parcial de las deudas- mientras que al mismo tiempo reducía las partidas presupuestarias federales para las producciones agrícolas familiares, para ajustarse a las metas fiscales del FMI-BM. Como resultado de esto, dos semanas después los productores, trabajadores rurales, sindicatos y partidos de izquierda organizaron una protesta masiva en Brasilia en la que participaron 100.000 personas, para denunciar el presupuesto de austeridad de Cardoso.
Enfrentado a la intransigencia estatal, el MST se volcó a la construcción de coaliciones político-sociales con movimientos urbanos e intelectuales, a través de una campaña política nacional: la Consulta Popular, un programa de desarrollo alternativo que combina programas industriales nacionalistas, proteccionistas y dirigistas con reforma agraria y participación de masas en el proceso político. El "nuevo giro" del MST -su intento de romper con un marco estrictamente "rural"- llevó a nuevas iniciativas urbanas, como la organización de residentes de las favelas en algunas de las ciudades más importantes, incluyendo San Pablo, Río, y otras. La organización urbana condujo, en algunos casos, a la ocupación de parcelas en las inmediaciones de las principales ciudades, como el asentamiento de Nuevo Canudos, a menos de una hora de San Pablo, que incluyó a trabajadores desocupados del gremio de la construcción y del metal. El régimen de Cardoso y el Gobernador del Estado enviaron a la Policía Militar para desalojar a los ocupadores ilegales urbanos, con el argumento de que la tierra de Nuevo Canudos era "cultivada". En realidad, estando a una hora de San Pablo, era tierra valiosa para la especulación inmobiliaria. La desesperada situación de los ocupantes de tierra urbanos los llevó a apropiarse de dos camiones que transportaban pasta y carne, y eso produjo una razzia policial en el asentamiento y el arresto de varios activistas.
A comienzos de 1999, el Gobierno Federal y sus aliados políticos en los gobiernos estatales decidieron abolir el mandato constitucional existente que financiaba las expropiaciones de tierra. El régimen de Cardoso introdujo un esquema del Banco Mundial para crear lo que bautizó como "reforma agraria de mercado". El Gobierno Federal desvió fondos del Instituto de Reforma Agraria (INCRA) al "Banco de la Tierra". El presupuesto general del INCRA fue reducido 53%, de 1.900 millones de reales a 1.000 millones; los fondos del INCRA para expropiaciones de tierras fueron reducidos de 600 millones de reales a 200 millones; se cerró la línea especial de créditos blandos del INCRA para nuevas cooperativas. Los drásticos cortes en el INCRA implicaban que los campesinos ocupantes de tierra no tendrían fondos para cultivar la tierra improductiva que ocupaban. En lugar de eso, el gobierno propuso comprar tierras a los terratenientes y vendérsela a agricultores individuales, que serían obligados a tomar créditos para financiar la producción. El resultado sería la creación de una clase de pequeños agricultores con pesadas deudas, que deberían enfrentar una competencia desigual con las importaciones baratas de alimentos. El resultado sería la casi segura bancarrota y la reventa de las tierras, que pasarían de manos de pequeños agricultores familiares a productores comerciales o a especuladores inmobiliarios.
La inviabilidad económica de la "reforma agraria de mercado" es evidente. En todo caso, el propósito del Gobierno Federal es político -eliminar la posibilidad de que las ocupaciones de tierra del MST conduzcan a la formación de cooperativas de producción exitosas (como lo han sido en la mayoría de los casos en todo el país). El segundo propósito de la estrategia de Cardoso es seducir a los trabajadores sin tierra con la oferta de asentamientos y de acceso al crédito, dividiendo con esto al movimiento y creando en su interior estratos de pequeños productores que apoyarían al régimen. Las primeras experiencias de la "reforma agraria de mercado" no son promisorias. Se han producido ya una serie de grandes demostraciones demandando el perdón de las deudas como producto de la devaluación masiva y la declinación de ingresos y demanda.
Los recortes de fondos que hizo Cardoso se evidencian en el creciente número de familias sin tierra que han ocupado tierras improductivas y cuyas demandas de expropiación no han sido atendidas. Durante los primeros cuatro meses de 1999, 22.000 familias organizadas por el MST y la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas (CONTAG) ocuparon más de 155 grandes fincas. A mediados de 1999 había más de 72.000 familias -más de 350.000 campesinos- "acampando" a la espera de una respuesta. Algunas familias vivieron en campamentos hasta cuatro años. Reteniendo los fondos federales, el régimen de Cardoso espera desalentar la ocupación de tierra y minar el apoyo al MST. La respuesta usual del gobierno a los trabajadores rurales y a los desempleados -que debían emigrar a las ciudades- suena a hueco, dado el 20% de tasa de desempleo en la mayoría de los grandes centros urbanos. La defensa que hace Cardoso de las elites rurales y su política negativa hacia los potencialmente productivos trabajadores rurales sin tierra ha aumentado la tensión en las ciudades, que concentran la nueva ola de productores rurales desplazados. Esta es otra razón de porqué el MST está cada vez más dedicado a la organización urbana.
En respuesta a los ataques del gobierno a la constitución nacional y al desmantelamiento efectivo de las instituciones de la reforma agraria y sus presupuestos, el MST se ha volcado a la esfera política. El pensamiento guía es que lo que los trabajadores sin tierra están ganando en términos de apoyo popular y ocupaciones de tierras, lo están perdiendo en términos de financiamiento del estado para nuevos asentamientos. La conducción nacional del MST está ampliado sus esfuerzos en dos direcciones: muestra una creciente tendencia a involucrarse directamente en la política electoral y aumenta sus esfuerzos para formar coaliciones políticas en el orden nacional para desafiar directamente al gobierno.
Mientras estos cambios estratégicos ocurren a nivel nacional, y el Gobierno Federal intensifica sus esfuerzos para quitarle la iniciativa política al Movimiento, en el nivel estatal y local los aliados de derecha de Cardoso agudizan sus ataques al MST. En los estados de Parana, Para, San Pablo, grupos de activistas del MST y trabajadores sin tierra han sido torturados, golpeados y encarcelados con falsos cargos. Por el contrario, militares de alto rango filmados mientras asesinaban a pacíficos manifestantes han sido exonerados, como fue el caso de los oficiales que ordenaron la masacre de Eldorado de Carajas.
Los poderosos lazos entre los terratenientes y el sistema judicial están demostrados por el hecho de que, entre 1985 y 1999, con relación al asesinato de 1.158 activistas rurales, sólo 56 personas fueron llevadas a juicio y sólo 10 fueron condenadas. Al profundizarse la crisis económica en 1999 y aumentar el desempleo, la popularidad de Cardoso cayó estrepitosamente, y lo dejó en una situación de gran dependencia del FMI-BM y los inversores extranjeros.
La presión del FMI-BM para cortar los gastos públicos y reducir el déficit aumentó la polarización social y son pocos los sectores productivos de la economía nacional interesados en sostener al régimen. Enfrentado con el desmantelamiento del Instituto de la Reforma Agraria (INCRA), el MST trató de ampliar sus alianzas en el interior del país, trabajando con pequeños y medianos productores y sus organizaciones para luchar conjuntamente contra la política de precios y créditos del gobierno. El aumento de las acciones políticas y las alianzas sociales del MST corre paralelo a su constante política de acción directa.
Son varios los factores que pesan en la conformación de la nueva política del MST. Primero, la naturaleza muy politizada del sistema judicial, puesta en evidencia con las graves violaciones jurídicas que cometió el juez actuante en el juicio a los oficiales acusados de asesinar a 19 trabajadores sin tierra, en Para. Con independencia de las poderosas evidencias presentadas y de la declaración inicial de culpabilidad por parte del jurado, la intervención del juez, cuestionando la suficiencia de la prueba presentada y su rechazo al testimonio de testigos oculares, demostró que sin influencias políticas concretas era imposible asegurar la justicia en las cortes, contra los influyentes y organizados terratenientes.
El segundo factor que da forma al cambio político del MST es el desmantelamiento del Instituto de la Reforma Agraria y la eliminación práctica de los fondos para nuevos asentamientos. La estrategia de ocupaciones de tierra del MST dependía grandemente del reconocimiento legal que tenía el INCRA, la formalidad de las expropiaciones y los fondos para lanzar con éxito la producción en los asentamientos de tierra. Sin los fondos del INCRA, las ocupaciones de tierra organizadas por el MST se verían en severos aprietos financieros, en especial para asegurar la semilla, los fertilizantes, las herramientas agrícolas y los arreglos básicos para vivir. El régimen de Cardoso, cortando los recursos del INCRA y desviando recursos al Banco de la Tierra, ha cometido una violación clara de su mandato constitucional, estableciendo una nueva agenda política que no puede ser combatida por la acción directa - o por lo menos por acciones sociales a nivel local o estatal. Sólo la acción política directa dirigida a la conformación de un poder político nacional es capaz de restaurar los fondos para los asentamientos establecidos a través de la ocupación de tierras. Sólo las organizaciones políticas nacionales son capaces de contrarrestar la reforma agraria "privatizada" y al Banco de la Tierra promovido por el Banco Mundial e implementado por el régimen de Cardoso.
El tercer factor que incide en la nueva política de amplias alianzas sociales del MST, fue la profundización de la crisis económica y la extensión y radicalización de las demandas de sectores sociales que estaban antes paralizados o inmovilizados. Este es el caso de los pequeños y medianos agricultores, los sectores nacionalistas de la industria nacional, los cada vez más inquietos empleados públicos, y la creciente masa de desempleados del antiguo sector industrial privado. El lanzamiento de la Consulta Popular significa abrir una puerta a la "convergencia nacional" entre clases sociales geográfica y socialmente diferentes, dentro y fuera del sector agrícola.
El cuarto factor que influye en el cambio hacia coaliciones políticas nacionales son, precisamente, los devastadores efectos de la política agraria federal. La política de mercado libre, las importaciones baratas y la relativa declinación de los precios con relación al crédito y a los costos de los insumos condujo a un éxodo masivo del campo de casi 5.500.000 personas entre 1986-1996. El censo rural de 1986 estimaba la población rural en 23,4 millones de personas; en 1996 la población rural había caído a 18 millones.
La concentración de tierras, por un lado, y la falta de tierras en el interior de Brasil, por el otro, ha continuado acelerándose. En 1970, las fincas de más de 1.000 hectáreas representaban el 0,7 del total de las fincas existentes y sus dueños poseían el 40% de la tierra; en 1996, el 1% de los terratenientes que tenía fincas de más de 1000 hectáreas poseían el 45% de la tierra. Más de cuatro millones de trabajadores rurales no tienen tierra. La declinación de la población rural, y su fuga a la periferia de los pueblos y ciudades es un importante afluente potencial para los organizadores del MST, en particular aquellos que mantienen lazos rurales. El MST ha intentado organizar a desocupados rurales emigrados a las ciudades para llevar a cabo ocupaciones de tierra en los campos adyacentes, con resultados inciertos. Uno de los problemas más difíciles es que casi todas las tierras cercanas a la ciudad están por lo menos parcialmente cultivadas, un pretexto que el gobierno usa para desalojar violentamente a las familias que las ocupan. Dentro de los estrechos límites políticos con que se define la tierra no cultivable, el MST percibió la necesidad de involucrarse en política para ampliar su base para la expropiación de tierras.
Mientras el MST ha dado un cambio hacia una mayor participación en la política nacional y la creación de coaliciones en el ámbito nacional, continúa organizando la ocupación de fincas improductivas en el interior el país. En los primeros 6 meses de 1999, el MST organizó 147 ocupaciones con la participación de 23.000 familias, manteniendo la presión sobre el gobierno, en desafío a su "reforma agraria de mercado". El MST está siguiendo una estrategia a dos puntas: continúa la organización de las bases en el interior y sus alianzas políticas en el ámbito nacional. La clave del éxito de la alianza rural- urbana es la extensión y consolidación de un movimiento rural poderoso que sirva tanto como punto de apoyo del MST en sus negociaciones nacionales como de catalizador de los movimientos y partidos urbanos para profundizar su propia inserción en las organizaciones de base.
Las exitosas movilizaciones del MST y las transformaciones concretas de los trabajadores rurales demuestran que un movimiento democráticamente estructurado, bien organizado, políticamente consciente, puede desafiar con éxito la agenda neoliberal del Banco Mundial- FMI. El éxito de combinar tácticas legales y de acción directa en el contexto de la construcción de un apoyo público y establecer alianzas sociales con instituciones civiles ha permitido al MST convertirse en el foco central de oposición del régimen de Cardoso. La retirada de los partidos tradicionales de izquierda y los sindicatos no es el producto de los cambios estructurales de la economía sino el resultado de sus deficiencias políticas y organizativas.
Las "condiciones objetivas" en Brasil están maduras para una acción política de masas. Esto es más evidente en el interior del país, donde la disminución de ingresos, la liberalización de las políticas comerciales y las crecientes tasas de interés han devastado a los pequeños productores y forzado a los trabajadores rurales a abandonar el campo. El crecimiento del sector de trabajadores rurales sin tierra, la declinación de la agricultura de pequeños productores y la expansión de las grandes fincas constituyen un terreno propicio para que el MST expanda su influencia y aumente su atractivo. Sus bien organizadas y exitosas ocupaciones de tierras y la consecuente organización de cooperativas agrícolas viables y productivas atrajeron favorablemente la atención del público y eso se evidenció en las encuestas de opinión realizadas en grandes ciudades.
El fracaso del régimen de Cardoso en zanjar diferencias con el MST lo llevó inexorablemente a estrechar vínculos con los partidos de derecha y con las organizaciones de terratenientes. Su compromiso con la agenda neoliberal lo condujo a desmantelar el marco legal y político existente, que permitía una módica reforma del interior. La escalada de la contrareforma del régimen de Cardoso provocó a su vez un cambio radical en la estrategia del MST -de un movimiento social a un movimiento político social; de una organización del "sector rural", a una coalición que engloba importantes movimientos y partidos urbanos.
Como argumenta J.Yves Martin, la estrategia de comercialización de Cardoso está acompañada por la militarización del campo en una escalada mutuamente complementaria y altamente conflictiva de confrontación política. Esto fue representado gráficamente en las páginas del Finantial Times: por dos artículos que estaban en la misma página, uno al lado del otro. Uno se titulaba: "Brasil aligera los controles de capital para atraer inversiones extranjeras" el otro se titulaba: "Tres policías sobreseídos por asesinatos en Brasil". Las políticas de Cardoso de atraer al capital extranjero están estrechamente ligadas a su política de recortes fiscales y flexibilización laboral, que a su vez se conecta con mayor represión, que inevitablemente se conecta con mayor impunidad para los agentes de la represión. El "modernizador" Cardoso ha quedado profundamente atrapado en la red de políticas oligárquicas tradicionales: regalías al exterior, alianzas con terratenientes, políticas sociales regresivas y represión militar.
El debilitamiento y la declinación del régimen de Cardoso ofrecen grandes oportunidades al MST de capitalizar políticamente la nueva situación. El problema fundamental es la débil y fragmentaria naturaleza de los movimientos y partidos urbanos, por lo que se busca unificar fuerzas. Lo que está claro es que el MST ha reconocido los límites de la "política de movimiento" a niveles locales, aun cuando hasta ahora ha tenido un impresionante éxito. La cuestión es si tendrá éxito en organizar una fuerza política nacional en las aguas turbias del parlamentarismo urbano y la política de clientelismo sindical.
Z Magazine