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Documentos de James Petras

28 de abril de 2004

Entrevista a James Petras
"Que retire España las tropas de Irak ha sido magnífico"

A. Cárdenas
Ideal Digital

Granada.- Cuando era adolescente compaginaba sus estudios con el trabajo en una pescadería con su padre. Le ayudaba a su progenitor a preparar el pescado para los clientes y un día se cortó los dedos. El padre le dijo que mejor era que siguiera sus estudios ya que como trabajador dejaba mucho que desear. «Así que me transformé en un intelectual porque soy un obrero fracasado».

Se trata de James Petras, un destacado intelectual norteamericano que el pasado lunes intervino en el 'Encuentro por una izquierda antagonista' organizado por la Universidad de Granada. Docente e investigador del Departamento de Sociología de la Universidad del Estado de Nueva York (Binghamton), asesor del Movimiento sin Tierra en Brasil, autor de 63 libros, miembro del Tribunal Ruseel contra la represión en América Latina y uno de los más furibundos críticos de la forma de hacer política de su país, al que considera el responsable de muchos de los males de desigualdad social existente en el mundo.

Entre los temas de toda su producción intelectual, especializada en la problemática latinoamericana, se destacan sus reflexiones sobre el conflicto entre clases sociales, el imperialismo, el Estado, la revolución, la transición a la democracia, y otros. En la actualidad tres temas son los que ocupan su atención: las rivalidades entre las distintas potencias imperialistas (Estados Unidos, Japón y Europa), el repliegue de los intelectuales críticos durante la década del 80, y las contradicciones del socialismo de mercado.

-Señor Petras, antes que nada, ¿qué le ha parecido la decisión de Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak?

-Ha sido un paso magnífico ya que esa medida ha abierto la caja de Pandora y ha hecho pensar a otros países que participan que pueden hacer lo mismo.

-¿Y en su país? ¿Qué piensa la gente en general sobre este conflicto?

-Antes de comenzar la guerra había un clima de rechazo. Luego, cuando empezó, cambió esa actitud generalizada y la gente incluso la apoyaba. Ahora, mientras la resistencia hace que mueran todos los días norteamericanos, esa actitud crítica ha vuelto.

-¿En qué acabará todo esto?

-Como le digo, cada vez que crece el número de muertos norteamericanos en la guerra, el descontento también crece. La guerra prolongada va a desgastar mucho al gobierno de Bush y tarde o temprano va a provocar una movilización ciudadana contra la guerra. Claro, que eso va a tardar. La gente no quiere que pase otro Vietnam.

Postura crítica

-Su postura crítica sobre el imperialismo americano es ya conocida. Se muestra totalmente contrario al mismo. ¿Tan negativo es para un país intentar abarcar mucho?

-Tengo una teoría, cuando un país es más imperialista, más avanza en la influencia de sus fronteras, más pobreza de todo tipo genera en su interior. El imperialismo está extendido más que en cualquier otra época del mundo. Hoy día, Estados Unidos y Europa lo controlan todo, las comunicaciones, dictan las macroeconomías, las modas, el turismo... Está influyendo sobre las costumbres de los pueblos a partir de los medios de comunicación de masas y no tienen ninguna reserva en utilizar el poder militar para intervenir en cualquier parte del mundo bajo cualquier pretexto. Eso, evidentemente, es un obstáculo para replantearse el bienestar social, la igualdad y la democracia.

-¿Cómo se la apaña un intelectual y crítico como usted para vivir en un país tan represivo como el suyo?

-En mi país hay mucha represión legal. Esto siempre ha existido, lo que pasa que se ha agravado bastante tras el 11-S. Ahora, por ejemplo, si te acusan de simpatizar con terroristas, te pueden encarcelar e incluso suspender el 'habeas corpus'. Allí puedes hablar, pero sin llegar a ninguna parte. No se si me entiende. Puedo hablar de mis teorías antiimperialistas, pero es como el que hablar al aire libre en Los Pirineos, predicar en el desierto. Te hacen el vacío absoluto. Ninguna reseña en la prensa, nada de público de masas. Todo está controlado para que al crítico con ese poder nadie lo oiga. Se pueden criticar los medios, pero los fines son sagrados.