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Hay un desafío contra
los poderes hegemónicos

por James Petras

Entrevista publicada en "El Mundo" realizada por Fernando Múgica

MADRID.- No usa el tono de un predicador. Habla mirando a los ojos con una voz suave y persuasiva. Se sabe la lección. Ha dedicado muchos años de su vida a estudiar los fenómenos sociológicos y políticos en Latinoamérica. En nuestro país causó impacto con lo que se conoció como el Informe Petras, un estudio sobre el cambio de la composición de la fuerza del trabajo durante los últimos 25 años en el Estado español. Ahora ha reflexionado en un libro, La izquierda contraataca, de ediciones Akal, sobre los conflictos de clases en América Latina en la era del neoliberalismo.

¿Cuál es el eje de su planteamiento?

Se trata de seguir el fenómeno del surgimiento de una nueva ola de izquierdas muy sui géneris. Algo muy distinto de la izquierda tradicional a la que estábamos acostumbrados en el Cono Sur y en los países centroamericanos de los años 60 y 70. Lo de ahora son movimientos nuevos, alejados de la guerrilla clásica y de los partidos políticos. Son movimientos sociales con proyectos políticos.

¿Qué tienen en común estos movimientos?

Por lo general son grupos formados por gentes de clase media. No son cinturones de transmisión de otros proyectos ni se dejan manejar por dirigentes políticos. Padecen cierta endogamia. Son gente que se ha educado a sí misma. Podríamos calificarlos de trabajadores rurales. No son analfabetos. Pueden ser jóvenes con educación primaria e incluso secundaria.

¿Cuáles son sus prioridades, sus preocupaciones?


Están relacionados con la ciudad. Es una respuesta a lo que se ha dado en llamar la economía global. Fijan sus prioridades en función de problemas agrarios concretos. Son proyectos orientados al mercado interno. Realizan una función catalítica con movimientos urbanos, movilizan el sindicalismo dormido. Se preocupan por problemas concretos, a los que dan soluciones concretas. Estamos hablando de los Sin tierra en Brasil, los cocaleros de Bolivia o los zapatistas de México

¿Cuál puede ser el futuro de todos estos movimientos?


Pienso que ya están teniendo éxitos concretos. Por ejemplo, en Brasil han conseguido solucionar, con asentamientos, la educación, el alimento y la vivienda de 250.000 familias. Eso supone, al menos, aliviar los problemas de un millón de personas. Satisfacen las necesidades básicas de un grupo importante de población. En muchos lugares pretenden movilizar a las fuerzas sociales de las ciudades. Se trata de un desafío contra los poderes hegemónicos. Se oponen a la política neoliberal y a lo que representa el Fondo Monetario Internacional, y lo hacen no con grandes discursos, sino con soluciones a problemas concretos.

¿Cree usted que conseguirán cambiar las cosas?

Bueno, no tiene más que ver el ejemplo de Ecuador. La Confederación Nacional de Indígenas ha conseguido derribar a un presidente de la nación. Como es lógico, no han podido dar más pasos porque son movimientos que no tienen armas. Se trata de una revolución pacífica. Tienen una visión distinta de la democracia y desde luego se oponen a la intervención de Estados Unidos. Es una alternativa. Los gobiernos en los últimos 20 años nos han demostrado con sus grandes fusiones y sus impuestos regresivos que son incapaces de mejorar las cosas, y que sólo sirven para perpetuar la situación. Y eso lleva al desencanto.

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